sábado, 24 de octubre de 2015

Intervención en la rueda de prensa previa al #EncuentroMemoria


Congreso de los Diputados, viernes 16 de Octubre de 2015


Buenos días. En primer lugar quiero expresa mi agradecimiento al grupo parlamentario de la Izquierda Plural  que nos ha posibilitado poder hacer este acto en Congreso de los Diputados. Es para mí un honor representar hoy a la Federación Estatal de Foros por la Memoria, como parte de la comisión Promotora del Encuentro.

En primer lugar quiero felicitarme y felicitarnos por esta iniciativa. El movimiento social por la recuperación de la memoria se compone de múltiples organizaciones de implantación estatal, autonómica, comarcal y local; organizaciones de víctimas con problemática específica; colectivos vinculados a un lugar de memoria o a un hecho histórico concreto, y además, cada uno de muy diverso origen ideológico e histórico. Por tanto que un movimiento tan extenso y plural busque organizarse para poner en común unas propuestas consensuadas, es una cuestión de gran mérito por su dificultad y a su vez muestra de generosidad,  al buscar poner por delante lo común y lo esencial, por encima de los intereses y posicionamientos de cada colectivo. Constatamos además que la convocatoria está teniendo una buena acogida en redes sociales, por los correos electrónicos que estamos recibiendo…. Estamos emitiendo también 3 vídeos promocionales que están obteniendo una muy buen acogida.

Nos marcamos como objetivo fundamental del Encuentro de mañana el impedir que el tema de la memoria histórica y los derechos de las víctimas queden fuera de la agenda política en la actual coyuntura electoral.

Pensamos que el problema de las víctimas del franquismo no es la existencia de unos jueces intrínsecamente malvados (por mucho que haya problemas de  endogamias y herencias del franquismo en la formación, etc…), sino que es un problema político que ha de solucionarse por medio de la política:

Tenemos que empezar por eliminar las trabas jurídicas que impiden la plasmación de los derechos de las  víctimas. Por un lado la ley de Amnistía de 1977, que si bien en su momento pudo tener un sentido y haber sido incuso una exigencia de las fuerzas democráticas y rupturistas, posteriormente se ha revelado como el eje central del sistema de impunidad, tal y como reconocen los organismos internacionales de DDHH asimilándola a otras leyes de punto final, felizmente suprimidas. Y por otro lado habrá que eliminar los elementos contrarios al derecho internacional de la Ley de Memoria de 2007, que explícitamente niega el reconocimiento jurídico de las víctimas del franquismo y su derecho a la justicia, y que además, desde la sentencia absolutoria del exjuez Garzón (Sentencia del T.Supremo 27/02/2012), que se usa para ejercer una coacción sobre los jueces, y reconduce las reclamaciones de las víctimas exclusivamente a la vía administrativa.

La impunidad del franquismo y la injusta situación de sus víctimas es un problema político, que solamente puede solucionarse a partir de decisiones políticas, y finalmente plasmarse en leyes. Sólo desde la política puede conseguirse el respeto en el Estado español al DPI de los DDHH. En consecuencia, exigimos que el Estado Español asuma y cumpla las recomendaciones del  “Informe sobre España del Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias”, y del “Informe sobre España del Relator Especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, Pablo de Greiff”, (ambos presentados en septiembre de 2014 en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas).

La conclusión final que el grupo promotor va a proponer al Encuentro, es que las múltiples propuestas del plural MSRM,  deberían sistematizarse y  plasmarse en la exigencia de una Ley de Víctimas del franquismo, a elaborar y aprobar en la próxima legislatura.
El primer objetivo de una Ley de Víctimas del franquismo sería igualar en los derechos reconocidos a diferentes colectivos de víctimas de agresiones graves a sus derechos humanos. Coincidimos con el fiscal Carlos Castresana cuando escribía en junio de 2013:

"...las víctimas del franquismo tendrían que tener el mismo estatuto jurídico que tienen las víctimas del terrorismo, ni mejor ni peor, exactamente el mismo. Son víctimas de la violencia política, y si unas tienen derecho a la memoria y a la justicia y a la reparación, no veo por qué las otras no"

Una Ley de Víctimas del franquismo debería partir del reconocimiento jurídico de las víctimas del franquismo, y posteriormente garantizar la aplicación a las mismas de los derechos a la Verdad, a la Justicia y a la Reparación, tal y como se definen por la ONU, conforme al Derecho Penal internacional de los Derechos Humanos. La impunidad del franquismo vigente en el estado español, no sólo ha seguido preservando hasta el día de hoy la impunidad penal de los verdugos, sino que ha implicado el no reconocimiento jurídico y político de las víctimas, y en consecuencia, la negación a todos los efectos de sus derechos a la Verdad, la Justicia y a cualquier forma de Reparación material y simbólica.

Una Ley de Víctimas del franquismo vendría a solventar definitivamente el agravio comparativo que se ha venido produciendo sobre las víctimas del franquismo con respecto a otros colectivos de víctimas que sí han tenido un reconocimiento legal, una consideración justa y cuya problemática ha sido atendida por parte del Estado español. Lo más sangrante es que el elemento diferenciador entre unos y otros colectivos no es su carácter de víctimas en sí, conforme a la definición de los organismos internacionales, sino que lo que les diferencia a todos los efectos es la identidad de los victimarios.

