viernes, 25 de septiembre de 2015

"Carta de adhesión al Homenaje a los últimos fusilados del franquismo en el 40ºAniversario"


Federación Estatal de Foros por la Memoria, 23 septiembre 2015



A la Atención de la Plataforma Abierta “Al Alba”:


Estimados compañeros y compañeras; amigas y amigos.

Esta Federación Estatal de Foros por la Memoria valora muy positivamente la iniciativa que promovéis de rendir un homenaje, el próximo 26 de septiembre, a los últimos fusilados por el franquismo, en el  40 aniversario de dichos crímenes. Es para cada una de nuestras organizaciones federadas, y para los socios y socias de las mismas, un honor poder colaborar y participar junto a vosotros en este homenaje.

En nuestra opinión, esta no puede ser sólo una ocasión de conmemoración y recuerdo de los crímenes de un régimen que comenzó con una inmensa matanza fundacional y culminó con el asesinato de nuestros cinco compañeros, en los últimos días de vida del primer jefe de estado de la dictadura. Creemos que esta es también (y fundamentalmente) una oportunidad de reivindicar verdad, justicia y reparación para las víctimas, comenzando por la anulación de todas las sentencias represivas de la dictadura, así como de plantear la modificación efectiva del marco legal que permita llevar ante la justicia a todos los responsables, aplicando para ello el tipo penal de crímenes contra la humanidad.

Como Federación, creemos que esta conmemoración es también una oportunidad para la defensa pública de la plena legitimidad de la lucha armada contra el franquismo, empezando por la reivindicación de la historia de la guerrilla antifranquista, colectivo cuyas reivindicaciones asumimos íntegramente.

Desde la  antigüedad múltiples pensadores han teorizado el derecho de rebelión, como derecho a la resistencia de los pueblos contra gobernantes de origen ilegítimo, así como el uso de la fuerza con el fin de derrocarlos y reemplazarlos. Destacan en la adopción de estas teorías autores como Platón, Isidoro de Sevilla o Tomás de Aquino. Esta línea de pensamiento, que adquiere máximo desarrollo en la época Moderna (Juan de Mariana, el “Vindiciae contra tyrannos” de 1597, etc..), culmina en la Revolución francesa, ya que fue recogida de forma explícita en la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” de 1789.

Si alguna vez ha habido algún régimen al cual ha sido legítimo oponerse por la fuerza ése ha sido el franquismo, por cuanto secuestró la soberanía del pueblo español y ejerció el terrorismo de Estado contra el conjunto de la sociedad durante cuarenta años. Una violencia, elemento consustancial y definitorio del franquismo, que se aplicó utilizando todos los resortes coercitivos del Estado.

Sin embargo, el Estado español en su legislación ha optado por subrayar la continuidad legal entre el Estado franquista y el democrático actual, especialmente en las Leyes de Memoria de 2007 y de Víctimas del Terrorismo de 2011, certificando en la primera la plena vigencia de las sentencias represivas del franquismo, y estableciendo como ámbito de aplicación de la segunda el año 1960, cuando en toda lógica debería haber sido al menos, junio de 1977. Se ha preferido defender la continuidad de la legalidad del Estado, sin diferenciar entre el régimen franquista de origen ilegal e ilegítimo (1) (como fue declarado por la Resolución 39(I) de la Asamblea General de la ONU sobre la cuestión española), y el actual sistema democrático. No sólo se pretende igualar así la lucha antifranquista con el terrorismo posterior, sino que se legitima el franquismo. Hasta el extremo de que hoy, el estado español llega a conceder a torturadores y asesinos el reconocimiento y los honores que niega a los luchadores por la democracia y por las libertades.

Afirmamos que en un país con unas señas de identidad democráticas normalizadas, sustentadas como en los países de nuestro entorno en la lucha por la democracia y las libertades contra los fascismos, los compañeros ejecutados por la Dictadura el 27 de septiembre de 1975 serían hoy héroes de la democracia española, como lo son en Alemania los militares que en 1944 atentaron contra Hitler.

Reiteramos nuestro homenaje y reconocimiento a los compañeros asesinados en septiembre de 1975, a sus familias, compañeros y amigos, así como a todas y cada una de las víctimas de la dictadura. Sin más, os transmitimos de nuevo nuestras felicitaciones por vuestra iniciativa y vuestro trabajo. Recibid un fraternal abrazo.

Federación Estatal de Foros por la Memoria, Septiembre de 2015


(1) La Asamblea General recuerda que, en mayo y junio de 1946, el Consejo de Seguridad hizo un estudio sobre la posibilidad de que las Naciones Unidas tomaran nuevas medidas. El Subcomité del Consejo de Seguridad encargado de tal investigación llegó unánimemente a la conclusión de que:

“(a) En origen, naturaleza, estructura y conducta general, el régimen de Franco es um régimen de carácter fascista, establecido en gran parte gracias a la ayuda recibida de la Alemania nazi de Hitler y de la Italia fascista de Mussolini;

(b) Durante la prolongada lucha de las Naciones Unidas contra Hitler y Mussolini, Franco, a pesar de las continuas protestas de los Aliados, prestó una ayuda considerable a las potencias enemigas. Primero, por ejemplo, de 1941 a 1945, la División de Infantería de la Legión Azul, la Legión Española de Voluntarios y la Escuadrilla Aérea Salvador, pelearon en el frente oriental contra la Rusia soviética. Segundo, en el verano de 1940, España se apoderó de Tánger en violación del estatuto internacional, y, debido a que España mantenía un importante ejército en el Marruecos español, gran cantidad de tropas aliadas quedó inmovilizada en el África del Norte;

c) Pruebas incontrovertibles demuestran que Franco fue, con Hitler y Mussolini, parte culpable en la conspiración de guerra contra aquellos países que finalmente en el transcurso de la guerra mundial formaron el conjunto de las Naciones Unidas. Fue parte de la conspiración en que se pospondría la completa beligerancia de Franco hasta el momento que se acordara mutuamente”.
La Asamblea General,

