miércoles, 22 de junio de 2016

"Con los pies en el vacío: sobre la Historia del Presente", por Fernando Hernández Sánchez


Con los pies en el vacío: sobre la Historia del Presente
Fernando Hernández Sánchez / 22 junio, 2016


Desde los años 70 del siglo XX, la historiografía tipificó la Historia del Presente (HPr) como aquella parte de la temporalidad sobre la que se proyecta la memoria colectiva y la experiencia socialmente vivida. Con ello, se buscó dotar de personalidad propia a la historia más próxima, dada la obsolescencia del canon establecido por la periodización académica del XIX que había situado los orígenes de la contemporaneidad en la Revolución francesa de 1789. La HPr es el tiempo de la experiencia vivida por las diversas generaciones que coexisten en un determinado momento histórico[1]. Para las sociedades de nuestro entorno, comienza en la Segunda Guerra Mundial  (1939-1945) y abarca hasta nuestros días. Interpretaciones más dilatadas fijan el inicio de la HPr a partir del momento en que los problemas actuales salieron por primera vez a la luz. Eric J. Hobsbawm formuló su modelo del corto siglo XX haciéndolo nacer de las convulsiones de la Gran Guerra y  la revolución rusa, crisol de la era de los fascismos y las “guerras totales” que marcaron la primera mitad de la centuria.

La Hpr, un campo de batalla político
La HPr es uno –y no el menos importante- de los campos de batalla de los distintos proyectos políticos que contienden en esta área geopolítica. Tras la derrota de 1945 y un largo periodo de silencio traumático, Alemania emprendió un proceso de reinterpretación de su pasado en la perspectiva de la reconstrucción de una sociedad democrática, con una política de memoria fundamentada en los siguientes principios: el reconocimiento de los crímenes cometidos por el nazismo; la asunción colectiva de responsabilidades por la comunidad nacional; el estudio, identificación y destrucción de las semillas del totalitarismo; y la apuesta decidida por los valores democráticos[2]. Este modelo de memoria no estuvo exento de altibajos. Las tesis de Nolte sobre la equiparación de los totalitarismos nazi y estaliniano, una cierta justificación de la emergencia del primero por reacción al segundo y la reticencia conservadora a asumir el pasado nacional desde la perspectiva de una “historia de desgracias” dieron lugar a querellas entre historiadores, y entre estos y los políticos.

En la Europa central y oriental, tras la implosión del bloque socialista, las interpretaciones historiográficas experimentaron una evolución caracterizada por la radical inversión de la política oficial sobre la memoria, marcada por el arrumbamiento de la vindicación antifascista y el encumbramiento del hipernacionalismo. En la Ucrania post Maidan, los seguidores de Stepan Bandera, líder del movimiento ultranacionalista y xenófobo responsable de pogroms y crímenes de guerra, fueron rehabilitados como luchadores contra la opresión soviética. Los países bálticos -Estonia, Letonia, Lituania- y Polonia se contemplan a sí mismos como víctimas de dos poderosos agresores totalitarios, pero con diferencias cualitativas: mientras los colaboradores con la URSS son juzgados como elementos marginales a la comunidad nacional -una amalgama de judíos, rusos, inmigrantes, delincuentes o comunistas-, quienes se alinearon con los alemanes e incluso se integraron en unidades de las Wafen-SS son considerados patriotas que combatieron por la independencia frente a la ocupación soviética. En Rumanía y Polonia, los vestigios del antifascismo –como el recuerdo de sus brigadistas internacionales- son erradicados, al tiempo que, en virtud de los esfuerzos de conciliación con Alemania, el gran enemigo ha pasado a ser Rusia[3].

Este país es otro buen ejemplo de reinterpretación del pasado reciente. En época de Yeltsin, sus intelectuales teorizaron la invención de un pasado virtual: si la revolución no hubiera tenido lugar Rusia hubiera elegido sin duda el modelo natural del desarrollo occidental y hubiera sido, al igual que los países occidentales, un país próspero. Bajo Putin, se ha formulado la reconciliación de dos realidades aparentemente opuestas, zarismo y revolución como dos herencias de la historia y la cultura rusas, en pos de crear una nueva identidad basada en los aspectos consensuados y no controvertidos de la historia nacional. De ahí las magnas celebraciones institucionales tanto del triunfo en la Gran Guerra Patria como de los fastos de la Iglesia Ortodoxa. El sincretismo se manifiesta en encuestas como las que entre 2001 y 20014 buscaron entre los jóvenes al ganador del concurso “El hombre en la Historia: Rusia, el siglo XX”. El listado contenía nombres antaño irreconciliables: Lenin, Sajarov, Catalina la Grande, Gagarin. En 2007, un 28% de rusos estaba de acuerdo con la frase: “Sin importar qué errores y crímenes se le atribuyan a Stalin, lo importante es que bajo su liderazgo el pueblo salió vencedor de la Segunda Guerra Mundial”.

Europa occidental no permanece ajena a estos conflictos de memoria. En el Portugal gobernado por los conservadores se desarrolló una tendencia a considerar la revolución de los claveles como un brote indeseado, surgido en un momento en que ya se estaba dando en el país una transición natural hacia la democratización. Visto así, la revolución habría venido a interrumpir una modernización en curso, comprometiendo con sus avatares la estabilidad del Estado.  En 2010, un programa de televisión sobre los “Grandes Portugueses de la Historia” dio como vencedor a Salazar, por delante de Álvaro Cunhal[4]. La influencia de los mass media en la conformación de los recuerdos colectivos se manifiesta, por ejemplo, en el hecho de que, en junio de 2014, un 57% de franceses opinar que la derrota de la Alemania nazi fue obra de los Estados Unidos, mientras que solo un 20% la atribuía a la Unión Soviética. En 1945, las proporciones entre las dos potencias eran exactamente las inversas. Casi tres cuartos de siglo de superproducciones de Hollywood no pasan en balde.