Esta no pretende ni debería ser una ley de víctimas de la guerra civil en general. En primer lugar porque la equidistancia y la igualación entre quienes defendieron la democracia y quienes la agredieron debería ser éticamente inaceptable por una sociedad democrática. Pero sobre todo, porque el trato proporcionado a unas víctimas y a otras por parte del Estado español, tanto en dictadura como en democracia, ha sido con respecto a las víctimas del franquismo abrumadoramente injusto y discriminatorio.

Uno de los objetivos fundamentales de una Ley de Víctimas del franquismo debe ser corregir tan enorme injusticia y desagraviar en lo posible, tras el tiempo transcurrido, a las víctimas de tanta ignominia. Y no sólo por las víctimas: la pervivencia de una situación tan injusta, 40 años después de la muerte física del dictador, como la existencia de miles de fosas comunes clandestinas (no olvidemos que la desaparición forzada  es un delito de carácter permanente) pone en cuestión la vigencia real del Estado de derecho en España, y de paso, la imagen real de eso que se ha dado en llamar “Marca España”.


Convencidos  de que Sin Justicia no hay democracia, y que sin memoria no hay cambio, a partir del Encuentro de mañana, el movimiento social por la recuperación de la memoria, amplio y plural, pondrá su propuesta encima de la mesa de las fuerzas políticas, y ante el conjunto de la sociedad, y las respaldará con movilizaciones en la calle, en los medios y en las redes sociales.

viernes, 23 de octubre de 2015

"Contra el centro", por El Gran Wyoming


InfoLibre, 20/10/2015


Existe un caladero en Alaska donde en algunos días del año se concentran tal cantidad de peces que el mar se convierte en una auténtica caldereta que hace casi imposible la navegación. Allí, las autoridades dirigen con helicópteros las maniobras de pesca para evitar que los cientos de barcos que se juntan arrasen con esos bancos y dejen pelado el mar. Los barcos que abarrotan la bahía esperan una señal que emiten desde el aire, como en las salidas de las competiciones olímpicas, disponiendo de escasos minutos para faenar. Las redes se llenan de pescado, toneladas de peces entran en las bodegas. No pescan, sacan de golpe esa masa que se acumula allí por razones que no vienen al caso. Pasados esos minutos, suena una señal de alarma y, como en los concursos de la televisión, cesa la actividad de inmediato multando al que se excede en el tiempo.


Algo parecido está ocurriendo ahora que se acercan las elecciones. Los partidos se dirigen a los caladeros “del centro”, donde dicen que se encuentra el voto que proporciona la victoria. Allá van raudos los diferentes candidatos a colocarse en posiciones privilegiadas para reventar las urnas con los votos de esa gente absurda que puede votar, presuntamente, a cualquiera, de forma caprichosa, celebrando el mero hecho de votar, eso que llaman la fiesta de la democracia, con la ilusión, supongo, de sentirse protagonistas de algo porque es la única ocasión en la que les consultan su opinión. Y para una vez que les preguntan, van y dicen: “Haced lo que queráis”.


Luego nos quejamos de las promesas incumplidas, pero es que es una tentación captar el entusiasmo de tanto “primo”. Dicho desde el respeto, porque no se me ocurre otra manera de calificar al que le da lo mismo ocho que ochenta y está dispuesto a creerse lo que le echen con tal de que el candidato tenga buen aspecto y la labia suficiente para engatusar sus predispuestos receptores neuronales, insensibles a ideología alguna, que le permiten permanecer en ese espacio virginal libre de la contaminación de la política.


Nunca se había enfatizado tanto en la necesidad de captar ese voto. Todos los que saben de esto de la cosa política entienden que allí está la mayoría del país, y si atendemos a lo que significa tal cosa, el panorama es desolador. Ser de centro, en realidad, es no ser nada, ni carne ni pescado, enemigo de los cambios, socio del que te busca la avería, insensible al dolor ajeno, o ignorante, porque lo único que está claro de todo este circo es quién lanza los cuchillos, pero a dar.


Para que vean la tontería que es eso del “centro”, basta recordar que allí caben Aznar y Esperanza Aguirre; los ladrones que por robar desde el cargo se encuentran en la cárcel; los que desde las organizaciones empresariales claman por la reducción de los salarios y el despido libre; los que montan fundaciones benéficas para captar fondos que terminan en sus bolsillos; los políticos que les dan esos fondos; los políticos que también se llaman socialdemócratas; algún que otro partido emergente; personal de izquierdas que para pasar el filtro de la opinión pública se disculpa ante ella colocándose la etiqueta de centro izquierda; es decir, todos los que aspiran a gobernar se definen “de centro”.


Otros no lo hacen y son vistos como minorías necesarias para cubrir el espectro del hemiciclo sin otra función que dar vida al Parlamento, pero sin la menor posibilidad de llegar a ejercer las labores de gobierno, precisamente por eso, por no definirse en esa indefinición que han conseguido que todo el mundo reconozca como la única vía posible para acceder al poder: “El centro”.


