miércoles, 24 de abril de 2019
"Sin Memoria ni Cultura", por Cristina Fallarás
Sin Memoria ni Cultura
Cristina Fallarás, Periodista
24/04/2019
El mayor problema que existe en España, el de fondo, el de nuestra construcción como democracia todavía incompleta, no son la fiscalidad o las pensiones, no es la corrupción, el paro ni su origen, el brutalmente desigual reparto de la riqueza. El mayor problema que existe en España es el que se encuentra en la base de todos los anteriores. Lo hemos llamado Memoria Histórica por no llamarlo pervivencia del franquismo, de la dictadura y sus crímenes. Ninguna democracia que merezca ese nombre se levanta sobre la impunidad de los criminales.
Del franquismo viene la riqueza de la inmensa mayoría de las grandes fortunas de España, o sea la pobreza. Del franquismo viene el poder de la gran mayoría de los poderosos en España, o sea la corrupción. Del franquismo viene la jefatura del Estado, o sea los dos reyes que tenemos, Felipe VI y Juan Carlos I, o sea el jefe de todos los ejércitos. Del franquismo viene el dolor de millones de ciudadanos cuyos antepasados aún yacen en fosas comunes y cunetas, o sea la vileza de Estado. Del franquismo viene el horror de la tortura y la vergüenza de no haberla juzgado. Del franquismo viene esta sociedad que arrastra la ignominia de honrar los restos de un criminal y dejar impunes sus crímenes.
Se puede parlotear (aquí no ha debatido nadie) sobre impuestos, educación, pobreza infantil, territorio o los Amantes de Teruel, pero en realidad de lo que se trata es de las cuentas pendientes.
Ni siquiera ha tenido ninguna de las disputas capacidad alguna de construcción, pero en caso de construir algo, lo habría hecho (lo haríamos) sobre un cenagal pútrido de tamaño peninsular y a estas alturas prácticamente insondable. Que en ninguno de los dos debates se haya siquiera mencionado la Memoria histórica, qué hacer y cómo para empezar a sacar a paletadas la mierda sobre la que está construido todo esto tras 40 años de silencio, retrata a aquellos que pretenden el Gobierno. Y también a quienes diseñan lo que tienen que decir y lo que no.
Porque cuando hablamos de corrupción, hablamos de la herencia que nos deja el hecho de no juzgar una dictadura, a sus asesinos, a sus torturadores, a los ladrones de criaturas y a la indispensable colaboración de la Iglesia católica para que así sea. Corrupción es que los asesinos, los sádicos, los inmorales conserven las medallas que les impusieron aquellos que nos representaban. Y que aquellos que nos representan ahora no se dignen siquiera a recordarlo al hablar de construir un país “nuevo”. Y mientras así sea, cualquier criminal o sucesor de criminales o ensalzador de criminales puede seguir reclamando impunidad para gobernar, incluso reclamar que la ciudadanía le apoye, que le dé el Gobierno.
Pedro Sánchez arrancó su mandato anunciando la exhumación del dictador fascista Francisco Franco. Algunos pensamos que por fin podíamos empezar siquiera a vislumbrar la construcción de una sociedad justa, reparada, realmente democrática, en la que el crimen se castigue. Una sociedad que no deje la infamia en herencia a las generaciones venideras. Aquel gesto podría haber parecido el principio del fin de una sociedad enferma de fosas sembradas con los huesos de sus mejores hombres y mujeres. Sembrada de fortunas construidas con sangre, de silencios y deudas de gobernantes sin escrúpulos.
Por eso resulta aún más tenebroso el silencio sobre este asunto en las dos parodias de debate que hemos padecido. Porque ni siquiera han tenido en cuenta que su mutismo acompaña a la erupción de las bestias que aplauden el horror emergiendo de las sentinas sobre las que ellos siguen fingiendo dialogar.
