jueves, 30 de julio de 2015

"Sin izquierda, ¿qué nos queda?", por Marcos Roitman



Sin izquierda, ¿qué nos queda?


Ser de izquierdas no se lleva. Adscribirse políticamente a tal definición ideológica conlleva ser identificado como fundamentalista, devoto de una religión cuyos rituales trasnochados provocan rechazo. Hoy se les considera una secta. La izquierda es un lastre si se quieren ganar elecciones y tener poder. Se le achaca un discurso proveniente de categorías como clases sociales, explotación, colonialismo interno, imperialismo, capital trasnacional, proletariado, burguesía, sectores medios, bloque dominante, etcétera. El argumento para descalificar tal lenguaje consiste en señalar que los votantes no entienden, que se pierden en una selva discursiva, los asusta y es contraproducente. Así no se puede avanzar. La nueva estrategia debe superar la dicotomía derecha-izquierda. Por consiguiente, es mejor buscar el punto medio, hablar de generalidades de coste político cero.

Al igual que la economía de mercado ha desvincu­lado la relación entre el capital y el trabajo para construir una sociedad de esclavitud consentida, los nuevos partidos emergentes reniegan de situarse en la izquierda o en la derecha, facilitando el control social y la dominación política neoliberal, bajo una estrategia comunicativa que oculta la realidad. Prefieren hablar de la gente, siendo esta la categoría acuñada para desintegrar la identidad colectiva de lo nacional-popular, negando los intereses comunes de clases trabajadoras. Los discursos que escuchamos a los dirigentes de los partidos emergentes, fundamentalmente en España, están llenos de frases como: debemos entender los problemas de la gente; saber lo que la gente quiere; reivindicar lo que la gente demanda; ser representantes de la gente; constituirse en una herramienta para que la gente participe; interpretar el sentido común de la gente. A cualquier pregunta se responde: habrá que consultar a la gente. ¿Cómo hemos llegado a tal nivel de mediocridad teórica y analítica? Veamos.

Con el advenimiento de la ideología neoliberal de la globalización, una narración histórica dominante, dependiente de la revolución burguesa e industrial, saltó por los aires. Se afirmó con rotundidad que la dualidad capitalismo-socialismo llegaba a su fin. Una mayoría de científicos sociales consideró la caída del Muro de Berlín y la desarticulación del bloque comunista como el inicio de una nueva era en la historia de la humanidad. No más vivir bajo el temor del holocausto nuclear. La paz perpetua, descrita magistralmente por Kant, parecía tocarse con la mano. La comunidad internacional se felicitaba y los dirigentes políticos vivieron un momento de euforia. Los colores tradicionales del espectro político se desdibujaron en pro de una caracterización menos ideológica y más pragmática. Las grandes ideas-fuerza, centro del debate teórico y motor de programas políticos, fueron cuestionadas, y finalmente consideradas obsoletas. Ni Marx ni Keynes. Era el tiempo de Adam Smith. Sus discípulos, vilipendiados durante décadas, Hayek, Von Mises, Friedman o Rawls, pasaron a la ofensiva y se convirtieron en el referente para el proyecto refundador del capitalismo. Los organismos internacionales, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, junto a las trasnacionales aconsejaron la desarticulación del estado de bienestar. La propuesta fue clara: despolitizar, restar derechos sociales, reformar los espacios de acción colectiva y realizar un ataque a las formas organizativas de las clases trabajadoras hasta lograr su total desprestigio. Sindicatos de clase y partidos políticos de izquierda fueron cuestionados. El momento subjetivo de la política, principio articulador de la conciencia social del nosotros, fue remplazado por un yo superlativo, construido desde las fuerzas del mercado. A paso lento, el sujeto social perteneciente a una sociedad de clases, a una nación con identidad colectiva, fue remplazado por la figura de un consumidor anónimo defensor de un individualismo extremo. Consumidor de política, sexo, amor, educación, sanidad, cultura, ocio y dinero.

