lunes, 30 de marzo de 2020

No es ni siquiera pasado




No es ni siquiera pasado
¿Sigue siendo necesaria la reparación de las víctimas del franquismo?

elestado. net, 25-06-2020



"El pasado nunca está muerto. No es ni siquiera pasado" escribió William Faulkner. En los 70, les dijeron a nuestros padres y madres que era demasiado pronto para pedir cuentas al franquismo. Ahora, los mismos nos dicen que es demasiado tarde.

El actual sistema político y nuestra sociedad se han construido sobre la impunidad de los crímenes franquistas, el no cuestionamiento de sus consecuencias, y a partir de políticas públicas de silencio y olvido sobre todo lo que tiene que ver con las vícitmas del franquismo, los defensores de la 2ªRepública y los resistentes antifranquistas.

Las víctimas, por definición injustas, que se produjeron en la retaguardia republicana durante los meses iniciales de la guerra civil, producto del colapso del estado republicano a partir del golpe militar del 18 de julio de 1936, fueron beneficiarias (tanto los supervivientes como todas sus familias) de unas políticas de reparación intensivas que tomaron múltiples formas: indemnizaciones; pensiones; privilegios en el acceso a empleos públicos; concesiones de gasolineras, estancos, despachos de quinielas y otros negocios; facilidades de acceso a titulaciones académicas, etc… Pero sobre todo, recibieron un reconocimiento público multiforme y unívoco. Y todo ello desde el primer momento, a pesar de las difíciles circunstancias de la posguerra y de la guerra mundial, que por ejemplo, no impidieron la exhumación rápida y completa de todos los enterramientos de víctimas afines al nuevo régimen. Si alguien realizó políticas de memoria colectiva apabullantes, que se prolongaron durante cuarenta años, ese fue el franquismo, adoptando múltiples formas para interferir en los más habituales actos de la vida cotidiana de todos los españoles y españolas.

Por el contrario, las víctimas del franquismo y sus familias, no sólo han tenido que soportar décadas de políticas públicas de silencio y olvido que apenas se corrigieron tras el fin de la dictadura, sino que además siguieron padeciendo durante muchos años múltiples formas de represión y perpetuación de la injusticia. Miles de personas siguen enterradas clandestinamente en cunetas y despoblados, víctimas de desaparición forzada, y ni siquiera conocemos cuántas son ni muchos de sus nombres. Todas las sentencias de los ilegales consejos de guerra y tribunales represivos siguen siendo, a día de hoy, firmes y legales.

Sus familias jamás obtuvieron reparación, y mucho menos, Justicia. Pero aún hoy, tienen que escuchar cómo los mismos que revindican a sus muertos bien enterrados y los homenajean o beatifican, les acusan de querer reabrir heridas. Exigir el olvido sin que haya habido previamente Verdad, Justicia y Reparación es un nuevo ejercicio de violencia sobre las víctimas. Las víctimas del franquismo y sus familias están obligadas a perdonar sin que nadie jamás les haya pedido perdón.

Se exige a las víctimas generosidad, perdón y olvido, y nunca se ha exigido a los asesinos que reconozcan sus crímenes. La reconciliación no significa tampoco perdón y olvido, sino justicia para todos. No se habla de la falta de libertad e intimidación a la que sometieron a toda la sociedad, pero por el contrario sí se apunta a que las víctimas tienen que ser generosas y comprensivas presentándolas como revanchistas. No podemos seguir soportando que los que torturaron, mataron o ayudaron a matar se ufanen de lo que hicieron, que consideren acciones heroicas los crímenes y que se llame héroes a los asesinos.

La represión franquista no sólo afecta a hechos producidos durante la guerra civil y la posguerra. La dictadura y sus políticas represivas se extendieron hasta, al menos, la recuperación de las libertades democráticas 1978. Es decir, que múltiples hechos criminales como torturas y asesinatos, son coetáneos con las violaciones de derechos humanos que siguen siendo perseguidos, que son juzgados y están terminando generalmente con contundentes condenas penales, en otros países del mundo, como los crímenes de las dictaduras del Cono Sur americano.

Hace falta primero Justicia (en primer lugar, penal), luego reparación material aunque también simbólica: señalar los lugares de Memoria de la represión y de la resistencia al franquismo; instaurar actos regulares de homenaje a las víctimas, pero no privados sino institucionales. Por último, siguiendo el modelo que se ha establecido para otros colectivos de víctimas, legislar y actuar para impedir tanto los actos de menosprecio a las víctimas del franquismo, como la apología del golpe militar de 1936 y de una dictadura que secuestró durante 40 años la soberanía popular, impidiendo por la fuerza el ejercicio de derechos humanos y civiles fundamentales.

Defendemos que sólo una Ley Integral de Víctimas del franquismo vendría a solventar definitivamente el agravio comparativo que se ha venido produciendo sobre las víctimas del franquismo con respecto a otros colectivos de víctimas que sí han tenido un reconocimiento legal, una consideración justa, y se ha atendido su problemática por parte del Estado español.

viernes, 13 de marzo de 2020

Colaboración para el libro-homenaje a Luis Fernández Aguado


Colaboración para el libro "Los tres agostos de Luis el Sastre", de Luis S.Fernández

Homenaje a Luis Fernández Aguado, primer alcalde republicano de Fuenlabrada.





