martes, 30 de julio de 2013

Viñeta de Manel Fontevilla


"Errores humanos", por Isaac Rosa



Isaac Rosa, en El Diario.es, 29/07/2013

Hace unos años viajaba en un autocar entre Madrid y Córdoba. A mitad de camino, observé desde mi asiento que el conductor bajaba y subía la cabeza repetidamente. Me acerqué, y descubrí que el tipo estaba entretenido con un juego del móvil mientras conducía. Entre pieza y pieza del Tetris le echaba un ojo a la autovía. Le llamé la atención y encima se cabreó: “oiga, que yo controlo, que esta carretera me la conozco con los ojos cerrados”.

Si viajo en tren y evito el autocar es, entre otros motivos, porque me siento más seguro. Doy por hecho que la mayoría de conductores de autocar son profesionales prudentes, pero no quiero estar a bordo si un día se me cruza un descerebrado que juega partidas al Tetris a 120 km/h (o un conductor que ha doblado turno, que también los he visto).

En el tren, en cambio, siempre creí que la seguridad no dependía tanto de la persona al volante. Un tren no es un autocar ni un avión, la diferencia es obvia: circula por raíles, en itinerarios controlados, lo que permite mucha más automatización. De hecho, hay sistemas de trenes sin conductor que funcionan en algunos países, sobre todo en metro y trayectos breves.

Una de las hipótesis sobre el accidente de Santiago es que el maquinista se distrajese con su teléfono móvil. Al saberlo recordé a aquel conductor que me quitó las ganas de volver a subir a un autocar, y pensé en las muchas veces en que he subido a un tren Alvia. ¿Me están diciendo que un tren que va a 200 km/h y lleva cientos de pasajeros depende totalmente de que el maquinista no se despiste? O de otra manera: hoy mismo podría repetirse el mismo accidente en el mismo punto, si otro maquinista se equivocase con la aparente facilidad con que se equivocó el del tren estrellado.

Ya sé que la seguridad total es imposible, y que hay que vivir con ciertas dosis de incertidumbre y riesgo. Y tampoco quiero un tren robotizado, sin maquinista. Pero por lo que vamos sabiendo, el Alvia de Santiago podía haber sido más seguro de lo que era, y a un coste perfectamente asumible. Sin embargo, nuestros gobernantes insisten en el error humano, para descargarse de responsabilidad. Y sí, es cierto que hubo un error humano. O más bien, varios errores humanos, no solo el del maquinista.

Error humano es diseñar un tren a velocidades que disminuyen la capacidad de reacción humana, para luego dejar una maniobra peligrosa (la reducción de 200 a 80km/h en pocos kilómetros y con una curva cerrada) a merced de la atención o el despiste de una sola persona.

Error humano es poner en funcionamiento un tren de esas características manteniendo un trazado de vía y un sistema de seguridad pensados para trenes más lentos, quizás para inaugurar antes, o para ahorrar dinero en expropiar terrenos y extender nuevas vías.

Error humano es tener instalado en el resto del trayecto un sistema avanzado y sin embargo no utilizarlo.

Error humano es querer llevar el AVE a todos los rincones, a un coste que hoy no podemos asumir y que ya veremos si no acaba deteriorando el mantenimiento y la seguridad de las líneas ya existentes. El AVE en sí mismo, con o sin accidente, es un enorme error humano, que antes de la crisis nos parecía fantástico, y cuyo verdadero precio ahora conocemos.

Error humano es salir en tromba gobernantes y medios afines a señalar (y linchar) a un culpable urgente que cierre el caso cuanto antes, sin dar explicaciones suficientes, sin esperar a la investigación, y demasiado preocupados por la repercusión en los contratos pendientes en otros países.

En efecto, hay muchos errores humanos detrás del accidente. Algunos de ellos también podrían ser considerados como imprudencias, no solo la distracción del conductor. Y también deberían implicar responsabilidades y consecuencias.