Convencida de que el Gobierno fascista de Franco en España, fue impuesto al pueblo español por la fuerza con la ayuda de las potencias del Eje y a las cuales dio ayuda material durante la guerra, no representa al pueblo español, y que por su continuo dominio de España está haciendo imposible la participación en asuntos internacionales del pueblo español con los pueblos de las Naciones Unidas;

Recomienda que se excluya al Gobierno español de Franco como miembro de los organismos internacionales establecidos por las Naciones Unidas o que tengan nexos con ellas, y de la participación en conferencias u otras actividades que puedan ser emprendidas por las Naciones Unidas o por estos organismos, hasta que se instaure en España un gobierno nuevo y aceptable.

http://www.foroporlamemoria.info/2015/09/carta-de-adhesion-al-homenaje-a-los-ultimos-fusilados-del-franquismo-en-el-40oaniversario/

"Felipe, cállate", por Javier Gallego




Felipe González es el mayor fraude de la Transición española. Más que socialista fue siempre socio capitalista. Ahora ha pasado de carismático a caricato. Alguien debería hacerle callar. 


Javier Gallego. El Diario, 24/09/2015 

Es hora de que alguien le diga a Felipe González lo que habría que haberle dicho hace años: Felipe, cállate. La broma ha durado demasiado. Estás haciendo el ridículo. Tiene el personaje un pasado como para haberse metido en un agujero, haberlo tapado con cal viva y que no le hubiéramos vuelto a ver las canas, pero es tan soberbio y vanidoso que no es capaz de bajarse del escenario y, cada vez que sale, la tiene que liar. Si hay algo peor que un presidente, es un ex presidente. Padecen casi siempre  pitopausia presidencial. Como ya nadie les mira como antes, tienen que sobreactuar para coger foco. Ahora Felipe ha pasado de carismático a caricato. De piquito de oro, a bocazas oficial. Por consiguiente.

Lleva unos días sin tomar la medicación y está desatado. Primero dijo que el régimen de Pinochet, con sus 40.000 víctimas y 3000 desaparecidos, respetó más los derechos humanos que el actual gobierno de Maduro. Ayer comparó la autodeterminación catalana con las deportaciones de Stalin a Siberia. No sólo insulta a la razón, escupe a la memoria de los millones de víctimas del gulag estalinista y a no pocos catalanes partidarios de la secesión. Su obsesión con Venezuela y Cataluña sólo es comparable a la de un tertuliano de 13tv votante de Vox. Hace tiempo que sabemos que más que socialista, ha sido siempre socio capitalista. De Gas Natural o de quien le quiera pagar. Ahora vemos que, además, ejerce de bufón.

A estas alturas, no nos sorprende. Ya sabemos que Felipe González es el mayor fraude de la Transición española. Sabemos, por documentos desclasificados, que la joven promesa del progresismo español, fue ungido por la socialdemocracia europea en Suresnes para hacer el tránsito al capitalismo bajo la tutela de Washington. El tardofranquismo lo bendijo porque el muchacho jamás había dado un ruido. Nunca fue antifranquista, más bien al contrario. Como cuentan otros papeles desclasificados, en su juventud se ofreció con otros compañeros a la embajada estadounidense para acabar con “la excesiva influencia comunista” que había en la universidad. Después vino lo de la OTAN para confirmar que el hombre blanco hablaba con lengua de serpiente, como cantara Krahe, que lo pagó con la censura de este demócrata. Por consiguiente, la pana y las coderas eran disfraz.

De hecho, escribió el gran Javier Ortiz que González se hizo socialista porque la socialdemocracia le apadrinó, pero que se habría hecho democristiano si la democracia cristiana se lo hubiera ofrecido. Nunca ha tenido más ideología que la de su ego. Felipe ha sido siempre felipista y nada más. El menda se ha hecho hasta una fundación. No es extraño que se lo tenga tan subido cuando en su casa le creen infalible como a un Papa, le veneran como a un dios y le llevan en procesión como al santo patrón. El PSOE es como José Luis Moreno. Tienen al Rockefeller fumando puros en un yate y cuando llega la hora del show lo sacan para que el pájaro tuerza el pico. Pedro Sánchez ha dicho que es su faro y su guía. Ésa es la renovación del partido. Apaga y vámonos.

Pertenezco a una generación de hijos de víctimas de Felipe González. De los que le votaron ilusionados como nunca en el 82 y se decepcionaron como en la vida. No pocos se pasaron al bando contrario y ya nunca regresaron. Nadie ha hecho más por el retorno de la derecha al poder y pocos están haciendo tanto por el independentismo. Pero le siguen dando bola. Lo del señor X le viene al pelo. Es una incógnita por qué se sigue escuchando con respeto a un individuo bajo el que tuvimos a los GAL, Filesa, el caso Roldán, el pelotazo y la mayor cantidad de casos de corrupción de la democracia. Nunca creí que diría esto, pero una vez estuve de acuerdo con Aznar, otro que tal: cuando le dijo a Felipe que se fuera.

Tampoco pensé que diría esto, pero creo que debería volver el rey Juan Carlos para hacerle callar. Por consiguiente. Alguien tiene que decírselo. Felipe, ¿por qué no te callas?

http://www.eldiario.es/carnecruda/lo-llevamos-crudo/Felipe-callate_6_434366562.html

"Cuando las ideas políticas y morales del presente se introducen en la historia", por Julián Casanova




Julián Casanova Ruiz


Los historiadores disentimos a menudo sobre cómo interpretar los acontecimientos que estudiamos. Pero tenemos unas mínimas y básicas reglas convencionales para investigar, escribir y hablar sobre historia.

En los últimos meses, a propósito sobre todo de Cataluña, España y los nacionalismos, han aparecido decenas de artículos de opinión que no construyen argumentos probados, sino que, por el contrario, analizan el tema desde ideas políticas y morales actuales.

Se generaliza, olvidando que los grupos se componen de individuos y que no todo el mundo que vivió en el pasado creía las mismas cosas o actuaba de la misma forma. Parece que haya una carrera para ver quien tiene más pedigrí, antigüedad o razones para ser puro en el presente.

De esa forma, aparecen anacronismos por todas partes, porque se representa ideas, acontecimientos o personas que no existían o no actuaban de esa forma en tiempos pasados. Ni Cataluña era ya democrática en el siglo XVIII, ni España era ya fascista con los Borbones. En fin, que hay que analizar a la gente y acontecimientos del pasado en su propio contexto, aunque nos molesten o nos parezcan injustos desde nuestro visión actual.

Resulta muy difícil prescindir de nuestros prejuicios y juicios parciales, pero, por muy extraño país que sea el pasado, hay que intentar entenderlo con argumentos sólidos y conceptos claros basados en un amplio abanico de fuentes que no se pueden manipular a la carta.

Los mejores análisis históricos ofrecen muchas cosas, abren puertas y ventanas, dejan al lector con ganas de formular preguntas. Pero que nadie equivoque esta flexibilidad, el reconocimiento de que no hay verdades absolutas, con el relativismo de "todo vale" y "cualquiera puede opinar".

La historia rara vez es cristalina y de un solo color. Pero, como repito muchas veces, yo, cuando hablo y escribo sobre la historia, no opino, busco, argumento, ofrezco fuentes/puntos de vista y trato de demostrar por qué las conclusiones a las que llego parecen relevantes.

viernes, 11 de septiembre de 2015

"Jerez de la Frontera (Cádiz). Sobre la consideración de quién es un asesino", por José L. Gutiérrez Molina


José L. Gutiérrez Molina. La Voz del Sur 

Jerez de la Frontera (Cádiz). Sobre la consideración de quién es un asesino



No pueden soportar la verdad. No pueden soportar que, a pesar de décadas de desinformación y silencios, se vaya terminando con la impunidad con la que vivieron y murieron los principales responsables del golpe de estado de julio de 1936 cuyo fracaso generó una de las mayores matanzas de civiles del siglo XX europeo. No me puedo imaginar qué ocurriría si, además, llegara la justicia y la reparación. Un día sí, y otro también resuenan los exabruptos de quienes no olvidan su victoria, mantienen incólume el rencor contra quienes pensaron que otra sociedad era posible, se sienten más a gusto con las heridas abiertas y proyectan sus sentimientos y deseos contra quienes buscan la verdad histórica de lo ocurrido y desean recuperar los restos, la identidad y la dignidad de sus desaparecidos.

Que esto ocurra sólo es posible en el único régimen fascista europeo no derrotado durante la Segunda Guerra Mundial y cuyos miembros no tuvieron que pagar peaje alguno para convertirse en demócratas. En ningún momento han sentido que se dudara de su victoria. En los años setenta y ochenta por el pacto de olvido de la Transición y en la última década por la dubitativa política pública de las administraciones centrales y regionales. En consecuencia, cuando se recuerda quienes fueron en realidad y el papel que tuvieron en la implantación por el terror del régimen franquista, se revuelven y recurren a todos los medios a su alcance para mantener la imagen edulcorada de personajes que tuvieron un destacado y triste papel. Es el caso del político de extrema derecha, monárquico y escritor José María Pemán Pemartín. Su familia ha demandado a la concejala jerezana Ana Fernández por llamarle asesino. Le acusan de un delito de calumnias y desean restaurar públicamente su honor y dignidad tan gravemente mancillados.

Parece que la consideración como asesino de Pemán ha sido interpretada por los querellantes en el sentido de que la concejala le atribuye la comisión personal de la muerte de una o más personas. Sin embargo, cualquier persona sabe, que la definición de asesino es mucho más amplia. No sólo se refiere a un hecho concreto sino que también forma parte la forma de actuar, la actitud y la consideración del hecho. Es decir, que no sólo es un término que se refiere a la persona que comete un asesinato. Baste un par de ejemplos. Cuando la oposición venezolana tacha al presidente Maduro de asesino por la muerte de un estudiante, todo el mundo entiende que no se refiere a que el mandatario venezolano le ha descerrajado un tiro con su propia mano. Sino a la responsabilidad que tiene en la política que realiza, que provoca protestas, y por la actuación policial que origina víctimas. Otro, cuando en 2003 las calles de las ciudades españolas se llenaron de centenares de miles de personas, protestando por la participación del Estado en la guerra contra Irak, llamando al presidente Aznar asesino tampoco se referían a que éste fuera a matar con sus propias manos a alguno del más de millón de iraquíes que terminaron muriendo. Se referían a la intervención que, usando justificaciones falsas, como hoy sabemos, terminaría ocasionando esas muertes.

Pues bien, es lo que ocurre con José María Pemán. Nadie quiere decir, y pienso que Ana Fernández tampoco, que el autor de El poema de la Bestia y el Ángel, cometiera directamente ningún asesinato. Todo nos referimos a su extrema implicación y comprensión con las políticas terroristas –es decir el uso sistemático como arma política del terror– llevadas a cabo por los sublevados desde julio de 1936. Unas prácticas que, como ya se ha escrito, contaron con la complacencia y adhesión de quien escribió: “¡Paradoja de la muerte-que tanta vida produce! /Movimiento de gusanos-sobre las frías quietudes./ Espumas de margaritas-abierta una boca escupe./ Macetas de jaramago-son unos ojos sin luces”. Una justificación de la guerra y la muerte. Pemán fue, desde julio de 1936, un decidido defensor de las prácticas exterminadores desencadenadas. No por citadas está demás recordar las palabras que pronunció desde los micrófonos de Radio Jerez: “La idea de turno o juego político ha sido sustituida para siempre por la idea de exterminio y expulsión, única salida válida frente a un enemigo…”.

Por si alguien tuviera alguna duda quedaron recogidas en la recopilación de sus arengas y crónicas de guerra publicada en 1937. Si miramos la definición de extermino vemos que para la Academia Española de la Lengua significa “desaparición del todo de algo o alguien”. ¿Cómo interpretar esa “desaparición del todo”? ¿No se está justificando los asesinatos de los adversarios que por esos días se estaban produciendo en la zona ocupada por los golpistas y que, por tanto, es perfectamente legítimo utilizar el término asesino para una persona que, de forma pública, llamaba a la desaparición física de personas? ¿Se puede asegurar que Pemán desconocía lo que ocurría o que fue un “calentón” producido por la abundancia de correajes y pistolas que le rodeaban? No parece creíble que fuera así. Estamos hablando no sólo de alguien que se dedicaba a la agitación y propaganda, sino que era uno de los siete “ministros” de la Junta Técnica del Estado. El organismo gubernativo asesor de Francisco Franco creado el 1 de octubre de 1936 en sustitución de la Junta de Defensa Nacional creada por los militares golpistas en julio.

La Junta Técnica era el más alto organismo de gobierno de la zona ocupada por los golpistas y, por tanto, como ejerciente de su administración, era el máximo responsable de lo que ocurría en ella. José María Pemán ocupó en ella el puesto de presidente de la Comisión de Cultura y Educación. No por ilegítima e ilegal dejó de actuar en la práctica. Así que Pemán, hasta su disolución el 31 de enero de 1938, no sólo fue el responsable directo de las políticas de depuración del profesorado español sino también co-responsable del conjunto de las actuaciones del organismo presidido por Fidel Dávila Arrondo y de las consecuencias que sus actuaciones tuvieron. Las comisiones depuradoras provinciales, bajo el mandato supremo de Pemán se dedicaron a sancionar a los profesores considerados antinacionales, masones, judíos, marxistas o que, por sus enseñanzas, fueran considerados responsables de la revolución. Una misión no sólo punitiva sino también preventiva, para la que no debían existir reprobables reservas mentales ni sentimentalismos extemporáneos.

José María Pemán fue algo más que el “juglar de la cruzada”, “poeta del régimen” o “intelectual orgánico”. Incluso, una vez pasados los tiempos de la matanza, su consideración de ella no pasará de rebajar el número de asesinados necesarios para el escarmiento que se buscaba. Con sus palabras justificó y alentó los asesinatos, con su pertenencia a la Junta Técnica del Estado fue corresponsable de lo que ocurrió en la zona ocupada por los golpistas. Como cuando se gritaba ¡Franco asesino! o ahora gritan ¡Maduro Asesino!, ¡Aznar asesino! calificarlo como tal no es sino poner de manifiesto su participación en el extermino.

Se puede entender el pesar de la familia Pemán en conocer estas circunstancias. Pero ellos no tienen por qué asumir la conducta de su antepasado. Es más, puede servirle para intentar comprender las razones que tienen miles de familias españolas para buscar y dar digna sepultura a sus deudos, reivindicar la memoria y la personalidad de sus familiares, en estas ocasiones, sí injuriados y difamados. Injurias y difamaciones que han tenido que soportar durante décadas sin poder recurrir a los tribunales. Podrá así comprender que no quieren reabrir heridas, sino todo lo contrario, que no tienen ni ánimo de venganza ni expresan odio, sino todo lo contrario, que sólo buscan la verdad, la justicia y la reparación. Porque su falta duele ¿verdad? Aunque no sea el caso de José María Pemán para el que el calificativo que tanto ha molestado le pueda ser aplicado en ese sentido más amplio que el restringido a quien lo comete con su propia mano. No por ocultar la historia, termina borrándose. Siempre está ahí a la espera de quienes quieran encontrarla.


martes, 8 de septiembre de 2015

"Tierras de sangre españolas: Ángel Viñas, historiador de combate", por Sebastiaan Faber


Tierras de sangre españolas: Ángel Viñas, historiador de combate
Sebastiaan Faber


http://www.albavolunteer.org/2013/01/the-spanish-bloodlands-angel-vinas-warrior-historian/


“No hay uno solo de de los historiadores neoconservadores o neofranquistas que no manipule o distorsione la evidencia histórica. Lo que venden son mentiras descaradas. Esto suena duro, lo sé, pero lo he demostrado una y otra vez. En España, los mitos propagados por el franquismo han sobrevivido, convenientemente actualizados, y se movilizan en los conflictos políticos de hoy. Si la Guerra Civil es todavía origen de controversia, se debe a que la derecha no desea remover un pasado sangriento que la hace aparecer bajo una luz negativa. Solo por dar un ejemplo, uno de los biógrafos más serviles de Franco es miembro de la Real Academia de la Historia [Luis Suárez]. Como si fuera lo más normal del mundo”.

