jueves, 23 de julio de 2015

La calle sigue siendo suya

Agustín de Foxá, tercero por la izquierda, con un grupo de nazis y falangistas



La calle sigue siendo suya
Algunas reflexiones sobre la polémica de las calles franquistas. 

Arturo Peinado, Federación Estatal de Foros por la Memoria


1.

Ante el anuncio por parte del Ayuntamiento de Madrid y de otras corporaciones municipales constituidas tras las elecciones del pasado 24 de mayo, de la retirada de símbolos y menciones honoríficas, y de cambios de nombres de calles a personas vinculadas al régimen franquista, se ha suscitado una polémica interesada promovida desde medios conservadores.

Las críticas se centran en la existencia de una lista, elaborada por el grupo municipal de IU del ayuntamiento de Madrid hace algunos años, que incluye a toda aquella persona que tuvo relación de colaboración con el franquismo de un modo u otro. Ente ellas están personalidades relevantes del mundo de la cultura de la época, como Joaquín Turina, Manuel Machado, Salvador Dalí...

La Federación Estatal de Foros por la Memoria lleva años exigiendo el cambio de toda calle, en cualquier lugar del estado español, que rinda homenaje a los militares golpistas de 1936; a los torturadores, asesinos de masas y a criminales de guerra; a jerarcas del régimen que mantuvo secuestrada a punta de pistola la soberanía nacional durante 40 años; a los dirigentes del partido único fascista. Una retirada que debería extenderse a toda la simbología franquista, y a los honores concedidos por las instituciones: alcaldes honorarios, hijos predilectos, hijos adoptivos…

Y ello por higiene democrática y por respeto a las víctimas del franquismo, que creemos son merecedoras de la consideración que se les niega habitualmente,  simplemente la misma que se exige se tenga con respecto a las víctimas del Holocausto, o del terrorismo. Y también habría que proceder a retirar la nomenclatura franquista de nuestras calles por respeto a una ley aprobada y en vigor.

Si a la derecha no le gusta esa ley, que hubiera aprovechado los 43 meses que lleva en el gobierno para derogarla, como ahora propone Esperanza Aguirre. Por cierto, es la única ley que la lideresa propone derogar de toda la labor legislativa de los gobiernos de Zapatero durante 7 años. Qué importantes somos los de la memoria histórica.

En conclusión, nuestra propuesta de retirada de nombres de calles no afecta a todas las incluidas en esa lista concreta que anda circulando (existen varios listados), y entendemos que el Ayuntamiento de Madrid comparte nuestro planteamiento. Ni nosotros, ni entiendo que el Ayuntamiento, nos sentimos comprometidos de ningún modo por esa lista en particular.

Pero constatamos que la derecha mediática está utilizando ese listado concreto, con el fin de desviar la atención, para enfangar el debate, diciendo que va ser aplicada de manera estricta por el Ayuntamiento de Madrid. Obviamente, la campaña de la prensa del Movimiento y de la derecha política busca impedir la retirada de las calles franquistas. Y nos preguntamos: ¿qué interés pueden tener en mantenerlas? ¿Son compatibles Franco, Yagüe, Maurrás… con una derecha democrática y europea? ¿Tan en deuda se sienten con semejantes criminales? ¿A qué viene ese afán en defender la permanencia de la Plaza de Arriba España, la del Caudillo, o el monolito a los Alféreces provisionales?

Igual que hemos venido retirando cada 18 de Julio placas de las calles dedicadas a Fanjul, Vallejo Nájera o Millán Astray, nunca hemos propuesto que se quiten los nombres de Álvaro Cunqueiro, Miguel Mihura o Concha Espina. Otra cuestión es el trato que debería dar una sociedad democrática hacia aquellos intelectuales que por convicción, por interés, o por simple servilismo, colaboraron con la dictadura. Empezando por individualizar y diferenciar, caso por caso, el nivel de implicación con la dictadura.

2.

La siguiente línea de defensa de la derecha política y mediática para dificultar  la retirada del callejero franquista, va a ser proponer consultas a los vecinos afectados. Todo aparentemente muy democrático, muy participativo, muy a la moda.

El Foro por la Memoria de Guadalajara ya sufrió una experiencia similar, cuando el ayuntamiento de la capital alcarreña promovió una consulta para evitar cumplir la Ley retirando el nombre de la calle Capitán Boixerau-Rivera. Por cierto, un referéndum al que estaban convocados exclusivamente los cabezas de familia  (¡¡¡qué nostalgia del Tercio familiar de las Cortes orgánicas!!).

Es inmoral la manipulación de métodos democráticos para usarlos contra la Justicia y contra el derecho internacional y la propia Ley española en vigor, de cuyo cumplimiento son responsables las administraciones.

¿Porqué no consultan estos ayuntamientos que se empeñan en mantener la nomenclatura franquista de sus callejeros, si los vecinos quieren pagar el IBI o las tasas municipales? O aparcar en medio de calzada y saltarse los semáforos en rojo. 