Esta asunción de que “el centro” es sinónimo de “poder” fulmina la esencia de este Sistema. Claro que los señores que ostentan el poder son de “el centro”, sólo faltaría que con lo bien que les va se plantearan alternativas de gobierno. No, ellos no son los tontos de esta película. Son mala gente, pero de tontos, ni un pelo.


Si “el centro” representa a la mayoría, podemos afirmar que el personal no se entera. Llamo personal a lo que otros llaman pueblo soberano porque yo no pido el voto. Para que nos entendamos, el soberano lleva un cetro y una corona, el personal, una cruz y una diadema de poll… Hecha esta precisión científica, prosigo. Si el personal, decía, todavía no se ha enterado de que el poder, esa gente que administra sus vidas, es, precisamente, la causa de todos sus males, tenemos un problema grave y se llama “el centro”. Si “centro” y “poder” son sinónimos, debemos huir del centro como de la peste. El único voto útil es aquel que hoy está contra el poder establecido, lo demás, ir poniendo parches aquí y allá, arreglar goteras tiene sentido sólo para el contratista que se adjudica la obra: es el edificio lo que hay abandonar, hay que mudarse a otro sitio porque la aluminosis ya ha podrido las estructuras a fondo. No podemos colaborar en la construcción de un edificio pensado para que se desplome sobre nuestras cabezas. He ahí la perversión del Sistema: debemos protegernos de aquello que, en teoría, se construyó para protegernos, como el ejército en los regímenes dictatoriales.


“El centro”, para los candidatos, se ha convertido en el uniforme de camuflaje perfecto para parasitar sin ser visto. Lo demás, la justicia, la equidad, la honradez, la voluntad de servicio, de arreglar las cosas, se encuentran a años luz del centro, en una lejana galaxia.


Mientras escribo esto dan por la radio nuevos casos de corrupción donde están implicados cargos de toda la vida. Lo llevan haciendo toda la vida. Lo seguirán haciendo toda la vida porque son de “el centro”. Esa es la máxima aspiración a la que llega el escaso espíritu reformista del personal que vota desde “el centro”: que se robe, pero dentro del orden establecido.


Acaban de sacar una reforma judicial para seguir haciéndolo, para evitar que los fiscales metan las narices en sus chanchullos: Son de “el centro”, por eso sus fechorías se ven como casos aislados, no les pasan factura.


“Orden igual a centro. Centro igual a voto. Voto igual a poder. Poder igual a impunidad. Esa es la secuencia, Sancho”, diría don Quijote.


Contra el TTIP. Contra la Reforma Laboral. Contra la Ley Mordaza. Contra la LOMCE. Contra la privatización de la Sanidad, la Educación, los servicios públicos.


Ya no se habla de estas cosas que tanto juego dieron durante la legislatura. Ahora toca hablar de “el centro”, ese sueño de la estupidez, la codicia y la indiferencia ante el dolor, productor de monstruos que, como Saturno, devoran a sus hijos y perpetúan en el poder a los de siempre.


“El centro”, esa es la bestia.


http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2015/10/20/contra_centro_39430_1023.html

miércoles, 21 de octubre de 2015

"Franco's victims", por Maria João Morais



FRANCO’S VICTIMS

OCTOBER 13TH, 2015
Arrested soon after the ending of the Spanish Civil War in 1939, Arturo Peinado's grandfather was executed by firing squad. Accused of opposing the military coup lead by General Francisco Franco, his family knows the real reason was another one. Now, 40 years after Franco’s death, the victims still wait for justice.

Due to their grandfather´s death, the children in the Peinado family had to start working at an early age, the girls doing housework and the boys working in agriculture and carpentry. Apart from the hunger and poverty that the family had to face, “fear was also constant”, recalls Arturo, historian and, since February, President of Foro Por La Memoria, an organization that brings together families of victims killed during Francoist Spain.

The trial that brutally ended Arturo’s grandfather´s life was based within the repressive Franco legislation and lacked guarantees, such as the right for defense and appeal to an independent higher justice. Arturo Peinado’s grandfather was accused of opposing the military coup, but Arturo’s family is certain he was punished for being a member of the Republican Left party as well as the General Union of Workers.

Today the sentence, as with all of those emanating from dictatorial laws, is still considered legal. After 37 years of democracy, none of the executors or torturers were tried or convicted and no Spanish Government has since taken the responsibility to locate and identify the 114,000 victims who still remain missing in clandestine graves. Regarding the attitude of Spain, Arturo believes it is “a total anomaly within the whole of Western Europe and of democratic countries”.

That’s why the United Nations has urged Spain to investigate human rights violations committed in the past. The organization’s experts have also strongly criticized the Spanish state for not fulfilling its responsibilities regarding compensation for victims from the Civil War and the Franco dictatorship. In addition, due to a lack of action in restoring justice, Arturo claims that “successive governments have, over decades, developed authentic oblivion and silence policies”.

Pressure exerted by grassroots campaigns and volunteer associations like Foro Por La Memoria has brought the issue of impunity to the forefront of national discussion in a country with ongoing disruptive divisions. Recently instigated by the generation of victims’ grandchildren, this new movement for memory has resurfaced in force since 2000.