Ángel Viñas no tiene miedo de decirlo tal y como son las cosas y tiene poca paciencia con la estupidez. Uno de los historiadores más prolíficos de las últimas dos décadas, Viñas ha emprendido ingentes proyectos de investigación y ha cruzado su espada con poderosos adversarios. Con todo, dado que poca de su obra está disponible en inglés, Viñas es menos conocido fuera de España de lo que su envergadura justifica. Su energía parece no tener límites: en los últimos diez años ha publicado o dirigido más de una docena de libros substanciales sobre la Guerra Civil. Entre ellos se cuenta una historia en cuatro volúmenes, 2.600 páginas, de la Segunda República asediada (2006-2009) [1] que Helen Graham ha llamado “magistral”, y que Gabriel Jackson describió en estas páginas como “sin duda, los estudios de archivo más detallados y plenamente documentados sobre las reacciones diplomáticas y militares internacionales que siguieron al estallido de la Guerra Civil”. Cuando en 2011, la Real Academia de la Historia publicó los primeros 25 volúmenes de su controvertido Diccionario Biográfico Español, financiados con fondos públicos —y cuyos textos estaban plagados de errores y nunca fueron adecuadamente revisados; la entrada sobre Franco no caracterizaba al Generalísimo como dictador —, fue Viñas quien congregó a un equipo de historiadores para elaborar rápidamente una recopilación alternativa más rigurosa. El contradiccionario de 976 páginas, titulado En el combate por la Historia [Pasado y Presente, Barcelona, 2012] se publicó en abril. Este pasado octubre el profesor Viñas interrumpió brevemente los muchos proyectos que se acumulan sobre su mesa de trabajo en Bruselas—entre ellos, nuevas investigaciones sobre el bombardeo de Guernica y una reedición española de la obra pionera de Herbert Southworth —para hablar con The Volunteer.

La historiografía como campo de batalla, el historiador como combatiente por la verdad: la imagen parece adecuada para el campo de de los estudios de la Guerra Civil hoy en día y para la obra de Viñas en particular. Nacido en 1941, Viñas se considera un historiador a la vieja usanza. A lo largo de su carrera, ha insistido en la necesidad de investigar rigurosamente tomando como base las evidencias de primera mano del periodo, lo que llama evidencia primaria relevante de época. Su principal objetivo está bien definido.  Quiere descubrir qué sucedió realmente, por qué  sucedió y explicarlo tan claramente como pueda a un público lo más amplio posible. “En mi opinión,” dice Viñas, “el único modo de avanzar lo constituye la investigación primaria, para abrir nuevas rutas, señalar nuevas direcciones y mejorar anteriores interpretaciones del pasado. La investigación primaria abre puertas, no las cierra. Por supuesto, no es la única forma de escribir Historia. Aplicar nuevos paradigmas también puede deparar nuevos resultados. Pero yo soy un historiador al que le gusta estar cerca de realidades concretas, tratando de encontrar nuevas respuestas a viejas preguntas”.

Viñas combinó en un principio su investigación con la carrera diplomática. Se enamoró de los archivos a finales de los años 60, cuando como joven diplomático destinado en Bonn le pidieron que escribiera un artículo sobre la financiación nazi del esfuerzo de guerra franquista. “Cuando entré en los archivos del Auswärtiges Amt (Ministerio de Asuntos Exteriores)”, recuerda, “supe que se trataba de un flechazo”. Este proyecto de investigación se convirtió en la tesis doctoral y el primer libro de Viñas, publicado en 1974 (La Alemania nazi y el 18 de julio, Alianza Editorial, Madrid). A continuación afrontó el tan mistificado episodio del “Oro de Moscú”—la controvertida transferencia a la Unión Soviética, por parte de las autoridades republicanas, de parte del Tesoro español. Viñas trabajó después sobre relaciones internacionales, sobre todo en torno a la alianza entre Franco y los Estados Unidos de los años 50, pasó veinte años trabajando para la Unión Europea, y cinco años de embajador en las Naciones Unidas en Nueva York. Vive actualmente en Bruselas. Y felizmente: “Estoy lejos del barullo de España. Vivir aquí me permite concentrarme en escribir, que es lo que hago doce horas al día, siete días a la semana”.

La obra de Viñas es una lectura que revigoriza. Escribe una prosa directa, combativa, con pocas cautelas. No teme introducir una nota ocasional de divertida malicia. En La conspiración del general Franco (Crítica, Barcelona, 2012), por ejemplo, reconviene al conocido y prolífico historiador norteamericano Stanley Payne por su falta de rigor. Payne y Viñas llevan dándose topetazos durante algún tiempo. En años recientes, Payne ha hablado desdeñosamente de los historiadores académicos españoles mientras abogaba por aficionados “revisionistas” de derechas como Pío Moa o César Vidal. Resulta interesante, señala Viñas, que Payne, que “ha extendido su manto protector para cubrir algo que es verdadera pornografía histórica”, casi nunca haya utilizado más que fuentes secundarias.

Desde luego, la clave de la solidez de Viñas reside en el amplio uso que hace de fuentes primarias de una gran cantidad de archivos españoles y extranjeros. Igual importancia tiene su insistencia en que ningún aspecto del conflicto puede explicarse sin tener en cuenta el complejo contexto internacional  de la guerra, un contexto determinado por poderosos intereses tanto políticos como económicos. Al reconstruir los intensos esfuerzos diplomáticos que preceden y siguen inmediatamente al estallido de la guerra, por ejemplo, no deja dudas acerca de la tremenda diferencia entre el rechazo categórico por parte de las potencias occidentales a respaldar a la acosada República y la casi inmediata disponibilidad de los regímenes fascista y nazi a comprometer ayuda militar. Basándose en amplia evidencia, Viñas explica esa diferencia primordialmente en función de cómo se percibe el interés nacional y político.