Por supuesto, los medios de la derecha y el Partido Popular en cada municipio estarán dispuestos a organizar una campaña contra el consistorio que intente depurar el callejero, recurriendo a las calumnias y a las mentiras más zafias y burdas, rayando el absurdo, sobre los problemas y costes que la retirada de calle pudiera suponer para los vecinos. 

Octavilla distribuida en Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Julio de 2015

3.

Analicemos con un ejemplo significativo cómo se tratan estas cuestiones en los países democráticos de nuestro entorno. En 2011, en el 50ª aniversario de la muerte del escritor francés Louis-Ferdinand Céline, las instituciones culturales francesas estaban organizando importantes celebraciones conmemorativas, pero el gobierno (de derechas) las canceló por el pasado antisemita de Céline y por su colaboración con la ocupación nazi. Uno de los máximos responsables del gobierno de Sarkozy declaró que “era un gran escritor pero sus ideas eran repugnantes y absolutamente incompatibles con los valores que sustentan a la República francesa”.

En 2009 surgió una polémica en Sevilla porque una concejala de IU, entonces en el gobierno municipal, prohibió un homenaje pretendidamente cultural a Agustín de Foxá, autor de la letra del Cara al Sol, que también tiene una calle en Madrid. Aquello acabó en los tribunales.

Hace años leí “Madrid de Corte a Checa” de Foxá. No me considero suficientemente capacitado para hacer una valoración literaria del libro; me quedo con esta comparación de las obras de Foxá y de Valle Inclán, por parte de Paco Umbral en su Trilogía de Madrid: “Su Madrid de corte a checa es un Ruedo ibérico de derechas, que decae en seguida (estaba proyectado como trilogía). A Foxá, para escribir El ruedo ibérico, seguramente le sobraba un brazo. Quizá el derecho”.

Sobre lo que sí tengo opinión es sobre el contenido de su libro. Para muestra bien vale un botón: “Pasaban masas ya revueltas; mujerzuelas feas, jorobadas, con lazos rojos en las greñas, niños anémicos y sucios, gitanos, cojos, negros de los cabarets, rizosos estudiantes mal alimentados, obreros de mirada estúpida, poceros, maestritos amargados y biliosos. Toda la hez de los fracasos, los torpes, los enfermos, los feos, el mundo inferior y terrible, removido por aquellas banderas siniestras.”

Y me pregunto: aquellos que defienden el mantenimiento de una calle en Madrid dedicada a Agustín de Foxá ¿son todos críticos literarios que lo hacen en consideración a sus méritos?

José Mª Pemán que escribió "La artillería y la aviación nacionales están purificando la ciudad de Madrid antes de tomarla" (una ciudad atestada aquellos días de civiles refugiados). Aunque Pemán fuera un Shakespeare o un Cervantes, ¿debe tener una calle dedicada en la capital?

Se puede ser perfectamente Premio Nobel de Literatura y chivato de la policía franquista al mismo tiempo.

4.

El pasado 11 de julio, el periodista Ernesto Sáenz de Buruaga publicaba un artículo en el diario El Mundo, titulado “Falta de preparación” (1). Aparte de incidir en el argumento trampa de la lista de los escritores para defender la pervivencia de las calles dedicadas a intelectuales como Varela o Yagüe, se despachaba con un párrafo especialmente brillante:

Los militares Sáenz de Buruaga fueron honestos, leales, patriotas, buena gente y combatían en el bando de los que ganaron la Guerra Civil. Me siento orgulloso de mis antepasados y si tuvieran una calle me parecería un acierto. Y me sentiría ofendido si se la quitan, mientras que otros nombres del otro bando la conservan.




El coronel Eduardo Sáenz de Buruaga participó en el golpe militar del 17 de julio de 1936, asegurando para los sublevados contra el gobierno democrático el control de Tetuán. Al mando de las tropas rebeldes se apoderó de todas las dependencias oficiales y la Alta Comisaría. Franco le llamaba el "Rubio". Fue quien le esperaba a su llegada a Tetuán al bajar del Dragon Rapide. Los golpistas habían detenido y asesinado a un grupo de militares leales. Posteriormente fusilaron a numerosos miembros de la policía de fronteras y funcionarios del comisariado colonial.

Durante los meses siguientes Eduardo Sáenz de Buruaga participó en diversas operaciones de “limpieza” de pueblos de las provincias de Sevilla y Córdoba, destacando la carnicería realizada en Baena por las tropas al mando del honesto, leal y patriota don Eduardo (2).

Señor Sáenz de Buruaga: su antepasado traicionó el juramento de lealtad hecho al pueblo español. Fue un golpista y un traidor. En ningún país “normal” se dedicaría una calle a su abuelo ni a ninguno de sus compañeros de fechorías.