Sorprende que en la nómina que relató Pablo Iglesias sobre lo que Pedro Sánchez prometió y no cumplió no mencionara la necesidad de arrancar ya de una vez el proceso de verdad, justicia y reparación que el PSOE jamás se ha propuesto llevar efectivamente a cabo. Y no sorprende en absoluto que el presidente Sánchez no haya dicho ni mu sobre la exhumación de la momia de Franco. Pese a haber comenzado y prometido terminar su mandato con esa promesa.
No es de extrañar todo lo anterior en un país cuyos dos debates destinan a la Cultura apenas dos minutos de reloj y “porque es el día del libro”. Dos minutos en los que todos los ponentes apenas atinaron a balbucir cuatro lugares comunes.
Somos Memoria y Cultura. Eso somos las personas. Memoria para construirnos y Cultura para conocernos. Memoria y Cultura para mirarnos en el espejo de nuestro pasado y nuestro presente, y lanzar lo que vemos hacia el futuro. Para hacerlo mejor o al menos poner las bases de un intento honesto. Memoria y Cultura para obtener el conocimiento del otro que permite borrar el miedo y por lo tanto el odio.
De haber dado esos pasos, de haber sido capaces de discutir sobre Memoria y Cultura, cabría la posibilidad de planear construir una sociedad mejor y más preparada para pensar, o sea para prosperar y respetar.
Lo contrario de “mentiroso tú”.
https://blogs.publico.es/otrasmiradas/19785/sin-memoria-ni-cultura/
martes, 16 de abril de 2019
"Historia contra patrañas", por Fernando Hernández Sánchez
Historia contra patrañas
El autor propone una reforma radical del currículum en la Enseñanza Secundaria para evitar la ignorancia y la regresión social.
FERNANDO HERNÁNDEZ SÁNCHEZ. FACULTAD DE FORMACIÓN DE PROFESORADO Y EDUCACIÓN, UAM.
El Salto, 16-04-2019
Un municipio del área metropolitana sur de Madrid. Una casa de comidas próxima a un polígono industrial. El telediario refiere la última hora sobre la exhumación de Franco. Dos hombres en mono de trabajo comparten sobremesa: uno, frisando los cuarenta, debió transitar por el BUP; el otro, un veinteañero fruto de la LOGSE: “Mejor Franco que Maduro ¿Tú sabías que, con la República, el jefe del gobierno mandó a su escolta a matar al líder de la oposición?” El más joven mira al mayor como si escuchase a Don Marcelino Menéndez Pelayo, con respetuoso silencio. La vulgata revisionista aromatiza los postres y el café.
Aeropuerto de Barajas. Dos docenas de estudiantes de bachillerato se disponen a emprender un viaje de fin de curso. Todos despliegan una increíble capacidad para desenvolverse en tres planos simultáneos: jugar con sus móviles, compartir fotos y comentar memes. De repente, sobre el rumor de las conversaciones banales se escucha: “Pues yo voy a votar a Vox”. El móvil emite un silbido y un muchacho replica un tuit. Alguien que nunca será un conscripto musita las estrofas de El novio de la muerte. Un millenial va a estrenar su condición de ciudadano votando a un partido que enaltece un pasado de autarquía, censura moral y plato único.
¿Cómo se explica que trabajadores de uno de los últimos enclaves del muy desvaído cinturón rojo repitan falacias históricas propaladas por quienes, por otra parte, pretenden precarizar sus condiciones laborales y bajar los impuestos a las rentas altas? ¿Qué lleva a unos postadolescentes a formular a la ligera un envite contra su futuro con el mismo talante despreocupado con que acudirían a la casa de apuestas de la esquina de su instituto?
EL RETORNO DE VIEJOS RELATOS
Son muchos los factores que están conduciendo a un cierre reaccionario de la crisis de representación abierta en 2011. La mayor parte de ellos no son coyunturales. La demolición del estado del bienestar y la centrifugación de toda coalición defensiva frente a las imposiciones de un capitalismo definitivamente asilvestrado tras la Segunda Gran Depresión, la desarticulación de la mesocracia, el ensueño melancólico de un pasado próspero pulverizado por la amenaza del paro crónico, la devaluación salarial y el agarrotamiento del ascensor social, el resentimiento del penúltimo contra el último en la pugna por el acceso a un trabajo escaso y a recursos sociales menguantes, el chauvinismo de retorno respecto a un proceso catalán percibido como un atentado a los arcanos identitarios que constituyen la última línea defensiva frente a la desaparición de todo lo que era sólido, todos estos factores han contribuido a la coagulación de fuerzas antes aletargadas o que se movían en los fondos abisales del piélago conservador.
