domingo, 24 de junio de 2018

Intervención en la fosa común del cementerio de Torrelaguna, 22 de Junio de 2018





Intervención en la fosa común del cementerio de Torrelaguna
22 de Junio de 2018


Compañeros y compañeras, camaradas, amigos y amigas:

Es para mí un honor tener la oportunidad de dirigirme hoy a vosotras y a vosotros en este acto, en nombre del Foro por la Memoria de la Comunidad de Madrid. Quiero asimismo transmitiros el saludo de los compañeros de los diferentes Foros federados en la Federación Estatal de Foros por la Memoria, que a lo largo del año, participamos en actos similares a éste en los numerosos lugares de enterramientos de demócratas antifascistas, existentes en todo el Estado español.

Con este acto en la fosa común de Torrelaguna, queremos recordar a todas y todos nuestros compañeros y camaradas asesinados en tapias, cunetas y cementerios. Pretendemos la preservación en la memoria colectiva de las causas y el sentido de su sacrificio, y reivindicar que estos actos no pueden ni deben seguir siendo iniciativas de asociaciones y organizaciones particulares, sino de las instituciones, y deben contar con la participación de cargos públicos de todas aquellas organizaciones políticas que se reclaman como demócratas.



Hoy recordamos aquí, delante de las listas con los nombres de nuestros compañeros fusilados, que fueron asesinados tras unas sentencias ilegales, emitidas por unos tribunales ilegítimos, conforme a unas leyes creadas por instituciones impuestas por la fuerza, usurpadoras de la soberanía nacional. Las supuestas “pruebas” que pretendían justificar los crímenes se consiguieron mediante delaciones y torturas. Nuestros camaradas no tuvieron  en aquellos consejos de guerra la menor posibilidad de una defensa legal que mereciese tal nombre.

A pesar de ello, a día de hoy, las sentencias franquistas siguen siendo firmes y legales. Por tanto, la anulación de todas y cada una de las sentencias represivas del franquismo, es una exigencia innegociable del movimiento de la Memoria Histórica y debería serlo de todos los que se proclaman demócratas.

Es habitual escuchar que la gente que nos dedicamos a la memoria histórica, cuando exhumamos restos de las fosas comunes, lo hacemos con el fin de recuperar  la dignidad de los cadáveres desenterrados. Es una gran mentira: lo hacemos porque eran nuestras compañeras y nuestros compañeros, nuestros camaradas, y porque creemos que tenemos una obligación personal, ética y política hacia ellos, que lo perdieron todo por haberse atrevido a soñar con un mundo mejor para sus hijas e hijos. No recuperamos su dignidad porque nunca la perdieron, quien carece de dignidad es este país, que consiente que sus mejores hijos permanezcan en fosas comunes clandestinas; que permite que las sentencias franquistas sigan siendo legales; que mira hacia otro lado cuando denunciamos la pervivencia de calles y monumentos dedicados a los verdugos.

Quizás algunas gentes os digan que venir aquí cada año no tiene ningún sentido, que esto son historias pasadas. Tened presente que esas gentes o son  por desgracia, unos ignorantes, o peor aún, son personas interesadas y mienten a sabiendas.

También hay quien pretende que estos actos sean meramente conmemorativos, actos de duelo que impliquen únicamente a los familiares, que no aparezcan los símbolos ni se señalen las ideas por las que nuestros compañeros y compañeras dieron sus vidas. Dice el filósofo Reyes Mate: “La forma más perversa de olvido consiste en privar de significación y de actualidad a la injusticia pasada”.

Debemos  ser conscientes de la importancia de actos como el que estamos haciendo hoy: en la lucha por la democracia, contra el fascismo que avanza en Europa, para la recuperación de los derechos civiles y sociales que nos han arrebatado, es un elemento esencial la creación y mantenimiento de lugares de memoria, al igual que la continuidad en el tiempo de actos conmemorativos de la lucha por la democracia y contra el fascismo. No por nostalgia, sino para recuperar y reivindicar los valores, las ideas y los principios con los que nuestros compañeros y compañeras combatieron al fascismo. Es lo que llamamos recuperar el hilo rojo de la memoria y de la historia, para reconstruir la línea de continuidad de las luchas por la libertad, la justicia y la igualdad que llevaron a cabo los que nos precedieron.

Quiero finalizar leyendo un poema de Pablo Neruda, de su Canto General, que se titula


SIEMPRE
Aunque los pasos toquen mil años este sitio,
no borrarán la sangre de los que aquí cayeron.