The movement was a core factor in the 2007 passing of the Historical Memory Law by the Socialist government of José Luis Rodríguez Zapatero that, among other measures, gave economic aid to the location and exhumation of mass graves, and granted Spanish nationality to the children of exiles and International Brigades. However, many associations criticized the law for not going far enough and avoiding the annulment of the sentences issued by Franco’s regime.

The law also required the removal of Francoist symbols, but many still scatter the streets and plazas around Spain. The Valley of the Fallen, a memorial located near Madrid where the former dictator is buried, remains as a monument dedicated to General Franco’s rule and causes huge controversy.

In 2008, judge Baltasar Garzón began investigating the disappearance of tens of thousands of Franco’s victims, but was forced to drop the case after the Spanish Supreme Court concluded that he was not entitled to conduct such an investigation. This was because he, as argued by the Court, ignored the 1977 Amnesty Law, which shields any crime from the dictatorship being put on trial.

At present, the only open case against Francoist crimes can be found in Argentina, where judge María Servini is investigating crimes against humanity committed throughout the regime. Under the international legal principle of universal justice, the Argentinian judge issued arrest warrants for four former Spanish officials.

Former Deputy Prime Minister of Spain (the first under democracy), Rodolfo Martín Villa, is one of them, accused of giving order to five workers’ executions during a labor strike in 1976, during the ‘Transition to Democracy’. Although the Spanish Justice System has refused to cooperate, rejecting the extraditions, the request alone has had “an important symbolic effect, due to the international scandal it generated”, believes Arturo Peinado.

Many of the complainants in the case opened in Argentina also participate in the demonstration that has been taking place every Thursday in the center of Madrid for the last five years. In front of the former detention and torture center that used to be located in Plaza Puerta del Sol, relatives of victims of the dictatorship hold a weekly protest to denounce impunity. From Zamora, Colomán Pascual Hidalgo is one of them. At age 80, he still has hope that the victims can obtain justice.

ARTICLE WRITTEN BY:
Maria João Morais


LAS VÍCTIMAS DE FRANCO

Arrestado poco después de la finalización de la Guerra Civil española en 1939, el abuelo de Arturo Peinado fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento. Acusado de oponerse a la iniciativa golpe militar del general Francisco Franco, su familia sabe la verdadera razón era otra. Ahora, 40 años después de la muerte de Franco, las víctimas aún esperan justicia.

Debido a la muerte del abuelo, los niños de la familia Peinado tuvieron que empezar a trabajar a una edad temprana, las chicas haciendo las tareas del hogar y de los niños que trabajan en la agricultura y la carpintería. Aparte del hambre y la pobreza que la familia tuvo que hacer frente, “el miedo también fue constante”, recuerda Arturo, historiador y, desde febrero, el presidente del Foro por la Memoria, una organización que reúne a las familias de las víctimas que murieron durante la España franquista.

El juicio que terminó brutalmente la vida del abuelo de Arturo se basó en la legislación represiva franquista y carecía de garantías, tales como el derecho de defensa y apelar a una justicia independiente superior. El abuelo de Arturo Peinado fue acusado de oponerse al golpe militar, pero la familia de Arturo está seguro de que fue castigado por ser un miembro de la Izquierda Republicana parte, así como la Unión General de Trabajadores.

Hoy en día la sentencia, al igual que con todos los que emanan de las leyes dictatoriales, todavía se considera legal. Después de 37 años de democracia, ninguno de los albaceas o torturadores fueron juzgados o condenados y ningún Gobierno español ha tomado desde la responsabilidad de localizar e identificar las 114.000 víctimas que aún permanecen desaparecidos en fosas clandestinas. En cuanto a la actitud de España, Arturo cree que es “una anomalía total en el conjunto de Europa Occidental y de los países democráticos”.

Es por eso que las Naciones Unidas ha instado a España para investigar violaciónes de derechos humanos cometidas en el pasado. Los expertos de la organización también han criticado duramente el estado español por no cumplir con sus responsabilidades respecto a la compensación de las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura franquista. Además, debido a la falta de acción en la restauración de la justicia, Arturo afirma que “los sucesivos gobiernos han, durante décadas, desarrollado políticas Olvido y el Silencio auténticas”.

Presión ejercida por campañas de base y asociaciones de voluntariado como Foro por la Memoria ha colocado el tema de la impunidad a la vanguardia de la discusión nacional en un país con divisiones disruptivas en curso. Recientemente instigado por la generación de los nietos de las víctimas, este nuevo movimiento para la memoria ha resurgido en vigor desde 2000.

El movimiento fue un factor fundamental en el paso 2007 de la Ley de Memoria Histórica por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que, entre otras medidas, dio la ayuda económica a la localización y exhumación de fosas comunes, y concedió la nacionalidad española a los hijos de exiliados y Brigadas Internacionales. Sin embargo, muchas asociaciones criticaron la ley por no ir lo suficientemente lejos y evitar la anulación de las sentencias dictadas por el régimen de Franco.

La ley también requiere la eliminación de los símbolos franquistas, pero muchos todavía esparcir las calles y plazas de toda España. El Valle de los Caídos, un monumento situado cerca de Madrid, donde está enterrado el ex dictador, permanece como un monumento dedicado al gobierno del general Franco y causa gran controversia.