Los elementos que integran el imaginario de la nuevamente pujante extrema derecha parecen sacados de la vieja Enciclopedia Álvarez. Glorificar a Hernán Cortés, discutir con Portugal sobre la primacía en la vuelta al mundo, declamar panegíricos a Blas de Lezo, vindicar una antigüedad para la nación española cuatrocientos años anterior a que se constituyese como sujeto de soberanía o invocar en sede parlamentaria europea Covadonga o Lepanto como antídotos contra Eurabia son fórmulas habituales entre aquellos que, cuando se trata de condenar a la dictadura franquista o de honrar a sus víctimas enfatizan de forma melodramática la necesidad de no mirar atrás. Una puja por la cima de lo rancio en la que no ha faltado, todo hay que decirlo, la contribución de algún ministro socialista recomendando como lectura canicular un subproducto editorial contra la Leyenda Negra, poniendo de manifiesto que el mal provoca contagios por capilaridad.
UN CURRÍCULUM INABORDABLE
La amplia difusión de estos lugares de supuesto sentido común debería ser motivo de preocupación: denota que, en los cuarenta años de vigencia del régimen constitucional, casi dos generaciones de españoles han pasado por la escolarización obligatoria sin abordar satisfactoriamente el estudio de nuestra historia reciente. Y ha sido así por razones que cualquiera puede identificar en su propia autobiografía escolar: ¿Quién no ha oído que el programa era muy amplio; el tiempo, muy escaso; que al último trimestre siempre se llegaba con agobio; que los temas de la República, la guerra civil y la dictadura franquista eran muy problemáticos porque podían suscitar conflictos con las familias, llamadas de atención de la inspección educativa o, en definitiva, que eran demasiado recientes —solo han pasado entre cuarenta y ochenta años de nada…— como para ser tratados con objetividad y desapasionamiento?
De ahí que el conocimiento histórico acumulado por millones de ciudadanos (casi diez en los años que van desde los años 90 hasta hoy) se caracterice, en general, por la carencia de profundidad y de rigor y consista en retazos de los manuales mal rememorados, episodios estereotipados, retales de debates televisivos, fragmentos de la pacotilla editorial, simplificaciones pseudoacadémicas y evocaciones de experiencias subjetivas de raíz familiar: un patchwork proclive a arropar todo tipo de mistificaciones.
Incluso el profesorado más comprometido tiene serias dificultades para llevar al aula los periodos clave de nuestra Historia reciente. La selección de contenidos no es fácil. Explicar las revoluciones burguesas, el surgimiento del Estado-Nación, la revolución industrial, las dos guerras mundiales, el comunismo, los fascismos, la guerra fría, el imperialismo, la descolonización, la globalización y sus correspondientes correlatos en la historia española resulta una tarea titánica con tres horas de clase a la semana.
La dificultad es estructural: de todas las divisiones formales de la Historia, la Contemporánea es la única que permanece abierta. El currículum de Secundaria siempre arranca con la crisis del Antiguo Régimen, tanto en 4º ESO como en 1º de Bachillerato. La secuencia temporal de la contemporaneidad española en los manuales escolares apenas ha variado desde la Ley General de Educación de 1970. Precedido de un tumultuoso siglo XIX, el reinado de Alfonso XIII abre un siglo XX no menos convulso. La Dictadura de Primo de Rivera se presenta como doble respuesta a la agudización de la conflictividad social y a las consecuencias de la guerra de Marruecos. Segunda República y Guerra civil suelen aparecer amalgamadas en una misma unidad, con las lecturas teleológicas que ello supone. El franquismo, por su extensa duración, casi geológica, se escinde en dos periodos con el Plan de Estabilización y los comienzos del desarrollismo como parteaguas. Por último, la transición, enfocada desde las instituciones – “de la Ley a la Ley”- y con el pueblo español como espectador de platea cierra virtuosamente dos siglos de confrontación cainita.
