viernes, 31 de octubre de 2014

Carta de Jordi Savall al Ministro Wert donde comunica su renuncia al Premio Nacional de Música 2014

Jordi Savall renuncia al premio Nacional de Música por proceder “de la principal institución del estado español responsable, a mi entender, del dramático desinterés y de la grave incompetencia en la defensa y promoción del arte y de sus creadores”.

30 de octubre de 2014

Sr. José Ignacio Wert
Ministro de Educación, Cultura y Deportes
Gobierno de España

Distinguido Sr. Wert,
Distinguidos Señores del Jurado del Premio Nacional de Música 2014,

Recibir la noticia de este importante premio me ha creado dos sentimientos profundamente contradictorios y totalmente incompatibles: primero, una gran alegría por un tardío reconocimiento a más de 40 años de dedicación apasionada y exigente a la difusión de la música como fuerza y lenguaje de civilización y de convivencia y, al mismo tiempo, una inmensa tristeza por sentir que no podía aceptarlo sin traicionar mis principios y mis convicciones más intimas.

Lamento tener que comunicarles pues, que no puedo aceptar esta distinción, ya que viene dada de la mano de la principal institución del estado español responsable, a mi entender, del dramático desinterés y de la grave incompetencia en la defensa y promoción del arte y de sus creadores. Una distinción que proviene de un Ministerio de Educación, Cultura y Deportes responsable también de mantener en el olvido una parte esencial de nuestra cultura, el patrimonio musical hispánico milenario, así como de menospreciar a la inmensa mayoría de músicos que con grandes sacrificios dedican sus vidas a mantenerlo vivo.

Es cierto que en algunas contadas ocasiones he podido beneficiarme, a lo largo de más de 40 años de actividad, de alguna colaboración institucional: la celebración del V Centenario del descubrimiento de América, las pequeñas ayudas a giras internacionales y recientemente las invitaciones del Centro Nacional de Difusión Musical a presentar nuestros proyectos en Madrid. Pero igual que la inmensa mayoría de músicos y conjuntos del país, he seguido adelante solo con mi esfuerzo personal sin contar jamás con una ayuda institucional estable a la producción y materialización de todos mis proyectos musicales. Demasiado tiempo en que las instancias del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes que usted dirige continúan sin dar el impulso necesario a las diferentes disciplinas de la vida cultural del Estado español que luchan actualmente por sobrevivir sin un amparo institucional ni una ley de mecenazgo que las ayudaría, sin duda alguna, a financiarse y a afianzarse.

Vivimos en una grave crisis política, económica y cultural, a consecuencia de la cual una cuarta parte de los españoles está en situación de gran precariedad y más de la mitad de nuestros jóvenes no tiene ni tendrá posibilidad alguna de conseguir un trabajo que les asegure una vida mínimamente digna. La Cultura, el Arte, y especialmente la Música, son la base de la educación que nos permite realizarnos personalmente y, al mismo tiempo, estar presentes como entidad cultural, en un mundo cada vez más globalizado. Estoy profundamente convencido que el arte es útil a la sociedad, contribuyendo a la educación de los jóvenes, y a elevar y a fortalecer la dimensión humana y espiritual del ser humano. ¿Cuántos españoles han podido alguna vez en sus vidas, escuchar en vivo las sublimes músicas de Cristóbal de Morales, Francisco Guerrero o Tomás Luis de Victoria? Quizás algunos miles de privilegiados que han podido asistir a algún concierto de los poquísimos festivales que programan este tipo de música. Pero la inmensa mayoría, nunca podrá beneficiarse de la fabulosa energía espiritual que transmiten la divina belleza de estas músicas. ¿Podríamos imaginar un Museo del Prado en el cual todo el patrimonio antiguo no fuera accesible? Pues esto es lo que sucede con la música, ya que la música viva solo existe cuando un cantante la canta o un músico la toca, los músicos son los verdaderos museos vivientes del arte musical. Es gracias a ellos que podemos escuchar las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, los Villancicos y Motetes de los siglos de Oro, los Tonos Humanos y Divinos del Barroco… Por ello es indispensable dar a los músicos un mínimo de apoyo institucional estable, ya que sin ellos nuestro patrimonio musical continuaría durmiendo el triste sueño del olvido y de la ignorancia.

La ignorancia y la amnesia son el fin de toda civilización, ya que sin educación no hay arte y sin memoria no hay justicia. No podemos permitir que la ignorancia y la falta de conciencia del valor de la cultura de los responsables de las más altas instancias del gobierno de España, erosionen impunemente el arduo trabajo de tantos músicos, actores, bailarines, cineastas, escritores y artistas plásticos que detentan el verdadero estandarte de la Cultura y que no merecen sin duda alguna el trato que padecen, pues son los verdaderos protagonistas de la identidad cultural de este país.

Por todo ello, y con profunda tristeza, le reitero mi renuncia al Premio Nacional de Música 2014, esperando que este sacrificio sea comprendido como un acto revulsivo en defensa de la dignidad de los artistas y pueda, quizás, servir de reflexión para imaginar y construir un futuro más esperanzador para nuestros jóvenes.

Creo, como decía Dostoyevski, que la Belleza salvará al mudo (sic), pero para ello es necesario poder vivir con dignidad y tener acceso a la Educación y a la Cultura.

Cordialmente le saluda,

Jordi Savall

http://www.docenotas.com/118999/carta-de-jordi-savall-al-ministro-wert-donde-comunica-su-renuncia-al-premio-nacional-de-musica-2014/

viernes, 17 de octubre de 2014

A propósito de Caja Madrid: ¿miramos al dedo o la luna?, por Andrés Hidalgo, Javier Cobo, Andrés de Andrés

A propósito de Caja Madrid: ¿miramos al dedo o la luna?


15 de octubre de 2014

Cuando pensábamos que lo más importante que teníamos por delante en relación a Caja Madrid/Bankia era la forma y manera en la que recuperar los 22.424 millones de euros aportados por el estado en ayudas directas (otros 24.167 millones en avales) a dicha entidad para evitar su quiebra y en consecuencia, cómo conseguir dicho objetivo, aparece el escándalo mediático del uso de las tarjetas opacas por parte de los antiguos miembros de su Consejo de Administración.

Pese a dicha circunstancia nosotros pensamos que recuperar las ayudas públicas aportadas, para que las mismas no sean soportadas por toda la ciudadanía, continúa siendo el primer objetivo, y para ello es imprescindible que el Estado mantenga su participación en la propiedad de Bankia.

Incluso más allá de la devolución de las ayudas, Bankia debería -junto con otras instituciones financieras nacionalizadas- conformar un polo de banca pública que venga a cubrir parte del vacío dejado con la desaparición de las Cajas de Ahorros, esto es, asegurar la inclusión financiera para los que tienen menos recursos y no resultan de interés comercial para los bancos, redistribuir los beneficios atendiendo a las necesidades sociales y garantizar la financiación y el crédito a empresas y particulares que hoy carecen del mismo.

