jueves, 13 de diciembre de 2018

14-D, 30 años



El año pasado, cuando mi compañero y amigo Sergio Gálvez presentó su libro sobre la Huelga General del 14 de diciembre de 1988 (1), le comenté la extraña sensación que me producía leer un libro de historia que trataba acontecimientos que yo había vivido en primera persona, jugando un modesto papel como uno de los miles de huelguistas que contribuyeron a que el 14-D acabase siendo uno de los mayores triunfos de la clase obrera española en toda su historia.

Han pasado 30 años, pero recuerdo buena parte de lo que viví aquellas jornadas como si hubiese sido ayer. Sobre las 22:00 horas del día 13 se celebró una asamblea en el salón de actos de CCOO-Madrid (que ahora lleva el nombre de Marcelino Camacho) abarrotado con cientos de delegados y delegadas, cuadros sindicales, recuerdo a varios diputados y concejales de IU… Mucha emoción en un ambiente de euforia contenida.

Desde el escenario, en una mesa larga, los responsables de las diferentes federaciones de sector impartían instrucciones sobre dónde teníamos que ir cada uno, y nombraban a los responsables de los diferentes piquetes. Yo aún no militaba en CCOO, y formé grupo con varios camaradas de la agrupación del PCE de Usera, mi barrio: Paquita García, Guiomar Sarabia, Antonio López, José Murillo (hijo)… “a las órdenes” de Molero, que entonces era dirigente del Metal. Precisamente, cuando acabó la asamblea, subimos a las oficinas de su Federación a recoger propaganda de la Huelga. La escalera del edificio de Lope de Vega, con docenas de compañeras y compañeros acelerados bajando con material camino de las citas programadas, me recordó una escena del Octubre de Einsenstein (aquella del Palacio Smolny, salvando las distancias).

Llegamos en coches a nuestra primera cita en La Vaguada sobre las 00:30 del día 14. Formábamos un megapiquete de más de mil personas gritando consignas, y sobre nuestras cabezas, un helicóptero de la policía nacional proyectando sus focos hacia nosotros. Allí nos enteramos del apagón de TVE a las 12:00, y el optimismo aumentó exponencialmente.

Visitamos luego varios talleres metalúrgicos que funcionaban habitualmente con turnos de noche, pero no tuvimos apenas tarea: estaban directamente cerrados o nadie había acudido a los puestos de trabajo. Después, a la siguiente cita, en las cocheras de los autobuses de la EMT de Carabanchel Alto. Éramos varios cientos de compañeros y compañeras de CCOO y UGT, controlando que no saliese ningún autobús por encima de los servicios mínimos establecidos, pero ni esos se respetaron: los conductores mayoritariamente se negaban a salir. Recuerdo que en las puertas y los descampados cercanos se encendieron varias hogueras, porque aunque no hacía frío un excesivo, en cuanto llevabas un rato parado resultaba evidente que estábamos en diciembre. También acudieron a calentarse varios policías nacionales que hacían guardia junto a la puerta de las cocheras, y nos decían: “La verdad es que tenéis toda la razón. Ya está bien”.

Cuando salimos de allí camino de la siguiente convocatoria, varios de los coches quedaron inutilizados, porque alguien había puesto bajo los neumáticos clavos doblados soldados. Uno de los vehículos que tuvo que quedarse allí fue el de Molero, y a partir de ese momento nuestro grupo se trasladó, amontonados los seis dentro de un solo coche, creo recordar que un Renault 5.

Llegamos al desaparecido Polígono industrial de Méndez Álvaro, donde tampoco tuvimos ningún trabajo. Sólo alguna de las docenas de talleres y fábricas estaba abierta, pero sin actividad en el interior.

Molero propuso entonces volver a la sede de Lope de Vega para tomar un caldo caliente. Estaba amaneciendo. Entramos en calor escuchando las noticias de la radio, que informaban del éxito absoluto de la huelga en todo el país, con cifras por encima del 90% en todos los lugares y sectores. Creo que fue Guiomar la que dijo en ese momento: “Pues no hay nada que hacer. ¿Nos vamos para casa?” Y yo contesté: “No jodas, para una vez que vamos ganando”.

Llegó la noticia de que lo único abierto era El Corte Inglés de Preciados, y allí nos encaminamos varios cientos de compañeros y compañeras, desde el Paseo del Prado a la Puerta del Sol. Como se puede ver en las famosas imágenes de la prensa de aquel día, el despliegue de antidisturbios era brutal. Entre insultos cruzados con trabajadores y clientes que intentaban entrar en el centro comercial y varias cargas policiales, perdí a mi grupo y no volvimos a encontrarnos ese día. Años después en casa de mi camarada López, vi enmarcada una foto de Cambio16 en la que aparecía éste en la puerta del Corte Inglés, agarrándose mutuamente por la pechera con uno de los “maderos”.