El Estado, la nación, las relaciones sociales, económicas, la política, la familia, la moral, la religión y la cultura debían modernizarse, transformarse en nombre de la economía de mercado. Las tecnociencias proporcionaron las herramientas para el advenimiento de la sociedad de la información y la comunicación global. El concepto acuñado por Marshall McLuhan: aldea global sirvió para sintetizar los cambios en la vida cotidiana y mostrar la influencia de los medios de comunicación en la era informática. La razón neoliberal impuso su narrativa, su lenguaje, sus íconos y sus mitos. Las clases sociales se diluían en el mercado y no tenía sentido proyectar sus relatos en forma de acción política. La separación entre derechas e izquierdas llegaba a su fin. La democracia de mercado inventaba un nuevo modo de producción: el democrático representativo-autorregulado.

En las postrimerías del siglo XX, la cultura del capitalismo ganó la batalla. El enemigo, temido y a veces endiosado, fue caricaturizado. Los ex dirigentes comunistas abdicaban de su ideario y anunciaban su derrota estratégica. La palabra crisis de la izquierda se generalizó, llegando a incluir paradigmas, teorías, formas de pensar, actuar y modelos societales. La proliferación de autores adictos a este relato emergió en los cinco continentes. Una literatura subrayando el comienzo de esta era de progreso inundó las aulas, los debates y los foros internacionales. Las editoriales pertenecientes a las trasnacionales de la comunicación se encargaron de su difusión a escala planetaria. Las mentes se acoplaron a los nuevos retos del neoliberalismo. El individuo exaltado y elevado a la condición de dios no tendrá límites, su poder es ahora infinito. Para ello debe sentirse dueño de sí mismo: en una palabra, empoderarse. Pero, no para configurar un proyecto colectivo como lo entendía Paulo Freire, tomar conciencia de la pedagogía del oprimido. El triunfo cultural del neoliberalismo consiste en defenestrar a la izquierda en pro de un vacío ideológico que no cuestione la economía de mercado. Los partidos emergentes son sus mejores representantes.

http://www.jornada.unam.mx/2015/07/24/opinion/016a1pol

jueves, 23 de julio de 2015

La calle sigue siendo suya

Agustín de Foxá, tercero por la izquierda, con un grupo de nazis y falangistas



La calle sigue siendo suya
Algunas reflexiones sobre la polémica de las calles franquistas. 

Arturo Peinado, Federación Estatal de Foros por la Memoria


1.

Ante el anuncio por parte del Ayuntamiento de Madrid y de otras corporaciones municipales constituidas tras las elecciones del pasado 24 de mayo, de la retirada de símbolos y menciones honoríficas, y de cambios de nombres de calles a personas vinculadas al régimen franquista, se ha suscitado una polémica interesada promovida desde medios conservadores.

Las críticas se centran en la existencia de una lista, elaborada por el grupo municipal de IU del ayuntamiento de Madrid hace algunos años, que incluye a toda aquella persona que tuvo relación de colaboración con el franquismo de un modo u otro. Ente ellas están personalidades relevantes del mundo de la cultura de la época, como Joaquín Turina, Manuel Machado, Salvador Dalí...

La Federación Estatal de Foros por la Memoria lleva años exigiendo el cambio de toda calle, en cualquier lugar del estado español, que rinda homenaje a los militares golpistas de 1936; a los torturadores, asesinos de masas y a criminales de guerra; a jerarcas del régimen que mantuvo secuestrada a punta de pistola la soberanía nacional durante 40 años; a los dirigentes del partido único fascista. Una retirada que debería extenderse a toda la simbología franquista, y a los honores concedidos por las instituciones: alcaldes honorarios, hijos predilectos, hijos adoptivos…

Y ello por higiene democrática y por respeto a las víctimas del franquismo, que creemos son merecedoras de la consideración que se les niega habitualmente,  simplemente la misma que se exige se tenga con respecto a las víctimas del Holocausto, o del terrorismo. Y también habría que proceder a retirar la nomenclatura franquista de nuestras calles por respeto a una ley aprobada y en vigor.

Si a la derecha no le gusta esa ley, que hubiera aprovechado los 43 meses que lleva en el gobierno para derogarla, como ahora propone Esperanza Aguirre. Por cierto, es la única ley que la lideresa propone derogar de toda la labor legislativa de los gobiernos de Zapatero durante 7 años. Qué importantes somos los de la memoria histórica.