Pero por desgracia las cosas hoy no están en esta lógica, el pasado mes de febrero arrancó la privatización de Bankia con la venta de un 7,5% del capital de la entidad lo que deja al Estado con una participación en el entorno del 61% y todo apunta en la dirección de completar la privatización el próximo año o en los primeros meses de 2016, con lo que las posibilidades de devolver la totalidad de las ayudas se desvanecen.

En tan poco espacio de tiempo no será posible generar los beneficios suficientes y por otra parte, para que resulte atractiva la privatización, el destino de parte importante de los futuros beneficios tendrá que ir a la retribución del capital, esto es, al pago de dividendos para favorecer el aumento de la cotización de sus acciones. No sería descabellando decir que las pérdidas finales de la privatización podrían estar entre un 35 y un 40% dada la alta morosidad y la poca calidad de sus activos no bancarios.

En nuestra opinión este es el principal conflicto que hoy tiene el conjunto de la sociedad con Bankia, impedir su privatización  con carácter general y en ningún caso sin antes recuperar el dinero aportado por el Estado, se trata de mirar sobre todo al futuro para no tener un nuevo quebranto en los intereses de la mayoría.

Y no es que nos neguemos a mirar al pasado, a la nefasta gestión de la Caja de Madrid por parte de quien tenía la mayoría en el Consejo de Administración, la gobernaba con arreglo a sus criterios e intereses y la gestionaba día a día, esto es, el Partido Popular y sus distintas facciones en muchos casos enfrentadas y quienes pudieron acompañarles en algunas decisiones trascendentales.

Es evidente que fueron decisiones equivocadas primero en Caja Madrid y después en Bankia las que condujeron a la entidad prácticamente a la quiebra y al posterior rescate con dinero público y que entre dichas decisiones resaltan por su trascendencia negativa, el que Caja Madrid -que era en 1996 una entidad saneada- acompañase a partir de entonces la burbuja inmobiliaria creada por la ley del suelo del gobierno de Aznar, cambiase el modelo de negocio bajo la presidencia de Blesa (fue en 1996 cuando el PP se hizo con la mayoría de la Caja) y se dedicó a una muy alta concentración del riesgo promotor en la cartera de crédito, con financiaciones al 100 % e incluso la creación de empresas conjuntas con los promotores, que resultó dramática cuando a partir de agosto de 2007 se cerró la liquidez de los mercados internacionales, se acumularon los impagos y no era posible ya refinanciar la deuda,  la propia aprobación de la fusión (Caja Madrid, Bancaja, La Caja de Canarias, Caja Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja), la salida a bolsa, la compra City National Bank of Florida por 867 millones y vendido por 685 millones de euros, la comercialización de las preferentes, los créditos a Martinsa-Fadesa por importe de 1.082 millones y los créditos a DíazFerrán.

Estas son las responsabilidades que habría que exigir a quienes dirigían la Caja y a quienes con su voto en el Consejo de Administración acompañaron dichos acuerdos cuando algunos de ellos se pusieron a votación. Porque estas erróneas decisiones fueron junto con otras referidas a la gestión cotidiana de la actividad financiera las que llevaron a la entidad a la ruina.

Y llegamos al asunto de las tarjetas que ha despertado una gran atención estos días y se ha cobrado la dimisión de un número importante de representantes de partidos, sindicatos y otras instituciones del estado.

Sorprende el gran impacto mediático y la loable voluntad de Hacienda de fiscalizar los 15,5 millones de euros (gastados en diez años), esto es, el 0,069% del dinero aportado para el rescate y quede relegado como algo menor la recuperación del restante 99,93% del problema.

Es claro que Caja Madrid primero y Bankia después infringieron la ley si no contabilizaron, fiscalizaron e imputaron correctamente los pagos realizados con las tarjetas, lo que ha dado lugar a que el juez Andreu haya imputado a los ex presidentes de Bankia y Caja Madrid y al número dos de Blesa, Ildefonso Sánchez-Barcoj, por la posible existencia de un delito societario y de apropiación indebida.

Podríamos estar también ante una infracción fiscal por parte de los consejeros que no incluyeren en su declaración de la renta los importes de los gastos realizados, los inspectores de Hacienda lo determinaran y establecerán las responsabilidades correspondientes.

Sobre las responsabilidades de carácter ético, ya se ha hablado muchos en estos días y para nosotros no es el objeto de esta reflexión que tiene un carácter político y económico.

Las investigaciones judiciales y fiscales determinaran las responsabilidades de la entidad y los consejeros, los partidos y los sindicatos han tomado decisiones de orden interno que esperemos permitirán aclaran lo sucedido. Pero pocos han hablado de lo verdaderamente importante, en nuestra opinión, el asunto de las tarjetas no puede tapar ni justificar la no devolución del dinero público que se aportó para el rescate.

Parecería que alguien está interesado en encontrar los motivos para no tener de devolver dichos fondos haciendo responsable de tal imposibilidad a los anteriores miembros del consejo y a la pesada herencia recibida.

Quizás por ello sería importante reflexionar sobre todo lo ocurrido no fuera a ser que estuviéramos mirando al dedo y no a la luna.

Andrés Hidalgo
Javier Cobo
Andrés de Andrés
(Sindicalistas y afiliados a Izquierda Unida)


jueves, 9 de octubre de 2014

Podemos y la folletinización de la política: Pablo González o Felipe Iglesias, por Por Ángeles Déez

Por Ángeles Diez.  Dra. en Ciencias Políticas y Sociología, profesora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM)


