José
A.Cano. El Salto, 08-06-2018
Lo que España puede
aprender de Argentina en políticas de memoria
¿Por
qué en Argentina hay museos de la memoria y monumentales espacios de homenaje a
las víctimas de la última dictadura y en España las únicas víctimas reconocidas
son las de ETA? ¿Por qué en Argentina han sido enjuiciados y condenados muchos
de los mayores responsables de la desaparición de miles de personas y en España
sigue vigente la Ley de Amnistía?´
JOSE
A. CANO @INFAMIAOK
El
Parque de la Memoria de Buenos Aires se encuentra a pocos minutos del
Monumental, el estadio de River Plate, y si a uno le da por visitarlo en el
verano porteño lo normal es que muera de humedad. Más allá de las esculturas de
diferentes artistas contemporáneos argentinos, un centro de interpretación y
otro de exposiciones temporales, el monumento principal del parque son las
cuatro estelas de hormigón en la que figuran, ordenados por año y
alfabéticamente, los nombres de 8.8717 desparecidos (una tercera parte de los
30.000 desaparecidos que reclaman las organizaciones de derechos humanos
argentina): 7.664 durante la dictadura militar de 1976-1983, el resto
repartidos entre los cuatro gobiernos peronistas y los gobiernos militares del
periodo 1969-1973.
El
pasado abril el ahora ex presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy,
visitó Argentina y fue acompañado por el presidente de la República, Mauricio
Macri, en un recorrido por dicho parque. Rajoy firmó en el libro de honor,
escribiendo: “Mi testimonio de admiración y reconocimiento a todos los que
dieron su vida por la libertad y los derechos de todos”. En la rueda de prensa
posterior un periodista le espetaba la pregunta inevitable, que cualquier
defensor de la memoria histórica se estaría haciendo contemplando aquél
momento: “Presidente, ¿va a hacer algo con los crímenes del franquismo?”.
¿Qué
tiene Argentina que no tenga España para ser capaz de enfrentar con más salud
su pasado no democrático?
¿Qué
tiene Argentina que no tenga España para ser capaz de enfrentar con más salud
su pasado no democrático? ¿Qué lleva a que Rajoy se arriesgue a quedar en
evidencia visitando un monumento que no tiene equivalente en España mientras al
otro lado del Atlántico el mausoleo del Valle de los Caídos permanece como
parte del Patrimonio Nacional con idéntico tratamiento al de El Escorial o el
Palacio Real de Madrid?
Para
Amy Rice, hasta este marzo representante del Directorio de Organismos de
Derechos Humanos del Ente Público Espacio Memoria, se trata de “contexto y el
consenso social” como la fuente de las diferencias de Argentina respecto a
otros países. Como ejemplos más palpables, la movilización anual de cada 24 de
marzo, aniversario del golpe y Día de la Memoria por la Verdad y Justicia, que
en 2017 el presidente Macri intentó convertir en “feriado movible”, teniendo
que recular ante el rechazo social. Aún más evidente, la marcha atrás y el
consenso de los partidos alrededor del polémico “2x1”, un fallo de la Corte
Suprema que permitía reducir condena a los represores de la Dictadura
encarcelados, y que apenas se aplicó después de las manifestaciones del año
pasado.
La
antigua Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) es otro de los símbolos tanto de
la Dictadura cívico-militar —autodenominado Proceso de Reorganización
Nacional—. En el centro de detención y tortura ilegal del que partieron gran
parte de los llamados “vuelos de la muerte”, actualmente funciona el Espacio
para la Memoria y los Derechos Humanos. Se encuentra a apenas media hora
caminando del Parque de la Memoria. En 2016 el centro presentó su candidatura a
Patrimonio de la Humanidad.
“La
gran diferencia con España es la naturalización del Franquismo” que se ha
traducido en “una cultura de la impunidad tan arraigada que no escandalizan
tantas anomalías democráticas”
Desde
España nos atendió Manuela Bergerot, especialista en Políticas de Memoria
Democrática, nacida en Argentina pero criada desde los dos años en España al
tener que huir sus padres de la dictadura y que ha investigado las similitudes
y diferencias entre el Archivo Nacional de la Memoria de Argentina y el Centro
Documental de la Memoria Histórica de España. Sostiene que “la gran diferencia
con España es la naturalización del Franquismo” que se ha traducido en “una
cultura de la impunidad tan arraigada que no escandalizan tantas anomalías
democráticas”.