En la Calle Preciados me encontré con una docena de históricos militantes del PCE de Usera, todos ellos ya fallecidos: Luis Sáez, Cirilo Moreno, Salvador Pastor, Pepe Murillo (padre), y algunos más que no recuerdo. Muchos años de exilio, cárcel, guerrilla antifranquista, lucha en la clandestinidad… en aquel puñado de camaradas. Decidimos volver a la sede del sindicato en Lope de Vega, y entonces viví una escena insólita: el Gobierno, para aparentar normalidad, había convocado días antes un pleno del Congreso, al cual asistió una mayoría de diputados porque sólo los diversos grupos a la izquierda el PSOE se habían sumado a la huelga. Coincidió el paso de nuestro grupo por la Carrera de San Jerónimo con la entrada de los diputados, y nos pusimos frente a la puerta al otro lado de la calle con nuestras banderas y pegatinas de CCOO, vigilados por varios antidisturbios, a gritarles esquiroles durante un buen rato. Nadie nos llamó la atención y algunos diputados bajaron la cabeza cuando entraban en el Congreso. Frente a ellos, el grupo de los veteranos comunistas exhibía orgullo y dignidad.

Llegamos a la sede de Lope de Vega, y en el exterior se había instalado una tarima con megafonía. Apenas estábamos allí dos centenares de huelguistas (supongo que las compañeras y compañeros estaban repartidos por todo Madrid o se habían retirado a descansar), pero había bastantes periodistas y sobre la tarima, miembros de la dirección de CCOO. Marcelino hablaba por el micrófono, y nadie era capaz de callarle ni tenía intención de hacerlo. Estaba exultante, prácticamente levitando. A su lado, Agustín y Antonio entre otros, le miraban con una sonrisa de oreja a oreja.

Cuando acabó el acto nos marchamos camino de Usera, Paseo de las Delicias abajo, a comer y descansar un rato. Había que reponer fuerzas para volver por la tarde al centro de Madrid a comprobar el éxito total de la Huelga. Porque la manifestación fue dos días después, el 16. Multitudinaria, inmensa, a pesar de las trabas puestas por la Delegación del Gobierno en Madrid, constituyó junto a las decenas de convocatorias con respuestas masivas en otras ciudades, otra demostración de fuerza sindical y del rotundo éxito de la Huelga General.

Si queréis un magnífico análisis de lo que fue el 14-D, de porqué se llegó a él y de las consecuencias que tuvo su éxito, no dejéis de leer el libro de Sergio Gálvez. Por mi parte, una cosa advierto: no me jubilo hasta que consiga cerrar El Corte Inglés. 


(1) LA GRAN HUELGA GENERAL. EL SINDICALISMO CONTRA LA “MODERNZACIÓN SOCIALISTA”
Sergio Gálvez Biesca. Siglo XXI de España, Madrid, 2017, 763 pp.28 €
Reseña de Antonio Baylos en:

lunes, 3 de diciembre de 2018

Concentración #NiValleNiAlmudena


#NiValleNiAlmudena

Madrid, 1 de Diciembre de 2018

El pasado 13 de septiembre, tras años de movilización y denuncia de los colectivos de memoria histórica y de víctimas del franquismo, que ha llegado a ser un clamor social, el Congreso de los Diputados aprobó un Decreto para sacar a Franco del Valle de los Caídos. El Decreto se ha convertido en una proposición de ley que actualmente se tramita en el Congreso de los Diputados. La redacción original del mismo, estableciendo que los restos se entregarían a la familia para que dispusiese de ellos libremente, ha traído consecuencias indeseadas, al optar ésta como lugar de inhumación definitiva para el enterramiento, por una propiedad previamente adquirida dentro de la catedral madrileña de la Almudena.

Las víctimas del franquismo y el conjunto de la sociedad española hemos conocido con enorme estupor e indignación la propuesta de la familia, la posterior inhibición de la Iglesia Católica, y las dificultades del Gobierno para dar una solución que impida una nueva humillación colectiva, y muy en particular a las víctimas de la dictadura.
Como es sabido, Franco fue un general golpista que instauró una dictadura y secuestró la soberanía popular por la fuerza durante 40 años, y el máximo responsable de un régimen de represión y terror ejercido, de múltiples formas,  sobre cientos de miles de personas.

El entierro de Franco en La Almudena, un lugar público a pocos metros del Palacio Real y de la Plaza de Oriente, donde la dictadura organizaba los actos de exaltación del régimen, supondría una vejación y una humillación para las miles de víctimas del franquismo, para sus familias, y para el conjunto de la sociedad. Una democracia no puede honrar a un dictador, como han expresado reiteradamente los organismos internacionales de derechos humanos.

Ante esta agresión, la sociedad civil no puede permanecer indiferente ni aceptarla con los brazos cruzados y mirando hacia otro lado. Con el fin de impedir el traslado de Franco de Cuelgamuros a La Almudena , un centenar largo de colectivos de derechos humanos, de memoria histórica y víctimas del franquismo, vecinales, políticos, sindicales, feministas, ecologistas, culturales… hemos constituido la campaña #NiValleNiAlmudena desde la que hacemos un llamamiento a la ciudadanía de todo el Estado español para que exprese su desacuerdo y se movilice.