UNA PROPUESTA RADICAL
La toma de la Bastilla fue la metáfora fundacional de la nueva era para los historiadores del siglo XIX, pero para nosotros han trascurrido casi dos siglos y medio. Si no se opta por un cambio de paradigma, estamos condenados a que siga sin haber tiempo suficiente para la enseñanza de la Historia más próxima y, aunque el diseño curricular contemple, en teoría, todos los acontecimientos comprendidos entre aquel hito inaugural y la realidad compleja de nuestro tiempo, los episodios que van del franquismo hasta el presente se encontrarán sumidos en un agujero negro. Una ignorancia fértil para las campañas de la extrema derecha político-mediática.
La enseñanza de la Historia Contemporánea más reciente adquiere hoy un carácter de imperativo cívico y democrático. Es necesario modificar sustancialmente la secuenciación de los contenidos curriculares. Nadie debería abandonar las aulas sin conocer las claves de los procesos que han conformado la sociedad en que va a insertarse en breve como sujeto en plenitud de derechos políticos. Para ello, es preciso otorgar a la Historia reciente –el “corto siglo XX”, en expresión del Eric Hobsbawm- el protagonismo de un curso propio, el último de la Secundaria obligatoria. Hay que redistribuir la secuencia de los contenidos en cuatro bloques: 1) Las vías a la modernización: el lento despegue bajo la Restauración (1903-1923); la modernización autoritaria (1923-1930); y la modernización democrática (1931-1936). 2) La guerra civil como crisol de los conflictos secularmente irresolutos (económico, social, territorial, político y cultural) y escenario de la protoguerra mundial (1936-1945). 3) La dictadura franquista como régimen totalitario imbricado en los cambiantes escenarios internacionales y de modulación tardía al capitalismo maduro (1936-1977) 4) El proceso de transición a la democracia, sus condicionantes, sus logros y sus límites (1969-1986).
La cronología podría resultar chocante, pero está justificada: obedece a la idea de que la guerra civil y la dictadura franquista interrumpieron un proceso de modernización que se había iniciado, bajo varias facetas y distintas velocidades, en el primer tercio del siglo XX; que la España franquista fue parte actora de la Segunda guerra mundial como integrante del Pacto de Acero y suministradora de tropas para una guerra de agresión —la División Azul—, y que sus gambitos de pasividad no llegaron a alcanzar la neutralidad absoluta; que el comienzo de la dictadura hay que situarlo en la propia guerra civil, en la que se configuró el que durante toda su vigencia se reivindicó a sí mismo como el “régimen del 18 de julio”; que su final no se produjo con la muerte del dictador sino con la derogación efectiva de las instituciones dictatoriales; y que los orígenes de la transición hay que rastrearlos en los alineamientos de fuerzas bajo el tardofranquismo, y su final prolongarlo hasta la primera vez desde 1933 en que un gobierno de centro-izquierda pudo sucederse a sí mismo en el poder sin que lo impidiera un pronunciamiento militar.
Es solo un bosquejo y una aportación para el debate social. Una intervención, por decidida que sea, en la forma en que la ciudadanía aprende Historia en la escuela no será el bálsamo de Fierabrás contra el populismo reaccionario, pero sí una parte de la posología. No rendirá frutos de inmediato, pero al menos contribuirá a evitar en un futuro no muy lejano que podamos contemplar el Medievo como un horizonte de progreso.
https://www.elsaltodiario.com/opinion/historia-contra-patranas-reforma-radical-curriculum-ensenanza-secundaria
lunes, 8 de abril de 2019
Intervención en el acto "La Memoria también vota", Oviedo 6 de Abril de 2019
Oviedo, 6
de Abril de 2019
Compañeras y compañeros. Amigas y amigos:
Quiero agradeceros vuestra presencia hoy, y transmitiros el saludo de
la Federación Estatal de Foros por la
Memoria y de todos los compañeros/as de los Foros federados, así como de
la comisión coordinadora del Encuentro de Asociaciones de memoria histórica y
de víctimas del franquismo. Quiero expresar también mi reconocimiento a mis
compañeros de Famyr y a La Ciudadana por la invitación y por la organización de
este acto. Asimismo quiero destacar que es para mí un honor compartir intervención
con los familiares de la fosa de Tiraña.