En 2008, el juez Baltasar Garzón comenzó a investigar la desaparición de decenas de miles de víctimas de Franco, pero se vio obligado a abandonar el caso después de que el Tribunal Supremo español llegó a la conclusión de que no tenía derecho a llevar a cabo una investigación de este tipo. Esto se debía a que, como sostiene el Tribunal, ignoró la Ley de Amnistía de 1977, que protege a cualquier crimen de la dictadura de ser puesto a prueba.

En la actualidad, el único caso abierto contra los crímenes franquistas se puede encontrar en Argentina, donde el juez María Servini investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos durante todo el régimen. Bajo el principio jurídico internacional de justicia universal, el juez argentino emitió órdenes de arresto contra cuatro ex funcionarios españoles.

Ex viceprimer ministro de España (la primera en democracia), Rodolfo Martín Villa, es uno de ellos, acusado de dar fin a cinco trabajadores ejecuciones durante una huelga laboral en 1976, durante la “transición a la democracia ‘. Aunque el Sistema de Justicia español ha negado a cooperar, rechazando las extradiciones, la solicitud solo ha tenido “un efecto simbólico importante, debido al escándalo internacional que generó”, opina Arturo Peinado.

Muchos de los querellantes en la causa abierta en Argentina también participar en la manifestación que ha tenido lugar todos los jueves en el centro de Madrid durante los últimos cinco años. Frente al antiguo centro de detención y tortura que solía estar ubicado en la Plaza Puerta del Sol, los familiares de víctimas de la dictadura mantienen una protesta semanal para denunciar la impunidad. De Zamora, Colomán Pascual Hidalgo es uno de ellos. A los 80 años, él todavía ha esperar que las víctimas puedan obtener justicia.

http://www.fairplanet.org/story/francos-victims

"La guerra civil que nunca se aprendió en las escuelas", por Julián Casanova



Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza. Defiende, como Eric J. Hobsbawm, que los historiadores son «los ‘recordadores’ profesionales de lo que los ciudadanos desean olvidar». Es autor de una veintena de libros sobre anarquismo, Guerra Civil y siglo XX.


«En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, nuestras tropas victoriosas han alcanzado sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado», decía el último parte oficial emitido desde el cuartel general de Franco el 1 de abril de 1939, con la voz del locutor y actor Fernando Fernández de Córdoba.
Atrás había quedado una guerra de casi mil días, que dejó cicatrices duraderas en la sociedad española. El total de víctimas mortales, según los historiadores, se aproximó a las 600.000, de las cuales 100.000 corresponden a la represión desencadenada por los militares sublevados y 55.000 a la violencia en la zona republicana. El desmoronamiento del ejército republicano en la primavera de 1939 llevó a varios centenares de miles de soldados vencidos a cárceles e improvisados campos de concentración. A finales de 1939 y durante 1940 las fuentes oficiales daban más de 270.000 reclusos, una cifra que descendió de forma continua en los dos años siguientes debido a las numerosas ejecuciones y a los miles de muertos por enfermedad y desnutrición. Al menos 50.000 personas fueron ejecutadas entre 1939 y 1946.
Los hechos más significativos de la guerra civil han sido ya investigados y las preguntas más relevantes están resueltas, pero esa historia no es un territorio exclusivo de los historiadores y, en cualquier caso, lo que enseñamos los historiadores en las universidades y en nuestros libros no es lo mismo que lo que la mayoría de los ciudadanos que nacieron durante la dictadura o en los primeros años de la actual democracia pudieron leer en los libros de texto del Bachillerato. Además, millones de personas nunca estudiaron la guerra civil, o porque no hicieron Bachillerato o porque nadie les contó la guerra en las asignaturas de historia.
Setenta y cinco años después de su final, puede ser el momento de recordar cinco cosas básicas que todo ciudadano informado debería saber sobre la guerra civil, pero nunca le enseñaron.

1. ¿Por qué hubo una guerra civil en España?

En 1936 había en España una república, cuyas leyes y actuaciones habían abierto la posibilidad histórica de solucionar problemas irresueltos, pero habían encontrado también, y provocado, importantes factores de inestabilidad, frente a los que sus gobiernos no supieron, o no pudieron, poner en marcha los recursos apropiados para contrarrestarlos.
La amenaza al orden social y la subversión de las relaciones de clase se percibían con mayor intensidad en 1936 que en los primeros años de la república. La estabilidad política del régimen también corría mayor peligro. El lenguaje de clase, con su retórica sobre las divisiones sociales y sus incitaciones a atacar al contrario, había impregnado gradualmente la atmósfera española. La República intentó transformar demasiadas cosas a la vez: la tierra, la Iglesia, el ejército, la educación, las relaciones laborales. Suscitó grandes expectativas, que no pudo satisfacer, y se creó pronto muchos y poderosos enemigos.

