Arturo
Peinado Cano @apces
Presidente
de la Federación Estatal de Foros por la Memoria
7 de mayo de 2020
"Muerte de un torturador". Ese
debía haber sido el titular de todos los medios de comunicación. Pero casi
todos, incluyendo a los más progresistas, hablan hoy de la muerte del
"Expolicía" Antonio González Pacheco, alias «Billy El Niño».
Billy el Niño, el
torturador, fallece sin haber rendido cuentas ante la justicia ni ante sus
víctimas. De nuevo, triunfa el Modelo Español de Impunidad implantado en la modélica
Transición. Por muy significado que sea el caso de González Pacheco, no es más
que otro criminal que muere en la cama. Cientos, miles lo han hecho antes, sin
pagar tampoco la cuenta que tenían pendiente con sus víctimas, con toda la
sociedad, y con un mundo en el que se supone que se respetan los derechos
humanos. Claro, que siempre hay excepciones.
En los últimos años, hemos
visto cómo asociaciones memorialistas y fuerzas políticas exigían la retirada
de medallas bien remuneradas concedidas a González Pacheco, algo que no ha llevado
a cabo ningún gobierno en 45 años. Está bien, pero ¿es suficiente? ¿Eso acaba
con la impunidad de los crímenes o se hace mínimamente justicia? ¿Qué pasa con
los privilegios heredados por los deudos de los criminales muertos? ¿Se van a
retirar las prebendas en la pensión de su viuda, que seguro que es enormemente
superior a la de cualquiera de las víctimas?
En el lugar donde Billy el
Niño cometió buena parte de sus crímenes, el edificio de Correos de la Puerta
del Sol de Madrid,antigua Dirección General de Seguridad y actual sede del
gobierno de la Comunidad, no hay una placa de recuerdo a los cientos de estudiantes
y trabajadores y trabajadoras, torturados, apaleados, defenestrados. Los votos
del PP y Ciudadanos lo impidieron en una votación de la Asamblea regional, en
Mayo de 2016. Los políticos de derechas tienen muy claro esto de la memoria
histórica; otras y otros, no tanto. Hoy, Isabel Díaz Ayuso ocupa la sede de
Sol, que sigue sin placa de homenaje a los torturados por Billy (perdón por la
confianza).
Lo único que diferencia a
Billy el Niño del resto de ejecutores de la represión, de los legisladores que
la promulgaron, de los responsables políticos de la dictadura, es que González
Pacheco -que fue policía hasta 1982- ha muerto más tarde y ha podido ser
señalado por sus víctimas y por parte de la sociedad. Para la mayoría de ellos,
la ejemplar Transición fue una máquina de lavado de pasados siniestros, como se
lava el dinero negro de la corrupción, del tráfico de armas, drogas o mujeres.
A Billy el Niño le
incluirán entre los homenajeados por el Estado, ya que ha muerto a causa del
Covid19. Igual que su colega Melitón Manzanas recibe todo tipo de honores y
reconocimientos como víctima del terrorismo.
El 7 de septiembre de
2018, hicimos un escrache frente a la casa de Billy el Niño. Participamos
compañeras y compañeros del Foro por la Memoria de la Comunidad de Madrid, de La
Comuna, de la Plataforma contra la Impunidad del Franquismo, y del 15-M
Chamartín. Algunos de los asistentes habían sido torturados personalmente por
González Pacheco. Señalarle como torturador ante sus vecinos, su familia, todo
el barrio, fue un pequeño triunfo. Quizás conseguimos avergonzarle o sintió por
un momento un peso en la conciencia (si alguna vez la tuvo), aunque eso no
tiene la menor importancia.
Luchamos porque no mueran
más torturadores franquistas sin sentarse delante de un banquillo, acusados de
crímenes contra la humanidad. Para que mueran condenados penalmente,
socialmente señalados, y envueltos en la ignominia. Para que no quede ni una
sola víctima de la dictadura (viva o muerta) sin reparar. Para que este país y
esta sociedad paguen su deuda con los luchadores/as por la democracia y por la
libertad. Las víctimas de Billy el Niño, todas las víctimas, deben recibir el
máximo reconocimiento público y oficial, y los que viven tienen que salir a la
calle a cara descubierta, con la cabeza alta y con nuestro agradecimiento, que
siempre será insuficiente comparado con su sacrificio.
Pero hoy, es el momento de
festejar la muerte de un torturador.
Con palabras de Mario
Benedetti.
Obituario con hurras
Vamos
a festejarlo
vengan
todos
los
inocentes
los
damnificados los que gritan de noche
los
que sueñan de día
los
que sufren el cuerpo
los
que alojan fantasmas
los
que pisan descalzos
los
que blasfeman y arden
los
pobres congelados
los
que quieren a alguien
los
que nunca se olvidan
vamos
a festejarlo
vengan
todos
el
crápula se ha muerto
se
acabó el alma negra
el
ladrón
el
cochino
se
acabó para siempre
hurra
que
vengan todos
vamos
a festejarlo
a
no decir
la
muerte
siempre
lo borra todo
todo
lo purifica
cualquier
día
la
muerte
no
borra nada
quedan
siempre
las cicatrices
hurra
murió
el cretino
vamos
a festejarlo
a
no llorar de vicio
que
lloren sus iguales
y
se traguen sus lágrimas
se
acabó el monstruo prócer
se
acabó para siempre
vamos
a festejarlo
a
no ponernos tibios
a
no creer que éste
es
un muerto cualquiera
vamos
a festejarlo
a
no volvernos flojos
a
no olvidar que éste
es
un muerto de mierda.