Los últimos acontecimientos políticos -la creciente conflictividad social, el ascenso de una fuerza política inexistente hasta las elecciones europeas, la abdicación del rey Juan Carlos en su hijo y el despliegue del Escudo antimisiles estadounidense en la base militar de Rota-, evocan la máxima marxista de que los hechos y personajes de la historia aparecen primero como tragedia y luego como farsa . Aunque en el Estado español tragedia y farsa parecen entrelazarse sin mediar apenas un suspiro y las farsas, ¡ay las farsas! parecen darse de dos en dos.
El ascenso de Podemos no deja de recordarnos la meteórica ascensión del PSOE, también en una época en la que la conflictividad social iba in crescendo, lo viejo no acababa de morir, lo nuevo no acaba de nacer, la continuidad del régimen estaba en cierta forma amenazada por la deslegitimación del sistema político y los intereses geoestratégicos del imperio estaban poco confortables en un escenario tan inestable.
No soy la primera que, percibiendo las analogías, habla de una Segunda Transición aunque la mayor parte de los discursos que interpretan los acontecimientos actuales en esa clave suelen hacerlo a modo de justificación de la necesidad de renovar, de nuevo, el sistema político para garantizar la paz social, es decir, la estabilidad (económica y política) que nos saque de la crisis y nos lleve, de nuevo, al imaginario paraíso socialdemócrata: más consumo, más clase media, más trabajo, más… Son pocos los que trascienden el discurso exitoso de la renovación del régimen de la primera transición, ni siquiera desde posiciones de izquierdas.
Las analogías, que no identidades, son muchas pero lo que interesa analizar es el grado de locura de una sociedad como la nuestra a la que se le ofrecen las mismas respuestas a idénticos problemas y espera resultados distintos.
Esta nueva entrega de Transición cuenta con personajes renovados, más jóvenes, más guapos y mejor preparados. Un guión fiel a las profecías de las encuestas del CIS (Centro de investigaciones sociológicas) y en sintonía con la cultura preformativa postmoderna de unos jóvenes “sobradamente preparados”. No en vano, cuajada de jóvenes profesionales en precario, la propuesta política de Podemos elabora un producto a la medida de los resultados de las investigaciones sociológicas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, utiliza las asambleas de los círculos a modo de “grupos de discusión” para su campaña de publicidad y los debates y críticas para ajustar el discurso y la puesta en escena. Del mismo modo, saca partido de mercancías tecnológicas como Appgree que monitorean las redes sociales y que ya mostraron su gran eficacia en crear ilusión participativa en el programa de televisión Gran Hermano.
Desde la eclosión de las movilizaciones que arrancaron en el 2003 con el No a la guerra hasta el estallido del 15 de Mayo del 2011, lo que está en juego en España es la legitimidad del sistema político en su conjunto. No de un partido en concreto, ni de una casta política o económica. La confluencia de una crisis de legitimidad política y la necesidad de un cambio de modelo económico hacia mayores cuotas de explotación dan lugar a que todas las fuerzas conservadoras se dirijan a garantizar la estabilidad. Especialmente en el ámbito político que es donde se juega la legitimidad, es decir, la aceptación o no del modelo de explotación. Sin esa estabilización parece difícil controlar a una población que históricamente se ha decantado bien por la revolución bien por el fascismo. De modo que, en estos momentos, del mismo modo que ocurrió en la primera Transición, todas las fuerzas del mal se ponen a la tarea la estabilización o de la paz social.
Un sistema político, como un barco, puede desarrollar una estabilidad estática (cuando las aguas están tranquilas) o dinámica (cuando hay olas y viento). Cuando esas aguas son turbulentas, como en el momento actual, la mejor opción parece ser cabalgar las olas, o las mareas. Esta opción supone apropiarse del discurso, es decir, contar historias porque, en un mundo civilizado, todos saben que convencer es más eficaz que vencer (reprimir). La dictadura franquista aun sin ser civilizada no renunció a contar historias a través del NoDo, noticiero con el que recreaba un país ficticio; Felipe González no escatimó en recursos narrativos prometiendo sacarnos de la estructura militar de la OTAN (aunque con lengua de serpiente). Ahora RTVE (Radio Televisión Española) toma el testigo del NoDo y el líder de Podemos nos cuenta que sin ser de izquierdas ni de derechas se pueden cambiar las relaciones de poder.
En el mundo de la política los relatos son los principales elementos de estabilización. Incluso si no son verosímiles basta con que se reconozca la sinceridad del que los emite o con apreciar que se trata de una buena actuación. El cinismo se hace consustancial al discurso político, pero también al discurso académico, y especialmente al mediático.
Hoy la vida política está dominada por los storytelling o la “folletinización” que permite a la clase política (la consolidada y la aspirante) conjurar la amenaza de muerte que los pueblos dictan en su contra desde el mismo momento en que son elegidos. Apropiarse del relato, de la lectura de los acontecimientos, es el principal pilar de la dominación. Pero también, la mejor forma de despejar las calles y llevar de nuevo a las personas al sillón de su casa delante del televisor. Como dijera la delegada del gobierno de Madrid, Cristina Cifuentes –refiriéndose a Podemos-, si ya los antisistema han aceptado el sistema, bajará la conflictividad social y la gente no tiene por qué manifestarse.
Ciertamente la política contemporánea es apenas otra versión del intercambio de mercancías, los políticos se venden como marcas (la imagen) y los electores se asemejan a los consumidores a los que se les venden los productos (partidos políticos) con relatos exitosos en folletos publicitarios (programas electorales). Ganar unas elecciones es pues tan complicado o tan sencillo como acertar en la campaña de marketing y conseguir los recursos necesarios para lanzarla. Esto lo sabía ya Felipe González y lo saben aún mejor los jóvenes expertos de Podemos.
Los estadounidenses son especialistas en esta “folletinización” de la vida política. No en vano las empresas de relaciones públicas -que es el nombre que reciben las empresas de comunicación que diseñan tanto campañas electorales como campañas de guerra-, junto con las empresas de armas son las que mueven más dinero en el mundo. La competencia en el mercado de la política se disputa en el campo de la comunicación y como han demostrado James Carville (director de la campaña de Bill Clinton), Karl Rove (el cerebro de Bush) y David Axelrod (conocido como el Narrador de Obama) la clave está en “conquistar la narración del mundo” En este campo no cabe duda de que las enseñanzas de Hollywood son dignas de tener en cuenta y nos sirven, a título de hipótesis, para entender el éxito electoral (presente y futuro) de Podemos y para comprender por qué, con el objetivo de la “estabilidad necesaria”, todas las fuerzas políticas se aproximan al patrón mediático de éxito que será también el del éxito electoral, y que los publicistas estadounidenses resumen en: 1) Contar una historia, 2) ser breve, 3) ser emocional .
De la misma forma que en la primera Transición el marketig electoral vino de la mano de Julio Feo, directivo de una empresa de publicidad norteamericana, los nuevos tiempos también tienen como referencia las campañas estadounidenses. En este caso, en la campaña de Obama de 2008 donde se consolidaron las claves de lo que ya son las campañas electorales de Europa, tal y como profetizaba el escritor Christian Salmon:dominio de la retórica, poder de escenificación, arte del relato y nuevas tecnologías digitales.
En esta segunda entrega de la Transición el nuevo partido, Podemos, extiende idénticas recetas: inevitabilidad de la aceptación de las reglas del juego político, pragmatismo, desideologización (ni de izquierdas ni de derechas) y oportunidad. Sólo resta por perfilar el difícil equilibrio entre la violencia que supone reconocer el conflicto y apostar por la paz social.
Es probable que la conflictividad social de finales de los setenta llevara el germen de una verdadera revolución socialista –así lo atestigua la inquietud de las instancias de poder, los viajes de Prado Colón de Carvajal (administrador privado del rey durante 20 años) a EEUU, etc. En cualquier caso, en ese momento, como entonces, la contención social implicaba un maquillaje político creíble, una figura joven y un proyecto emocional. Se daba la necesidad de contener el conflicto social tanto por la derecha como por la izquierda. Por la derecha se neutralizaría a los sectores fascistas con la figura del rey Juan Carlos –elegido por Franco y personalmente interesado en la continuidad del modelo-, por la izquierda, el PSOE se presentaría como la opción más realista para conjurar los demonios de una segunda guerra civil. El príncipe Felipe convertido en Rey supone ahora un intento, precipitado, por relegitimar la monarquía, la ampliación del tratado de utilización de las bases de Rota y Morón se saca de todas las agendas mediáticas para no mentar la bicha del “No a la Guerra” o “No a la OTAN” y los tecnoexpertos de Podemos despiertan, de nuevo, la ilusión de la renovación política.
Siguiendo con las analogías, tras la eclosión de las movilizaciones masivas del 15M, las mareas, las marchas, el cuestionamiento de organizaciones sindicales, partidos políticos, etc. hacían vislumbrar la posibilidad de una ruptura de efectos imprevisibles. Sin embargo, las dificultades para que toda esa movilización se convirtiera en organización, la paradoja de una sociedad indignada pero no lo suficiente como para romper la baraja, han creado las condiciones propicias para el triunfo de una tercera vía posibilista.
El votante-espectador quiere salir del shock pero sin coste, sin el inmenso esfuerzo de ser él el protagonista, el sujeto que es parte y toma partido, el sujeto que no elude el conflicto y asume riesgos. Felipe González o Pablo Iglesias son figuras intercambiables de ese deseo. Como entonces, se establece el par ilusión-desafección. El público elude el conflicto real, prefiere verlo representado, de ahí el éxito de las Tertulias. Pero además la magnitud de la crisis hace urgente que algo cambie.
Para unos, la situación personal es ya crítica, para otros, los jóvenes, presas del mal de la impaciencia y del mito edulcorado del mayo del 68 es la oportunidad que no se puede desaprovechar, es el aquí y ahora. La gente, dicen los promotores de Podemos, quiere “ganar ya”. Vivimos en un mundo virtual e instantáneo. El aquí y ahora se imponen sobre la durabilidad de los cambios, lo que Bauman llama el síndrome de la impaciencia. Igual que ocurre con el consumo de la comida precocinada se compra lo que antes había que hacer. Es decir, se opta por los atajos. La cultura postmoderna es la cultura del espectador, del mínimo esfuerzo y del camino más corto.
Los jóvenes contemporáneos, educados y formados para desplegar las virtudes del consumidor (el consumo aparece como la tabla de salvación de la economía) son caracterizados a la perfección por Bauman :“Hoy, las ansiedades de los jóvenes y sus consecuentes sentimientos de inquietud e impaciencia, así como la urgencia por minimizar los riesgos, emanan por un lado de la aparente abundancia de opciones, y por otro del temor a hacer una mala elección, o al menos a no hacer “la mejor disponible”; en otras palabras, del horror a pasar por alto una oportunidad maravillosa cuando aún hay tiempo (fugaz) para aprovecharla” . Este es el tipo mayoritario de jóvenes que se decantará por la nueva opción electoral.
Por otro lado, en el caso de las generaciones que vivieron la primera Transición emerge el sentimiento de “su última oportunidad”; conocen, porque la sufrieron, la experiencia del PSOE pero su momento vital les lleva a buscar-desear desesperadamente que ahora sea diferente. En este sentido Podemos funciona como un antibiótico de amplio espectro proporciona alivio a varias generaciones.
No creo en las conspiraciones, ni que la realidad sea el resultado prefijado de quienes teniendo en sus manos los hilos del poder nos mueven como marionetas. Tampoco creo que los sujetos que, en determinado momento son convertidos en protagonistas, tengan un plan más allá de perseguir sus propios intereses, o tal vez sus deseos. Pero sí se que, una mirada atenta y desprejuiciada nos permite encontrar un hilo narrativo, una explicación coherente de por qué pasan las cosas, quienes son los más interesados en que pasen de la forma en que pasan, cómo se promocionan y alimentan determinados procesos mientras que otros son bloqueados, silenciados y eliminados.
¿Por qué se vuelve tan relevante para la vida política y los medios de comunicación españoles un fenómeno como Podemos y por qué dejan de ser importantes las movilizaciones de miles de personas en todo el Estado el 22 de Marzo? ¿Por qué es más relevante cualquier actuación mediática del líder de Podemos que el genocidio palestino? Preguntas como estas nos ayudan a encontrar la lógica interna que explica el devenir político-social más allá de los dimes y diretes del show tertulítico.
Como señaló también Marx en el 18 Brumario. Hoy, la sociedad parece haber retrocedido más allá de su punto de partida; “en realidad, lo que ocurre es que tiene que empezar por crearse el punto de partida revolucionario, la situación, las relaciones, las condiciones, sin las cuales no adquiere un carácter serio la revolución moderna” .
Crear un punto de partida no puede hacerse desde la aceptación de las reglas del juego, tampoco desde la emoción etérea, ni siquiera desde la pura retórica, menos aún desde la butaca de nuestro salón que es donde están, en estos momentos, la mayoría de los futuros votantes de Podemos. Esperemos que los cientos de mujeres y hombres comprometidos y bien intencionados que se han prestado a filmar, producir, actuar y participar de diversas formas en esta nueva entrega de la Transición sean capaces de sobreponerse a la frustración y la impotencia, y que en algún momento, ojalá sea pronto, pueda retomarse la construcción de un punto de partida que, si pretende resolver los problemas planteados será dando soluciones distintas, es decir, revolucionarias.
Madrid 28 de septiembre 2014
* Dra. en Ciencias Políticas y Sociología, profesora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM)