La historia del corto siglo XX español, un agujero negro en el sistema educativo
Desde el despegue del movimiento memorialista en España, a comienzos del siglo XXI, la HPr ha sido objeto de aguda controversia. El think tank conservador, FAES, marcó la pauta teórica del argumentario de la derecha política: la presentación de la 2ª República como un régimen radical, poco inclusivo y tendente a la confrontación violenta. Por otra parte, una lectura del franquismo como un régimen funcional, autorregenerado al compás de la evolución del contexto internacional y del crecimiento interno sobre la base de una mayoría silenciosa de pujantes clases medias[5]. Mientras sigue la pugna en el campo político, la  ingente investigación académica emprendida durante el último cuarto de siglo no cala lo suficiente hasta los niveles básicos del sistema educativo, que es donde se forman las representaciones con que la mayor parte de los ciudadanos se aproxima al conocimiento de su historia reciente. En febrero de 2010, el 40% de quienes respondieron a una encuesta del CIS afirmaron que la culpa del estallido de la guerra civil la tuvieron los dos “bandos” por igual y el 36% que ambos causaron las mismas víctimas. El 58% afirmó que “el franquismo tuvo cosas buenas y cosas malas” y un 35% valoró que, con Franco, “había más orden y paz”, aunque a continuación, un 80 y un 88% admitiesen, respectivamente, que durante ese periodo se violaron los derechos humanos y no había libertad de expresión. El 74% creía que la transición constituye un motivo de orgullo para los españoles, aunque el 56% ignorase cuándo se aprobó la constitución. El 69% afirmó que recibieron poca o ninguna información sobre la guerra civil en el colegio o el instituto.[6]

La HPr española sigue siendo víctima del canon interpretativo que se aquilató durante el franquismo y, sobre todo, en la transición. Sobre la guerra civil y sus consecuencias se impuso un “deber de olvido” funcionalmente motivado por el deseo de consolidar un periodo de convivencia nacional basado en la superación de los conflictos y el rechazo al uso de la violencia. De tal esfuerzo voluntarista se derivó una lectura ahistorizada del pasado reciente, al que se caracterizó con una serie de rasgos perdurables en el marco social de la memoria española: la guerra civil como locura colectiva, la teoría del empate moral en cuanto a responsabilidades y a violencia civil, y la lectura teleológica que une indisolublemente a la Segunda República con la guerra civil, condenando a aquella como preámbulo indefectible de esta

La enseñanza de la HPr ocupa, en la práctica, un lugar testimonial en la práctica del sistema educativo obligatorio. El resultado es que para una gran parte del alumnado el conocimiento de los últimos tres cuartos de siglo se compone de una mezcla heterogénea de elementos de procedencia diversa, herencias de la experiencia familiar, anécdotas, prejuicios, informaciones no contrastadas y mistificaciones. Con sus limitaciones materiales y temporales, sus inercias e incluso sus reticencias a abordar el tema, la escuela no ha logrado reedificar un conocimiento de la HPr desde una perspectiva inequívocamente democrática. Es necesaria una reforma curricular que otorgue a la HPr el protagonismo de un curso propio, con unos recursos enriquecidos por el cúmulo de fuentes -hemerotecas digitales, audiovisuales, bibliotecas, testimonios orales- accesibles en la red o facilitadas por el tejido social, con un aprendizaje comparativo de las experiencias educativas desarrolladas en los países que también padecieron la convulsa historia del siglo XX, con sus guerras civiles, sus dictaduras y sus procesos de reconstrucción democrática.

[1] François BÉDARIDA: «L´Institut d´Histoire du Temps Présent. Origines, trajectoire et signification», en Seminario Internacional Complutense: Historia del Presente, un nuevo horizonte de la historiografía contemporaneísta. Madrid, octubre, 1997.

[2] Olga NOVIKOVA: “La política de la memoria: Moldear el pasado para construir la sociedad democrática (La URSS y el espacio postsoviético)”. Historia del Presente,  9, 2007, págs. 71-100.

[3] José María FARALDO: “Ocupantes y ocupados. La memoria de la Segunda Guerra Mundial en Europa Centro-Oriental”, Historia del Presente, 14, 2009/II 2ª Época, 83-101.

[4] Raquel VALERA “¿Conflicto o cohesión social? Apuntes sobre historia y memoria de la revolución de los claveles (1974-1975)”, Historia del Presente, 16, 2010/2, 2ª Época, pp. 63-75.

[5] Pueden verse ambas tipificaciones en los aportes del catedrático Manuel Ramírez. En “Hace setenta años. El régimen político y su mentalidad”, Cuadernos de pensamiento político. FAES, abril-junio (2009) el autor establece una evolución del franquismo en tres fases: El paso por la influencia totalitaria, el franquismo católico-empírico y el tecno-pragmático: (http://www.fundacionfaes.org/file_upload/publication/pdf/20130423211559hace-setenta-anos-el-regimen-politico-y-su-mentalidad.pdf ).

[6] Francisco ESPINOSA, Lucha de historias, lucha de memorias. España 2002-2015, Sevilla,  Aconcagua, 2015, p. 350.

http://la-u.org/con-los-pies-en-el-vacio-sobre-la-historia-del-presente/

domingo, 19 de junio de 2016

"Borbones, familias ilustres y fuerzas vivas de la Restauración y el franquismo: un siglo de evasión fiscal"


El Diario.es, 18/06/2016

Borbones, familias ilustres y fuerzas vivas de la Restauración y el franquismo: un siglo de evasión fiscal
La evasión fiscal de algunos de los apellidos más reconocidos puede rastrearse desde finales del siglo XIX gracias a 'Los Papeles de la Castellana'

  
Andrés Gil 

Más información en el especial Los Papeles de la Castellana
http://www.eldiario.es/papeles-castellana/

La evasión fiscal en España de algunos de los apellidos más reconocidos puede rastrearse desde finales del siglo XIX gracias a investigaciones periodísticas como 'Los Papeles de la Castellana.

Miembros de la familia real, políticos y empresarios afines a los diferentes regímenes políticos han buscado maneras para pagar menos impuestos en España

Los Borbones, los Pujol, los Rato, los Botín aparecen ligados a diferentes episodios de dinero oculto fuera de España a lo largo del último siglo

Horacios, Lucrecios, Verginios, Menenios. La historia dice que fueron las familias más antiguas y fundadoras de la antigua Roma. Pater familias que crearon un orden social en el que ellos, los patricios, gozaban de privilegios y prerrogativas. Con el tiempo, aparecieron los Julios, Domicios, Pinarios, Postumios, Claudios, Valerios, Junios, Sergios, Servilios y Cornelios. Y, entre todos ellos, se repartían territorios, cargos, prebendas, corruptelas, negocios, esclavos y ejércitos.

