Javier
Gallego. El Diario, 27/11/2017
La invasión de los
ultracuerpos
No
puede sorprendernos que haya extrema derecha en la policía porque también la
hay en la justicia, la gran empresa, el ejército, la prensa, la radio y la
televisión mayoritarias, las tertulias de máxima audiencia, la élite política,
las cloacas del Estado y, por supuesto, el gobierno.
Después
de la manada sexual, otro grupo de whatsapp nos ha descubierto a una manada de
policías municipales de Madrid que, en un chat de trabajo, desean la muerte
violenta de políticos y periodistas de izquierdas, fantasean con asesinar a
inmigrantes y alaban a Hitler. El agente que puso los hechos en conocimiento de
un juez y gracias al cual eldiario.es tuvo acceso a estas conversaciones, ha
tenido que solicitar escolta y darse de baja ante los insultos y amenazas de
sus compañeros.
Sin
embargo, la mayoría de sindicatos policiales no han salido en su defensa por el
acoso sufrido, ni mucho menos han alabado su valentía por enfrentarse y
denunciar a los fascistas. Al contrario, han apoyado casi con unanimidad a los
violentos. Se escandalizan más con la revelación de las conversaciones que con
su contenido. Obvian que pertenecen a un foro laboral compartido por más de un
centenar de agentes. Está plenamente justificada su publicación. En una
democracia, no son tolerables esas actitudes en quienes portan armas y tienen
el monopolio de la violencia.
Como
en cualquier mafia, se protegen entre sí frente a quien delata. Lo que se deduce
de ello es que no sólo tenemos a unos cuantos fachos sueltos en el cuerpo sino
que hay una invasión de los ultracuerpos en la policía. Si no es cierto, no sé
a qué espera el resto de municipales a salir a desmentirlo, a reprobar a los
mafiosos y solidarizarse con su compañero perseguido. Por ahora se comportan
como manada: mientras los lobos aúllan y salen de cacería, el rebaño calla.
No
es extraño. Vivimos en un país en el que se autorizan homenajes al franquismo
junto a fosas del genocidio y no se invierte un euro en la exhumación de
víctimas pero hay una fundación Francisco Franco que se beneficia de exenciones
fiscales. Todavía hay símbolos franquistas y manifestaciones xenófobas en las
calles. Aquí se encarcela antes a activistas pacíficos que a fascistas
violentos y se llama a declarar antes a un tuitero o un titiritero que a un
neonazi. Aquí se expulsa ilegalmente a inmigrantes, se les recibe con
cuchillas, se les dispara cuando están en el agua y se condecora a quien da la
orden de hacerlo…
En
un país así, no puede sorprendernos que haya extrema derecha en la policía
porque también la hay en la justicia, la gran empresa, el ejército, la prensa,
la radio y la televisión mayoritarias, las tertulias de máxima audiencia, la
élite política, las cloacas del Estado y, por supuesto, el gobierno. La crisis
catalana ha sido sólo la excusa que necesitaba la manada ultra para salir de su
madriguera. Pero nunca se ha ido. A España le huele el sobaco a franquismo.