Los antecedentes del autor y su pericia como funcionario le ayudan a entender su material, pero también a dar forma a su enfoque. Le interesa en última instancia lo que impulsa a quienes toman las decisiones: dirigentes políticos y económicos, así como diplomáticos y mediadores. Al haber vivido las instituciones desde dentro, no se hace ilusiones sobre el calibre moral de sus motivaciones. Viñas también resulta excepcionalmente bueno reconstruyendo los flujos de información: la forma en que cartas, informes y conversaciones personales configuraron la percepción de los líderes sobre lo que estaba aconteciendo en España. Esto le permite, por ejemplo, a lo largo de treinta páginas del segundo volumen de su serie sobre la República una valoración desacostumbradamente matizada de los puntos de vista y de las decisiones de Stalin en relación con la República.   

Viñas cree encarecidamente que escribir la historia de España es tarea de historiadores españoles. “La batalla por la verdad tiene que librarse en España, por parte de los españoles. No hay nada extraño en esto: es la norma en todas las naciones. Mire Francia, Inglaterra o Alemania”. A buen seguro, reconoce las importantes aportaciones a la historia de la Guerra Civil hechas por historiadores de fuera de España. Pero su relativa relevancia en los años de postguerra fue una anomalía, debida a la graves restricciones que imponía el régimen de Franco a la historiografía española. Afortunadamente, la situación lleva ya tiempo normalizada. “Los avances más importantes provienen hoy de historiadores españoles. Esto no es más que algo lógico; al fin y al cabo, casi todos los archivos están en España, y son ahora casi todos accesibles. Dicho esto, lejos de mí negar las aportaciones de los historiadores no españoles. Aprecio enormemente su labor”.

¿Por qué entonces esta actitud crítica hacia Payne? “Tenía por Payne el mayor de los respetos como historiador y solía ser ávido lector de sus obras. En términos académicos, mi dosis de respeto ha menguado. Payne no hace investigación de archivo.  Y lo que necesitamos precisamente en este momento es fundamentar interpretaciones históricas sobre evidencias de primera mano de los archivos.  Pero esa no es la peor parte. Aunque opera todavía so capa de rigor erudito, en la actualidad Payne es poco más que un producto y un defensor de la visión conservadora que insiste, contra toda evidencia, en culpar a la izquierda y a los reformistas republicanos del estallido de la Guerra Civil. Desde un punto de vista académico, la metodología y los presupuestos de Payne no tienen, sencillamente, fundamento. Y la protección que otorga a los payasos neofranquistas que se llaman historiadores es, la verdad, bastante repelente.  

Ciertamente, pocas cosas irritan más a Viñas que “las sandeces que algunos autores siguen difundiendo como si no hubiera pasado el tiempo”: el conjunto de ideas fundamentalmente erradas sobre la Guerra Civil que, pese a haberse demostrado que carecen de base, llevan circulando desde los años 30 y se niegan obstinadamente a desaparecer. La noción, por ejemplo, de que las políticas de no intervención salvaron a España de caer en una revolución y de un futuro como satélite de la Unión Soviética. O la idea de que las políticas de no intervención de Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos — su traición a la Segunda República Española, en una palabra— se viera impulsada por alguna otra cosa que no fuera “una política salvaje de protección del interés nacional, sazonada de connotaciones ideológicas, políticas y de clase, y sesgadas por análisis erróneos o prejuiciados de la realidad española”.

“La historiografía franquista, que todavía ejerce una tremenda influencia sobre los historiadores conservadores de la Guerra Civil, opera por medio de un mecanismo que yo, junto al profesor Alberto Reig Tapia, he llamado ejercicio de proyección. Por ello entiendo que los franquistas atribuyen el comportamiento de su propio bando a sus oponentes políticos o militares. De este modo encuadran la reacción republicana a la rebelión militar como resultado de un proyecto revolucionario, cuando en realidad se trató de un estallido espontáneo, respuesta a una sublevación militar cuidadosamente planeada y en buena medida incitada por partidarios civiles. Acusan a la República de solicitar ayuda extranjera —es decir, soviética— con el fin de imponer un Estado totalitario, cuando la verdad es que fueron los monárquicos los que comprometieron material de guerra de los italianos antes de la sublevación. Hablan de la creación de una ‘república popular’avant la lettre, controlada por los comunistas, mientras que en realidad fue la derecha la que generó el fascismo español que realmente existió. Condenan la matanza de españoles patriotas, cuando fueron los militares rebeldes los que empezaron de inmediato a masacrar a sus adversarios. Denuncian la supuesta dependencia de la República respecto a Stalin para distraer de la dependencia mucho mayor de Franco respecto a Hitler y Mussolini. Vemos cómo funciona el mismo mecanismo en el caso del bombardeo de Guernica en abril de 1937. De la destrucción se culpó a los ‘vascos bolchevizados’ o a las ‘huestes de dinamiteros asturianos’, pero en realidad el bombardeo fue resultado de órdenes directas emitidas por el mando del Ejército del Norte a la Legión Cóndor nazi”. Todas estas afirmaciones se basan en evidencias laboriosamente recogidas de archivos españoles y extranjeros. 