Han pasado dos mil años. Ya no hay Imperio Romano. Pero en la entonces conocida Hispania se puede distinguir un puñado de entidades y apellidos –los Borbones, los Pujol, los Rato, los Botín– que quizá no se repartan privilegios y prebendas como en la edad Antigua, pero que sí se comportan como patricios, disfrutando de prebendas y privilegios –concesiones públicas, incentivos fiscales, puertas giratorias–. Y, cuando esas prebendas y privilegios no resultan suficientes, se aprovechan de paraísos fiscales para pagar menos impuestos.

Los papeles de la Castellana y otras revelaciones, como las de los papeles de Panamá y la lista Falciani, así como procesos judiciales abiertos y lo que se ha ido conociendo de la amnistía fiscal de Cristóbal Montoro, están dibujando un siglo largo de evasión fiscal: desde Antonio Maura hasta José María Amusátegui, pasando por Rodrigo Rato, Juan de Borbón y su hija, Pilar, y ministros franquistas. Un hilo negro que conecta a las tradicionales fuerzas vivas en la opacidad financiera.

'Los Papeles de la Castellana' es una investigación conjunta de las redacciones de eldiario.es, La Marea y  Diagonal a partir de una documentación remitida al buzón seguro filtrala.org. Varios despachos de asesoría tributaria ubicados en La Castellana, el distrito financiero de Madrid, manejan expedientes en los que constan estas operaciones y ponen al descubierto las fórmulas que distintas empresas y fortunas españolas han utilizado para ocultar su patrimonio en el extranjero.

A día de hoy se sabe que 705 personas con cargos públicos se acogieron a la amnistía fiscal, de las que por ahora solo se conocen un puñado de estos nombres: Rodrigo Rato, Luis Bárcenas, José Ángel Fernández Villa –el líder del sindicalismo minero–, Francisco Granados y la esposa de Miguel Arias Cañete, Micaela Domecq, entre los más relevantes. Del resto de los políticos o familiares directos de políticos que tuvieron acceso al dinero público y además guardaban patrimonio opaco poco o nada se sabe. Al menos por ahora.
Una lista de 705 nombres que se podría quedar pequeña con otra lista, de 872, aprehendida por la policía del franquismo en 1958 y conocida por la agenda Rivara.

Agenda Rivara

Los nombres que figuraban en la libreta de George Laurent Rivara, enlace de la Société de la Banque Suisse, fueron publicados en el BOE en marzo de 1959, "haciendo público el resumen de las actuaciones del Juzgado Especial de Delitos Monetarios con motivo de la documentación al súbdito suizo D. George Laurenz Rivara".
¿Y qué había en esa lista? Personas y entidades españolas con cuentas secretas en la banca suiza, con un montante superior a los 70.000 millones de pesetas de la época. Entre ellos, figuran el padre del que fue presidente de Catalunya Jordi Pujol; el hermano de Juan Antonio Samaranch (expresidente del COI), nobles, banqueros, deportistas, farmcéuticos, embajadores..., fundamentalmente radicados en Madrid, Barcelona, Bilbao y San Sebastián.

Entre los nombres, se puede encontrar Juan Villalonga Villalba, director general del Banco Central en la época y abuelo del que fue compañero de pupitre de José María Aznar y director general de Telefónica –y tío abuelo de Fernando Villalonga, exconseller con Zaplana–.

Además, estaba Juan Trias Bertrán, padre de Xavier Trias, y un tío del alcalde de Barcelona, Ramón Trias Bertrán. En la agenda, también, figuraba Florenci Pujol Brugat, padre de Jordi Pujol Soley, ex presidente de la Generalitat que confesó en 2014 haber ocultado a la Hacienda Pública durante 34 años "un dinero ubicado en el extranjero".

Pero no sólo hay apellidos en la agenda Rivara, también figuraban entidades financieras como el Banco Español de Crédito, el Banco Central y el Banco Atlántico, entre otras, además de directivos del Popular y el Zaragozano.

Fueron los representantes más acrisolados de la oligarquía financiera, encabezados por Juan March, quienes aparte de poner a salvo una gran parte de sus dineritos en bancos franceses, ingleses, alemanes y suizos, no dudaron en añadir su ayudita financiera para la creación de un “estado de necesidad” que en último término justificase la sublevación.

Borbones

Según reveló el diario El Mundo, el conde de Barcelona –cuyo padre, Alfonso XIII, se llevó dinero fuera de España tras instaurarse la Segunda República en 1931– dejó a sus hijos bienes y fondos por un valor de 1.100 millones de pesetas tras su muerte, el 1 de abril de 1993. La mayor parte de ese patrimonio se encontraba en tres cuentas en Suiza, dos en Lausanne y una en Ginebra. En ellas había fondos depositados por un valor de 728,75 millones de pesetas, que al cambio actual, y aplicando el IPC de estos últimos 20 años, serían unos 7,85 millones de euros. A esa cantidad se sumaría un patrimonio inmobiliario cercano a los 350 millones de pesetas, entre el que destacan el chalet familiar de Puerta de Hierro en Madrid, un edificio en la Gran Vía de la capital y un apartamento en la ciudad portuguesa de Estoril. Siempre según el diario El Mundo, el grueso de las cantidades depositados en las cuentas suizas de Juan de Borbón acabó en manos del rey. En concreto, unos 375 millones de pesetas. Juan Carlos de Borbón los recibió a través de tres cheques que fueron ingresados el 21 de octubre de 1993, momento en el que se procedió al reparto de la herencia, en la cuenta 10.031 de Sogenal –Société Générale Alsacienne de Banque–, de Ginebra.

Juan de Borbón no ha sido el único con cuentas en Suiza. La familia de su primo Alfonso de Borbón –tío de Juan Carlos–, también, como se detalla en su testamento: una tía del rey Juan Carlos, su primo e infante de España Carlos de Borbón y dos de sus hijos mantenían bienes opacos al fisco español hasta 2012. El dinero procede de cuentas en Suiza y una parte tiene su origen en la herencia de María Cristina de Borbón-Parma, fallecida en 2009: los Borbón-Dos Sicilias ocupan el primer puesto de la línea de sucesión de la Corona española tras los descendientes del rey Juan Carlos. Alfonso de Borbón –uno de los catorce nietos legítimos de Alfonso XII– murió en 1964 y dejó en herencia 90 millones de pesetas: el equivalente hoy a 17 millones de euros, descontada la inflación.

Alicia de Borbón Parma, esposa de Alfonso de Borbón, y su hijo, Carlos de Borbón-Dos Sicilias –infantes reales– y dos primos del rey Felipe VI –Pedro de Borbón-Dos Sicilias y su hermana Cristina de Borbón-Dos Sicilias– regularizaron, en 2012, 4.000.816 euros procedentes de cuentas en el banco suizo Lombard Odier gracias a la amnistía fiscal que planteó entonces el Gobierno de Mariano Rajoy.