miércoles, 8 de octubre de 2014

El mañana efímero, de Antonio Machado



EL MAÑANA EFÍMERO

A Roberto Castrovido.

La España de charanga y pandereta, 
cerrado y sacristía, 
devota de Frascuelo y de María, 
de espíritu burlón y alma inquieta, 
ha de tener su mármol y su día, 
su infalible mañana y su poeta. 
En vano ayer engendrará un mañana 
vacío y por ventura pasajero. 
Será un joven lechuzo y tarambana, 
un sayón con hechuras de bolero, 
a la moda de Francia realista 
un poco al uso de París pagano 
y al estilo de España especialista 
en el vicio al alcance de la mano. 
Esa España inferior que ora y bosteza, 
vieja y tahúr, zaragatera y triste; 
esa España inferior que ora y embiste, 
cuando se digna usar la cabeza, 
aún tendrá luengo parto de varones 
amantes de sagradas tradiciones 
y de sagradas formas y maneras; 
florecerán las barbas apostólicas, 
y otras calvas en otras calaveras 
brillarán, venerables y católicas. 
El vano ayer engendrará un mañana 
vacío y ¡por ventura! pasajero, 
la sombra de un lechuzo tarambana, 
de un sayón con hechuras de bolero; 
el vacuo ayer dará un mañana huero. 
Como la náusea de un borracho ahíto 
de vino malo, un rojo sol corona 
de heces turbias las cumbres de granito; 
hay un mañana estomagante escrito 
en la tarde pragmática y dulzona. 
Mas otra España nace, 
la España del cincel y de la maza, 
con esa eterna juventud que se hace 
del pasado macizo de la raza. 
Una España implacable y redentora, 
España que alborea 
con un hacha en la mano vengadora, 
España de la rabia y de la idea.