En conclusión, nuestra propuesta de retirada de nombres de calles no afecta a todas las incluidas en esa lista concreta que anda circulando (existen varios listados), y entendemos que el Ayuntamiento de Madrid comparte nuestro planteamiento. Ni nosotros, ni entiendo que el Ayuntamiento, nos sentimos comprometidos de ningún modo por esa lista en particular.

Pero constatamos que la derecha mediática está utilizando ese listado concreto, con el fin de desviar la atención, para enfangar el debate, diciendo que va ser aplicada de manera estricta por el Ayuntamiento de Madrid. Obviamente, la campaña de la prensa del Movimiento y de la derecha política busca impedir la retirada de las calles franquistas. Y nos preguntamos: ¿qué interés pueden tener en mantenerlas? ¿Son compatibles Franco, Yagüe, Maurrás… con una derecha democrática y europea? ¿Tan en deuda se sienten con semejantes criminales? ¿A qué viene ese afán en defender la permanencia de la Plaza de Arriba España, la del Caudillo, o el monolito a los Alféreces provisionales?

Igual que hemos venido retirando cada 18 de Julio placas de las calles dedicadas a Fanjul, Vallejo Nájera o Millán Astray, nunca hemos propuesto que se quiten los nombres de Álvaro Cunqueiro, Miguel Mihura o Concha Espina. Otra cuestión es el trato que debería dar una sociedad democrática hacia aquellos intelectuales que por convicción, por interés, o por simple servilismo, colaboraron con la dictadura. Empezando por individualizar y diferenciar, caso por caso, el nivel de implicación con la dictadura.

2.

La siguiente línea de defensa de la derecha política y mediática para dificultar  la retirada del callejero franquista, va a ser proponer consultas a los vecinos afectados. Todo aparentemente muy democrático, muy participativo, muy a la moda.

El Foro por la Memoria de Guadalajara ya sufrió una experiencia similar, cuando el ayuntamiento de la capital alcarreña promovió una consulta para evitar cumplir la Ley retirando el nombre de la calle Capitán Boixerau-Rivera. Por cierto, un referéndum al que estaban convocados exclusivamente los cabezas de familia  (¡¡¡qué nostalgia del Tercio familiar de las Cortes orgánicas!!).

Es inmoral la manipulación de métodos democráticos para usarlos contra la Justicia y contra el derecho internacional y la propia Ley española en vigor, de cuyo cumplimiento son responsables las administraciones.

¿Porqué no consultan estos ayuntamientos que se empeñan en mantener la nomenclatura franquista de sus callejeros, si los vecinos quieren pagar el IBI o las tasas municipales? O aparcar en medio de calzada y saltarse los semáforos en rojo. 

Por supuesto, los medios de la derecha y el Partido Popular en cada municipio estarán dispuestos a organizar una campaña contra el consistorio que intente depurar el callejero, recurriendo a las calumnias y a las mentiras más zafias y burdas, rayando el absurdo, sobre los problemas y costes que la retirada de calle pudiera suponer para los vecinos. 

Octavilla distribuida en Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Julio de 2015

3.

Analicemos con un ejemplo significativo cómo se tratan estas cuestiones en los países democráticos de nuestro entorno. En 2011, en el 50ª aniversario de la muerte del escritor francés Louis-Ferdinand Céline, las instituciones culturales francesas estaban organizando importantes celebraciones conmemorativas, pero el gobierno (de derechas) las canceló por el pasado antisemita de Céline y por su colaboración con la ocupación nazi. Uno de los máximos responsables del gobierno de Sarkozy declaró que “era un gran escritor pero sus ideas eran repugnantes y absolutamente incompatibles con los valores que sustentan a la República francesa”.

En 2009 surgió una polémica en Sevilla porque una concejala de IU, entonces en el gobierno municipal, prohibió un homenaje pretendidamente cultural a Agustín de Foxá, autor de la letra del Cara al Sol, que también tiene una calle en Madrid. Aquello acabó en los tribunales.

Hace años leí “Madrid de Corte a Checa” de Foxá. No me considero suficientemente capacitado para hacer una valoración literaria del libro; me quedo con esta comparación de las obras de Foxá y de Valle Inclán, por parte de Paco Umbral en su Trilogía de Madrid: “Su Madrid de corte a checa es un Ruedo ibérico de derechas, que decae en seguida (estaba proyectado como trilogía). A Foxá, para escribir El ruedo ibérico, seguramente le sobraba un brazo. Quizá el derecho”.

