Brihuega, 12 Marzo 2016
Compañeros y compañeras, camaradas, amigos y amigas:
Es un honor y un placer tener la oportunidad de dirigirme
hoy a vosotras y a vosotros en este acto de doble significado: por un lado la
conmemoración de la primera derrota del fascismo; por otro, el homenaje a
nuestros compañeros asesinados por el franquismo en Brihuega.
Con este acto queremos recordar a nuestros compañeros y
camaradas asesinados en tapias, cunetas y cementerios, y la preservación en la
memoria colectiva de las causas y el sentido de su sacrificio, y reivindicar
que estos actos no pueden ni deben seguir siendo iniciativas de asociaciones y
organizaciones particulares, sino de las instituciones y deben contar con la
participación de cargos públicos de todas aquellas organizaciones políticas que
se reclaman como demócratas.
Si las víctimas tienen el derecho inalienable a ser
recordadas, las sociedades y todos y cada uno de quienes las componemos tenemos
DEBER de Memoria. Eso no sucede en este país, donde se puede ser formalmente
demócrata sin ser antifascista, algo inconcebible en el resto de países de
nuestro entorno.
Vivimos en una coyuntura de incertidumbre, de crisis
conforme a la definición gramsciana del término: “Cuando lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no termina de morir”. En
nuestro país, especialmente tras las elecciones municipales de mayo de 2015,
con la pérdida de poder institucional por los herederos directos del franquismo,
parece que se ha abierto una puerta y avances posibles para las reivindicaciones
del movimiento memorialista y para los derechos de las víctimas del franquismo.
Ello ha provocado una reacción agresiva de la derecha
política y mediática, fundamentalmente por las expectativas abiertas en muchos
lugares sobre la retirada de callejero y simbología franquista. Pero no sólo el
ataque proviene de la derecha neofranquista, los ataques más organizados vienen
de lo que algunos han llamado la Confederación Nacional de Excombatientes de la
Transición. Han vuelto las acusaciones de revanchismo contra el movimiento
memorialista, las víctimas del franquismo y aquellas instituciones receptivas a
sus demandas.
Pero si alguien ha hecho una política intensiva de Memoria
histórica fue el franquismo durante 40 años. El Franquismo no sólo otorgó a los
suyos enormes privilegios, derechos y prebendas: recordaréis el Nodo; las
monedas y los sellos; las plazas y calles; las cruces y placas de las “caídos
por Dios y por España”; la paga del 18 de Julio…
Y tras la muerte física del dictador, la hegemonía social,
económica y política de sus herederos definió la siguiente fase: no rendir
cuentas, no hacer justicia; Impunidad de los crímenes y pactos para políticas
activas de silencio y de olvido. Esta fue la verdadera esencia de aquella modélica
transición que pretendíamos exportar al resto del mundo.
Nosotros queremos revertir esa situación, reivindicando una memoria
histórica alternativa, no nostálgica, sino porque estamos convencidos de que la
memoria histórica republicana y antifascista es la única admisible por una
sociedad democrática, socialmente avanzada.
Otra lección que hemos recibido en los últimos tiempos, es
que frente a la coacción y a los intentos de amedrentamiento, la única
respuesta debe ser la firmeza, la consecuencia, los principios sólidos. ¿Qué hubiera pasado en
1936 si al golpe militar y a la intervención fascista se hubiera respondido con
la rendición inmediata y la aceptación de los argumentos de los facciosos? Como
escribió el filósofo francés Daniel Bensaïd: “Quien no tiene memoria ni de derrotas ni de victorias pasadas tampoco
tiene demasiado futuro. El puro “presente del grito” no construye una política.”
En el sentido de respuesta firme contra las agresiones
enmarcamos la importancia de lo que estamos haciendo hoy: la construcción de
espacios de memorias, así como la reivindicación, creación y mantenimiento en
el tiempo de actos conmemorativos de la lucha por la democracia y contra el
fascismo. No por nostalgia, repito, sino para recuperar y poner en alza los valores,
las ideas y los principios con los que nuestros compañeros y compañeras
combatieron al fascismo, como herramientas de acción política de futuro. Y es
hoy una cuestión esencial porque como escribía Bertolt Brecht: “Todavía es fértil el útero del que surgió
esta bestia”.
Los nazis en 1941 elaboraron la política de Noche y Niebla:
consistía en el exterminio de sus enemigos, y la supresión de todo vestigio de
sus vidas y de la responsabilidad de sus asesinatos. El fin último de nuestro
trabajo debe ser impedir que los nazis y sus cómplices, como los fascistas
italianos y españoles, puedan alcanzar la victoria definitiva más de 70 años
después: la victoria del olvido y de la impunidad contra la memoria y la
justicia.
Esta es la lucha en la que estamos implicados, y de nuestra victoria o de nuestra derrota depende
el futuro de todas y de todos. Contamos con vosotros, para luchar y para volver
a vencer, como en Guadalajara en 1937 o en Berlín en 1945.
Salud y República. No pasarán.
Arturo Peinado,
presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria