miércoles, 17 de abril de 2013

martes, 16 de abril de 2013

"No serás rey, Felipe", por Juan Carlos Monedero


JUAN CARLOS MONEDERO

Público, 14/04/2013


El loco, decía Lacán, no es el desequilibrado mental que se cree rey, sino el rey que se cree rey. Ser rey en 2013 es como usar un calcetín para no preñar, creer que la luz eléctrica la enciende el diablo o darse con un látigo de cinco puntas en la espalda para que los pecados se blanqueen. Por eso las coronaciones o los matrimonios reales necesitan ser tan efectistas: tienen que compensar con oropel y maneras antiguas lo increíble del asunto. ¿Te acuerdas, Felipe, de tu boda y todo aquel gasto descomunal? Los reyes, además, tienen que llenar de brumas su pasado, para que no aparezca un puñal, un veneno, una traición, un matrimonio de conveniencia, un soborno, una matazón de campesinos. ¿Quién fue el primero de la saga? Reyes, dinastías, príncipes herederos, argumentos legitimistas... Pudo ser o no. Los borbones son un accidente. Viendo la historia, un desafortunado accidente. No es que los Habsburgo, vulgo Austrias, fueran mejores. Ni mucho menos. Pero los de la flor de lis, quizá por la cercanía, vienen frenando lo inteligente en la historia reciente desde, cuando menos, la Revolución Francesa. De Fernando VII, ni hablamos.

No queremos que seas rey, Felipe. Ya no son tiempos. Tu bisabuelo entendió que este pueblo ya no lo quería. Se marchó. Si se hubiera quedado, lo hubieran encarcelado. Pese a los intentos de la derecha de exonerarle de toda culpa. Tu padre, tú mismo, soy millonarios gracias al dinero heredado. (Lo de tu hermana se está discutiendo en sede judicial). Por decirlo amable. No heredáis solamente el derecho de convertirnos en súbditos. Siempre heredáis mucho dinero. Y luego lo sabéis mover muy bien. Por decirlo amable. Los republicanos somos amables. Sabemos que el futuro, de no mediar un apocalipsis nuclear, será republicano. Si hay catástrofe, habrá reyes. Otra razón para no quereros reinando. Nos da mal fario.

A tu padre lo nombró un dictador. Franco. A ti te nombró tu padre. Juan Carlos de Borbón. Siguiendo vuestras normas, le correspondía, por edad, a tu hermana Elena. No la dejasteis. Luego os molesta que el pueblo haga diferencias entre las personas listas y las personas tontas. Aunque viendo el comportamiento de la lista, más nos valdría que no lo fuera tanto. No hay momento en el que hayáis reinado en el que la inteligencia no os haya repudiado. Tantos siglos y no habéis dejado ni siquiera un buen libro escrito por alguno de vosotros, una sinfonía, un cuadro, una patente. A ti te pusieron en una ocasión a presentar una serie sobre la naturaleza. Tu padre ya se había bajado a unos cuantos elefantes, osos y demás animales con ojos lo suficientemente grandes como para estremecerte cuando les disparas. Bien lo sabías, pero te pusiste a darnos lecciones de respeto a la naturaleza. Siempre nos dais lecciones de lo que no hacéis. Como cuando tu padre nos habla el 24 de diciembre de la familia cristiana. De Corina, ni hablamos.

Como la iglesia, decís una cosa y hacéis otra. Hasta ecologista te han presentado. ¿Cuánta gente de la familia real está vinculada a consejos de administración de empresas altamente contaminantes? No podemos quereros. Es la voluntad de un pueblo. Necesitamos la República. La República en España es algo más que una forma de gobierno. Siempre lo hemos vinculado a un cambio de régimen lleno de simbolismo emancipador. En la historia de nuestro país, en ese mito de las dos Españas, invariablemente habéis estado en la misma. Una pequeñita donde siempre estaban también el grueso de los militares y los sacerdotes gruesos (es decir, todos), financiados por banqueros y por Santas Alianzas internacionales. También, claro, por ese pueblo abducido para vuestra causa por tener el verdugo en sus cabezas. Claro que al final hay gente de vuestro lado. Nos habéis llevado a misa a ostias y a hostias. También haciéndonos creer que los ricos también lloran o que podemos vivir vicariamente a través de vuestros palacios y vuestras fiestas. Hace más daño Salsa Rosa, el Hola y el confesionario que el Mein Kampf.

No serás rey, Felipe. Cuando estudiaste en Canadá, te dieron el premio al mejor compañero. Podrían haberte dado el de física, el de matemáticas, el de historia o el de redacción. Pero tuviste que venirte con el de mejor compañero. No haberlo recibido. Nos gustaría que fuera os celebraran por inteligentes o por solidarios, no por vuestro glamour aristocrático. Sabemos que después de los asesinatos de Al Qaeda en Atocha -qué lástima, tu padre podía haber salido a decir que no había sido ETA, pero se quedó callado, dando por buena la mentira del gobierno de Aznar y del candidato, entonces, Rajoy-, digo, después de aquella barbarie, anulaste tu luna de miel. Pero no fue verdad. Nos enteramos después de que te habías ido, en secreto, de viaje. En un avión sólo para vosotros, tus amigos -donde no hay noticia de que haya ningún trabajador-, al Caribe. Nos enteramos porque hubo un incidente en un aeropuerto en Estados Unidos. Dijiste que anulabas el viaje en solidaridad con el dolor que teníamos por los casi 200 muertos. Pero no te dolía, porque te fuiste a la playa a celebrar. Como Ana Botella con las muchachas muertas en el Madrid Arena, de las que informaba entre viaje y viaje a un balneario en Portugal. Sois la misma España. Una que no queremos. Una que necesitamos superar.

Fuiste hace poco a Caracas, a las exequias de Chávez. Escuché que te abucheaban. Te fuiste pronto. Ni siquiera te quedaste a la toma de posesión del Presidente electo, Nicolás Maduro. No tenías tampoco nada que charlar con Evo Morales, con Rafael Correa, con Cristina Fernández, con Mel Zelaya o Fernando Lugo. Esa gente ya no está en esa lógica de las Cumbres que se inventó Felipe González para hacer negocios con sus amigos. Vaya vaya con la "madre patria".

Es cierto que nunca pedisteis disculpas por el "por qué no te callas", ese tuteo autoritario de tu padre contra un Presidente electo. Nunca se contó bien esa historia. En aquella Cumbre, Aznar, nada más bajarse del avión, insultó, al pie de la escalera, a Chávez -qué gran Presidente fue Aznar, el corresponsable de la masacre de Irak-. Después de escuchar las declaraciones de Aznar, Chávez, enfadado, recordó la participación de nuestro gobierno en el golpe de Estado en Venezuela en abril de 2002. En el cierre, Zapatero, sin corresponderle la palabra, intervino, de nuevo para defender a Aznar y reprender al Presidente venezolano. Ahí es donde Chávez protestó. Y ahí es donde tu padre, quizá con una digestión pesada, saltó con esas maneras tan borbónicas. Ya ni siquiera ayudáis a una buena relación con América Latina. Por esto, tampoco puedes ser rey, Felipe.No serás rey, Felipe.

Tenemos que crecer como ciudadanos. Asumir las consecuencias de nuestros propios actos. Necesitamos solventar nuestra relación entre los diferentes pueblos de España. Con un rey es imposible ese diálogo. Tenemos que sentarnos en igualdad de condiciones.Y necesitamos discutir también nuestra relación con esa iglesia que se mete en nuestras escuelas, en nuestras camas, en nuestras universidades y en nuestros laboratorios. Con un rey católico, apostólico y romano no es posible. Necesitamos frenar el papel de los lobbies, las intermediaciones empresariales, los patrocinios interesados que invitan a tantas oscuridades. Con reyes ricos y lobistas eso no es posible.. Sois un mal ejemplo para otro tipo de emprendedores. ¿Cuantos yates y vacaciones os han financiado empresarios con intereses confesados e inconfesables?

Tenemos que tomar las riendas de nuestro futuro en nuestras manos. En la crisis actual del modelo, una crisis que es integral, ninguna solución pasa por tutela alguna. Para eso necesitamos ser ciudadanos plenos. Con un rey, no es posible. El pueblo necesita decidir quién tiene que representar nuestra aventura común como sociedad y cómo articulamos nuestras relaciones. Asumir esa responsabilidad. Crecer. Seguramente tú, Felipe, vas a priorizar el mantenimiento de tu puesto de trabajo. Es tu principal interés. Te educaron para eso. Tu interés por un lado, el nuestro por otro. A ti te hacemos siempre falta nosotros. A nosotros no nos haces falta tú. Y porque nosotros somos el pueblo, no vas a ser rey, Felipe. Pero tranquilo: no depende de ti. Sabemos que esa tarea es exclusivamente nuestra. Estamos en ello.

http://www.publico.es/453652/no-seras-rey-felipe

"A la caza del sindicalista", por Román Orozco


ROMÁN OROZCO, 10 ABR 2013
El País,

¿Qué ha pasado para que los héroes del sindicalismo se conviertan de nuevo en objetivo a batir por la derecha más reaccionaria?


A la 1.10 del 30 de noviembre de 1975 se abrió la puerta de la prisión más famosa de España: Carabanchel. Un pequeño grupo de personas, con Marcelino Camacho al frente, recuperaban la libertad.

Atrás dejaban tres años de prisión. Habían sido condenados en el famoso proceso 1.001 por fundar Comisiones Obreras. Hacía 10 días que el dictador había muerto. El recién ascendido al trono, Juan Carlos I, lo celebró con un indulto parcial.

Esa mañana, unos 400 madrileños se presentaron en la casa de Camacho. Le obligaron a bajar a la calle, donde fue homenajeado al grito de ¡Marcelino, Marcelino!

Casi cuatro décadas después, los líderes de los sindicatos de clase, CC OO y UGT, se ven acosados por los herederos políticos de quienes enviaron a prisión a Camacho y sus compañeros del 1.001. Se ha abierto la veda contra el sindicalista.

¿Qué ha pasado en esos 37 años para que aquellos héroes del sindicalismo se conviertan de nuevo en el objetivo a batir por la derecha más reaccionaria?

La respuesta comenzó a fraguarse hace décadas. Casualmente, estos días ha fallecido una de las personas que con mayor dureza combatió a los sindicatos, Margaret Thatcher.

Si los comunistas eran su enemigo exterior, los sindicalistas eran “el enemigo interior, mucho más difícil de combatir y más peligroso para libertad”, dijo la exprimera ministra británica. Por cierto: ¡Qué sarcasmo considerar a los sindicalistas más peligrosos para la libertad que su buen amigo el dictador Pinochet!

En España, a mediados de los noventa el rechazo al sindicalismo se instaló entre la derecha política y mediática. Hoy, han encontrado un filón en el repugnante caso de los ERE.

La juez Mercedes Alaya acusa, por el momento sin pruebas, a los sindicatos UGT y CC OO de haber cobrado hasta 6,5 millones de euros en comisiones ilegales. La justicia dictaminará en su día si han participado en el botín de los ERE. Pero, de momento, la derecha rabiosa ha iniciado la cacería final del sindicalista. “Una guerra despiadada”, en palabras del presidente Griñán.

Los dirigentes Manuel Pastrana (UGT) y Francisco Carbonero (CC OO) han rechazado que sus organizaciones hayan violado la ley. Y como nadie está libre de tener un garbanzo negro en su puchero, Pastrana advierte: “Si alguien ha metido la mano, que se le juzgue y se le castigue”.

La corrupción no perdona. Ni al rey, cuya hija acaba de ser imputada, ni a los sindicatos. Ni a los dirigentes políticos, ni a los empresarios.

Pero la derecha perdona más a unos que a otros: cinismo político. Cuando el expresidente de la patronal Díaz Ferrán fue enviado a la cárcel, no se extendió la acusación de corrupción a la cúpula empresarial. Mientras Bárcenas, “ese señor que ya no trabaja en el PP”, aunque hasta el 31 de enero estuviera en la nómina —¡22.400 euros al mes!— del partido, Juan Lanzas es “el sindicalista” que movía los ERE, aunque abandonara la UGT hace 11 años.

¡Para qué seguir! El objetivo está claro: Rajoy entregó todo el poder al empresario con su reforma laboral y la PPPP (Prensa Palmera del PP) intenta arrojar el sindicalismo al basurero de la historia.

Pero esa guerra no pueden ganarla. No deben ganarla. Ahora que tanto elogian la figura del Rey y lo que hizo en la Transición, para tapar los garbanzos negros de su familia, es preciso recordar que otros muchos colaboraron en la recuperación de las libertades. Por ejemplo, aquellos sindicalistas que salieron de Carabanchel hace 37 años, y miles de militantes de la centenaria UGT que formaron parte de la vanguardia en la lucha antifranquista.

¿Qué ahora tienen un garbanzo negro? El que esté libre de garbanzos negros, que tire la primera piedra. Lo que desde luego no significa que no deba ser apartado, juzgado y condenado.

@JRomanOrozco
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/04/10/andalucia/1365614215_117527.html

"UPyD: el extremocentro", por Barbijaputa



El Diario, 21/02/2013

eniendo en cuenta que unas elecciones anticipadas no son ya una idea descabellada y que tanto PP como PSOE se están cargando ellos solos el bipartidismo (y con él, el gustazo del voto castigo; con lo que hemos disfrutado todos siempre yendo el domingo de elecciones a echar enfadadísimos la papeleta roja cuando gobernaban los de azul y la azul cuando gobernaban los de rojo), quizás sea el momento de ir tanteando el terreno y viendo qué alternativas tenemos los españoles. No es prisa, es que luego nos pasa lo de siempre, que no nos ha dado tiempo a leer programas electorales, ni escuchado más de minuto y medio del discurso de ningún político, ni seguido la trayectoria de ningún partido porque para qué, si son todos iguales.

Pero sobre todo, tenemos que ir ensayando desde ya y muy en serio lo de no votar a partidos que ya nos hayan robado, que esto no es tan fácil como parece, a los hechos me remito.

Un ejemplo de alternativa a lo de siempre es uno de los partidos que han crecido en intención de voto debido a la debacle del bipartidismo, UPyD, que son las siglas de Unión, Progreso y Democracia (y no Unión, Progreso y Demagogia, como mucha gente cree erróneamente). Creo que UPyD es un partido capaz de ganar unas elecciones en España llegado el momento. En otro país no, pero en España, perfectamente. Si el Partido Popular ganó unas elecciones sin programa electoral, imaginad de lo que sería capaz UPyD, que ni siquiera tiene posicionamiento político. Porque UPyD no es ni de izquierdas ni de derechas, UPyD es lo que tú quieras que sea, lo que tú necesites.

Sólo en tres aspectos son claros e inamovibles... aspectos, a su vez, fundamentales para que este país salga adelante, a saber: ETA debe desaparecer, Cataluña NO se puede independizar y los coches oficiales son ETA, ergo deben desaparecer.

Para todo lo demás, son capaces de tocar tanto los extremos que ponen de acuerdo a partidos antagónicos. Y están muy orgullosos de hacerlo, porque eso es bueno. Vosotros a lo mejor no lo véis así a simple vista, pero sí, al parecer es buena señal.

¿No es genial y muy de unión, de progreso y de democracia el término SortuETA? Yo creo que sí.

Rosa Díez, la dirigente del autodenominado Partido Magenta (Rosa=magenta, qué ocurrencia más salá, no veía una genialidad tan ególatra desde que Jesús Gil fundó un partido y lo llamó GIL), ya dejó claro en una entrevista para Salvados cuál era, básicamente, su estrategia.

A Rosa se la "refanfinfla". Ella es así, diáfana. Además se siente más cómoda jugando "de centroizquierda, pero bueno, a veces se va uno un poquito para la derecha y puede que cuele el gol. ¿Qué es lo importante? Meter gol". Me gusta esta frase porque en el hipotético caso de que gobernara algún día, nadie podría reprocharle que tomara ningún tipo de medida, ya te está diciendo que hará lo que sea para marcar gol. La pregunta que Évole no le hace es: Rosa, cuéntenos, ¿qué es para usted meter gol?

Es imposible calcular el número de votos que alcanzaría un partido como UPyD (en unas hipotéticas elecciones anticipadas) de ciudadanos que huyen de PP o PSOE y que a su vez evitan a toda costa a IU porque temen que, si llegan a gobernar, se instaure el comunismo y vengan con antorchas a quitarles sus propiedades. No hay forma de calcular cuántos votantes de estos tendrían, pero estaremos de acuerdo en que no serán pocos. Y esto, sin duda, es un golazo que le mete al país por toda la escuadra.

A Rosa le consta. También a su equipo, formado entre otros por Toni Cantó o Carlos Gorriarán. Soy muy fan de estos dos últimos y seguidora de ambos en Tuiter. Bueno, de Gorriarán ya no porque me bloqueó, seguro que por error, porque yo jamás me he dirigido a él... y ya nos quedó claro que los políticos jamás te bloquean así por las buenas en Tuiter. Los políticos, también los de UPyD, representan no sólo a ciudadanos sino también ideas, y parte de su trabajo consiste en entablar debate:
También Toni Cantó se explica genial y tiene una credibilidad envidiable. Este vídeo de la semana pasada en el Congreso, por ejemplo, muestra de principio a fin a Cantó luciendo sus dotes artísticas, defendiendo las corridas de toros al más puro estilo UPyD: sí pero no. En UPyD a lo mejor un programa claro no tienen, pero ganas de agradar al mayor número de personas posible, sí. Y muchas.

Esta intervención en concreto, a lo mejor, a Cantó se le fue de las manos porque acabó diciendo que los animales, al no tener obligaciones, no tenían derechos y por tanto no tenían derecho a la vida. Y además, como colofón, citó a Fernando Savater. Citar a una celebridad lo que tiene es que te da automáticamente la razón. Todo el mundo sabe que "si una gilipollez está entrecomillada se convierte en un axioma".

Grande el momento en que compara el matar animales para la diversión de unos cuantos a los animales que mueren en mataderos para crear alimento.

Realmente la gente no supo entender lo que Toni Cantó quería decir. Él no quería enfadar a nadie, la política de UPyD, de hecho, es completamente la contraria: no hacer enfadar a las masas bajo ningún concepto, por eso la estratagema del "sí pero no", la del "estamos a favor de esto, pero en este apartado votaremos en contra" o la del "Rotundamente quizás".

Yo lo veo brillante. UPyD son el gato de Schrödinger de la política española. Realmente el no posicionarse nunca ni de un lado de ni de otro y marear la perdiz, puede conseguir los votos de la gente que ya no sabe en qué creer ni a quién votar, que cada vez somos más.

Lo único que falla en su estrategia, de no querer parecer lo que son, son sus simpatizantes y partidarios, que les estropean la fachada.

Como aquel fatídico día en que la Falange Auténtica ofreció a Rosa Díez un puesto en sus filas.

O cuando Libertad Digital los defiende. Qué despróposito.

O cuando Ynestrillas confesó apoyar a UPyD porque es lo más parecido al falangismo.

O aún mejor, cuando Jiménez Losantos pidió el voto para UPyD.

Debe ser una putada seguir una estrategia tan complicada para conseguir que no te tachen ni de un bando ni de otro, para que vengan a joderte con su apoyo los que han entendido la jugada, pero no el hecho de que con dicho apoyo joden por completo la maniobra.

Tan listos para unas cosas... y tan espesos para otras.

http://www.eldiario.es/zonacritica/UPyD-barbijaputa_6_102949724.html

martes, 2 de abril de 2013

"El legado de Chávez: reflexión mirando a la izquierda española", por Juan Carlos Monedero



Juan Carlos Monedero. Público.es. 2 de abril de 2013

Chávez: un espejo para la decadencia de Europa
Un mes antes de la muerte del Presidente Chávez, la oposición peleaba por ver quién iba a ser el candidato que contendiera contra Nicolás Maduro, el Vicepresidente en quien Chávez había depositado su confianza política. Para esa oposición, Maduro no pasaba de ser un “autobusero”, un despreciable trabajador a quien no iban a permitir acceder al Palacio de Miraflores. Los millones de venezolanos que asistieron a la capilla ardiente cambiaron las tornas del debate. La discusión pasó a protagonizarla una vergonzante huida: todos, en esa oposición que se las prometía felices con Chávez enfermo, leyeron ese masivo apoyo de un pueblo en la calle a su desaparecido comandante como la garantía de una sonora derrota anunciada. Maduro iba a ganar aún más votos que su mentor.
Sólo “in extremis”, Capriles aceptó volver a presentarse, aunque dejando una puerta abierta para retirarse si las encuestas del último momento confirmaban un nuevo revolcón. Como algunos medios recogieron, Chávez, como un Mío Cid caribeño, ganaba una nueva batalla ahora en ausencia. Uno de los lemas de la oposición en la campaña de octubre en la que Capriles perdió por 11 puntos (“El autobús del progreso”), dejaba paso a un irónico comentario del pueblo de rojo: “Ellos tendrán el autobús, pero el conductor es nuestro”. Como planteó el profesor Iglesias, si Chávez vivo era peligros, muerto era invencible.
En un mundo saturado audiovisualmente, no es sencillo explicar por qué la figura de Hugo Chávez logró abrirse un hueco y generar tanta discusión fuera de Venezuela. Es indudable que el país caribeño, antes conocido solamente por las “misses”, las telenovelas y el “está-barato-dame-dos” de los funcionarios de la petrolera que viajaban por el mundo con aires de nuevo rico, pasó a ser conocido por otro tipo de asuntos sobre los que, sólo con esfuerzo, la izquierda podía abstenerse. Mientras Europa abrazaba con vergüenza la Tercera Vía, Venezuela se atrevía a resucitar el socialismo; mientras Europa se sometía sumisamente al doble mandato de Alemania y de los EEUU, Venezuela elevaba el tono del discurso antiimperialista y le decía al Bush de la guerra de Irak que iba dejando un pestilente olor a azufre allí donde se paraba; mientras Europa veía declinar su papel en el mundo, una América Latina cada vez más integrada dejaba de ser ese patio trasero que la condenó a la soledad durante doscientos años; mientras Europa veía languidecer su democracia, y sus políticos se convertían en un problema para la población, Venezuela confiaba en su pueblo para hacer una nueva Constitución, crear estructuras participativas e, incluso, inventar una nueva forma de Estado (el Estado comunal) para ir superando los cuellos de botella de las caducas formas políticas estatales liberales. Mientras Europa se resignaba a votar entre dos opciones políticas cuasi idénticas, cada elección en Venezuela tenía la confrontación que expresa la pugna entre modelos realmente diferentes. Mientras Europa caía bajo el abrazo neoliberal como si de un faktum divino se tratara, Venezuela convencía a América Latina en el Mar del Plata para acabar con el tratado de libre comercio (ALCA) y comenzar una reinvención postneoliberal y nacional-popular de sus países. Chávez, además, predicaba con el ejemplo. La Europa que hoy clama a Alemania por su favor está bien lejos de la Venezuela que no dudó en ayudar a los países latinoamericanos con problemas (Argentina, Bolivia, Ecuador, Cuba, Nicaragua, el Caribe de habla inglesa). América Latina, hoy, crece. Europa se hunde. Merkel no es Chávez.
Noticia de unos medios todavía libres de toda sospecha
Sólo con la desaparición física de Chávez, parecen haberse volado algunos velos acerca de su persona y de los logros alcanzados durante la última década. La Puerta del Sol de Madrid llena de gente dándole su adiós es una imagen difícil de pensar hace tan sólo 5 años. Igualmente es difícil encontrar una figura pública más insultada, tergiversada y estigmatizada en la historia reciente. Si hubiera que escoger un asunto en el cual los medios de comunicación demostraron por excelencia su condición mercenaria, Chávez sería el ejemplo perfecto. Así fue cuando los medios celebraron el golpe que le dio la patronal en 2002 (y que impidió su pueblo saliendo a la calle a rescatarlo). También cuando se descontextualizaban sus intervenciones para hacerle parecer un excéntrico, o cuando se ninguneaban sus éxitos sociales o políticos (como lograr reunir a todos los Presidentes y Jefes de Estado latinoamericanos en la CELAC o reducir a la mitad la pobreza o alfabetizar a su pueblo). No menos relevante cuando se presentó la impertinencia de un rey en plena digestión postalmuerzo (tuteando al Presidente de otro país a la borbónica manera y mandándole callar con maneras propias de su formación en el entorno directo del dictador Franco) como una hazaña bélica heroica. Sin olvidar el diario que escribió el más exitoso manual de estilo de los periodistas llevando a portada un falso Chávez entubado, o la decena de veces que el diario monárquico por excelencia mató a Chávez, lo enterró en La Habana o anunció la guerra civil que estaba al caer cada semana y a la que todavía, en esos salones, se la espera cierto es que sin mucha prisa.