Sobre lo que sí tengo opinión es sobre el contenido de su libro. Para muestra bien vale un botón: “Pasaban masas ya revueltas; mujerzuelas feas, jorobadas, con lazos rojos en las greñas, niños anémicos y sucios, gitanos, cojos, negros de los cabarets, rizosos estudiantes mal alimentados, obreros de mirada estúpida, poceros, maestritos amargados y biliosos. Toda la hez de los fracasos, los torpes, los enfermos, los feos, el mundo inferior y terrible, removido por aquellas banderas siniestras.”

Y me pregunto: aquellos que defienden el mantenimiento de una calle en Madrid dedicada a Agustín de Foxá ¿son todos críticos literarios que lo hacen en consideración a sus méritos?

José Mª Pemán que escribió "La artillería y la aviación nacionales están purificando la ciudad de Madrid antes de tomarla" (una ciudad atestada aquellos días de civiles refugiados). Aunque Pemán fuera un Shakespeare o un Cervantes, ¿debe tener una calle dedicada en la capital?

Se puede ser perfectamente Premio Nobel de Literatura y chivato de la policía franquista al mismo tiempo.

4.

El pasado 11 de julio, el periodista Ernesto Sáenz de Buruaga publicaba un artículo en el diario El Mundo, titulado “Falta de preparación” (1). Aparte de incidir en el argumento trampa de la lista de los escritores para defender la pervivencia de las calles dedicadas a intelectuales como Varela o Yagüe, se despachaba con un párrafo especialmente brillante:

Los militares Sáenz de Buruaga fueron honestos, leales, patriotas, buena gente y combatían en el bando de los que ganaron la Guerra Civil. Me siento orgulloso de mis antepasados y si tuvieran una calle me parecería un acierto. Y me sentiría ofendido si se la quitan, mientras que otros nombres del otro bando la conservan.




El coronel Eduardo Sáenz de Buruaga participó en el golpe militar del 17 de julio de 1936, asegurando para los sublevados contra el gobierno democrático el control de Tetuán. Al mando de las tropas rebeldes se apoderó de todas las dependencias oficiales y la Alta Comisaría. Franco le llamaba el "Rubio". Fue quien le esperaba a su llegada a Tetuán al bajar del Dragon Rapide. Los golpistas habían detenido y asesinado a un grupo de militares leales. Posteriormente fusilaron a numerosos miembros de la policía de fronteras y funcionarios del comisariado colonial.

Durante los meses siguientes Eduardo Sáenz de Buruaga participó en diversas operaciones de “limpieza” de pueblos de las provincias de Sevilla y Córdoba, destacando la carnicería realizada en Baena por las tropas al mando del honesto, leal y patriota don Eduardo (2).

Señor Sáenz de Buruaga: su antepasado traicionó el juramento de lealtad hecho al pueblo español. Fue un golpista y un traidor. En ningún país “normal” se dedicaría una calle a su abuelo ni a ninguno de sus compañeros de fechorías.



sábado, 11 de julio de 2015

Intervención en el Foro por el Cambio de Podemos, 11 de Julio de 2015


Estimadas compañeras, estimados compañeros:

Es para mí, en nombre de la Federación Estatal de Foros por la Memoria, un honor y un placer tener la oportunidad de dirigirme hoy a vosotros. Esperamos que este sea el inicio de una relación de colaboración fluida y fructífera entre la Federación Estatal de Foros por la Memoria y Podemos.

La Federación Estatal de Foros por la Memoria, desde que se constituyó hace 11 años, ha venido elaborando una serie de reflexiones sobre la memoria democrática y la lucha contra la impunidad del franquismo. Sobre cómo conseguir que el estado español deje de ser una excepción entre los países democráticos, en cuanto la aplicación del Derecho Penal Internacional de los Derechos Humanos.