Inés de Borbón, hermana de Carlos de Borbón, prima de Juan Carlos, también cobró en bancos suizos dos herencias valoradas en 6 millones de euros. Imputada por blanqueo en la trama Púnica, ocultó al juez el detalle de sus cuentas: “En casa nos enseñaron a no hablar de dinero”, ha afirmado. Los investigadores tienen pruebas de que parte del dinero que entregaba a Inés de Borbón un ejecutivo de una entidad de Ginebra procedía de la trama de Granados y Marjaliza.

Con este familiar serían cinco los miembros conocidos de los Borbón que se han acogido a la amnistía fiscal.
La biografía del rey Juan Carlos camina en paralelo al manejo de dinero que su hermana, Pilar de Borbón, almacenó de manera opaca a través de una sociedadoffshore registrada como "Delantera Financiera",  según datos que obtuvieron laSexta y El Confidencial junto con el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ): Pilar de Borbón accede a la presidencia de la empresa en agosto de 1974, cuando el dictador Francisco Franco estaba ingresado por una flebitis y por primera vez el rey Juan Carlos tomaba las riendas de la Jefatura del Estado de forma provisional. La sociedad se cerró apenas cinco días después de la proclamación del rey Felipe.

'Patricios' de la Restauración y el franquismo

Borja Pérez-Maura –bisnieto del que fue presidente cinco veces con Alfonso XIII, Antonio Maura– pagó 112.122 euros para legalizar su patrimonio oculto: el 1,4%. "Por razones familiares, desde hace muchas generaciones la familia ha tenido patrimonio fuera de España", justifican desde su entorno.El dinero estaba escondido a través de una fundación en Liechtenstein y su origen es la herencia del hijo de Antonio Maura, Gabriel Maura, que fue también ministro en el último gobierno monárquico antes de la II República.

La nueva revelación de  Los Papeles de la Castellana conecta la época de la Restauración española con la del Gobierno de Mariano Rajoy, a una fundación en Liechtenstein con cuentas en Suiza, a la amnistía fiscal de 2012 con el régimen previo a la II República. Borja Pérez-Maura, nieto del ministro Gabriel Pérez-Maura y Gamazo y bisnieto del por cinco veces presidente Antonio Maura, usó la amnistía fiscal para regularizar más de ocho millones de euros que guardaba en cuentas suizas a través de una fundación opaca. La saga Pérez-Maura es una de las más ricas de España y está emparentada con otras familias del poder económico, como los Botín, los Gamazo o los Herrera.

Otros apellidos ilustres también son hilo conductor de la historia de España de los Goiberno de Antonio Maura a José María Aznar. Es el caso de Ramón Rato Rodríguez-San Pedro, el padre de Rodrigo Rato que llegó a pisar la cárcel en 1967 con una pena de tres años por evasión fiscal. El abuelo de Don Ramón, Faustino Rodríguez-San Pedro había sido alcalde de Madrid y ministro de Fomento con Antonio Maura en 1903. Su hijo, Rodrigo Rato, una de las personalidades políticamente expuestas de la lista de la amnistía bajo la lupa judicial.  Dicen que la detención del padre (y también del hermano mayor) de Rodrigo Rato se hizo en el enlace de María Ángeles Rato con Emilio García Botín, sobrino de Emilio Botín. Otro de los nombres salpicados en la historia reciente por los escándalos de cuentas opacas en suiza.
Las querencias franquistas no libraron a Ramón Rato de la cárcel. Y es que no está exenta la dictadura de sus agujeros negros.  Una de los cuatro hijos de Gonzalo Fernández de la Mora, ministro de Obras Públicas en la dictadura entre 1970 y 1974, legalizó una cartera de inversiones oculta en Suiza gracias a la amnistía fiscal del Gobierno de Mariano Rajoy. Como el resto de los que recurrieron a esas declaraciones tributarias especiales que habilitó el Ministerio de Hacienda en 2012, Isabel Fernández de la Mora pagó el 10% de los beneficios generados por sus inversiones entre 2008 y 2010. Abonó una cuota de 4.022 euros, el 0,6% del capital regularizado.
En la documentación de Los Papeles de la Castellana figuran más descendientes directos de otros prohombres de la dictadura como Pilar Tello, hija de Blas Tello y Fernández Caballero, consejero nacional del Movimiento, gobernador civil en Toledo y director general de Política Interior en el franquismo.

Lista Falciani y Papeles de Panamá

En 2010 las autoridades francesas compartieron con varios países europeos, entre ellos España, la conocida como 'lista Falciani' de contribuyentes con cuentas en el HSBC de Suiza. Fruto de esa investigación, la familia del banquero ya fallecido Emilio Botín regularizó su situación y pagó 200 millones a la Hacienda española.
En total, Hacienda descubrió gracias a los datos de Falciani que 659 españoles tenían cuentas en este banco suizo sin declarar, lo que le permitió ingresar alrededor de 260 millones de euros por regularizaciones voluntarias una vez que fueron apercibidos por la Agencia Tributaria. Y como en el caso de la agenda Rivara, algunos bancos también aparecen salpicados. Banco Santander y la filial española de BNP Paribas están siendo investigados en el marco de estas operaciones de evasión.

Precisamente hace unas semanas, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación sacó a la luz el nombre de contribuyentes de todo el mundo en la investigación de Los Papeles de Panamá, con cuentas y empresas opacas en paraísos fiscales. La información, que ya ha sido solicitada al Consorcio por la Fiscalía Anticorrupción y por la Agencia Tributaria, incluye nombres como Pilar de Borbón, Pedro Almodóvar, Rodrigo Rato, Lionel Messi, Bertín Osborne o José Manuel Soria.