La lectura socialdemócrata de Chávez
La Venezuela bolivariano no interesó inicialmente a la izquierda española. Principalmente porque no la entendió. El alzamiento de Chávez en 1992 contra Carlos Andrés Pérez fue interpretado en España desde el prisma de un PSOE que había recibido ayuda del corrupto Presidente venezolano (terminaría huido tras ser juzgado en el gobierno de Caldera). Felipe González, que ya estaba preparando su futuro como agente económico de las grandes fortunas latinoamericanas, presentó a Chávez como un “carapintada” y a CAP como una víctima del tradicional golpismo militar latinoamericano. Aunque -esta era la verdad- su amigo de la Internacional Socialista mandara al ejército disparar contra el pueblo que bajó de los cerros en 1989 en protesta por un ajuste del FMI parecido a los que ahora sufrimos en el Sur de Europa. Además, la mirada española sobre América Latina, incluida la de la izquierda, siempre ha tenido ese sesgo eurocéntrico de quien se ha creído país central y piensa que los países del sur no pasan de repúblicas bananeras. Las que nos recibieron con los brazos abiertos cuando la democracia perdió la guerra civil en 1939. Una forma poco sutil de intentar ocultar nuestra condición, en verdad, de reino bananero.
Chávez comienza cuando la historia se termina
Chávez gana las elecciones de 1998. Las ganas de cambio eran grandes, pero la desconfianza también. Chávez sacó un enorme margen al candidato de la derecha pero la abstención superó el 50%. Al salir de la cárcel por el levantamiento de 1992 –cumplió dos años de prisión que, unido a un famoso “por ahora”,  lo convirtieron en el referente del cambio- convenció a la izquierda venezolana de que la salida era electoral (había una fuerte inclinación todavía hacia la lucha armada).
La transición paradigmática propia de la época también afectó a la Venezuela que encuentra Chávez. Es el momento de la desaparición de la URSS, del fracaso de la lucha armada en casi todo el mundo, de la hegemonía neoliberal, del fin de la historia, de la entrega de la socialdemocracia a los brazos del neoliberalismo bajo la fórmula de la tercera vía, de la crisis del mundo del trabajo y de la constatación de la crisis ecológica. Sin modelo a imitar y sin hoja de ruta clara, Chávez, a diferencia de Lenin, no va conducir su proceso de cambio sobre los hombres de un teórico. Bolívar -un libertador-, Zamora -un campesino a caballo- y Simón Rodríguez -un pensador comprometido con la transformación social- son las referencias intelectuales de un proceso que, desde el primer momento, va a ir perfilándose más por sus enemigos que por sus teóricos.
El chavismo: un pensamiento nacido de la práctica
Lo que se define como “chavismo” tiene como fondo la identidad nacional-popular leída en Bolívar, el compromiso con los de abajo que define Ezequiel Zamora, el experimentalismo de Rodríguez (“Inventamos o erramos”) y el internacionalismo de Miranda, todo bajo el aire de familia de la emancipación propia de la izquierda clásica. Pero estas lecturas siempre fueron confrontadas con hechos concretos que fueron marcando el pensamiento de Chávez. Del levantamiento de 1992 (y de su fracaso), Chávez sacaría la necesidad de una nueva forma de partido diferente a los que combatía (AD y COPEI). Igualmente viene de ahí la necesidad de cambiar las estructuras políticas, convocando para ello a un nuevo constitucionalismo (superador del constitucionalismo neoliberal de las últimas décadas). De la confrontación electoral de 1998 vendría la necesidad de nuevas leyes que cambiaran la composición económica de clase del país. El golpe de Estado de 2002 terminó de alentar acerca del imperialismo y de la necesidad de armar alianzas que impidieran agresiones auspiciadas por los EEUU (y en aquél caso, por la España de Aznar). La constatación de que con el aparato del Estado heredado era imposible pagar la deuda social trajo consigo la creación de las misiones, unas políticas públicas participadas popularmente. Un proceso de cambio radical que se postula pacífico (aunque armado, como exigencia debida al comportamiento secular de EEUU en la región) necesita un pueblo con consciencia. De ahí viene el enorme gasto social en educación, en la construcción de escuelas y universidades, en libros y en informática.