¿Es más difícil ser historiador de la Guerra Civil Española que, digamos, de la II Guerra Mundial o la Edad Media? “Sí, lo es. Tiene que ver en primer lugar con el hecho de que se tardara tanto en abrir los archivos a la investigación. Sólo después de la muerte de Franco se instauró la libertad de investigar y escribir. Y luego, como ya he dicho, está el problema de las posiciones ideológicas del neofranquismo, que siguen teniendo sus repercusiones. A día de hoy, es probable que un historiador que esté en desacuerdo con estas posturas tenga que soportar las arengas de la derecha, lo cual sería impensable en el contexto de la II Guerra Mundial. Nadie en su sano juicio pensaría en motejar de de ‘antinazis’ o ‘antifascistas’ a los historiadores franceses, británicos o norteamericanos que han analizado los mecanismos de las dictaduras nazi y fascista”.

¿Qué piensa Viñas de las iniciativas de base de “recuperación de la memoria histórica” que han brotado por toda España desde finales del siglo XX? “El llamado movimiento por la memoria histórica está estrechamente relacionado con el esfuerzo colectivo por sacar a la luz las dimensiones ocultas de la represión franquista extremadamente severa durante el periodo de la guerra y la postguerra. Estos esfuerzos son muy importantes. Lo que me sorprende es que, pese a todo el trabajo hecho, la mayoría de los historiadores extranjeros todavía no reconozca el hecho de que España formó parte de lo que Timothy Snyder, en referencia a Europa Oriental, ha llamado Tierras de sangre [2] —la victimización masiva de civiles a manos de poderosas estructuras militares y estatales —si bien en distinta constelación y en una parte diferente de Europa”. Por suerte, Paul Preston ha expuesto el caso español al público lector de lengua inglesa.

Hace un año Viñas se jubiló de su puesto de catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. Sin embargo, continúa orientando a jóvenes historiadores. Entre sus discípulos se cuenta Fernando Hernández Sánchez, con el que escribió El desplome de la República (Crítica, Barcelona, 2010) y que publicaría luego una historia pionera del Partido Comunista durante la Guerra Civil (Guerra o revolución. El Partido Comunista de España en la guerra civil, Crítica, Barcelona, 2010). Observador de la actualidad española desde su mirador septentrional de Bruselas, Viñas ve pocos motivos para el optimismo. Le preocupa su país. El futuro pinta especialmente sombrío en el caso de la universidad española y la investigación académica. “La universidad franquista estaba corrompida. Era un subproducto de las relaciones de poder del país, oligárquicas y, en el mejor de los casos, paternalistas. La situación ha mejorado de algún modo desde la Transición, aunque no lo suficiente. Este ha sido un fallo grave de los gobiernos socialistas y, aún más, de los conservadores. Ha sido posible trabajar bien dentro de las estructuras existentes y hay mucha gente que lo ha hecho, aunque en ocasiones esto ha exigido una considerable dosis de valor cívico. Personalmente, no puedo envanecerme de nada debido a que por razones profesionales he podido trabajar 25 años fuera de la Universidad. Esto me permitió tomar cierta distancia y, sobre todo, no depender financieramente de nadie. Pero estoy extremadamente preocupado por el futuro de la universidad española. El conservadurismo español ha entrado en fase regresiva, tanto en términos económicos como ideológicos. El actual gobierno ultraconservador es un auténtico desastre. La situación me recuerda, mutatis mutandis, a la del  ‘bienio negro’ de 1934-35. Toda una generación de jóvenes historiadores quedará frustrada”.

Notas del t.:

[1] Esos cuatro volúmenes son La soledad de la República: El abandono de las democracias y el viraje hacia la Unión Soviética, Crítica, Barcelona, 2006; El escudo de la República: el oro de España, la apuesta soviética y los hechos de mayo de 1937, Crítica, Barcelona, 2007; El honor de la República: entre el acoso fascista, la hostilidad británica y la política de Stalin, Crítica, Barcelona, 2008; El desplome de la República: La verdadera historia del final de la Guerra Civil,Crítica, Barcelona, 2009.

[2] Bloodlands, de Tymothy Snyder, se ha publicado en español como Tierras de sangre, Europa entre Hitler y Stalin (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2011). Snyder es también conocido por su diálogo con Tony Judt en Pensar el siglo XX (Taurus, Madrid, 2012).

Sebastiaan Faber enseña Estudios Hispánicos en el Oberlin College de Oberlin, Ohio, y preside la directiva de ALBA (Abraham Lincoln Brigade Archives), que custodia el legado de los veteranos norteamericanos de las Brigadas Internacionales, cuyo órgano de expresión es The Volunteer.

http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5593

viernes, 4 de septiembre de 2015

"La crisis nacional, disparate a disparate", por Suso de Toro




Suso de Toro. El Diario.es, 02/09/2015

Los entendimientos de hierro entre PP y PSOE en torno a la Corona, el sistema de poder económico vigente y la estructura del Estado controlado desde la corte es evidente que existen


Hace unos días el periódico El País publicaba en portada una carta A los catalanes de Felipe González y no le hizo ningún favor al expresidente. Decía ser "a los catalanes", pero no lo era; era contra esos catalanes que quieren la independencia e iba dirigida realmente a los españoles no catalanes.

La carta del expresidente del Gobierno no pretendía que quienes hoy desean independizarse de esta España reconsiderasen su postura sino descalificarlos a ellos y a sus dirigentes ante la ciudadanía española. Porque es imposible que alguien pretenda realmente convencer a otras personas faltándole al respeto y ofendiéndolas. González dice escribirle a personas que participan de lo que llama "lo más parecido a la aventura alemana o italiana de los años treinta del siglo pasado". Es decir, a fascistas seguidores de Mussolini o nazis seguidores de Hitler. Escojan ustedes.