El propio Soria, uno de los ministros más protegidos por Mariano Rajoy, dimitió el pasado abril como ministro de Industria, diputado y presidente del PP de Canarias ante sus numerosas contradicciones sobre su participación en sociedades offshore radicadas en paraísos fiscales incluidas en los papeles de Panamá. Hasta el final, el presidente en funciones dijo confiar en sus explicaciones, pero en la dirección del PP crecía el enfado por sus falsedades. Finalmente, su jefe y amigo decidió dejarle caer.

eldiario.es reveló que la empresa familiar de los Soria, Oceanic Lines estaba participada en un 80% por una sociedad instrumental con sede en Jersey. Poco después, el diario El Mundo sumaba un nuevo documento, el del acta anual de UK Lines, que Soria firmaba en su condición de secretario de la misma. El cerco se estrechó tras publicarse horas después que el ministro  tenía una sociedad en el paraíso fiscal de Jersey cuando era alcalde de Las Palmas de Gran Canaria. La versión oficial del Gobierno y del PP se mantuvo a pesar de que las diferentes comparecencias públicas del ministro fueron demostrando las falsedades en cuanto a su relación con UK Lines, donde figuraba como administrador a pesar de que él atribuyó a "un error" la aparición de su firma y la de su hermano. "Ni tengo ni he tenido empresas registradas en Panamá. Es falso", fue la primera versión defendida en una rueda de prensa convocada en Lanzarote poco después de que  El Confidencial y  La Sexta hicieran pública su investigación.

La carrera política de Soria terminó hace dos meses con la publicación de los papeles de Panamá. Un patricio más del hilo negro de la opacidad financiera que conecta a Borbones, empresarios, familias ilustres y fuerzas vivas de la Restauración y el franquismo en más de un siglo de evasión fiscal.


http://www.eldiario.es/papeles-castellana/Borbones-familias-ilustres-Restauracion-franquismo_0_527397527.html

lunes, 13 de junio de 2016

"Discurso preparado para el Premio Nacional de Literatura", por Rafael Chirbes

Discurso preparado para el Premio Nacional de Literatura

Rafael Chirbes. 01/06/2016


El escritor Rafael Chirbes fue galardonado con el Premio Nacional de Narrativa por su novela En la orilla, sobre la que Angel Ferrero le hizo una larga entrevista para Sin Permiso. La ceremonia de entrega de estos premios se celebró el pasado 1 de Junio, casi un año después del fallecimiento del escritor valenciano. Chirbes había escrito un texto que esperaba leer al Ministro de Cultura de entonces, José Ignacio Wert. Lo reproducimos aquí en señal de homenaje. Los lectores interesados podrán encontrar en los archivos de Sin Permiso otras entrevistas y artículos del gran escritor.



Cuando me comunicaron que mi novela En la orilla había obtenido el Premio Nacional de Literatura, tras la primera sensación de alegría me asaltaron las dudas acerca de si debía aceptarlo o tenía que rechazarlo como –en digno gesto de censura hacia el gobierno actual– han hecho otros premiados. Al tratarse de una distinción promovida por el ministerio de cultura, todos suponemos que llega con un suplemento de carga política, y cuantos me conocen saben que siempre he huido del contacto con el poder en cualquiera de sus manifestaciones. Toda mi vida he pensado que un discreto apartamiento beneficia la independencia de mis libros. Por suerte, un escritor puede ejercer su tarea sin tener que ponerse al servicio de nadie: para hacer una novela, incluso una gran novela, no se necesita más que la punta del lápiz, una resma de hojas de papel y un tablón en que apoyarse. Con ese instrumental, un buen escritor puede poner en pie un ejército de varios miles de soldados en un solo renglón. Puede poner un país entero en un libro. Por eso, por la extrema libertad que permite el arte de escribir, mi trabajo no sufre los embates de la política social o cultural, no dependo para nada de sus decisiones, como les ocurre a otros compañeros artistas, músicos, editores, cineastas, trabajadores del audiovisual, actores y productores de teatro, para quienes, sin apoyos, resulta imposible sobrevivir en un mundo dominado por las grandes trasnacionales.

De hecho, mi opinión es que, para un novelista, resulta más peligroso el poder que te halaga y favorece que el que te ignora o te persigue. Así que si estoy aquí, recogiendo este premio, desde luego que no es porque le pida amparo a nadie, ni aspire a un reconocimiento fuera del que recibo de mis lectores, ni –volviendo a la cualidad del premio– mucho menos porque esté de acuerdo con la política de un gobierno que muestra una altiva falta de sensibilidad hacia los de abajo, mientras se comporta como criado servil de sus verdaderos patronos, los lobbies del dinero. El mismo día que recibí el premio le dije a algún periodista que, paradójicamente, desde su ministerio se galardonaba un libro que habla de ustedes, de lo que han hecho de este país con su voracidad, con su orgullo: de toda la desesperación que su bulimia –y la de quienes los han precedido en esta olla podrida de la transición– ha inoculado en los personajes del libro, y ha sembrado en mí, que soy el autor.

Acerca de su política cultural ya le han dado su opinión los colegas que han renunciado al premio. Yo sólo quisiera destacar –rompiendo la lógica de este discurso- algunos de los desmanes de su partido en lo que tengo más cerca, la comunidad en la que vivo, donde, en vez de preocuparse por la ruina del patrimonio que deberían guardar y se les cae a trozos, ocupan su tiempo en perseguir a la academia de la lengua porque ha dicho algo que –excepto los zoquetes de su partido– todo el mundo sabe, y es que valenciano, catalán y mallorquín son variantes de una misma lengua; le hablo de la política de exterminio cultural de sus colegas, un grupo de gobernantes tan peligrosos como descerebrados, que, desde un absoluto desprecio hacia su propio pueblo, se han permitido cerrar las únicas emisoras de radio y televisión que hablaban en valenciano, dándoseles una higa que con ello han provocado un desastre cultural, social y económico de incalculables proporciones.

Pero discúlpeseme esta digresión.