Comienzo mi intervención explicando que la propuesta central de la Federación Estatal
de Foros por la Memoria, asumida posteriormente por el Encuentro Estatal, es
una Ley integral de Víctimas del franquismo, porque estamos convencidos/as de
que, independientemente de que se puedan estar planteando causas judiciales, tanto
ante la justicia española como la de otros países, las trabas para hacer efectivos
los derechos de las víctimas del franquismo, son fundamentalmente políticas más
que jurídicas; también las soluciones son esencialmente políticas y se deben
adoptar en el Parlamento: revocar la legislación en la que se sustenta la
impunidad y promover otra legislación que reconozca y promueva los derechos de
las víctimas.
El trabajo que hemos realizado elaborando la propuesta de Ley de
Víctimas, se sustenta en diversos documentos: La Ley de Víctimas del terrorismo
aprobada por el Parlamento en septiembre por 2011; y los dos Informes sobre el
caso español presentados en septiembre de 2014 al Consejo de Derechos Humanos
de la ONU, uno por el Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas o
Involuntarias, y el otro, por el Relator Especial sobre la promoción de la
Verdad, la Justicia, la Reparación y las Garantías de no repetición. También
nos hemos inspirado en el llamado “Manifiesto de la Dignidad” presentado en
2014 por el Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco.
Ley de
Víctimas del franquismo
El Proyecto que hemos presentado públicamente, remitido a expertos y discutido
con fuerzas políticas y grupos institucionales, se basa en dos ideas centrales:
1. La Ley de Víctimas del franquismo parte del principio de que las
víctimas del franquismo son víctimas de graves violaciones de derechos humanos.
Y que el Estado español niega a las
Víctimas del franquismo el reconocimiento jurídico y los derechos y beneficios
que se conceden a otros colectivos de víctimas.
2. Vemos indispensable que el Estado
asuma las recomendaciones de organismos internacionales de DDHH, sobre las
víctimas del franquismo.
Coincidimos con el fiscal
Carlos Castresana cuando escribía en junio de 2013:
"...las
víctimas del franquismo tendrían que tener el mismo estatuto jurídico que
tienen las víctimas del terrorismo, ni mejor ni peor, exactamente el mismo. Son
víctimas de la violencia política, y si unas tienen derecho a la memoria y a la
justicia y a la reparación, no veo por qué las otras no"
Una Ley de Víctimas del franquismo vendría a solventar definitivamente
el agravio comparativo que se ha venido produciendo sobre las víctimas del
franquismo con respecto a otros colectivos de víctimas que sí han tenido un
reconocimiento legal, una consideración justa, y su problemática se ha atendido
por parte del Estado español. Lo más sangrante es que el elemento diferenciador
entre unos y otros colectivos no es su carácter de víctimas, conforme son
definidas por Naciones Unidas, sino que la discriminación se debe a la
identidad de los victimarios.
La impunidad del franquismo vigente en el estado español, no sólo ha
seguido preservando hasta el día de hoy la impunidad penal de los verdugos,
sino que implica el no reconocimiento
jurídico y político de sus víctimas, y en consecuencia, la negación a todos los efectos de sus
derechos a la Verdad, la Justicia y a cualquier forma de Reparación
material y simbólica. El franquismo fue un régimen ilegal que, a partir del
secuestro de la soberanía nacional por los golpistas del 18 de julio, ejerció
la violencia en múltiples formas contra la sociedad practicando el terrorismo
de Estado, sirviéndose para ello de las leyes y de las instituciones: el
ejército, las fuerzas de seguridad, el sistema judicial… Por tanto, la responsabilidad que tiene el Estado
español con respecto a las víctimas del franquismo es de mayor nivel y más
directa que con respecto a otros colectivos de víctimas.