La sociedad española se fragmentó, con la convivencia bastante deteriorada, y como pasaba en todos los países europeos, posiblemente con la excepción de Gran Bretaña, el rechazo de la democracia liberal a favor del autoritarismo avanzaba a pasos agigantados. Nada de eso conducía necesariamente a una guerra civil. Esta empezó porque un golpe de Estado militar no consiguió de entrada su objetivo fundamental, apoderarse del poder y derribar al régimen republicano, y porque, al contrario de lo que ocurrió con otras repúblicas del período, hubo una resistencia importante y amplia, militar y civil, frente al intento de imponer un sistema autoritario. Sin esa combinación de golpe de Estado, división de las fuerzas armadas y resistencia, nunca se habría producido una guerra civil.
Vista la historia de Europa de esos años, y la de las otras repúblicas que no pudieron mantenerse como regímenes democráticos, lo normal es que la república española tampoco hubiera podido sobrevivir. Pero eso no lo sabremos nunca porque la sublevación militar tuvo la peculiaridad de provocar una fractura dentro del ejército y de las fuerzas de seguridad. Y al hacerlo, abrió la posibilidad de que diferentes grupos armados compitieran por mantener el poder o por conquistarlo. El Estado republicano se tambaleó, el orden quebró y una revolución radical y destructora se extendió como la lava de un volcán por las ciudades donde la sublevación había fracasado. Allí donde triunfó, los militares pusieron en marcha un sistema de terror que aniquiló físicamente a sus enemigos políticos e ideológicos. Era julio de 1936 y así comenzó la Guerra Civil Española.
2. ¿Por qué la propaganda domina a la historia cuando se trata de la violencia?

Para los españoles, la guerra civil ha pasado a la historia, y al recuerdo que de ella queda, por la deshumanización del contrario y por la espantosa violencia que generó.
Los bandos que se enfrentaron en ella eran tan diferentes desde el punto de vista de las ideas, de cómo querían organizar el Estado y la sociedad y estaban tan comprometidos con los objetivos por los que tomaron las armas, que era difícil alcanzar un acuerdo. Y el panorama internacional tampoco dejó espacio para las negociaciones. De esa forma, la guerra acabó con la aplastante victoria de un bando sobre otro, una victoria asociada desde ese momento a los asesinatos y atrocidades que se extendían entonces por casi todos los países de Europa.
La apelación a la violencia y al exterminio del contrario fueron además valores duraderos en la dictadura que se levantó sobre la guerra civil y que iba a prolongarse durante casi cuatro décadas. Por eso, la sociedad que salió del franquismo y la que creció con la democracia mostró índices tan elevados de indiferencia hacia la causa de las víctimas de la guerra civil y de la dictadura. Y sigue sin haber acuerdo fácil en esa cuestión, porque todas las complejas y bien trabadas explicaciones de los historiadores quedan reducidas a quién mató más y con mayor alevosía. En ese tema, todavía hoy, la propaganda, con sus habituales tópicos y mitos, suele sustituir al análisis histórico.
3. ¿Cómo se vio y se ve la guerra civil española en el extranjero?

Pese a lo sangrienta y destructiva que pudo ser, la guerra civil española debe medirse también por su impacto internacional, por el interés y la movilización que provocó en otros países. En el escenario internacional desequilibrado por la crisis de las democracias y la irrupción del comunismo y de fascismo, España era, hasta julio de 1936, un país marginal, secundario. Todo cambió, sin embargo, a partir de la sublevación militar de ese mes. En unas pocas semanas, el conflicto español recién iniciado se situó en el centro de las preocupaciones de las principales potencias, dividió profundamente a la opinión pública, generó pasiones y España pasó a ser el símbolo de los combates entre fascismo, democracia y comunismo.
Lo que era en su origen un conflicto entre ciudadanos de un mismo país derivó muy pronto en una guerra con actores internacionales. La situación internacional era en ese momento muy poco propicia para la República y para una paz negociada, y eso marcó de forma decisiva la duración, curso y desenlace de la Guerra Civil Española. La depresión había alimentado el extremismo y minado la fe en el liberalismo y la democracia. Además, la subida al poder de Hitler y los nazis en Alemania y la política de rearme emprendida por los principales países europeos desde comienzos de esa década crearon un clima de incertidumbre y crisis que redujo la seguridad internacional.
Los mejores expertos sobre la financiación de la guerra y su dimensión internacional han destacado el desequilibrio a favor de la causa franquista de suministros de material bélico, pero también de asistencia logística, diplomática y financiera. Al margen de las interpretaciones canónicas de un lado o de otro, esos historiadores subrayan la trascendencia de la intervención extranjera en el curso y desenlace de la guerra. La intervención de la Alemania nazi y de la Italia fascista y la retracción, en el mejor de los casos, de las democracias occidentales, condicionaron de forma muy importante, si no decisiva, la evolución y duración del conflicto y su resultado final.
Pero a España no solo llegaron armas y material de guerra. Llegaron también muchos voluntarios extranjeros, reclutados y organizados en las Brigadas Internacionales por la Internacional Comunista, que percibió muy claramente el impacto de la guerra civil española en el mundo y el deseo de muchos antifascistas de participar en esa lucha. Frente a la intervención soviética y a las Brigadas Internacionales, los nazis y fascistas incrementaron el apoyo material al ejército de Franco y enviaron asimismo miles de militares profesionales y combatientes voluntarios. La guerra no era sólo un asunto interno español. Se internacionalizó y con ello ganó en brutalidad y destrucción. Porque el territorio español se convirtió en campo de pruebas del nuevo armamento que estaba desarrollándose en esos años de rearme previos a una gran guerra que se anunciaba.
4. Una guerra de batallas universales