Lo que quiero decir es que no estoy aquí ni por su gobierno, ni por su partido, ni para hacerme la foto con usted, que los dos damos por supuesto que no nos vamos a hacer. Estoy aquí por respeto a un jurado en el que han participado personas cuyo trabajo y dignidad aprecio, y también, por qué no decirlo, para celebrar la alegría que este premio les ha causado a mis amigos y familiares, a tantos lectores que me han llamado emocionados, celebrándolo como si se lo hubieran dado a ellos; por la satisfacción de mi editor Jorge Herralde y de los trabajadores de la editorial Anagrama, por los editores extranjeros, por mis traductores, por toda la gente que trabaja a favor de mis libros y se sienten premiados conmigo. Estoy aquí porque jamás he movido un dedo para conseguir un premio, ni he buscado compromisos ni relaciones con ninguno de los poderes, literarios ni políticos, y porque así de cándidamente y limpio de culpa recibo como llovida del cielo esta distinción que comparto con Ramón J. Sender, que escribió Imán, con Juan Marsé, que escribió Si te dicen que caí, con Ramiro Pinilla, que escribió Las ciegas hormigas, con Carmen Martín Gaite, que escribió El cuento de nunca acabar, o con Manuel Vázquez Montalbán, que escribió El pianista. Todos ellos han sido y son maestros míos. Y yo me siento orgulloso de que mi nombre aparezca al lado de los suyos. Ni puedo ni quiero renunciar a ese honor. Y pienso que no debo sentirme incómodo al estar aquí, en este acto, porque, frente a su frágil y pasajero poder de ministro, yo tengo la fuerza permanente que emana de ellos: hablo de la literatura, de la palabra que se sostiene por sí misma en su grandeza y en su fragilidad. Estoy aquí porque los gobiernos que detentaban el poder en el momento en que se les concedieron a estos maestros los premios –los del cínico González, los del iluminado Aznar, los del falso benevolente Zapatero– han pasado a la historia como pasa un mal sueño, igual que pasará el suyo –triste pesadilla de unos años– mientras queda la palabra de estos escritores. Y estoy aquí porque quiero decirle al pueblo español que este premio es suyo, porque se llama nacional, y no gubernamental; es más, que es obligación suya defenderlo, luchar para que no se lo apropie ningún gobierno, y que, por eso, los españoles deben vigilar a quienes se nos concede, vigilar nuestra obra con el cuidado con que se vigila lo que es propiedad de uno; como deben permanecer vigilantes en todos los demás asuntos de la nación, que es sólo suya. Además, tengo que confesarle, señor Wert, que estoy aquí también movido por un motivo económico: para robarle al cicatero presupuesto de este gobierno -que se preocupa más de la riqueza de los bancos que de la felicidad de su pueblo– un poco de dinero. Cuando dudaba si aceptar el premio, pensé que no podía negarme a recibir esos veinte mil euros que tan bien le vendrán a la Casa de la Caridad de Valencia, institución que a un marxista le parece de nombre muy feo, pero tras el que se esconde un centenario comedor social que, como mi novela, está repleto de personajes creados por su política de capataces de los lobbies, un lugar que todos los días se llena de personas a las que ustedes tratan como trapos y a las que, con mi libro, con estas palabras y con mi gesto, animo a que luchen contra quienes les arrebatan su dignidad.

Un respetuoso saludo

Rafael Chirbes Nuestro amigo Rafael Chirbes, el gran novelista de la Segunda Restauracio´n Borbo´nica, falleció en su casa de Tabernes de Valldigna (Valencia), el 15 de agosto de 2015. Historiador de formacio´n, profesor de espan~ol, cri´tico literario, ensayista y periodista, fue un resistente clandestino bajo la Dictadura franquista. En 1988, su primera novela, Mimoun, quedo´ finalista del Premio Herralde y comenzo´ una larga carrera como escritor que ha producido obras fundamentales para comprender el fracaso de la Transicio´n y la progresiva gangrena que iri´a corroyendo el Re´gimen del 78. La cai´da de Madrid (2000), Los viejos amigos (2003) abordaban la postguerra y la Transicio´n. Con Crematorio (2007) y En la orilla (2013) lego´ la visio´n de como el Reino de Espan~a se habi´a adentrado en un callejo´n sin salida. Recibio´ el Premio Nacional de la Cri´tica en 2007 y en 2014 y nos ha dejado una novela, entregada al editor poco antes de morir, que lleva el ti´tulo de Pari´s-Austerlitz.

Fuente: www.sinpermiso.info, 1 de junio 2016


http://www.sinpermiso.info/textos/discurso-preparado-para-el-premio-nacional-de-literatura

domingo, 12 de junio de 2016

"Lorca y los revisionistas", por Alejandro V. García


Lorca y los revisionistas
Alejandro V. García. 
El Independiente, Viernes, 10 de Junio de 2016

Miguel Caballero, el pertinaz investigador que insiste en buscar unas veces a Lorca y otras a Dióscoro Galindo, su malogrado compañero de fusilamiento, en los montes de Alfacar, opina que el asesinato del poeta no fue político sino un ajuste de cuentas entre familias, que cayó por rencillas y que la crónica de su muerte, añadimos nosotros, merece más las páginas de sucesos que libros de historia (trágica) de España. Ahora ha agregado, en pleno pulso con la Junta para que le permita seguir horadando indefinidamente los parajes de la tragedia, que la izquierda “se ha apropiado indebidamente” del poeta, pues Lorca, agrega en una entrevista en andalucesdiario.es, era tibio y apolítico y su homosexualidad tampoco influyó en su asesinato.

La tesis de Caballero no es inocua y apunta al revisionismo, una tendencia muy extendida en los últimos años que trata de desmontar los supuestos políticos que determinaron algunos de los acontecimientos más terribles relacionados con la guerra civil, entre ellos el de la ejecución de escritor granadino.

La nuevas declaraciones de Caballero han coincidido en el tiempo con la publicación, por parte del profesor Andrés Soria Olmedo, en Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies,  de un opúsculo titulado Vida cotidiana y memoria histórica: el caso Lorca, en el que advierte de la tendenciosidad de la segunda búsqueda del cuerpo del poeta emprendida por Caballero en febrero de 2014: “En este punto se roza un revisionismo capaz de extenderse al conjunto del episodio histórico y desvirtuar su significado”.

Soria recuerda en su artículo que la despolitizacion del asesinato del poeta no es nueva y tiene singulares precedentes. Por ejemplo, las explicaciones dadas por el propio Franco en 1937: “En los primeros momentos de la revolución de Granada, ese escritor murió mezclado con los revoltosos; son los accidentes naturales de la guerra”. O por el mismísimo Pemán en Abc en 1948: “A pesar del continuo y polémico manejo del tópico, va abriéndose camino la sencilla verdad de que la muerte del poeta fue un episodio vil y desgraciado, totalmente ajeno a toda responsabilidad e iniciativa oficial”. O por el investigador Jean-Louis Schonberg que, en 1956, para alegría del régimen, sugirió una sórdida venganza entre homosexuales. Extrañas coincidencias más allá de los tiempos concretos.

La aparición, en abril del año pasado, de un informe de la policía franquista datado en 1965, que señala que Lorca fue ejecutado por “socialista, masón y homosexual” no ha hecho mella en la tesis apolítica. Como tampoco todo el caudal de investigaciones anteriores.