La negativa por parte del Estado español a anular las sentencias
franquistas en nombre de la seguridad jurídica, tal y como quedó establecido en
la Ley de Memoria Histórica de 2007, supone de hecho la asunción de su plena
responsabilidad en las consecuencias de la legislación represiva del
franquismo. El hecho (excepcional entre los países de nuestro entorno) de que
el estado de derecho democrático no se haya sustentado en la ruptura legal con
el franquismo, y que todas las sentencias represivas franquistas sigan siendo
firmes y legales a día de hoy, supone por parte del Estado democrático el reconocimiento explícito de su
responsabilidad en los abusos y las agresiones a los derechos humanos
cometidos por la dictadura.
Nuestra propuesta no consiste
en una ley de víctimas de la guerra civil en general, es más, nos oponemos
tajantemente a ello. En primer lugar porque la equidistancia y la igualación
entre quienes defendieron la democracia y quienes la agredieron debería ser
éticamente inaceptable por una sociedad democrática. Pero sobre todo, porque el
trato proporcionado a unas víctimas y a otras por parte del Estado español,
tanto en dictadura como en democracia, ha sido con respecto a las víctimas del
franquismo abrumadoramente injusto y discriminatorio.
Las
víctimas, por definición injustas, que se produjeron en la retaguardia
republicana durante los meses iniciales de la guerra civil,
fueron beneficiarias (tanto los supervivientes como todas las familias) de unas
políticas de reparación que adoptaron múltiples formas: indemnizaciones;
pensiones; privilegios en el acceso a empleos públicos; facilidades al acceso a
titulaciones académicas; concesiones de gasolineras, estancos, despachos de
quinielas y otros negocios, etc… Y todo ello desde el primer momento, a pesar
de las difíciles circunstancias de la posguerra y de la guerra mundial, que por
ejemplo, no impidieron la exhumación rápida y completa de todos los
enterramientos de víctimas afines al nuevo régimen.
Por el contrario, las víctimas del franquismo y sus
familias, no sólo han tenido que soportar décadas de políticas públicas de
silencio y olvido que apenas se corrigieron tras el fin de la dictadura, sino
que además siguieron padeciendo durante muchos años diversas formas de
represión y perpetuación de la injusticia. Si alguien realizó políticas de
memoria colectiva apabullantes que se prolongaron durante cuarenta años, ese
fue el franquismo, adoptando múltiples maneras de interferir en los más
habituales actos de la vida cotidiana de todos los españoles, en línea con su
pretensión declarada de constituirse en Estado totalitario.
Uno de los objetivos
fundamentales de una Ley de Víctimas del franquismo es corregir esta enorme injusticia y desagraviar en lo posible, tras el
tiempo transcurrido, a las víctimas de tanta ignominia. Y no sólo
por las víctimas: la pervivencia de una situación tan injusta, como pudiera ser
la existencia de miles de fosas comunes
clandestinas (no olvidemos que la desaparición forzada es un delito de
carácter permanente) en nuestra opinión pone en cuestión la vigencia plena del
Estado de Derecho.
También se debe tener en consideración que la represión franquista no
sólo afecta a hechos producidos durante la guerra civil de 1936-1939 y los años
inmediatamente posteriores. La dictadura y sus políticas represivas se
extendieron hasta al menos, las elecciones democráticas de 1977. Múltiples
hechos criminales como torturas y asesinatos, son coetáneos con las violaciones
de derechos humanos que siguen siendo perseguidos, que han sido juzgados y han
terminado por lo general con contundentes condenas penales, en otros países del
mundo, como es el caso de los crímenes de las dictaduras del Cono Sur americano. En consecuencia, no
renunciamos a la acción penal contra los responsables de agresiones a los
derechos humanos, independientemente de su edad, tal y como sucede en países de
nuestro entorno, como Alemania.