Ante la expectativa de un cambio político próximo, hemos creído necesario desarrollar  una propuesta sistematizada en la que llevamos trabajando algún tiempo, y que se plasmaría en una Ley Integral de Víctimas del franquismo. El documento se encuentra muy avanzado, aún en fase de estudio por nuestras asociaciones federadas, y  tenemos previsto a la vuelta del verano divulgarlo para su debate por las organizaciones del movimiento social por la Memoria democrática y por expertos juristas, y posteriormente ponerlo a disposición de las fuerzas políticas que se presentarán a las elecciones generales.

Coincidimos con el fiscal Carlos Castresana cuando escribía en junio de 2013:

"...las víctimas del franquismo tendrían que tener el mismo estatuto jurídico que tienen las víctimas del terrorismo, ni mejor ni peor, exactamente el mismo. Son víctimas de la violencia política, y si unas tienen derecho a la memoria y a la justicia y a la reparación, no veo por qué las otras no"

El Documento en el que estamos trabajando comienza con una Declaración de Motivos para justificar la necesidad de que, 40 años después de la muerte física del dictador, sea necesaria e inaplazable una Ley de Víctimas del franquismo. Establece la necesidad del reconocimiento jurídico de las víctimas, hasta hoy inexistente, y continúa con una serie de propuestas concretas, agrupadas en los tres grandes bloques de Derechos establecidos por Naciones Unidas para las víctimas de agresiones de derechos humanos: el Derecho a la Verdad, el Derecho a la Justicia y el Derecho a la Reparación.

Buena parte del trabajo, tanto en su preámbulo como en las propuestas concretas, se fundamenta en otros documentos: La Ley de Víctimas del terrorismo aprobada por el Parlamento en septiembre por 2011; y los dos Informes sobre el caso español presentados en septiembre de 2014 al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, uno por el Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias, y el otro, por el Relator Especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición.

En el preámbulo de nuestro documento, tratamos diferentes elementos para justificar la necesidad de la Ley, tales como el trato de discriminación hacia las víctimas del franquismo, dado por el Estado español con respecto a otras víctimas, y cuáles son sus causas.  También explicamos que no consiste en una Ley general de Víctimas de la guerra civil, tanto por el espacio temporal que entendemos debería abarcar, como por los colectivos que se verían afectados por  las políticas de reparación material y simbólica que proponemos.

En el Bloque que titulamos “El Derecho a la verdad de las víctimas del franquismo. El Derecho y el Deber de verdad de la sociedad española” hablamos, entre otros temas,


  • De la retirada de la simbología franquista
  • De declaraciones de naturaleza política y actos públicos de reconocimiento;
  • Del Mapa de fosas de personas desaparecidas;
  • Del tratamiento de los lugares de memoria;
  • Presentamos una propuesta avanzada sobre Legislación de Archivos y derecho de acceso a la información (a partir de Trabajos y manifiestos por ejemplo, de asociaciones profesionales de la Archiveros, Bibliotecarios, y Documentalistas, o de la Cátedra Complutense “Memoria Histórica del siglo XX” ), etc...

En el bloque del “Derecho a la Justicia” tratamos, entre otras cuestiones


  • La Anulación de las sentencias franquistas, con una propuesta concreta por la que recomendamos seguir el procedimiento utilizado en la República Federal Alemana para la anulación de las sentencias represivas del nazismo (1998 y 2002), tal y como se desarrolla en un documento del Equipo Nizkor de derechos humanos, enviado a los diputados españoles en 2010.
  • La exhumación judicializada de las fosas comunes del franquismo, a partir de un plan nacional de búsqueda de personas desaparecidas,  y un  desarrollo legislativo sobre exhumaciones e identificación de víctimas. Defendemos que la Ley de Víctimas del franquismo  debe manifestarse expresamente contra la privatización y la  gestión administrativa de las fosas comunes, por cuanto se tratan de pruebas de crímenes contra la Humanidad.
  • Y también consideramos que hay que dar una respuesta estatal al tema de los niños y niñas robados, a partir de la consideración de estas desapariciones forzadas como crímenes contra la humanidad, delitos permanentes e imprescriptibles.