Viñetas



Las tarjetas "opacas" y los sindicalistas, por Héctor Maravall

3 de octubre de 2014

LAS TARJETAS "OPACAS" DE BANKIA Y LOS SINDICALISTAS

Pensaba escribir sobre el proceso de elecciones sindicales, que en estas mismas semanas esta cogiendo impulso o algunas reflexiones sobre el modelo productivo que se esta configurando en la salida de la crisis económica. Pero muchos de los lectores habrían pensado que vaya manera de esconder el bulto y tendrían toda la razón.

El asunto de las tarjetas opacas en Bankia es un tremendo mazazo para la credibilidad de la izquierda política y de los sindicatos de clase. No sirve la excusa de que la derecha y dirigentes empresariales también están implicados. A mi lo que me interesa es intentar salir de la telaraña de “la casta”, donde nos quieren meter algunos y por el momento con evidente éxito.

Es verdad que la información es aun muy confusa en determinados aspectos y sobre todo en la concreción de cómo se utilizaron las tarjetas. Seguramente no todos las habrán usado con la misma finalidad. Por ello hay que ser cuidadosos en los juicios de valor y no caer en tajantes descalificaciones sin tener todos los datos encima de la mesa. Pero eso mismo hubiera exigido información detallada de cada uno de los afectados de en qué y por que se han hecho esos gastos.

He pertenecido durante casi 5 años a un importante Consejo de Administración de una empresa pública, RTVE. Y se por experiencia lo facilísimo que puede resultar deslizarse por la pendiente de la irregularidad. No había tarjetas ni opacas ni de ningún tipo, pero sí la posibilidad de gastos de representación. Durante esos años los consejeros de la izquierda luchamos denodadamente para que hubiera transparencia en la aplicación de esos gastos de representación, que se regularan y se conocieran. Éramos minoría y no lo logramos a pesar de plantearlo reiteradas veces. Como tampoco conseguimos aprobar una norma sobre la utilización de los coches oficiales. En todo caso sí había que justificar uno por uno cada gasto realizado.

Así que me sorprende que en Bankia al menos los Consejeros de la izquierda no hubieran planteado como mínimo una regulación de esas tarjetas opacas. Por lo que sabemos cada uno cogió la suya y la utilizó a su propio criterio y sin requisito alguno de justificación y eso se mire como se mire no es admisible y no sirve el que en otras entidades financieras o grandes empresa sucedan cosas parecidas.

Así las cosas me congratula que el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, haya sido tajante y haya anunciado la expulsión de quienes se hayan aprovechado de manera injustificada de esas tarjetas opacas y haya pedido perdón por los socialistas implicados. No todas las reacciones han sido tan contundentes, seguramente por temor a precipitarse o a caer en una especie de caza de brujas. Sí es un dato a tener muy en cuenta las dimisiones de responsables tanto sindicales como del PSOE, en claro contraste con la actitud, hasta el momento, de implicados de la derecha y la patronal, lo que refleja que no todos son iguales ni mucho menos.

Pero más allá del escándalo de las tarjetas de Bankia, sería conveniente profundizar el debate sobre la participacion, por lo menos de los sindicatos en los Consejos de Administración. Ignacio Fernández-Toxo hace más de año y medio en el Congreso Confederal de CCOO se pronunció de forma muy crítica al respecto y dio a entender que esa vía o se iba a cerrar o se iba a regular con absoluta transparencia y rigor.

No es un tema fácil. En algunos de los Estados mas avanzados del mundo los Sindicatos están en Consejos de Administración, resultado de una justa reivindicación para conocer, controlar e incidir, en la medida de lo posible, en la toma de las decisiones estratégicas de las grandes empresas. Desconozco como lo tienen establecido  y que garantías existen para evitar practicas irregulares. Porque me figuro que intentos de comprar y corromper a dirigentes sindicales haberlos  haylos en muchos sitios. Por tanto habrá que amarrar muy férreamente esas garantías o buscar vías alternativas para conseguir ese control e influencia en el funcionamiento de las empresas.

Sea cual sea la decisión que tomen CCOO y UGT sobre la participación en los Consejos de Administración, el mal ya esta hecho y me temo que tardaremos años en levantar esa losa que nos ha caído encima y que se viene a  sumar a otros hechos injustificables y desde luego a una intensa, sostenida y eficaz campaña antisindical que estamos padeciendo en los últimos años.

Sin duda van a arreciar las críticas, justo en medio del proceso de elecciones sindicales, y nos va a costar mucho desprendernos de la acusación de formar parte de “la casta”.

Por tanto, sin precipitarnos, pensando bien las cosas y contando de la forma más amplia posible con la opinión del conjunto de la afiliación, los sindicatos tenemos que mover ficha. Estamos en una situación de emergencia y hay mucho en juego, por lo que las respuestas deben ser meditadas, con visión de futuro, pero inequívocas, para que nos ayuden a recuperar la confianza de millones de trabajadores.

Los sindicatos tenemos que asumir nuestros errores y limitaciones y obrar en consecuencia y con contundencia. Pero el conjunto de la ciudadanía y de la clase trabajadora debe ser muy consciente que hay que defender y proteger a los sindicatos de clase, porque de lo contrario nuestro país sufrirá un retroceso formidable en sus condiciones de trabajo, de vida, de protección social. Una sociedad con sindicatos débiles, marginados o devaluados, estará mas cerca del siglo XIX que de los retos que tiene que afrontar en el siglo XXI, como he resumido en otras ocasiones, estaremos mucho mas cerca de Singapur que de Suecia.

Dos ultimas consideraciones. Este escándalo no debería ocultar la realidad de que en muchas, muchísimas,  grandes empresas hay diversas y eficaces formulas para sobrepagos a sus equipos directivos, con cuantías o privilegios desorbitados, ¿hemos olvidado las millonarias stock options de Telefónica? que convierten en calderilla los pagos de las tarjetas opacas de Bankia. No puede ser una excusa ni un atenuante, pero a ver si ahora quienes abusan en nuestro país van a ser los de un puñado de sindicalistas y de militantes de partidos de la izquierda.

Por último, me figuro la desolación, la rabia y el acoso al que estarán sometidos en estas horas decenas de miles de activistas sindicales, aquellos que día a día dan la cara en sus centros de trabajo defendiendo las justas reivindicaciones de sus compañer@s. Lo están pasando mal y peor que lo pasaran en los próximos días. Pero que tengan la seguridad de que el sindicalismo de clase, que no tiene por detrás precisamente un camino de rosas, saldrá adelante, gracias a ellos y a los millones de trabajadores que siguen confiando en su ingente y desinteresado trabajo.


http://hectormaravall.blogspot.com.es/2014/10/las-tarjetas-opacas-de-bankia-y-los.html

Opacos en CCOO, por Miguel Coque Durán

Opacos en CCOO

DOMINGO, 5 DE OCTUBRE DE 2014

En estos días de vergüenza ajena, cuando arrecia nuestra ira por escándalos ajenos, se nos viene contra el estómago y contra múltiples y anónimos  esfuerzos sindicales una coz con el escándalo propio, en CCOO, con las tarjetas opacas de Bankia. Y éste, sí que hay que digerirlo para evitar, que en la simplificación, la parte termine definiendo al todo, y para eso ni se puede ser pusilánime, ni participar de comprensiones porque en esto como en tantas cosas hay que ser “radical” e ir a la raíz de lo que puede aparecer como síntoma. Afortunadamente, la mierda siempre termina saliendo a flote.