El Documento en el que hemos trabajado comienza con una Declaración de Motivos para justificar
la necesidad de que, 40 años después de la muerte física del dictador, sea
necesaria e inaplazable una Ley de Víctimas del franquismo. Establece la
necesidad del reconocimiento jurídico de
las víctimas, hasta hoy inexistente, y continúa con una serie de propuestas
concretas, agrupadas en los tres grandes bloques de Derechos establecidos por
Naciones Unidas para las víctimas de agresiones de derechos humanos: el Derecho
a la Verdad, el Derecho a la Justicia y el Derecho a la Reparación.
A modo de resumen, señalaré las principales líneas que se
desarrollarían en el articulado en nuestra propuesta de Ley de Víctimas.
En el primer bloque, que titulamos “El Derecho a la Verdad de las víctimas del franquismo. El Derecho y el
Deber de verdad de la sociedad española”, hablamos, entre otros temas,
ü De la retirada de la
simbología franquista
ü De declaraciones de
naturaleza política y actos públicos de reconocimiento;
ü Del Mapa de fosas de personas
desaparecidas;
ü Del tratamiento de los
lugares de memoria;
Presentamos una propuesta avanzada sobre Legislación de Archivos
orientada a gestionar y garantizar el derecho de acceso a la información de
víctimas, investigadores y del conjunto de la sociedad.
En el bloque del “Derecho a la
Justicia” tratamos, entre otras cuestiones
ü La Anulación de las
sentencias franquistas, con una propuesta concreta por la que recomendamos
seguir el procedimiento utilizado en la República Federal Alemana para la
anulación de las sentencias represivas del nazismo (1998 y 2002).
ü La exhumación judicializada
de todas las fosas comunes del franquismo. Defendemos que la Ley de Víctimas
del franquismo debe manifestarse
expresamente contra la privatización y la
gestión administrativa de las fosas comunes consagrada por la Ley de
Memoria Histórica de 2007, por cuanto se tratan antes que cualquier otra cosa,
de pruebas de crímenes contra la Humanidad.
ü También consideramos que hay
que dar una respuesta estatal al tema de los niños y niñas robados, a partir de
la consideración de estas desapariciones forzadas como crímenes contra la
humanidad, todo ello considerado dentro de una trama organizada, por lo que no
pueden seguir siendo tratados como delitos individualizados.
En el último bloque del “Derecho
a la Reparación”, propugnamos la reparación material y/o simbólica de la
amplia y diversa tipología de víctimas del franquismo: presos
políticos; presos sociales; víctimas de torturas; represaliados económicos
(sanciones, depuraciones de funcionarios, incautaciones de patrimonio...); víctimas del trabajo esclavo;
reconocimiento de colectivos como la guerrilla antifranquista; militares leales
a la República; militantes clandestinos antifranquistas; exiliados; deportados
al sistema concentracionario nacionalsocialista; los llamados niños de la guerra, etc…así como
la creación de un Consejo participativo de éstas, directamente o representadas
por el movimiento asociativo.
ENCUENTRO
En el mes de octubre de 2015, 70 organizaciones nos reunimos en
Madrid, y creamos un espacio común al que se han incorporado hasta el día de
hoy más de 100 asociaciones y colectivos. Le hemos dado en llamar ENCUENTRO. De
allí salió un amplio Documento consensuado, la denominada CARTA de Vicálvaro,
que se hizo llegar a las fuerzas políticas antes de las elecciones de diciembre de 2015 y junio de 2016 como
propuesta programática, con el objetivo
de impedir que el debate sobre la memoria histórica quedase fuera de la agenda
política y de la campaña electoral.