Es para mí, y para la Federación Estatal de Foros por la Memoria que presido, un  privilegio y un honor tener la oportunidad de colaborar en el homenaje a  Luis Fernández Aguado, el primer alcalde democrático de Fuenlabrada, electo en 1931.

A Luis Fernández Aguado lo fusiló el franquismo en 1940. Como la mayoría de cargos públicos republicanos, Luis trabajó por la cultura, contra la ignorancia y el analfabetismo, contra el hambre y por la Justicia. Hoy, cuando prolifera por ignorancia o mala fe el peligroso discurso de la antipolítica, los responsables democráticos de la República  siguen siendo exponente de valores, de honestidad y de ética. Su forma de vida y su consideración de la política entendida como servicio público, suponen una insultante contraposición con otra concepción de la política, caracterizada por la insolidaridad, el egoísmo y la defensa de los intereses de los privilegiados. El ejemplo de los gobernantes republicanos confronta con valores heredados del franquismo que aún perviven, y con la incompetencia y corrupción generalizada que fueron rasgos definitorios de la dictadura de Franco.

Es habitual decir que las víctimas del franquismo, nuestras abuelas y abuelos, nuestros compañeros… fueron “inocentes”. Es completamente falso, porque fueron conscientemente culpables de luchar por un mundo mejor para sus hijas y sus hijos, y para toda la Humanidad. Y esa y no otra fue la causa de su muerte. Pero las víctimas asimismo siguen siendo culpables para el Estado español, puesto que todas las sentencias represivas del franquismo- también la de Luis Fernández Aguado- son, a día de hoy, plenamente firmes y legales. Como lo siguen siendo todas las leyes y actos represivos del franquismo, los consejos de guerra y los tribunales.

La gente que nos dedicamos a esto de la Memoria Histórica también solemos contar que trabajamos para recuperar la dignidad de las víctimas. Es otra gran mentira: nuestros compañeros y compañeras, nuestros padres y abuelos no pudieron ser despojados de su dignidad por los asesinos. Quienes carecen de dignidad son el Estado y la sociedad española, que miran hacia otro lado cuando miles de sus mejores hijos permanecen enterrados en fosas clandestinas; que permiten que las sentencias de los tribunales represivos sigan siendo legales; que tratan con equidistancia a víctimas y a victimarios; que consienten la pervivencia de Cuelgamuros  como lugar de exaltación, homenaje y peregrinación fascista.


La impunidad del franquismo tiene los brazos tan largos que, a día de hoy, los herederos (políticos, socioeconómicos, culturales) de los victimarios pueden permitirse humillar y menospreciar a las víctimas. Prueba de ello es la argumentación empleada –primero por el siniestro Comisionado de Memoria de la ciudad de Madrid, después por la actual corporación de la capital - para impedir la construcción de un Memorial en el Cementerio del Este donde se visibilicen los nombres de los asesinados, entre ellos, el de Luis Fernández Aguado. Quieren todavía aplicarles otro decreto de “Noche y Niebla” como el que promulgaron los nazis, para que sus nombres se borren de la historia y los crímenes del franquismo permanezcan eternamente ignorados e impunes.

A las hijas y a los nietos de las víctimas nos exigen que perdonemos, cuando jamás nadie nos ha pedido perdón. Pero sin que se haga previamente Justicia (real, efectiva, completa) no hay reconciliación ni perdón posible, y las víctimas del franquismo –la primera, la sociedad española- llevan más de ochenta años esperándola.

“Lorca eran todos” dice un monolito erigido en la zona donde se supone está enterrado el poeta granadino. El tema de la memoria histórica y de la reivindicación de los derechos de las víctimas del franquismo, no es una suma de batallas individuales en nombre del abuelo de cada uno. Cada uno de ellas y ellos es mi compañero y mi camarada, como lo fueron de mis abuelos.

Todos tenemos una deuda personal, política y ética con las víctimas, pero fundamentalmente la tiene la sociedad española, y jamás vamos a renunciar a que esa deuda se salde. La recuperación de su memoria no es un asunto meramente familiar – como establecía la Ley de Memoria de 2007- sino sobre todo de Justicia, Democracia y Derechos Humanos. “O todos o ninguno”, escribió Bertolt Brecht. Si lo asumimos así, la lucha por la Verdad, la Justicia y la Reparación para las víctimas del franquismo, será la punta de lanza en la defensa de los derechos humanos y civiles en nuestro país.

Cada libro de recuerdo y homenaje, cada celebración conmemorativa, cada instauración de un lugar de memoria, es un triunfo contra la impunidad, el silencio y la mentira que nos han querido imponer durante cuarenta años de dictadura, y otros cuarenta y cuatro más tras la muerte física del dictador.

No homenajeamos  a nuestros compañeros y camaradas para conmemorar su muerte, sino sus vidas. 
No para lamentarnos, sino para proclamar el inmenso orgullo de ser sus nietos/as, sus camaradas y sus compañeros/as. Porque las víctimas del franquismo, continúan siendo, antes que cualquier otra cosa, luchadores contra el fascismo, y por tanto, ejemplo e inspiración en nuestro presente personal y colectivo. Así es como entendemos este homenaje a nuestro compañero Luis Fernández Aguado.
Salud, Memoria y República. Verdad, Justicia y Reparación.

Arturo Peinado Cano. Presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria
Septiembre de 2019