En 2005, Chávez entendió que el dibujo de todos los problemas anteriores se llamaba capitalismo. Y ahí perfiló su propuesta, que no fue el “chavismo” sino el “socialismo”, trascendiendo a su persona y evitando, en un gesto de enorme generosidad, que, como ocurriera con el peronismo, hubiera seguidores de todos los colores: aunque hubieran podido existir chavistas de derechas, no puede haber socialistas de derechas. Esta condición vivencial del “chavismo”, es decir, el no depender de ninguna teoría o de la interpretación de la misma, es también un elemento que refuerza el mantenimiento del proceso aún en ausencia del líder.
Chávez: mito, realidad e identidad de Nuestramérica
Es evidente que Chávez siempre ha sido mito. En un país roto por las medidas de ajuste (multipliquen los tres años de crisis que lleva España y Portugal por seis y sabrán el estado de Venezuela cuando Chávez llegó al poder), el pueblo sólo estaba dispuesto a creer en alguien que pudiera prometer y, por alguna cualidad extraordinaria (por ejemplo, haber participado en un levantamiento y haber asumido toda la responsabilidad), cumplir. Si la España actual presenta a los políticos como el principal problema del país, ¿no es entonces normal que los líderes alternativos salgan de la necesidad de superar esa política? Eso explica la mala prensa de Chávez ante los políticos tradicionales (Chávez representa la promesa de que tendrán pronto que buscar trabajo), pero no explica por qué el pueblo cansado de las mentiras ha comprado las que hacen referencia a Chávez.
La racionalidad, tan europea, es una reflexión sobre la muerte, sobre la tragedia de nuestra finitud, sobre el devenir del ser hacia la desaparición. La racionalidad no suele convocar políticamente (recordemos el fracaso del patriotismo constitucional que quiso popularizar Habermas) porque morir por adelantado no convoca. El mito, por el contrario, invita a superar la muerte, incorpora los superpoderes de la trascendencia, niega el final de la vida y abre todos los horizontes. El mito es el combustible por excelencia de la esperanza, especialmente para los que habían perdido toda esperanza. Europa sigue sin entender a la América mestiza, golpeada por el saqueo de dos continentes -el indio y el negro-, construida sobre la cercanía del hermano y el amigo y no sobre la condición abstracta e impersonal del funcionario. Una América barroca y mágica, turbulenta, apasionada, excesiva, traviesa y sensual, que vive al día –sin futuro- porque se le despojó de la posibilidad de la previsión social. Europa no entiende la otredad del continente y, por eso, siempre lo ha despreciado con la autosuficiencia del que siempre ha puesto nombres y no se ha dado cuenta de que también ha sido nombrado (ahí están, en nuestro país, los “hispanistas”, junto a los problemas de España para encontrar su propio nombre).
Chávez, poeta popular (de joven ejerció de rapsoda en los llanos, una suerte de versolari en el campo venezolano), puso nombre a muchas cosas. Por ejemplo, cambió el nombre a Venezuela y pasó a denominarla República Bolivariana de Venezuela (Nada muy distinto hizo la república española cambiando la condición de reino del país en 1931). Nominó el ALBA, la CELAC, la UNASUR. También a Mr. Danger o al azufre de la tribuna de Naciones Unidas. Construyó igualmente una identidad incluyente para un pueblo que había renunciado a la identidad del país para abrazar una identidad local propia de las nuevas comunidades (producto del desarrollismo petrolero de los sesenta). Los barrios pobres que rodean Caracas armaron una práctica política y social parecida a la de los movimientos chabolistas de España en las postrimerías del franquismo. La diferencia está en que en la transición española, esos movimientos fueron incorporados a los ayuntamientos democráticos, olvidando su lógica comunitaria y su identidad barrial, asumiendo finalmente la lógica vertical y autoritaria del Estado posfranquista. En la Venezuela de Chávez, esos barrios no perderían su identidad local, sino que influyeron en la propuesta de Estado comunal que está definiéndose  en el país.
Así, la participación propia de los barrios se configuró en la reconstrucción de la política chavista frente a la representación propia de la política institucional. La formación popular –el saber nacido de la vida comunitaria- se confrontó con la universidad elitista que, de tanto creerse “superiores”, se alejaron del pueblo y vivieron, como los falsos sabios de Swift, en las nubes. La propiedad social se defendió frente a la propiedad privada e, incluso, frente a la propiedad estatal. Por último, el control social, en forma de “contraloría social”, se haría valer frente a las formas tradicionales de delegación política. En definitiva, fueron las organizaciones comunitarias las que emplazaron al Estado para que la identidad de la nueva Venezuela coincidiera con la identidad de los barrios: la lucha por la desigualdad, la apelación a la patria grande de Bolívar y el socialismo, cementos de ese encuentro que crece de abajo a arriba. ¿Puede entender la izquierda española que lo que desprecia como “populismo” es, en verdad, la posibilidad de reinventar la política entre un momento destituyente que no termina de triunfar y un momento constituyente que no termina de llegar?
El legado de Chávez y los retos de Nicolás Maduro: la reinvención de la izquierda en América latina