La Estrategia seguida por las organizaciones del ENCUENTRO ha sido
compaginar movilización con iniciativa institucional, con un objetivo: plasmar
en leyes y en políticas las reivindicaciones del movimiento memorialista en la
presente legislatura. Hemos realizado varias manifestaciones en Madrid, y hemos
celebrado múltiples reuniones, entregas de la Carta a dirigentes políticos y
cargos públicos…
En mayo de 2016 la 2ª reunión del Encuentro aprobó asumir como
propuesta la necesidad de una de Ley de Víctimas, recogiendo el trabajo de
nuestra Federación como borrador inicial, junto a otras propuestas. En Junio de
2017 se celebró la 3ª reunión estatal
del ENCUENTRO, y debatimos qué vía institucional queremos dar a la Carta del Encuentro
y el desarrollo del borrador de Ley de Víctimas. Asimismo adoptamosuna posición
más avanzada sobre la Ley de Amnistía de 1977, pronunciándonos a favor de una
Declaración de Nulidad íntegra de la misma.
El pasado 24 de Noviembre se celebró en Madrid la 4ªreunión estatal
del Encuentro, para analizar cómo seguir promoviendo la convergencia
estratégica del movimiento memorialista y de las fuerzas políticas sensibles a
esta problemática, en torno a una LVF. Queremos convencerlas de que las
múltiples iniciativas políticas particulares que se están presentando tienen un
recorrido limitado, y que deberíamos aunar esfuerzos a partir de la Carta de
Vicálvaro y de las recomendaciones al Estado español de los organismos
internacionales de derechos humanos. Esta iniciativa se ha trasladado a las
diversas fuerzas políticas y grupos institucionales, con buena acogida por lo
general, pero con efectos limitados por la concurrencia con las diversas
iniciativas que sobre memoria histórica han presentado los grupos políticos
desde que comenzó la legislatura. Ha
inspirado propuestas como el proyecto de IU, o el que presentamos en el Senado
junto a Compromís.
Ahora mismo estamos estudiando los programas de las fuerzas políticas
que se presentan a las diversas convocatorias electorales, para valorar sus
propuestas sobre memoria histórica y lucha contra la impunidad franquista. El plan
de trabajo ha quedado algo trastocado con la convocatoria de elecciones
generales, ya que se estaban programando reuniones en el marco autonómico. Asimismo
desde que el Gobierno anunció la intención de sacar a Franco de Cuelgamuros,
los acontecimientos posteriores que conocéis, nos están marcando mucho la
agenda.
La
conformación de los nuevos Parlamento y ejecutivo andaluces, los acuerdos previos
a la constitución del gobierno y sus primeras iniciativas, muestran que las
fuerzas gobernantes en Andalucía han puesto el punto de mira en los derechos y
conquistas de las mujeres, de los colectivos LGTBI, los migrantes y refugiados.
También en la memoria histórica democrática, cuya reivindicación de Verdad,
Justicia y Reparación señala a los responsables de los crímenes cometidos, deja
en evidencia el sistema de impunidad en que han vivido los autores, y explica,
en buena parte, el status social y económico del que siguen gozando muchas
personas, empresas e instituciones.
Que las
derechas conservadoras o liberales se avengan a negociar, pactar y gobernar con
la extrema derecha, a asumir sus valores y discursos, sólo puede entenderse a
partir de la banalización del mal en el debate político y mediático, a las
carencias en educación y en políticas públicas de memoria democrática, junto a
la ocultación de las víctimas del franquismo y la impunidad penal e histórica
de los crímenes franquistas.
Los colectivos
a los que la extrema derecha y sus aliados han señalado no vamos a permanecer
con los brazos cruzados, contemplando pasivamente que se hagan efectivos los
proyectos de los franquistas y sus aliados: recortes de libertades, supresión
de derechos sociales y civiles, que han costado décadas de lucha y sacrificios conseguir.
Mañana
domingo día 7, en una concentración que celebraremos en Madrid, 85 colectivos
de mujeres, LGTBI, de migrantes y de Memoria histórica, haremos un llamamiento
a todas las ciudadanas y ciudadanos demócratas para que participen masivamente
en las próximas citas electorales, no pretendiendo orientar para que se vote
por un partido u otro, sino proponiendo que se vaya a las urnas con una
intencionalidad clara: que cada voto sea un voto antifascista, contra la
extrema derecha y contra los que están dispuestos a negociar con ellos. Porque
opinamos que con el fascismo no se habla, no se negocia y no se gobierna.
Muchas gracias.
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