Lo curioso es que las peticiones hechas por Miguel Caballero para lograr los permisos oportunos para encontrar los restos se basan en la ley de Memoria Histórica, cuya finalidad principal es resarcir a las víctimas y a sus familiares de la brutalidades políticas (subrayo, políticas) ocurridas durante la contienda civil de 1936 y la posterior e inacabable represión. Es decir, Caballero apela a la Memoria Histórica para ahondar en su tesis de que uno de los episodios más determinantes y simbólicos de la represión -el asesinato del poeta- fue un crimen familiar, es decir, ajeno a la violencia política y a la represión franquista.

¿Qué buscan de verdad quienes insisten en agujerear los montes de Alfacar?  ¿Los restos de Lorca o los restos de Nadie?

Una tercera, cuarta o quinta búsqueda infructuosa del cadáver del poeta lo único que reforzaría es que allí no hay Nadie, y dejaría preparado el siguiente capítulo exculpatorio: que todo fue pura invención.

http://www.elindependientedegranada.es/blog/lorca-revisionistas

viernes, 10 de junio de 2016

"Intervención en el acto de #RecuperandoMemoria"


Intervención en el acto de #RecuperandoMemoria
Puerta del Sol de Madrid, 9 de Junio de 2016
Arturo Peinado Cano, Federación Estatal de Foros por la Memoria

Queridas compañeras, queridos compañeros, camaradas, amigos y amigas:

Es para mí un honor y un privilegio poder dirigirme hoy a vosotros, en representación de la Federación Estatal de Foros por la Memoria , y agradecemos a los compañeros de Recuperando Memoria y de la Ronda de Sol que se nos haya dado esta oportunidad.

Todos somos conscientes de que por lo general, en los actos y en las reuniones de las organizaciones de la Memoria Histórica, la mayoría de los participantes peinamos canas. También es cierto que yo mismo estoy en una asociación donde hay compañeras y compañeros de todas las edades, con destacada participación de gente tan joven como comprometida y preparada.

Cuando se habla de quiénes somos y de lo que hacemos, me refiero al Movimiento Social  por la Recuperación de la Memoria Histórica, se piensa automáticamente en 1936 y en la guerra civil. Nuestra Federación ha realizado una quincena de exhumaciones de fosas comunes del franquismo, y exhumado los restos de un centenar de compañeros. 
Haciéndolo no sólo pretendemos rescatar sus cuerpos, sino también sus ideas.  Es lo que llamamos recuperar el hilo rojo de la Memoria y de la Historia, para reconstruir una línea de continuidad con las luchas por la libertad, la justicia y la igualdad que llevaron a cabo los que nos precedieron. Una memoria y una historia de sus triunfos y de sus derrotas. que nos robaron el franquismo y la transición; una memoria que si fuese conocida y comprendida por los jóvenes y por el conjunto de la sociedad, harían variar la percepción que se tiene de este movimiento social, de nuestro trabajo y del propio concepto de Memoria Histórica.

Porque la gente de la Memoria histórica no sólo hablamos de 1936. Quienes  trabajamos en esto pretendemos, fundamentalmente, esclarecer y dar significado a determinadas cuestiones. Por ejemplo, explicamos que la política de recortes que ha golpeado estos años todos los niveles de la enseñanza pública, ha estado diseñada por la señora Montserrat Gomendio, exSecretaria de Estado de Educación, y compañera del exministro Wert, cuyo patrimonio según el Portal de Transparencia de la Administración era, hace un par de años, de 14.588.581 euros.  Su segundo apellido es Kindelán, puesto que es la nieta del general Alfredo Kindelán, jefe de la aviación de Franco durante la guerra. Podéis encontrar fácilmente en el buscador de Google las imágenes de Kindelán y de Franco pasando revista a los nazis de la Legión Cóndor.

Este es sólo uno de los muchos ejemplos que podríamos poner; hace unos días entrevistasteis en vuestro programa de radio a Mariano Sánchez Soler, autor de “Los Franco S.A.” y de “Ricos por la Guerra de España”. Si destacamos entre cientos de casos posibles el de Montserrat Gomendio Kindelán, es solamente por el papel protagonista que esta señora ha tenido en la agresión planificada contra la enseñanza pública, que los jóvenes habéis sufrido directamente.

La conclusión que extraemos es que la impunidad del franquismo, aún vigente, no sólo afecta a los crímenes de la dictadura, también a los orígenes de los grandes poderes económicos que se construyeron durante en el franquismo y a sus herederos en la actualidad. Un poder político y económico que se conformó por medio del crimen, el robo, y la corrupción generalizada.

Es política de Estado desde 1977 que la sociedad no sea consciente de dónde proviene el poder político y el estatus social y económico de muchos de quienes gobiernan nuestras vidas desde los poderes económicos y las instituciones. Y los ataques que se producen recurrentemente contra el movimiento memorialista, se deben a que recuperar la memoria de las víctimas implica también señalar a los victimarios, levantando el manto de olvido y de silencio que se ha impuesto sobre unos y sobre otros.

Dentro de unos días tenemos nuevas elecciones generales, y la gran pregunta que todo el mundo se hace es, cómo es posible que el Partido Popular vuelva a tener millones de votos, a pesar de las políticas antisociales realizadas y de la corrupción sistémica que han implantado. Nosotros proponemos una posible respuesta: la herencia del franquismo. En una sociedad que vivió durante décadas sometida a la arbitrariedad, a la corrupción y las corruptelas generalizadas, con el clientelismo como sistema de relaciones sociales, perviven millones de personas que conciben las relaciones políticas desde la mezquindad: piensan que el político que roba está ahí para eso, que hace muy bien, y que ojalá ellos estuvieron en su posición para hacer lo mismo.

Todo lo contrario a los valores republicanos de la política como vocación de servicio público, de honestidad e integridad, de búsqueda del bien común. Todo lo que buscaban erradicar  los golpistas del 36, junto con la vida de quienes propugnaban esos valores y principios.

En conclusión: creemos que la lucha por la Memoria Histórica republicana y antifascista es hoy, un elemento central para la recuperación de los derechos y las libertades que tanto esfuerzo y tanta sangre costaron a  los que nos precedieron, y que nos han sido arrebatados con la excusa de la crisis. Estamos convencidos de que sólo se podrá cambiar el actual estado de cosas rompiendo con la impunidad del franquismo y con la herencia que de él hemos recibido. Cuestionar el régimen del 78 sin cuestionar la impunidad de los criminales franquistas es mera retórica sin contenido.