En el último bloque del “Derecho a la Reparación”, propugnamos la reparación material y/o simbólica de los diversos colectivos de víctimas, así como la creación de un Consejo participativo, en la cual las víctimas directamente, o representadas por el movimiento asociativo, puedan manifestar las reivindicaciones específicas de cada colectivo: presos políticos; presos sociales; víctimas de torturas; represaliados económicos (sanciones, depuraciones de funcionarios, incautaciones de  patrimonio...); víctimas del trabajo esclavo; reconocimiento de colectivos como la guerrilla antifranquista; militares leales a la República; militantes clandestinos antifranquistas; exiliados, los llamados niños de la guerra, etc…

En resumen, propondremos a  las fuerzas políticas la promulgación en la próxima legislatura de un bloque legal, centrado en la Ley de Víctimas del franquismo, pero que podría ir más allá, con una Ley de Archivos avanzada; una solución definitiva al tema de El Valle de Los Caídos, o la Anulación de la Ley de Amnistía de 1977, que actúa como Ley de punto final y es la clave de bóveda del sistema de impunidad.



Desde el convencimiento de que sin justicia no hay democracia, y de que sin memoria no hay cambio, os deseamos los mayores éxitos, que serán también nuestros, y nos ponemos a vuestra disposición para haceros entrega del documento y explicaros pormenorizadamente  nuestras propuestas.

jueves, 9 de julio de 2015

"Menos Laclau y más Togliatti", por Juan Ramón Capella

Menos Laclau y más Togliatti
El tiempo apremia

Juan Ramón Capella

Mientras Tanto, 21/6/2015

La más importante de las enseñanzas de las recientes elecciones municipales y autonómicas es que la unidad popular, la unión de la mayoría de las diferentes organizaciones cívicas y de la izquierda, es una opción que tiene la virtud de afianzar —asegurar— y expandir —ampliar— las opciones de todos los grupos y grupúsculos políticos implicados, y de los activistas sin afiliación política. La unión ha sido la buena decisión, con resultados notables, y argumentaré por qué no debe ser otra, hoy por hoy, la perspectiva.

Nos encontramos en una fase de refundación socio-política. No sólo ha de mutar el régimen salido de la transición, sino que es la propia izquierda social la que ha cambiado y la que, lo quiera o no, está en trance de refundación institucional.

Ha aflorado de nuevo en el pueblo de la izquierda y más en general en la ciudadanía el interés por la política. Eso ocurre después de que una parte muy importante de las clases trabajadoras haya perdido su conciencia política de clase, su unidad, su sentido de pertenencia y su cohesión. Y cuando se ha ido al garete la sociedad alegre y confiada y ha aparecido para muchos estratos sociales la pesadilla de una profunda inseguridad.

Pero ha surgido con fuerza una conciencia ciudadana democrática radical, indignada ante los peores efectos de la crisis y la vergonzosa política derechista en favor de los ricos y no de la mayoría.

Estamos muy cerca de unas elecciones generales en que es preciso echar del gobierno al partido de la corrupción, al partido que ha cargado sobre las espaldas de los ciudadanos el rescate bancario, el que ha antepuesto constitucionalmente, junto con el Psoe, la prioridad del pago de la deuda sobre el pago de las pensiones, los subsidios y los gastos sanitarios y educativos. Es preciso echar del gobierno al partido de la vigente reforma laboral; al que ha estrangulado la energía solar en nuestro país.

Para eso es indispensable mantener, afianzar y ampliar la línea política seguida por la izquierda y la ciudadanía democrática en las recientes elecciones municipales: la línea tendente a la unificación de todas las fuerzas en candidaturas cívicas unitarias.

Hay que felicitarse porque Izquierda Unida e incluso el PCE, por fin, y pese al bochornoso ejemplo dado ante las elecciones municipales en Madrid, propugnen hoy esa unificación. Ojalá sea de verdad y no se quede todo en palabras.

Y, en cambio, resulta desastroso para el pueblo de la izquierda y para el futuro de la renovación institucional que Podemos venga afirmando que no está por la labor, que se presentará a las elecciones generales con su propia sigla.

Estas líneas tratan de argumentar la necesidad de que Podemos se replantee esta opción, y que lo haga urgentemente, pues el tiempo apremia.

¿Cabe comprender la postura actual de Podemos atribuyéndola al hartazgo con la lentitud y la zafiedad de Izquierda Unida en su propia renovación? ¿A las cuestiones y roces personales que inevitablemente surgen en las relaciones políticas? Si fuera así, si no hubiera razones más de fondo, podríamos pensar que todavía se puede imponer el buen sentido y renovar en las elecciones generales los acuerdos que tan buenos resultados han dado en las municipales.