Dentro de esa guerra internacional en suelo español hubo varias y diferentes contiendas. En primer lugar, un conflicto militar, iniciado cuando el golpe de Estado enterró las soluciones políticas y puso en su lugar las armas. Fue también una guerra de clases, entre diferentes concepciones del orden social; una guerra de religión, entre el catolicismo y el anticlericalismo; una guerra en torno a la idea de la patria y de la nación; y una guerra de ideas que estaban entonces en pugna en el escenario internacional. En la guerra civil española cristalizaron, en suma, batallas universales entre propietarios y trabajadores, Iglesia y Estado, entre oscurantismo y modernización, dirimidas en un marco internacional desequilibrado por la crisis de las democracias y la irrupción del comunismo y del fascismo. Por eso tanta gente de diferentes países, obreros, intelectuales y escritores, se sintió emocionalmente comprometida con el conflicto.
5. ¿Por qué ganó Franco la guerra?

Los militares sublevados en julio de 1936 ganaron la guerra porque tenían las tropas mejor entrenadas del ejército español, al poder económico, estaban más unidos que el bando republicano y los vientos internacionales soplaban a su favor. Después de la Primera Guerra Mundial y del triunfo de la revolución en Rusia, ninguna guerra civil podía ser ya solo «interna». Cuando empezó la guerra civil española, los poderes democráticos estaban intentando a toda costa «apaciguar» a los fascismos, sobre todo a la Alemania nazi, en vez de oponerse a quien realmente amenazaba el equilibrio de poder. La República se encontró, por lo tanto, con la tremenda adversidad de tener que hacer la guerra a unos militares sublevados que se beneficiaron desde el principio de esa situación internacional tan favorable a sus intereses. La victoria incondicional de las tropas del general Francisco Franco, el 1 de abril de 1939, inauguró la última de las dictaduras que se establecieron en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial. La dictadura de Franco, como la de Hitler, Mussolini u otros dictadores derechistas de esos años, se apoyó en el rechazo de amplios sectores de la sociedad a  la democracia liberal y a la revolución, quienes pedían a cambio una solución autoritaria que mantuviera el orden y fortaleciera al Estado.
Setenta y cinco años después…

Pocos creen ya que el objetivo del historiador es presentar a sus lectores «la verdad sin mancha ni pintura», o que el pasado existe independiente de la mente de los individuos y lo que tiene que hacer el historiador, en consecuencia, es representarlo de forma objetiva. Que los hechos de la historia nunca nos llegan a nosotros en estado «puro» es algo que popularizó Edward H. Carr hace ya muchos años y había sido ya dicho por los historiadores norteamericanos de la New History a comienzos del siglo XX. Pero asumiendo que la verdad absoluta es inalcanzable, la función del historiador debería ser todavía, en palabras de François Bedarida, «la de descubrir modestamente las verdades, aunque sean parciales y precarias, descifrando parcialmente en toda su riqueza los mitos y las memorias». Y algunas verdades relativas y bastantes certezas tenemos ya sobre la guerra civil, después de tantos intentos por reconstruir aquellos hechos y las vidas de los que los presenciaron, y por ampliar el foco, las fuentes y las técnicas de interpretación.
Además de difundir el horror que la guerra y la dictadura generaron y de reparar a las víctimas durante tanto tiempo olvidadas, hay que convertir a los archivos, museos y a la educación en las escuelas y universidades en los tres ejes básicos de la política pública de la memoria. Más allá del recuerdo testimonial y del drama de los que sufrieron la violencia, las generaciones futuras conocerán la historia por los libros, documentos y el material fotográfico y audiovisual que seamos capaces de preservar y legarles. Archivos, erudición, análisis, debates y buenas divulgaciones de los conocimientos. Eso es lo que necesitamos para seguir construyendo las partes del pasado que todavía quedan por rescatar. La propaganda y la opinión son otra cosa.

Artículo cecido a Témpora Magazine por el autor previamente publicado originalmente en el blog Historia (s) de El Páis el 01 de abril de 2014.

http://blogs.elpais.com/historias/2014/04/la-guerra-civil-que-nunca-se-aprendio-en-las-escuelas.html
http://www.temporamagazine.com/la-guerra-civil-que-nunca-se-aprendio-en-las-escuelas/

domingo, 4 de octubre de 2015

"La lógica del campo de concentración", por Josep Fontana

Sinpermiso, 08-07-2105



He leído últimamente una serie de nuevas investigaciones sobre el holocausto y los campos de concentración, entre las que destaca el gran libro de Nikolaus Wachsmann KL, y me he percatado de que, como la mayoría de la gente, era víctima del error de creer que esos campos eran un lugar de exterminio. No lo eran, sino organizaciones industriales gestionadas con criterios económicos peculiares, pero muy racionales para obtener los máximos beneficios.