Por tanto, compañeros y compañeras, nuestro objetivo no puede ser  “simplemente”  incorporar a los jóvenes a nuestra lucha, sino mostrar a toda esa sociedad que niega derechos y futuro a la juventud, que la lucha por la memoria histórica antifascista y contra la impunidad del franquismo y sus crímenes, no es una lucha por el pasado sino un proyecto de conquista del futuro, y por tanto sobre los jóvenes recae una mayor responsabilidad en esa lucha porque tenéis mucho más que ganar.

Decía Manuel Vázquez Montalbán que “Marcelino Camacho era un héroe que robó la historia a los poderosos para devolvérsela a los humildes”. Ni somos héroes ni nos comparamos con Marcelino, pero sí debemos asumir colectivamente el sentido de esa misma  lucha: recuperar la Historia y la Memoria como armas, para que la clase obrera y los sectores populares, jóvenes y más mayores, tomemos por asalto el futuro en beneficio del conjunto de la Humanidad.

Gracias, compañeras, compañeros, camaradas.  A por ellos, que son pocos y huyen.

miércoles, 8 de junio de 2016

"Los silencios del derecho y la memoria democrática", por Alfons Aragoneses

Los silencios del derecho y la memoria democrática
Alfons Aragoneses. El diario.es, 07/06/2016

El reciente episodio sobre el monumento franquista de Tortosa vuelve a poner de manifiesto cómo el nacionalismo franquista más banal sigue muy presente en nuestra cultura política y jurídica.

Llueve sobre mojado. En Tortosa el gobierno municipal organiza una consulta sobre el futuro de un monumento que debería haber sido retirado hace años. En buscadores de internet se ofrece a los turistas una habitación en la hospedería de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. El ministro del Interior utiliza ese mismo lugar para meditar. El Ministerio de Defensa homenajea a un aviador franquista.

Son noticias recientes que indignan a unos y que pasan desapercibidas para muchos. El denominador común es sin duda la naturalización del franquismo: la aceptación de la dictadura de cuarenta años y sus símbolos como natural y normal, junto con la percepción de la guerra civil como un “conflicto entre iguales” en el que “todos cometieron errores”. Se trata de un proceso que afecta a la sociedad y que se tolera, cuando no se impulsa, desde las instituciones públicas.

Este proceso no nos debe extrañar como tampoco el resultado de la consulta en Tortosa: la administración, española y catalana, no se pronuncia, no elabora mediante políticas de memoria o leyes un relato antifranquista. Ese vacío lo ocupa de manera natural el viejo discurso franquista, el que asume la dictadura y sus símbolos como parte del paisaje que no conviene modificar.

El problema viene de lejos. El legislador evitó, durante la transición, condenar la dictadura o restituir plenamente en sus derechos a las víctimas. Se impuso el silencio y lo que Bartolomé Clavero llamó “amnesia constituyente”. El Tribunal Constitucional en 1982 sancionó esta interpretación del pasado dando plena validez a todo el derecho franquista. Este silencio continuó durante la democracia. El Partido Socialista no aprobó ninguna norma reparadora a las víctimas, tampoco ninguna ley condenando el franquismo. En cambio, confirmó a destacados militares y policías del régimen anterior. Durante los años de Rodríguez Zapatero poco cambió esta situación: las sentencias del franquismo no se anularon y siguieron formando parte del ordenamiento, con lo que eso significa. No se llevó a cabo un programa de exhumación de fosas por parte del Estado, no se vigiló el cumplimiento de la ley y tampoco se impulsaron políticas públicas de memoria, más allá de la creación de un centro documental en Salamanca.

El resultado ha sido un silencio jurídico y político sobre el franquismo y la guerra civil creado desde 1977 hasta hoy. Y con el derecho y con la cultura sucede como con la física de fluidos: un espacio vacío tiende a ser ocupado por la materia en cualquier forma. En el caso del derecho español, el legislador dejó un vacío: prefirió no pronunciarse sobre el franquismo. Pero viniendo de donde veníamos -una larga dictadura con un eficiente sistema de propaganda y un potente proyecto nacionalizador- ese vacío, ese silencio, fue ocupándose por el relato franquista ya existente: el que se inició con el mito de la Cruzada en 1936 y reformado en 1966 con el de la falsa paz y la falsa reconciliación. Ahora, cuarenta años después, ese discurso está aceptado, normalizado y naturalizado gracias a la inacción del Estado democrático.

Al no haber ni condenas del franquismo ni persecución de su apología, ni principios antifascistas que informen el derecho, es fácil que el nacionalismo franquista en su manifestación más banal se vaya colando en la cultura jurídica y política. Así, el monumento de Tortosa fue protegido como elemento del patrimonio cultural de Cataluña y después su mantenimiento se somete a consulta sabiendo que está asumido como natural. Cuarenta años de silencio y la inactividad de la administración catalana, incluido el Memorial Democràtic, permiten que el viejo discurso se desarrolle.

¿Son las instituciones españolas por completo desmemoriadas? En absoluto. El Estado también intenta moldear la identidad colectiva y la imagen de España en el extranjero mirando al pasado. Paralelamente a la naturalización del franquismo el Estado intenta participar de lo que algunos llaman “la memoria cosmopolita”: la de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.

La LOMCE, la reforma del Código penal que castiga la negación del Holocausto o la reciente ley que otorga la nacionalidad española a los sefarditas son ejemplos de ello. Pero son normas que presentan un relato incompleto y parcial: se recuerda el Holocausto y se incluye en los curricula, pero se calla sobre la complicidad de Franco y Hitler, sobre los deportados republicanos a los campos nazis o sobre la desnacionalización por parte del Gobierno de judíos españoles. Se habla de nazismo, silenciando que este fue fundamental para la victoria franquista.

De nuevo, el legislador español crea normas y transmite principios y valores mediante las palabras que dice, pero también mediante los silencios.

En definitiva, el episodio de Tortosa es consecuencia de años de silencios y de tolerancia con el discurso de los vencedores de la guerra civil: cuando el Estado no crea un relato sobre el pasado franquista está permitiendo que su espacio lo aproveche el viejo relato franquista. Los otros creadores de la campaña XXV Años de Paz sabían lo que hacían: adaptar el discurso franquista para hacerlo más duradero.

El Ayuntamiento de la ciudad del Ebro tiene ahora el encargo de “reinterpretar y recontextualizar” el monumento. Que no nos extrañe a los ciudadanos y a las instituciones catalanas el resultado que ese proyecto pueda tener. Porque en el derecho, como en toda comunicación, quien calla otorga.