Ni que decir tiene que Mussolini y Hitler sumados son el president Mas, que los tiene engañados –"el señor Mas engaña a los independentistas y a los que han creído que el derecho a decidir (...)"– y seducidos –"en realidad tratan de llevaros, ciudadanos de Cataluña, a la verdadera “vía muerta” de la que habla Mas (…)"–.  Y se pregunta: "¿Cómo es posible que se quiera llevar al pueblo catalán al aislamiento, a una especie de Albania del siglo XXI?" Impresiona que quien fue presidente del Gobierno de España tantos años se refiera a la sociedad catalana de forma tan descalificadora y despreciativa y a la propia Catalunya con tal menosprecio. Es prácticamente imposible que desconozca las características y las capacidades de esa población y de ese país, es imposible que sea tan ignorante, que no haya estado alguna vez allí en tantos años. Hay que entender que los descalifica para ponernos a los demás ciudadanos en su contra.

González hace que resulte incomprensible a estas alturas defender en Catalunya a un PSOE que, empezando por el secretario del PSC, respalda sus palabras. Y desde luego nadie que viva allí y que no esté cegado por la ideología o la ira puede compartir tales disparates, aunque cuesta ser ciudadanos libres y no súbditos engañados en medio de esta guerra sucia. La mentiras contra el rival pretenden despertar animadversión personal, destruyen la democracia y son formas de la política autoritaria, que utiliza el odio para conservar el poder.

González se muestra como alguien perdido en la historia, o más bien en su historia, y tan desorientado que hace daño a ese país al que dice querer servir. Le falta al respeto al mismo cargo que ejerció y que invoca cuando ofende a una parte de la población a la que representó y sobre la que gobernó, pero también nos ofende a los demás cuando nos toma por tontos. Su propósito de hacer propaganda innoble y no de razonar es tan evidente que no corresponde siquiera entrar a discutir el resto del argumentario de su carta, es pura guerra ideológica contra una facción contraria.

Es, por ello, lógico que ni siquiera se moleste en situar un asunto de Estado tan complicado y delicado en su verdadero contexto, en la dialéctica entre una parte de la ciudadanía catalana, que excede con mucho a los nacionalistas, y los poderes económicos, políticos y administrativos que detentan el Estado desde Madrid. Se puede estar de acuerdo o no con una parte u otra en un conflicto que comienza con boicots y recogidas de firmas anticatalanistas, que acabó con la sentencia del Constitucional por un voto y que desencadenó la rabia casi unánime de los catalanes que vieron como se cerraba cualquier camino a ser reconocidos como nación dentro de esta España. Pero la consecuencia es la crisis de Estado a la que se ha llegado.

La utilización por parte de la derecha española del nacionalismo españolista frente al nacionalismo catalanista, acompañado en parte por el PSOE en distintos momentos, ha conducido a un camino sin salida en el que el PP y el Estado se parecen mucho y en el que la máxima institución jurídico política, el Tribunal Constitucional, no solo se ha transformado en un instrumento puramente político sino que, además, está al servicio de un partido.

González avisa a los catalanes, pero también nos avisa a los demás: "Pueden creerme. No conseguirán, rompiendo la legalidad, sentar a una mesa de negociación a nadie que tenga el deber de respetarla y hacerla cumplir". Se refiere a los actuales gobernantes, Rajoy, Fernández Díaz y al candidato del PP en Catalunya, García Albiol. Éste ya ha sacado la porra partidaria, es decir su Tribunal Constitucional. Su advertencia es tan ominosa como clara: "La broma se ha terminado". Y es que, primero, hay que destruir la imagen del enemigo y, a continuación, se le golpea y se le mete preso. Ahora van a por éstos, aguarden en sus casas que ya vendrán por los demás.

Omitir, como hace González, esa cadena de hechos anteriores y ese contexto para tratar de ese conflicto es engañar descaradamente. Como lo es presentarse como valedor del reconocimiento político de Catalunya dentro de España. Además de hemerotecas, algunas personas tenemos algo de memoria y recordamos, por ejemplo, el 23F, lo que se pactó con los golpistas y sus consecuencias. Cualquier relato de lo ocurrido en esos días que omita que tras el golpe de Estado González y Guerra pactaron con la UCD de Leopoldo Calvo Sotelo la reforma del reglamento del Congreso, para que el grupo parlamentario del PSC se disolviera en el del PSOE, y que su Gobierno redactó inmediatamente una ley para disolver políticamente la autonomía, la LOAPA, que el propio Tribunal Constitucional de entonces declaró inconstitucional (aún no era el de Rajoy y Albiol).

La maniobra de hace unos meses para formar una coalición PP-PSOE no funcionó, la dirección actual será lo que sea pero vio que suponía su inmolación inmediata y la del propio partido, pero los entendimientos de hierro en torno de tres puntos, la Corona, el sistema de poder económico vigente y la estructura del Estado controlado desde la corte es evidente que existen.

Pero esos pactos de hierro no ocultan la evidencia: el fracaso del Estado. Y, lo más profundo y de dimensión histórica, el fracaso nacional español.

¿En qué momento comenzó esta crisis de Estado, en la segunda legislatura de Aznar, con el boicot al cava, cuando Rajoy comenzó a recoger firmas contra los catalanes, cuando Guerra sacó el cepillo, cuando tres magistrados del Constitucional acudieron a fumarse un puro al ruedo ibérico de la Maestranza sevillana, cuando Albiol entró en el Constitucional…?

¿Pero es que no hay otra España? ¿Y no la habrá nunca, es imposible? Pues entonces…

http://www.eldiario.es/zonacritica/crisis-nacional-disparate_6_426667337.html