Por qué es inconcebible la calle Millán Astray
Francisco
Espinosa Maestre. – Historiador
El Diario.es, 26/09/2016
Es comprensible
que familiares y seguidores valoren mucho a Millán Astray y respeten su memoria
en sus domicilios y locales sociales, pero carece de lógica que una sociedad
democrática mantenga una calle al militar fascista que fundó la Legión
A la altura de
los años veinte, el pasado imperial español era ya residual. Lo único que
quedaba eran los enclaves africanos, una auténtica pesadilla desde el siglo XIX
que se prolongó al XX tragándose la vida de miles de españoles en las luchas
contra las cabilas del Rif. Para asegurar el mantenimiento de aquellas
colonias, en 1920 Millán Astray creó la Legión a imitación del modelo francés.
Pero lo peor estaba por venir. En 1921 tuvo lugar la terrible derrota de Annual
ante las fuerzas de Abd-el-Krim. La guerra siguió durante la dictadura de Primo
de Rivera hasta que en 1927 se dio por concluida con la victoria española con
un coste humano altísimo por ambas partes.
Pero la herencia
de aquella larga y terrible guerra dio como resultado la formación de un ejército
colonial dedicado a mantener aquellas fronteras. De ahí, de aquellas luchas
brutales donde no se respetaba convenio alguno –se llegó al extremo de intentar
destruir a los rifeños mediante el lanzamiento desde aviones de gases tóxicos
sobre objetivos civiles–, surgieron una serie de militares conocidos como los
africanistas, formados en aquella guerra sucia
y que consiguieron rápidos ascensos.
Fue uno de
ellos, Franco, el que elevado al Estado Mayor por el ministro de la Guerra
Diego Hidalgo Durán, envió al ejército de África en octubre de 1934 a sofocar
la revolución asturiana a las órdenes de Yagüe. Y también de ahí, vista su
eficacia, saldrían dos años después las fuerzas mercenarias que arrasarían a
sangre y fuego los pueblos y ciudades de la ruta que, en cuatro meses, les
llevaría hasta las puertas de Madrid al mando de Franco y de sus conmilitones
africanistas.
¿Hace falta
recordar que los legionarios y regulares trasladaron a la Península el estilo
de guerra de exterminio que habían practicado en África? Los rojos venían a ser
como los rifeños y así fueron tratados. La Legión dejó su huella de terror allí
por donde pasó y cabe afirmar que las mayores cifras de represión de todo el
país se dieron precisamente en el recorrido de dichas fuerzas: Cádiz, Sevilla,
Huelva, Badajoz, Toledo, Madrid… con hitos de sobra conocidos como los barrios
obreros sevillanos, la ruta hacia Almendralejo y Mérida, Badajoz, Talavera de
la Reina, Toledo, etc. Era la "columna de la muerte", las fuerzas de
choque del ejército lanzadas ahora contra los propios españoles que las
mantenían.
La derecha
permanente española nunca ha ocultado su agradecimiento a la Legión. No hay
duda de que sin el ejército de África todo hubiera sido muy diferente. Se
comprende que ahora se opongan a que se elimine la calle dedicada a su
fundador, Millán Astray, al que presentan como el padre de los pobres,
multiplicados por cierto por ellos mismos con su golpe y su guerra. Millán
Astray, antirrepublicano visceral, anduvo fuera de España en numerosas
ocasiones desde abril de 1931. El golpe militar le cogió en América, pero sabía
lo que se tramaba y partió para España en cuanto supo que Franco andaba
comprometido en la sublevación. Rondaba ya los sesenta años y Franco lo colocó
al frente de la oficina de propaganda que se abrió en Salamanca.
Desde dicha
oficina, a través de la emisora de radio y recorriendo la zona ocupada para
pregonar la buena nueva, se convirtió en el cantor de Franco. Pero su pasión
por éste debió llegar a tal extremo que
incluso resultó excesivo para los franquistas, que llegado un momento
consideraron contraproducente tanto elogio carente de la más mínima medida. Y
acabó pasándole lo que a Queipo. Aquello que venía bien en los meses del terror
siguientes al golpe, resultaba excesivo cuando ya el triunfo del fascismo
estaba asegurado. He aquí varias muestras del pensamiento de Millán:
"España pronto tendrá
una victoria y será una merecida victoria fascista. Fascismo, nacionalismo y
falangismo son en el fondo la misma cosa".