No entrando en la falta de ética de estas actuaciones porque el sentido común es sabio y se encarga de explicarlo con el discurso de los hechos, hay una estética cutre que ratifica la podredumbre de estas acciones que no pueden disponer del menor recoveco para la más mínima justificación.  Lo peor o lo mejor, cuando ocurren estos sucesos, es que no pueden explicarse porque no tienen explicación posible. Por eso, tampoco espero mucho de una comisión de investigación; solo pedir que no se dilate en el tiempo, y sobre todo que aclare dónde han ido a parar y en concepto de qué los ochocientos mil euros defraudados, qué papel tuvieron estas personas en la aprobación de la medida relacionada con las preferentes y si están ya fuera del sindicato.

Sinceramente, nuestra organización, aunque ha sido rápida, me ha parecido algo blandita planteando la dimisión de Rodolfo Benito y aunque reconozco el posible impacto de una noticia como esta, hay momentos en los que hay cosas que solo pueden tener comprensión en la contundencia de las respuestas. No hablo de linchamiento, porque para ello ya hay actores con intereses espurios encargados de azuzarlos, mucho menos de avivar la búsqueda compulsiva de chivos expiatorios. Se trata de ser tajante con un axioma que no solo forma parte del acervo de nuestro sindicato, sino que es básico para seguir siendo creíbles en cualquier espacio del mundo laboral: “el mejor  predicador es fray ejemplo”.

Somos una organización muy grande; tan grande como para ser la referencia de más de un millón de trabajadores y trabajadoras que pagan su cuota y dan el paso para tener un carné con nuestras siglas y todos aquellos que nos ratifican a través de las elecciones sindicales con su voto y aunque, por ser quienes somos el caso Bankia no nos perdone, debemos tener claro que eso de arrugarse tampoco forma parte de nuestro acervo.

CCOO ha sido, es y será una organización transparente pero seríamos unos ilusos si pensáramos que se pueda encontrar exenta de listos, golfillos y paracaidistas que al final puede terminar pasando por “históricos” como en cualquier tipo de organización. ¿Por ello debemos ser escrupulosamente intolerantes y vigilantes con los amigos de las moquetas, porque no nos engañemos, es mucho más duró estar al frente de un conflicto colectivo que merodeando permanentemente en las cercanías de palacio.

En estos últimos días, cuando algunos pueden plantear su cansancio porque este tipo de hechos genera la incredulidad, me ratifico en que son momentos para decir lo que somos. Somos Katia, la compañera de Baleares para la que piden cuatro años de cárcel por defender el derecho de huelga y más de doscientos militantes en su misma situación, somos los 8 de Airbus, somos los compañeros y compañeras de Panrico o Coca-Cola, somos los que dan la cara en el Corte Inglés, somos Laura consiguiendo representación sindical en Carrefour, somos Carlos en la Diter, somos Alberto en la marcha de la dignidad, somos Helena cuando atiende y ofrece soluciones a un compañero despedido, somos los que llegamos cuando el incendio ha comenzado y hay que gestionarlo, somos cientos y cientos de microrelatos sindicales muy ligeros de equipaje, anónimos en la mayoría de los casos, que se juegan su promoción profesional, que se juegan su estabilidad laboral, que escuchan, informan, acuden y dan el paso por otros que están de observadores o tienen miedo. Si, ya sé que esto no vende, ni es mediático pero esa es la realidad contraria a los opacos de las tarjetas.

Porque somos cientos, miles de nombres, mi sindicato y el tuyo es un patrimonio colectivo a defender con contundencia y se pongan como se pongan los piratas del estado de desecho, y sobre todo porque nunca nos terminará de gustar nuestras Comisiones Obreras, permanecemos en ella, porque, definitivamente, todos no somos iguales  y porque somos más necesarios que nunca.

http://canchales.blogspot.com.es/2014/10/opacos-en-ccoo.html

jueves, 2 de octubre de 2014

El capitalismo salvaje está alcanzando sus últimos objetivos, por Pedro Luis Angosto


Nuevatribuna.es | 01 Octubre 2014

A poco que nos detengamos a analizar la realidad que nos ha tocado vivir en los últimos años, convendremos que el capitalismo está en uno de los mejores momentos de su ya larga historia. Después de la cruel noche del siglo XX en que tras organizar dos guerras mundiales y otras muchas regionales, tuvo que ceder en Europa Occidental y algún otro lugar del planeta a la presión de los trabajadores y asumir que había que pagar impuestos directos proporcionales y progresivos, cotizar a la seguridad social, limitar la jornada laboral, respetar la vacaciones y la maternidad, y poner límite por arriba al trabajo, el capitalismo respiró por fin cuando supo de la caída de la URSS, del aburguesamiento individualista y suicida de los trabajadores y sus organizaciones y, sobre todo, de la nueva política económica decidida por los mandarines del Partido Comunista Chino, que suponía la entrada en el mercado laboral mundial de cientos de millones de trabajadores muy disciplinados y desposeídos del más mínimo derecho, tanto económico, como político y social. La apertura al capitalismo de la China llamada comunista fue, sin duda, el mayor salvavidas que ha recibido el sistema en toda su historia, más si se tiene en cuenta que los dueños del negocio ya tenían asumido –muy a su pesar- que la democracia social y laboral eran conquistas irreversibles con las que había que convivir.

El problema que plantea para el mundo la economía esclavista china ha sido planteado en multitud de artículos, foros y conferencias, pero nunca como una cuestión verdaderamente importante. Por un lado estaban los intereses de los capitalistas interesados en deslocalizar sus empresas hacia lugares en los que los costes laborales y sociales fuesen mínimos; por otro, el falso pudor de la izquierda que no se ha atrevido a enfatizarlo como se merece por el temor a ser acusada de no querer extender la “riqueza” a otros lugares del planeta. Los capitalistas al defender la deslocalización cumplían a la perfección –como siempre- con su ideario, por el contrario, las izquierdas –una vez más- hacían dejación del mismo al no ser capaces de denunciar y de impedir la globalización de la pobreza y la ausencia de derechos: En un mundo global, se podrían haber marcado unas nuevas reglas del juego comunes que obligasen en todo el orbe a respetar los derechos políticos, sociales, económicos y culturales de todos los trabajadores, de todas las personas. No se hizo y hoy, por mucho que nos empeñemos en seguir ciegos, la producción industrial mundial se ha trasladado a aquellos lugares donde la palabra derecho es delictiva, y si se ha trasladado no ha sido por iniciativa de los países de Oriente, sino por voluntad clara de los capitalistas de Occidente. Claro, decían quienes manejaban los pucheros, no pasa nada, ellos que produzcan que nosotros nos quedaremos con los servicios y las finanzas. La falacia, como todas, tenía los pies de barro, porque como hace ya varios siglos demostraron los fisiócratas franceses, no hay desarrollo ni bienestar económico sin una producción industrial fuerte, salvo que seas Suiza, o cualquier otro país al que el capitalismo haya otorgado el papel de parásito guardián y blanqueador del dinero.

Pero la deslocalización industrial no es un fenómeno nuevo, en cualquier época pasada, el capitalismo siempre anduvo a la búsqueda de lugares dónde las materias primas y la producción fuesen más baratas: África todavía sangra a raudales por ello. Lo que sí es novedoso es la deslocalización industrial casi total a la que asistimos hoy en día en buena parte de Europa sin que hayan existido protestas feroces de los trabajadores. Desde la primera revolución industrial hasta la Segunda Guerra Mundial, cualquier intento masivo de despidos por traslado de industrias o innovaciones tecnológicas fue seguido por respuestas contundentes de los trabajadores que obligaron a los capitalistas a reducir la jornada laboral y ampliar derechos. Ahora no. ¿Por qué ocurre esto? Es decir, ¿por qué ahora no sucede nada? También podemos recurrir a la historia, antes de la Primera Guerra Mundial –o guerra del colonialismo-, Jaurés, Rosa Luxemburgo y otros líderes de la izquierda mundial avisaron de que la guerra que venía nada tenía que ver con los intereses de los trabajadores. Las prédicas patrióticas difundidas por los medios de comunicación de entonces hicieron que los currantes antepusieran los intereses de sus enemigos a los de su propia clase y fueron a formar parte de los ejércitos del capital. Obreros alemanes, franceses, ingleses, rusos e italianos se mataron a mansalva en los campos de batalla a mayor gloria del sistema, dejando en la cuneta las ideas liberadoras que tanto habían aportado a su progreso y al del mundo. Karl Liebknecht, Rosa Luxemburgo, Víctor Basch y Jean Jaurés fueron asesinados y su nombre borrado de la historia. Hoy, la capacidad manipuladora de los medios de comunicación es infinitamente superior a la que tenían en aquellos años en que consiguieron que los trabajadores se mataran entre sí por intereses contrarios a los suyos. Raro es el país que no tiene 200 canales de televisión-basura, raro el país en el que existe una verdadera libertad de prensa, extraño el país que escapa al pensamiento único difundido por los oligopolios mediáticos idiotizadores. No existe la prensa de izquierda salvo en páginas de internet que tienen mucha menos influencia social de la que creemos, el individualismo capitalista se ha antepuesto –años luz- a los intereses comunes que nos protegían, la escuela ha sido privatizada y el pensamiento libre convertido en doctrina mercantil indiscutida. Si a eso añadimos que la mayor parte de la población europea ha caído en el fatalismo y piensa –o asume sin más- que no hay alternativa a lo que está ocurriendo, que nunca los Estados contaron con un aparato represor como del que hoy disponen, que jamás la indolencia social llegó a extremos tan absurdos, el círculo queda perfectamente cerrado.

Diezmados los partidos y sindicatos de izquierda por su incapacidad para enfrentarse a un sistema perverso y nocivo, desaparecida la prensa libre, mermada hasta lo ínfimo la empatía personal y social, arruinada la Educación crítica, diluida la conciencia de pertenencia a una misma clase –la de los explotados y excluidos-, aceptado el fatalismo como motor de la historia y la salida individual como única forma de emancipación y triunfo, el mundo camina, por dejación de funciones, hacia épocas que por vividas no dejan de ser oscuras, tenebrosas y en extremo peligrosas. El capitalismo, sólo tiene un interés, maximizar beneficios sin importarle hombres ni territorios, han de ser los hombres quienes, de nuevo, tomen conciencia de que el objetivo son ellos y sus derechos. En otro caso, el último que salga que cierre la puerta: Veremos cosas que jamás habríamos soñado, ni en nuestras peores pesadillas. Europa se diluye dirigida por un buque fantasma llamado Alemania pero pilotado por Estados Unidos y su delegado en el paraíso fiscal de la City londinense. El pasaje espera el momento para saltar por la borda. Todavía estamos a tiempo de no volver a repetir la historia si somos capaces de aprender, mínimamente, de ella: Ni el individualismo extremo, ni el divide y vencerás fueron nunca armas útiles a los de abajo.

http://www.nuevatribuna.es/opinion/pedro-luis-angosto/capitalismo-salvaje-alcanzando-ultimos-objetivos/20141001170035107735.html

miércoles, 1 de octubre de 2014

Fundamentalismo constitucional vs. legitimidad democrática, por Jaime Pastor

Jaime Pastor 
Autor de ‘Los nacionalismos, el Estado español y la izquierda’ y ‘Cataluña quiere decidir’
Público, 30 de septiembre de 2014

Con una rapidez sin precedentes, el Tribunal Constitucional ha admitido a trámite los recursos presentados por el gobierno contra la ley de consultas del Parlament catalán y el decreto, firmado por el President de la Generalitat, de convocatoria de una consulta no vinculante el próximo 9 de noviembre. Pretende, además, paralizar no sólo la consulta sino también “las restantes actuaciones de preparación para la convocatoria de dicha consulta o vinculadas a ella”. De esta forma, una suspensión cautelar “exprés” sitúa en la ilegalidad a una mayoría social y política en Cataluña.

Los recursos del gobierno, resumidos en el discurso de Rajoy, siguen siendo los de siempre: que “la consulta que se pretende llevar a cabo, ni por su objeto, ni por el procedimiento seguido, es compatible con la Constitución española” (¿seguro?: ¿por qué no aceptaron aplicar, por ejemplo, el artículo 150.2 que habría permitido transferir la competencia de convocar referéndum no vinculante a la Generalitat?); que “la soberanía reside en el pueblo español en su conjunto y una parte de él no puede tomar decisiones sobre lo que afecta a todos” (¿por qué, entonces, en Escocia sí han podido votar únicamente los y las escoceses si se separaban o no del Reino Unido y no el conjunto de la ciudadanía de ese Estado?); que, en fin, ya en plan catastrofista, “esta consulta de autodeterminación (…) va en contra de la Ley, desborda la democracia, divide a los catalanes, los aleja de Europa y del resto de España, y perjudica gravemente a su bienestar” (¿no será, más bien, el Estado español el que se aleja de esa “Europa” que no ha dicho nada en contra del referéndum escocés y, en cambio, asiste preocupada a la inestabilidad política que puede provocar al “choque de trenes” que se anuncia?) .