En realidad, todo el sistema de dominación nazi estaba pensado según esos principios. La ocupación de territorios del Este, en Polonia y Rusia, se organizó para lograr la máxima producción de alimentos que proveerían a los ejércitos alemanes. Del mismo modo, los más de siete millones de prisioneros y trabajadores forzados extranjeros que había en el Reich estaban dedicados a producir. Cuando los polacos que trabajaban en los campos alemanes regresaron a su país, al fin de la guerra, no quedaba nadie para cultivar la tierra, de modo que los aliados se vieron forzados también a hacer trabajar a los prisioneros de guerra para paliar el hambre.

Todo, hasta la propia aniquilación de los judíos, se pensó con criterios de rentabilidad. El protocolo de la conferencia de Wannsee de 20 de enero de 1942, que planeaba la eliminación final de los judíos de Europa, preveía que once millones de judíos fueran evacuados hacia un destino indefinido, en Rusia o más allá. Conducidos en grandes columnas, separados por sexos, se les haría construir carreteras. “No hay duda —añadía el protocolo— que se perderá una gran proporción de ellos a consecuencia de la selección natural. Los que queden necesitarán un tratamiento adecuado, porque sin duda representan la parte más resistente y se podrían transformar en el germen de una resurrección judía (pruebas de ello hay en la historia)”.

Pero la mejor muestra de racionalidad económica la tenemos en los grandes campos de concentración, donde, según cálculos de Wachsmann, murieron 1.700.000 personas (menos de la tercera parte de los seis millones de víctimas del holocausto). El secreto de su rentabilidad era utilizar hasta el agotamiento unos trabajadores que costaban muy poco de mantener y que eran exterminados cuando dejaban de ser útiles, como lo eran también la mayor parte de los hijos de las trabajadoras en las guarderías de las fábricas. Eliminar los costes improductivos garantizaba una alta competitividad.

Auschwitz-Birkenau fue el ejemplo más representativo del holocausto industrial. Constaba de tres unidades: Auschwitz I era un centro de producción industrial con talleres de las SS e industrias de armamento. Pero también era un centro de experimentos médicos, donde profesores universitarios practicaban la vivisección. Auschwitz II Birkenau era el gran campo de exterminio y Auschwitz III Monowitz, proporcionaba trabajo a la gran fábrica de caucho sintético de las IG Farben. Había además un sistema de una cincuentena de campos auxiliares extendidos por Silesia, con granjas, minas de carbón, canteras, piscifactorías… La vida activa de los trabajadores-esclavos de este sistema industrial era corta, pues acababa cuando ya no rendían adecuadamente y eran enviados a Birkenau para ser liquidados. De los 1.700.000 muertos del conjunto del sistema de campos de concentración, Auschwitz en aportó 1.100.000.

Quizás alguien extrañe que haga estas consideraciones en un espacio destinado a reflexionar sobre cuestiones del mundo en que vivimos. Pero estas lecturas me han hecho pensar en las semejanzas que hay entre la lógica de los campos de concentración y las políticas de austeridad que se nos imponen. Los fundamentos son los mismos: minimizar los costes del trabajo y eliminar el derroche de recursos que significa mantener a quienes no están en condiciones de producir. La reducción de costes salariales se ha conseguido con una medida genial, la “flexibilización del empleo”, que al dejar los trabajadores indefensos ante el paro, ahorra a los empresarios las molestias que antes causaban las disputas por el salario justo (¿qué sentido tiene hablar de “salario mínimo” cuando hay contratos de cero horas?).

Eliminar a los que ya no son productivos se realiza discretamente con la rebaja de las pensiones. Es un procedimiento más lento, que seguramente será más eficaz en el futuro (con el copago de los medicamentos, por ejemplo), pero mucho más limpio que quemar en un horno. Para acabar de parecerse al modelo original, comprobamos que a los acreedores alemanes actuales no carecen, respecto a los europeos del sur, de la misma convicción de superioridad racial que hacía decir a Goebbels que los polacos “son más bien animales que humanos”.

Me preocupa lo que pasa en el campo de concentración en que se ha convertido Grecia, porque teniendo en cuenta la situación de nuestro país, donde el volumen de deuda pública está en torno al 99% del PIB (300.000 millones más de deuda que cuando Rajoy llegó al poder), lo que puede suceder si suben los bajos tipos de interés actuales, que permiten atenderlos sin demasiados problemas, sería sencillamente un desastre.

Quizás es por eso que, en la misma semana, el FMI y el señor Luis de Linde, gobernador del Banco de España, nos han dado la misma clase de consejos. Donde el FMI pedía reducir salarios (con despido más barato aún) y limitar nuestros costes de mantenimiento (subiendo el IVA y reduciendo la aportación del estado en educación y sanidad), el señor Luis de Linde, lleno de entusiasmo, ha ido aún más allá, pide una nueva reforma laboral (¿que más derechos pueden quitar aún a los trabajadores?) y avisa de que no nos hagamos ilusiones de mantenernos con las pensiones cuando seamos viejos.

No es todavía exactamente cómo el campo de concentración, pero a medida que aprenden se parece cada vez más.


[Fuente: Sinpermiso; publicado originalmente en catalán en La Lamentable. Traducción de Xavier Caño]

http://www.mientrastanto.org/boletin-138/de-otras-fuentes/la-logica-del-campo-de-concentracion