Y no se extinguirá la hora en que caísteis
aunque miles de voces crucen este silencio.
La lluvia empapará las piedras de la plaza,
pero no apagará vuestros nombres de fuego.

Mil noches caerán con sus alas oscuras,
sin destruir el día que esperan estos muertos.

El día que esperamos a lo largo del mundo
tantos hombres, el día final del sufrimiento.

Un día de justicia conquistada en la lucha,
y vosotros, hermanos caídos en silencio,
estaréis con nosotros en ese vasto día de la lucha final,

en ese día inmenso.

Salud y Memoria. No pasarán.

sábado, 9 de junio de 2018

Lo que España puede aprender de Argentina en políticas de memoria, por José A.Cano


José A.Cano. El Salto, 08-06-2018
  

Lo que España puede aprender de Argentina en políticas de memoria

¿Por qué en Argentina hay museos de la memoria y monumentales espacios de homenaje a las víctimas de la última dictadura y en España las únicas víctimas reconocidas son las de ETA? ¿Por qué en Argentina han sido enjuiciados y condenados muchos de los mayores responsables de la desaparición de miles de personas y en España sigue vigente la Ley de Amnistía?´

JOSE A. CANO @INFAMIAOK

El Parque de la Memoria de Buenos Aires se encuentra a pocos minutos del Monumental, el estadio de River Plate, y si a uno le da por visitarlo en el verano porteño lo normal es que muera de humedad. Más allá de las esculturas de diferentes artistas contemporáneos argentinos, un centro de interpretación y otro de exposiciones temporales, el monumento principal del parque son las cuatro estelas de hormigón en la que figuran, ordenados por año y alfabéticamente, los nombres de 8.8717 desparecidos (una tercera parte de los 30.000 desaparecidos que reclaman las organizaciones de derechos humanos argentina): 7.664 durante la dictadura militar de 1976-1983, el resto repartidos entre los cuatro gobiernos peronistas y los gobiernos militares del periodo 1969-1973.

El pasado abril el ahora ex presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, visitó Argentina y fue acompañado por el presidente de la República, Mauricio Macri, en un recorrido por dicho parque. Rajoy firmó en el libro de honor, escribiendo: “Mi testimonio de admiración y reconocimiento a todos los que dieron su vida por la libertad y los derechos de todos”. En la rueda de prensa posterior un periodista le espetaba la pregunta inevitable, que cualquier defensor de la memoria histórica se estaría haciendo contemplando aquél momento: “Presidente, ¿va a hacer algo con los crímenes del franquismo?”.

¿Qué tiene Argentina que no tenga España para ser capaz de enfrentar con más salud su pasado no democrático?

¿Qué tiene Argentina que no tenga España para ser capaz de enfrentar con más salud su pasado no democrático? ¿Qué lleva a que Rajoy se arriesgue a quedar en evidencia visitando un monumento que no tiene equivalente en España mientras al otro lado del Atlántico el mausoleo del Valle de los Caídos permanece como parte del Patrimonio Nacional con idéntico tratamiento al de El Escorial o el Palacio Real de Madrid?

Para Amy Rice, hasta este marzo representante del Directorio de Organismos de Derechos Humanos del Ente Público Espacio Memoria, se trata de “contexto y el consenso social” como la fuente de las diferencias de Argentina respecto a otros países. Como ejemplos más palpables, la movilización anual de cada 24 de marzo, aniversario del golpe y Día de la Memoria por la Verdad y Justicia, que en 2017 el presidente Macri intentó convertir en “feriado movible”, teniendo que recular ante el rechazo social. Aún más evidente, la marcha atrás y el consenso de los partidos alrededor del polémico “2x1”, un fallo de la Corte Suprema que permitía reducir condena a los represores de la Dictadura encarcelados, y que apenas se aplicó después de las manifestaciones del año pasado.

La antigua Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) es otro de los símbolos tanto de la Dictadura cívico-militar —autodenominado Proceso de Reorganización Nacional—. En el centro de detención y tortura ilegal del que partieron gran parte de los llamados “vuelos de la muerte”, actualmente funciona el Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos. Se encuentra a apenas media hora caminando del Parque de la Memoria. En 2016 el centro presentó su candidatura a Patrimonio de la Humanidad.

