Intervención en la fosa común del cementerio de Torrelaguna
22 de Junio de 2018
Compañeros y compañeras,
camaradas, amigos y amigas:
Es para mí un honor tener la
oportunidad de dirigirme hoy a vosotras y a vosotros en este acto, en nombre
del Foro por la Memoria de la Comunidad de Madrid. Quiero asimismo transmitiros
el saludo de los compañeros de los diferentes Foros federados en la Federación
Estatal de Foros por la Memoria, que a lo largo del año, participamos en actos
similares a éste en los numerosos lugares de enterramientos de demócratas
antifascistas, existentes en todo el Estado español.
Con este acto en la fosa
común de Torrelaguna, queremos recordar a todas y todos nuestros compañeros y
camaradas asesinados en tapias, cunetas y cementerios. Pretendemos la
preservación en la memoria colectiva de las causas y el sentido de su
sacrificio, y reivindicar que estos actos no pueden ni deben seguir siendo
iniciativas de asociaciones y organizaciones particulares, sino de las
instituciones, y deben contar con la participación de cargos públicos de todas
aquellas organizaciones políticas que se reclaman como demócratas.
Hoy recordamos aquí, delante
de las listas con los nombres de nuestros compañeros fusilados, que fueron
asesinados tras unas sentencias ilegales, emitidas por unos tribunales
ilegítimos, conforme a unas leyes creadas por instituciones impuestas por la
fuerza, usurpadoras de la soberanía nacional. Las supuestas “pruebas” que
pretendían justificar los crímenes se consiguieron mediante delaciones y
torturas. Nuestros camaradas no tuvieron
en aquellos consejos de guerra la menor posibilidad de una defensa legal
que mereciese tal nombre.
A pesar de ello, a día de
hoy, las sentencias franquistas siguen siendo firmes y legales. Por tanto, la
anulación de todas y cada una de las sentencias represivas del franquismo, es
una exigencia innegociable del movimiento de la Memoria Histórica y debería
serlo de todos los que se proclaman demócratas.
Es habitual escuchar que la
gente que nos dedicamos a la memoria histórica, cuando exhumamos restos de las
fosas comunes, lo hacemos con el fin de recuperar la dignidad de los cadáveres desenterrados.
Es una gran mentira: lo hacemos porque eran nuestras compañeras y nuestros
compañeros, nuestros camaradas, y porque creemos que tenemos una obligación
personal, ética y política hacia ellos, que lo perdieron todo por haberse
atrevido a soñar con un mundo mejor para sus hijas e hijos. No recuperamos su
dignidad porque nunca la perdieron, quien carece de dignidad es este país, que
consiente que sus mejores hijos permanezcan en fosas comunes clandestinas; que
permite que las sentencias franquistas sigan siendo legales; que mira hacia
otro lado cuando denunciamos la pervivencia de calles y monumentos dedicados a
los verdugos.
Quizás algunas gentes os
digan que venir aquí cada año no tiene ningún sentido, que esto son historias
pasadas. Tened presente que esas gentes o son
por desgracia, unos ignorantes, o peor aún, son personas interesadas y
mienten a sabiendas.
También hay quien pretende
que estos actos sean meramente conmemorativos, actos de duelo que impliquen
únicamente a los familiares, que no aparezcan los símbolos ni se señalen las
ideas por las que nuestros compañeros y compañeras dieron sus vidas. Dice el filósofo
Reyes Mate: “La forma más perversa de
olvido consiste en privar de significación y de actualidad a la injusticia
pasada”.
Debemos ser conscientes de la importancia de actos
como el que estamos haciendo hoy: en la lucha por la democracia, contra el
fascismo que avanza en Europa, para la recuperación de los derechos civiles y
sociales que nos han arrebatado, es un elemento esencial la creación y
mantenimiento de lugares de memoria, al igual que la continuidad en el tiempo
de actos conmemorativos de la lucha por la democracia y contra el fascismo. No
por nostalgia, sino para recuperar y reivindicar los valores, las ideas y los
principios con los que nuestros compañeros y compañeras combatieron al
fascismo. Es lo que llamamos recuperar el hilo rojo de la memoria y de la
historia, para reconstruir la línea de continuidad de las luchas por la
libertad, la justicia y la igualdad que llevaron a cabo los que nos
precedieron.
Quiero finalizar leyendo un
poema de Pablo Neruda, de su Canto General, que se titula
SIEMPRE
Aunque los pasos toquen mil años este sitio,
no borrarán la sangre de los que aquí cayeron.
Y no se extinguirá la hora en que caísteis
aunque miles de voces crucen este silencio.
La lluvia empapará las piedras de la plaza,
pero no apagará vuestros nombres de fuego.
Mil noches caerán con sus alas oscuras,
sin destruir el día que esperan estos muertos.
El día que esperamos a lo largo del mundo
tantos hombres, el día final del sufrimiento.
Un día de justicia conquistada en la lucha,
y vosotros, hermanos caídos en silencio,
estaréis con nosotros en ese vasto día de la lucha
final,
en ese día inmenso.
Salud y Memoria. No pasarán.