Me gustaría seguir subiendo al tren sintiéndome tan seguro como antes. Y no pensar que a los mandos del país hay gente que se distrae jugando al Tetris.

http://www.eldiario.es/zonacritica/accidente_tren_santiago_error_humano_maquinista_6_158944114.html

miércoles, 3 de julio de 2013

"Snowden: ¿por qué no te callas? El reino bananero de España". por Juan Carlos Monedero



Snowden: ¿por qué no te callas? El reino bananero de España
Publicado el 3 julio, 2013 por Juan Carlos Monedero

El primer encontronazo del Presidente Chávez con Bill Clinton tuvo lugar precisamente por culpa del espacio aéreo. Clinton agradecía a Chavez que, en nombre de la amistad entre los pueblos venezolano y norteamericano, y en virtud del Plan Colombia, autorizara a la fuerza aérea gringa sobrevolar territorio venezolano. A lo que Chávez contestó: nada que agradecer Presidente, porque el pueblo venezolano reconoce igualmente la amistad del pueblo norteamericano que en virtud de las relaciones entre ambos pueblos y en aras del Plan Colombia permite a la fuerza aérea venezolana sobrevolar territorio norteamericano. Y hasta ahí podíamos llegar, pensó Clinton. Estos países bananeros…

Pero es que América Latina ya es otra. Decía el Che que la Organización de Estados Americanos era el Ministerio de Colonias norteamericano. Y por eso, con el impulso del corajudo Chávez, decidieron dotarse de instituciones regionales soberanas: UNASUR, CELAC, ALBA. Y hacía ahí camina ese continente. En el caso de Bolivia con la decisión de Evo Morales, quien no ha dudado en expulsar de su país a los norteamericanos realizando labores de espionaje. Como en Europa, vamos. Un continente soberano, digno, decente. Todo lo contrario de esta decadente Europa que, al tiempo que descubre que su amigo Estados Unidos tenía micrófonos hasta en los baños del Parlamento Europeo, le dice quién puede y quién no sobrevolar su propia espacio aéreo.

Somos una colonia norteamericana. ¿Será mejor asumirlo de una vez por todas? Lo entendió muy bien José María Aznar: ya que somos rehenes de los norteamericanos, hágamonos uno de ellos. Alguna migaja te cae de su banquete. Y mientras Europa se convierte de facto en una estrella más de la bandera, como Puerto Rico, si hablo con acento tejano y señalo hacia las montañas con el dedo mientras digo arrobado “Mountains, Mountains”, por lo menos me dejan poner los pies encima de la mesa y eructar como los de Kansas después de beberme una Coca-Cola.

América Latina ha empezado a ser librándose de las tutelas. Algo que no hemos hecho en Europa y, mucho menos, en España. Contamos con lengua de serpiente que la liberación de Europa de los nazis comenzó en el desembarco de Normandía, y ya se encargargó Hollywood de hacerlo cierto. Pero la verdad es que la derrota del fascismo empezó con la debacle del 6º Ejército alemán en Stalingrado. Fue el ejército rojo el que liberó Europa. Claro está, salvo en España. Que Franco se quedaría para siempre. Para eso nos pusieron las bases de Torrejón, Rota, Morón y Zaragoza. Donde, seguramente, almacenan los micrófonos que luego siembran por Europa, su amiga, para espiarla.

Si España tiene un valor añadido es América Latina. Nos llamamos hermanos. Pero no dejamos que el hermano Evo Morales, Presidente Constitucional de Bolivia, sobrevuele territorio español. Lo detenemos como si fuera un delincuente. Lo registramos. Lo convertimos en sospechoso. Al final, de manera vergonzante, autorizamos el vuelo. Al igual que con las elecciones en Venezuela que ganó Maduro. Al final, como a la fuerza ahorcan, terminamos asumiento lo que teníamos que haber hecho desde el principio. Quedamos con todo el mundo como gente de poco fiar. ¿Será verdad que nos parecemos a nuestros gobernantes?

El primer viaje que hizo Juan Carlos de Borbón después de sustituir a Franco en la jefatura del Estado fue a los Estados Unidos. Seguimos tutelados. Somos un vergonzoso Reino bananero. En el próximo viaje del monarca, su familia o el gobierno a la América del Sur, cuando los brindis y las palabras huecas de amistad entre los pueblos, alguien hará sonar una copa con una cucharilla, les interrumpirá y les recordará este gesto de inamistad, de vejación, de falta de soberanía. Igual al Rey lo más que se le ocurre es decir, achispado, ¿por qué no te callas? Ignorando que ese continente, a diferencia del nuestro, ha aprendido ya a hablar sin pedir permiso.

No sirve de mucho, pero otra España os pide disculpas.