La Campaña ha respaldado una iniciativa ciudadana particular, que en pocos días ha obtenido más de 100.000 apoyos. Asimismo hemos solicitado por escrito al Presidente del Gobierno, al Arzobispo de Madrid, y a la Alcaldesa de Madrid, que “desde las diferentes responsabilidades que ejercen actualmente, tomen las medidas necesarias para que Franco no sea enterrado en la catedral de La Almudena tras su salida del Valle de Cuelgamuros”.

También hemos organizado una importante manifestación en Madrid el pasado 8 de noviembre desde la Puerta del Sol a la catedral de la Almudena, y el día 14 un gran acto público, en el que han manifestado públicamente su adhesión portavoces de fuerzas políticas parlamentarias y de sindicatos representativos.

Al mismo tiempo que la justicia chilena ha ordenado a la familia Pinochet devolver seis millones dólares, la familia Franco se pasea por los platós televisivos defendiendo al dictador. Las únicas explicaciones públicas que  la familia Franco debería dar, tendrían que versar sobre la propiedad y uso del Pazo de Meirás; el secuestro de las esculturas románicas del Pórtico de la Gloria; la apropiación de la Casa Cornide; la multimillonaria recalificación de la finca de Arroyomolinos, y las docenas de propiedades y negocios (como buena parte de los parkings del centro de Madrid), conseguidos gracias a la impunidad que otorgaba el poder omnímodo del abuelo, y al carácter intrínsecamente corrupto de la dictadura que encabezaba.

No habla muy bien de la calidad de nuestra democracia la anomalía histórica – caso excepcional a nivel mundial- de que la familia del dictador pueda seguir, aún hoy, disfrutando de los réditos obtenidos durante la dictadura y ampliados en la democracia, y que además se permitan provocar a la sociedad española, no consintiendo otra opción para la inhumación definitiva de los restos del dictador que la catedral de Madrid.

Queremos expresar asimismo nuestra repulsa a cómo gran parte de los medios de comunicación han tratado este asunto, poniendo al mismo nivel a quienes defendieron la democracia y a quienes la agredieron; a las víctimas y a los verdugos; a los demócratas y a los fascistas.  Y prestando un altavoz a organizaciones (como la Fundación Francisco Franco) que, si tuvieran oportunidad, acabarían con la libertad de prensa e información, y con el derecho a la libre expresión de las ideas.

Lo que en España se entiende por dar voz a las diferentes “partes” de un debate, sería considerado apología del fascismo en los países democráticos de nuestro entorno.
Hacemos nuestras las manifestaciones de colectivos cristianos, que han respondido públicamente así al arzobispo de Madrid, tras expresar éste su intención de no interferir en la voluntad de la familia:

“No nos gusta una Iglesia que sigue apostando y en connivencia con una forma de hacer política que no solo no es entendida por muchísima gente, sino que se vincula a una ideología neoconservadora y a una ultraderecha antisocial que está muy lejos del evangelio y de la orientación más progresista del Papa Francisco.

Francisco Franco (…) no puede ser honrado con una sepultura eclesiástica  en una Iglesia católica, mayormente en la Basílica de la archidiócesis de Madrid, capital del estado español, a no ser que el Sr. Arzobispo quiera continuar con  la unión anticristiana y antidemocrática de la Iglesia y el estado fascista, que estuvo vigente durante la dictadura”.

La sociedad debe exigir una reconsideración de este posicionamiento por parte de la Iglesia española, porque el traslado de Franco a la Almudena “vendría a denigrar aún más a una Iglesia que concedió en su día el título de  ‘Cruzada’ a la guerra, y avaló una represión masiva que violó los derechos humanos más elementales”.

La Iglesia católica está financiada por el Estado democrático, por lo tanto, debería respetar a una parte sustancial de la sociedad que también contribuye a su financiación, incluyendo a las víctimas del franquismo y a sus familias. Y el Gobierno de España está en condiciones, y tiene  la obligación política y ética, de exigir ese respeto.

Hoy es palpable en todo el mundo el renacer del discurso y el acceso al poder político de quienes proclaman el odio y defienden el racismo, el autoritarismo, el integrismo religioso y la desigualdad. Si, finalmente, se entierra al dictador en la Almudena, la catedral y el centro de Madrid se convertirán en un centro de peregrinación de los nostálgicos del franquismo y de los fascismos europeos, y como respuesta legítima, en un lugar de movilización antifascista. Todo ello tendría consecuencias enormemente negativas para la imagen internacional de Madrid, y para la convivencia de los vecinos y vecinas de la ciudad, y sus visitantes.

Las asociaciones y colectivos que respaldamos la campaña #NiValleNiAlmudena nos oponemos frontalmente a que este hecho se produzca, y hacemos un llamamiento público a la ciudadanía para que exprese su desacuerdo y se movilice, con el fin de impedir que se consume tal escarnio.