¿Qué pasó para que la democratización iniciada en Venezuela y propagada por el resto de América Latina no fracasara? ¿Qué elementos actuaron para que la suerte del continente y de los líderes alternativos no se repitiera? ¿Por qué en esta ocasión ganaron los indios?
Es indudable que el azar tiene su parte en esta historia. Porque es una historia impulsada por una persona capaz de poner detrás de él a todo un pueblo. Si algo le hubiera ocurrido a Chávez en algún momento de estos 14 años, la historia se habría escrito de otra manera. Mientras España sigue anhelando convertir en política el extraordinario impulso del 15M, Venezuela se rearmó políticamente con un referente claro. En el proceso venezolano se dieron los tres elementos lógicos que señala Maquiavelo para el cambio social: condiciones objetivas, liderazgo y consciencia popular de la necesidad del cambio. Las condiciones objetivas estaban maduras hacía tiempo. La consciencia popular era un malestar prepolítico. El líder Chávez referenció al país y terminó de politizar al pueblo para que adquiriera la conciencia necesaria.
Pero al lado de lo azaroso y de la figura del líder, hay otros elementos ausentes en otros momentos de la historia y que marcan la pauta. En primer lugar, el cambio político se ha hecho con redistribución de la renta, lo que ha ampliado considerablemente la base social. En segundo lugar, la transformación, lejos de prescindir de la democracia, la ampliaba, tanto en términos electorales (terminaba con el fraude, una constante hoy en México o Colombia, pero también en la España que incumple los programas electorales), como en participación popular horizontal. En tercer lugar, los cambios venían acompañados por cambios similares en otros países del entorno. Hasta la fecha, la connivencia sólo se había dado entre fuerzas de la derecha o dictatoriales (recuérdese el Plan Cóndor). En cuarto lugar, el cambio de régimen se ha hecho sin la existencia simbólica de un enemigo que radicalice a las clases medias, como hizo el comunismo y la URSS en los años treinta. Por último, el cambio ha venido acompañado de la entrega de una nueva identidad que, al tiempo que ha sumado las existentes con arraigo popular, ha engarzado a los nuevos sujetos en una aventura política de mayor calado que, de momento, ha contaminado a todo el continente latinoamericano.
Conclusión: Chávez como poder constituyente
La mirada displicente de la izquierda española a Chávez se ha armado desde la ignorancia. El “Chávez no me gusta” ha sido construido con frivolidad, como si los medios tradicionales merecieran esa influencia. La izquierda española no ha podido debatir el proceso venezolano, llena de prejuicios históricos trasladados y demasiado rehén de la arrogancia eurocéntrica propia del pensamiento colonial que cree que lo que vale para su entorno es directamente exportable y universalizable.
Esto no significa, en modo alguno, que Venezuela deba ser un modelo para la Europa en crisis. Sería repetir, ahora en la dirección contraria, el error que cometió la izquierda latinoamericana en el siglo XX. Copiar las respuestas es, cuando menos, perezoso. Pero ignorar las preguntas es aún más descabellado. Venezuela ha salido del neoliberalismo, ha inaugurado un nuevo constitucionalismo, ha sacado a la mitad del país de la pobreza, ha logrado la menor desigualdad del continente, ha construido en el último año 200.000 viviendas, ha incorporado al derecho de pensión a dos millones de ancianos, ha llevado médicos a donde nunca estuvieron, ha colocado al país en la franja de alto nivel del Índice de desarrollo humano del PNUD, es el quinto país del mundo en estudiantes universitarios, ha incorporado a las mujeres a la vida social y política (y ha dejado de promover que sean simplemente misses), ha impulsado una integración regional basada en la complementariedad y no en la competencia, ha ayudado a los países del entorno a superar problemas económicos puntuales (lo que hoy, como decíamos, le pide Europa a Merkel)… Chávez ha sido un Presidente con una espectacular capacidad para desarrollar el pensamiento crítico y la práctica alternativa, para superar el abandono histórico de las diferentes culturas latinoamericanas, para avanzar hacia la superación del colonialismo, para alejar el peligro de la guerra y para ayudar en la lucha contra el cambio climático (es un país exportador de petróleo que, a diferencia de EEUU, ha firmado y cumple con los Protocolos internacionales).
El populismo es el ejercicio de la política que media entre unas estructuras caducas que no terminan de marcharse y una estructuras prometedoras que no terminan de venir (sobre todo, porque son teoría y aún no práctica). Criticarlas desde lo que existe, como hace con frecuencia la izquierda europea (y, en concreto, la española), es una señal más del agotamiento y la falta de ideas de nuestro continente. No hay mayor hipocresía que la acusación a Chávez de haber polarizado el país –de haber politizado a los pobres- ignorando que también estaba polarizado cuando casi siete de cada diez carecían de futuro. Hipócritas que sólo ven la lucha de clases cuando es el pueblo el que muestra su fuerza.
El equilibrio entre el “hiperliderazgo” –necesario para reinventar al pueblo fragmentado y salir del modelo neoliberal- y la devolución del poder al pueblo consciente y organizado era la tarea central de Chávez. A veces caía del lado del poder personal (y así se lo criticamos desde el Centro Internacional Miranda). Pero, por lo general, la apuesta que se consolidaba era del pueblo. Si otras revoluciones fracasaron por acallar las críticas, la revolución bolivariana apostó por la crítica y la autocrítica. Por eso es una revolución alegre. Chávez impulsó a su país a las puertas de algo nuevo. No le dio tiempo. Ahora es el momento de Nicolás Maduro y de todo un pueblo al cual le dijo su Presidente antes de despedirse: “Ya todos son Chávez”. Durante un cuarto de siglo, dijimos, desde la derrota, que la última utopía la había construido Thatcher haciendo posible lo imposible. Hoy España vive la utopía neoliberal de la contrarrevolución. Chávez, por su parte, ha roto todos los conjuros que condenaban a América Latina y ha construido otra utopía: salir del neoliberalismo en nombre de un socialismo diferente. Va siendo hora de que la izquierda española mire con humildad lo que ha construido la Venezuela bolivariana.