Lo peor de todo en el ya previsible discurso de Rajoy es su afirmación rotunda de que “desde un punto de vista estrictamente político, tampoco cabe obrar de otra manera”. Porque ahí está el quid de la cuestión: si hay una demanda ampliamente mayoritaria en Cataluña a favor de ejercer su derecho al voto el próximo 9 de noviembre, como está archicomprobado por distintas vías (ahora, con el 92,9 % de ayuntamientos dispuestos a organizar la consulta), lo lógico habría sido buscar alguna fórmula legal de ejercicio de ese derecho; con mayor razón cuando se trata de una consulta no vinculante y, por tanto, no se desprendería de la misma, en la hipótesis de que hubiera una mayoría a favor de la independencia, que se proclamara inmediatamente ésta.

Contrasta ese autismo político, no nos cansaremos de recordarlo, con lo que hicieron tanto PP como PSOE a propósito de la reforma exprés del artículo 135 de la Constitución, en pleno agosto de 2011, para así contentar a esos “mercados financieros” que continúan actuando como los verdaderos gobernantes de la eurozona. ¿Por qué no haberlo hecho en este caso? Obviamente, porque las cesiones de soberanía “por arriba” son ya norma corriente en unos gobiernos que están al servicio de un despotismo antidemocrático a escala europea, mientras aumenta su miedo a la democracia ejercida desde abajo y, en esta ocasión, por un pueblo que reclama ser reconocido como tal.

Ha sido esa falta de voluntad política de Rajoy y su gobierno de buscar un terreno de encuentro que encaje la legalidad con la realidad, y no al contrario, la que ha conducido a la confrontación actual. Sin duda, en ello ha influido un fundamentalismo constitucional muy arraigado en sus filas, pero también los consabidos cálculos electoralistas, dirigidos a compensar el desgaste que está sufriendo tanto en el plano político (corrupción) como social (“austericidio”) mediante el recurso a un nacionalismo español beligerante en una parte significativa de su base social. Con todo, el precio que va a pagar por ello será muy alto no sólo en Cataluña sino también en otras partes del Estado, en donde, como estamos viendo ahora mismo en Canarias, la reclamación del derecho a decidir sobre asuntos de especial trascendencia para la ciudadanía se va extendiendo frente a un gobierno y a un régimen en profunda crisis de legitimidad.

La respuesta de las organizaciones sociales y políticas catalanas favorables a  la consulta no se ha hecho esperar. Muy probablemente comprobaremos esta misma tarde la potencia de un movimiento plural y transversal, dentro del cual una parte creciente no se reconoce tampoco en ese “pujolismo” que ha sido también uno de los pilares del “régimen del 78”, ha practicado también duros recortes sociales y hoy se encuentra en profunda crisis. Proclamando su derecho a desobedecer a la suspensión del Tribunal Constitucional, pueden contar con toda la legitimidad democrática para ello y, además, con la propia legalidad de lo acordado por sus instituciones representativas.
No sabemos hasta dónde podrá llegar este movimiento ni qué va a ocurrir el 9-N. Algo es, sin embargo, seguro: con este portazo a la consulta, la desafección ciudadana y el independentismo en Catalunya no dejarán de fortalecerse en el futuro.

Mientras tanto, vemos que fuera de Cataluña, y pese a que es perceptible un progresivo cambio en segmentos significativos de la opinión pública española a favor de permitir a los catalanes celebrar la consulta, pocas siguen siendo las voces que se levantan exigiendo al gobierno –y al PSOE- que reconozcan ese derecho, se resignen de una vez a reconocer la realidad plurinacional de este Estado y, por tanto, acepten la existencia de un demos catalán diferenciado con derecho a decidir su futuro. ¿Habrá que insistir una vez más en que el desafío democrático catalán supone una impugnación en toda regla de ese “régimen del 78” contra el que también está luchando una creciente mayoría social en todo el Estado español? ¿No deberíamos tomar nota de que, aunque los sentimientos nacionales sean muy diferentes, tenemos un mismo interés común en que en esta contienda política no salga victorioso un régimen que está, además, en profunda auto-reforma reaccionaria?

http://blogs.publico.es/dominiopublico/11186/fundamentalismo-constitucional-vs-legitimidad-democratica/

España me agota, me rindo, por Antón Losada



Todo es meter miedo, asustar, manipular y engañar para que la gente vote lo que le conviene a quienes tienen mucho que perder si el poder o la riqueza se reparten un poco

Antón Losada 

30/09/2014 

Ustedes no sé, pero servidor no puede más. España me agota. He intentado seguir su ritmo, se lo juro. He tratado de no desfallecer, repetir día tras día los mismos argumentos a ver si alguien los escucha y seguir con paciencia miles de polémicas sobre asuntos banales como si fueran importantes, mientras las cuestiones realmente relevantes quedan sepultadas bajo el ruido y la furia. Es inútil. No se puede hacer nada.

Estoy agotado de vivir en un país donde el hecho de que la gente quiera votar se convierte en un problema dramático y la ley es utilizada para prohibir y proscribir derechos, no para garantizarlos. Igual que la policía es utilizada para escoltar a los que mandan y no para proteger a los ciudadanos de ellos. No puedo con esta discusión absurda entre legitimidad y legalidad repetida una y otra vez como si todos fuéramos Thomas Hobbes o Hans Kelsen.

Estoy agotado de vivir en un país donde ya no se habla de la crisis porque el Gobierno ha decidido darla por terminada. Si después de las elecciones descubrimos que no había acabado y sigue habiendo paro, pobreza, desigualdad y los más débiles continuan pagando las facturas de los más poderosos, será por culpa de Europa.

Cáritas ha dado las ultimas cifras, apenas escuchadas entre tanto alboroto. Más de dos millones y medio de personas atendidas en 2013, un 30% más que el año anterior. Apenas 73 millones de euros recibidos desde unas administraciones que cierran servicios sociales, recorta programas y desvían a la gente a Caritas. Es la aportación más baja de los últimos cinco años. Ni derechos, ni caridad. En España se sufre y punto.

Estoy agotado de vivir en un país donde se habla de política y de partidos políticos como Podemos igual que si hubiéramos vuelto a la Guerra Fría o a los días de la muerte de Franco. Todo es meter miedo, asustar, manipular y engañar para que la gente vote lo que le conviene a quienes tienen mucho que perder si el poder o la riqueza se reparten un poco.

Me recuerda a cuando de niño, en A Mariña de Lugo, durante las primeras elecciones democráticas, las fuerzas vivas iban por las cocinas de las casas avisando a la gente que si ganaba la izquierda les iban a quitar las vacas y el tractor. Alguno incluso se subió al monte con las suyas hasta que se supo quién había ganado. No puedo creerme que malgaste la mitad de mi tiempo escuchando y rebatiendo las mismas patrañas de hace cuarenta años.

Vivir en un país así de gris no merece ni la pena, ni el esfuerzo. Parece mentira que lo hayamos olvidado.

http://www.eldiario.es/zonacritica/Espana-agota-rindo_6_308729152.html

Viñetas de Vergara y Fontdevila