¿Puede haber otras razones? Tal vez. Quizá Podemos, a la vista de sus magníficos resultados en las elecciones europeas, quiera medir su fuerza electoral actual y tratar de aventajar en solitario al Psoe, para aprovechar así el premio que el sistema electoral actual concede a las formaciones más votadas. De ser así, Podemos cometería un error grave, de esos que se pagan. La gran cosecha de Podemos en las elecciones europeas no está desligada del sistema electoral en esas elecciones, que eran nacionales y no provinciales. Ahora la lid electoral será provincia a provincia. Superar al Psoe en solitario no será nunca fácil, pues ese partido sí tiene implantación provincial desde hace mucho, y también porque algunos electores socialdemócratas desencantados con él pueden volver a casa por creer que ha sufrido ya suficiente castigo y ha empezado a cambiar.

Sin embargo la renovación de Izquierda Unida, en este contexto, es también urgente. Nunca hay que cansarse de denunciar el daño que la política exclusiva de inserción a toda costa en las instituciones ha generado en esta formación, al crear una ideología de "apego a la silla" incompatible con los objetivos políticos de este grupo; y una ideología de "ordeno y mando" que no se puede sostener. IU ha de repensar la política a lo grande y actuar en consecuencia. En ella hay activistas capaces de pensar así, capaces de verdad de anteponer los intereses colectivos a los personales. Tienen que dar un paso adelante precisamente ahora y empujar a otros a que lo den también. Hay que expulsar la hipocresía de la política de la izquierda.

Este breve tiempo que media hasta las próximas elecciones generales es sin duda verdadero tiempo de la política: en los acuerdos hay que poner todos los esfuerzos. Por eso pedimos más Togliatti. Ya vendrá más adelante, ante la magnitud de las tareas que aguardan, un tiempo en que habrá que pensar en la hegemonía y en Antonio Gramsci.

Lo que importa son los efectos multiplicadores de las candidaturas cívicas unitarias. En primer lugar, porque son coherentes con el movimiento de indignación, con el movimiento de las plazas, con las mareas que indujeron a formarlas. Porque en ellas se conserva intacta, no mediada, la novedad política que supuso la intervención democrática desde abajo. Y porque no parece que ninguna fuerza política pueda plantearse sustituir en solitario a un PP aliado al partido del Ibex, a Ciudadanos.

Si Podemos, hipotéticamente, lograra superar al Psoe —lo que no está nada claro— tendría que pactar inmediatamente con él. Y en esta complicada perspectiva ninguna fuerza más coherente y querida por la ciudadanía que la del conjunto unitario, la fórmula que por su naturaleza misma puede impedir o al menos dificultar que una fuerza política nueva funcione con los modos de la política vieja, con el viejo y manido do ut des.

No se puede vencer a la derecha política —que se está renovando con Ciudadanos, bien alimentado e impulsado— y al centro representado por el Psoe neoliberal sin que la nueva izquierda avance y profundice en su reinstitucionalización, sin que en ese avance libre las batallas internas que han de depurarla de los restos inaprovechables del pasado. Es un error dar por cerrado el ciclo de la renovación, y quien lo haga tendrá que cargar con las responsabilidades. Es un error grave desmovilizar.

Izquierda Unida tiene que completar el paso que está dando. Mucho inmovilismo tenía que acumular internamente para que pudiera producir la errática e inconsistente política a la que nos tenía acostumbrados desde hace bastante tiempo. Por eso IU no puede contentarse con la presentación de un nuevo candidato principal para las elecciones, ni con la propuesta de mantener la unidad ciudadana democrática: ha de impulsar la renovación tanto internamente como favoreciendo en todas y cada una de las provincias la formación de la unidad popular desde abajo y sin imposiciones; ha de impulsar la renovación y los pasos hacia la refundación que necesitamos.

El tiempo apremia. Hay que reflexionar, discutir, actuar. Sin anteojeras, a ser posible.


http://mientrastanto.org/boletin-137/notas/menos-laclau-y-mas-togliatti