Y
lo desarrolla: “Franco no perdió, no hubo depuración en los órganos represivos
de la dictadura, sigue vigente la Ley de Amnistía y el derecho cívico a la
Memoria en España ha sido reducido al plano de la intimidad, eximiendo a la
Administración de cualquier responsabilidad. Al contrario que Macri, “el Gobierno
puede estrangular económicamente la ley de Memoria porque han construido
simbólicamente la democracia sobre el hito fundacional de la Transición que
conllevó un pacto de silencio”. El miedo “atravesó a varias generaciones,
logrando una desideologización política de la sociedad española”.
Para
Rice “el caso argentino es muy diferente por lo que la dictadura significó en
término de resistencia y organización ya durante la misma. El movimiento de las
Madres de Plaza de Mayo o el de familiares de desaparecidos se dieron en plena
dictadura, y se exigió la aparición con vida y la no impunidad”. Por ello “no
es lo mismo pensar un espacio de Memoria y derechos humanos cuando los
genocidas que cometieron los delitos en estos lugares están en la calle, que
cuando no lo están porque hubo juicios, porque el Estado, desde la instancia
judicial, reconoció que se cometieron delitos y llevo adelante condenas en ese
sentido”.
“El
pueblo argentino sabe que hubo un Estado que condenó el terrorismo, que
institucionalizó la memoria recogiendo las demandas de las víctimas y eso hay
que defenderlo”
Bergerot
opina que es “es a la inversa: la movilización social es el resultado de las
políticas de memoria. Hay una construcción de una cultura de los derechos
humanos que es irreversible, el pueblo argentino sabe que hubo un Estado que
condenó el terrorismo, que institucionalizó la memoria recogiendo las demandas
de las víctimas y eso hay que defenderlo”.
Para
la hispano-argentina la diferencia es que en nuestro país “las víctimas de la
Guerra Civil y la dictadura no han sido reconocidas como tal, porque la derecha
desde la Transición se apropió del significado de víctima. Solo la de ETA es la
víctima ‘válida’, la que ha sido reconocida y reparada institucionalmente. En
cambio a las víctimas del Franquismo se les niegan derechos fundamentales, que
sumado a una administración que ha relegado la memoria al espacio privado, lo
saca de la esfera pública”.
Así,
en Argentina, recuerda Rice, “esto no quiere decir que no haya voces que discutan,
por ejemplo, el número de desaparecidos”, la cuestión es que “nadie discute el
hecho de que hubiese desaparecidos”, ni siquiera los altos funcionarios del
Gobierno de Macri. Mientras, en España, Bergerot señala a los partidos y
sindicatos de izquierdas, ya que “cada uno tiene su grado de responsabilidad en
que hoy todavía por ejemplo haya 114.226 personas en fosas comunes. Han tenido
muchas oportunidades siendo Gobierno de implementar políticas públicas de
Estado, casos concretos como la desclasificación de fondos documentales de
archivos públicos o la derogación de la Ley de Amnistía”.
En
Argentina el rechazo a la dictadura “es de los temas que ha logrado mayor
consenso social. Si la Corte Suprema declaró en 2001 la inconstitucionalidad de
los indultos y de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final fue porque había
consenso social”, apunta Rice. La idea de que existió el terrorismo de Estado
“tiene respaldo judicial, no solo en Argentina, sino tribunales internacionales
o de España, Francia o Italia”.
En
España, concluye Bergerot “las políticas públicas de memoria deben trascender
los homenajes como máxima expresión”. Los partidos de izquierdas “tienen la
responsabilidad de recoger esos valores y superarlos. De reparar primero a sus
antecesores”, como la anulación sentencias franquistas, reparaciones
económicas… “y trascender esos valores, para construir el futuro por el que los
antepasados hubieran luchado”.
Porque,
en última instancia, la pregunta que podría sobrevolar este texto es: ¿un
presidente de cualquier partido de izquierdas español habría podido responder
mejor que Rajoy a la pregunta en el Parque de la Memoria?