“La gran diferencia con España es la naturalización del Franquismo” que se ha traducido en “una cultura de la impunidad tan arraigada que no escandalizan tantas anomalías democráticas”

Desde España nos atendió Manuela Bergerot, especialista en Políticas de Memoria Democrática, nacida en Argentina pero criada desde los dos años en España al tener que huir sus padres de la dictadura y que ha investigado las similitudes y diferencias entre el Archivo Nacional de la Memoria de Argentina y el Centro Documental de la Memoria Histórica de España. Sostiene que “la gran diferencia con España es la naturalización del Franquismo” que se ha traducido en “una cultura de la impunidad tan arraigada que no escandalizan tantas anomalías democráticas”.

Y lo desarrolla: “Franco no perdió, no hubo depuración en los órganos represivos de la dictadura, sigue vigente la Ley de Amnistía y el derecho cívico a la Memoria en España ha sido reducido al plano de la intimidad, eximiendo a la Administración de cualquier responsabilidad. Al contrario que Macri, “el Gobierno puede estrangular económicamente la ley de Memoria porque han construido simbólicamente la democracia sobre el hito fundacional de la Transición que conllevó un pacto de silencio”. El miedo “atravesó a varias generaciones, logrando una desideologización política de la sociedad española”.

Para Rice “el caso argentino es muy diferente por lo que la dictadura significó en término de resistencia y organización ya durante la misma. El movimiento de las Madres de Plaza de Mayo o el de familiares de desaparecidos se dieron en plena dictadura, y se exigió la aparición con vida y la no impunidad”. Por ello “no es lo mismo pensar un espacio de Memoria y derechos humanos cuando los genocidas que cometieron los delitos en estos lugares están en la calle, que cuando no lo están porque hubo juicios, porque el Estado, desde la instancia judicial, reconoció que se cometieron delitos y llevo adelante condenas en ese sentido”.
“El pueblo argentino sabe que hubo un Estado que condenó el terrorismo, que institucionalizó la memoria recogiendo las demandas de las víctimas y eso hay que defenderlo”

Bergerot opina que es “es a la inversa: la movilización social es el resultado de las políticas de memoria. Hay una construcción de una cultura de los derechos humanos que es irreversible, el pueblo argentino sabe que hubo un Estado que condenó el terrorismo, que institucionalizó la memoria recogiendo las demandas de las víctimas y eso hay que defenderlo”.

Para la hispano-argentina la diferencia es que en nuestro país “las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura no han sido reconocidas como tal, porque la derecha desde la Transición se apropió del significado de víctima. Solo la de ETA es la víctima ‘válida’, la que ha sido reconocida y reparada institucionalmente. En cambio a las víctimas del Franquismo se les niegan derechos fundamentales, que sumado a una administración que ha relegado la memoria al espacio privado, lo saca de la esfera pública”.
Así, en Argentina, recuerda Rice, “esto no quiere decir que no haya voces que discutan, por ejemplo, el número de desaparecidos”, la cuestión es que “nadie discute el hecho de que hubiese desaparecidos”, ni siquiera los altos funcionarios del Gobierno de Macri. Mientras, en España, Bergerot señala a los partidos y sindicatos de izquierdas, ya que “cada uno tiene su grado de responsabilidad en que hoy todavía por ejemplo haya 114.226 personas en fosas comunes. Han tenido muchas oportunidades siendo Gobierno de implementar políticas públicas de Estado, casos concretos como la desclasificación de fondos documentales de archivos públicos o la derogación de la Ley de Amnistía”.

En Argentina el rechazo a la dictadura “es de los temas que ha logrado mayor consenso social. Si la Corte Suprema declaró en 2001 la inconstitucionalidad de los indultos y de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final fue porque había consenso social”, apunta Rice. La idea de que existió el terrorismo de Estado “tiene respaldo judicial, no solo en Argentina, sino tribunales internacionales o de España, Francia o Italia”.
En España, concluye Bergerot “las políticas públicas de memoria deben trascender los homenajes como máxima expresión”. Los partidos de izquierdas “tienen la responsabilidad de recoger esos valores y superarlos. De reparar primero a sus antecesores”, como la anulación sentencias franquistas, reparaciones económicas… “y trascender esos valores, para construir el futuro por el que los antepasados hubieran luchado”.

Porque, en última instancia, la pregunta que podría sobrevolar este texto es: ¿un presidente de cualquier partido de izquierdas español habría podido responder mejor que Rajoy a la pregunta en el Parque de la Memoria?

https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/lo-que-espana-puede-aprender-de-argentina-en-politicas-de-memoria