"Madrileños, españoles:
Franco me ordena que en su augusto nombre os diga que ofrece a Madrid el Pan,
el Perdón y la Justicia".
"¡Llévanos a la
batalla, conducidos por tu genio guerrero, por tu energía, por tu acierto, por
tu fortuna! ¡Echemos de nuestro suelo al enemigo! ¡Formemos también nuestro
Ejército español! ¡Y tú, puesto al frente, levantarás tu espada victoriosa,
mirando a Oriente, y saludarás al «Duce», al «Führer», ya que tú eres el
Caudillo!".
"Ellos (los nuestros)
saben que en las zonas ocupadas por nosotros la vida es tranquila, que no hay
asesinatos, que no hay torturas, que no destrozamos las fábricas y los campos,
que no asesinamos a los presos, y saben que al que pide perdón lo
perdonamos…".
"¡Cataluña es España y
sólo España! (…). Nos batimos: para una España nueva, con paz, con trabajo, con
justicia, con amor, con grandeza. Pero una España española".
"Ahora hablo yo, Millán
Astray, el que tanto quiere a los humildes".
Son sólo unas muestras
sacadas del libro que en 1939 dedicó a Franco, que reunía charlas y discursos
varios en torno a su idolatrado "Caudillo". Concluida la guerra
Millán siguió su ascenso hasta general honorífico de división, director general
de mutilados y procurador en Cortes hasta su muerte en 1954.
Una vez más
estamos en lo de siempre. Es comprensible que familiares y seguidores valoren
mucho a Millán Astray y respeten su memoria en sus domicilios y sus locales
sociales, pero carece de lógica alguna que una sociedad democrática mantenga
una calle al militar fascista que fundó la Legión. La inhibición de los
partidos que llegaron al poder con la transición, especialmente el PSOE, está
en la base de esta indefinición permanente que conduce a que, año tras año,
asistamos a la reivindicación de individuos implicados en el brutal golpe
militar del 36 y en la larga dictadura. Y siempre el mismo cuento: todos eran
benefactores. Yagüe, Queipo, Millán, Franco… ¿Los veremos en los altares? En
algún caso ya se adelantó el papa Clemente.
El esperpento se
completa con el bochornoso espectáculo montado hace unos días en el pleno del
distrito de La Latina, del que informó recientemente Juan Miguel Baquero en
este periódico, y de la actitud de la comisión designada por la alcaldesa
Carmena y presidida por Francisca Sauquillo Pérez del Arco, que por lo visto
escuchará atentamente todas las alegaciones. En este sentido contarán con la
experiencia de José Álvarez Junco, presidente de la comisión interministerial
que elaboró la "ley de memoria", quien consideró oportuno recibir a
Falange como una más de las entidades afectadas por las carencias impuestas por
la dictadura.
¿Realmente no
existen medios legales que permitan cambiar los nombres de las calles en
aplicación de la "ley de memoria" sin tener que soportar esta cadena
interminable de alardes por parte de grupos relacionados o simplemente
comprensivos con el golpe militar, la represión fascista y la dictadura?
El Ejército, la
Guardia Civil o la Policía son ya en buena parte muy distintas de lo que fueron
en épocas anteriores, pero ninguna de estas instituciones debe creer que su
pasado ya ha sido borrado. Sus objetivos ahora son diferentes, pero su
historia, por muchos archivos que hayan sido ocultados y destruidos, es
suficientemente conocida como para saber qué hicieron y a quién sirvieron. Lo expresó
muy bien Francisco Tomás y Valiente hace ya tiempo: "Nadie tiene
mentalidad de revancha, nadie tiene mentalidad de venganza, pero no nos
engañemos, nadie tiene mentalidad de olvido".