domingo, 17 de mayo de 2015

"Felipe González: la impudicia de un político indecente" Por: Marcos Roitman Rosenmann


Felipe González tiene en su debe político urdir parte del proceso desestabilizador que culminó en el fallido golpe de Estado del 23-F en España, para crear un gobierno cívico-militar.

Para muchos, Felipe González es un ícono de la democracia española. Sin embargo, nada más alejado de la realidad. Su pasado es otro. Hoy se presenta al mundo como el abogado defensor de Leopoldo López, dirigente del partido Voluntad Popular, y del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, elegido por la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Ambos políticos venezolanos, imputados por participar y urdir la trama de golpe de Estado para derrocar al gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro.

Felipe González tiene una cara oculta. Tiene en su debe político urdir parte del proceso desestabilizador que culminó en el fallido golpe de Estado del 23-F en España, para crear un gobierno cívico-militar. También gestar la guerra sucia contra la izquierda abertzale y ETA. Siendo presidente de gobierno, entre 1983 y 1985 dio luz verde a la actuación de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). El resultado: 27 personas asesinadas y cientos de damnificados colaterales.

La historia de Felipe González está ligada indisolublemente a la evolución del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde los años 70 del siglo XX. La modernización política había desplazado a los viejos camisas azules y una generación de nuevos políticos tecnócratas asaltaban el poder. En este contexto, Franco nombraría en 1969 a su sucesor. El régimen tendría continuidad bajo la restauración monárquica. El elegido no sería el hijo de Alfonso XIII, don Juan, sino su nieto, Juan Carlos, saltándose la cadena sucesoria. El 20 de noviembre de 1975, Franco, tras 40 años de dictadura, moría en la cama. Su régimen sobrevivía. El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos I es coronado rey. En noviembre de 1976 las cortes franquistas aprueban convocar un referendo para la reforma política, a celebrarse el 15 de diciembre. Los actores de la modernización están en el poder. Adolfo Suárez preside el gobierno y una oposición tolerada se legitima. En febrero de 1977 se legaliza al PSOE y en abril del mismo año el Partido Comunista.

Los interlocutores se reconocían, pero el itinerario había sido diseñado con el caudillo en vida. El objetivo, encontrar una salida negociada, redactar una ley de amnistía y punto final para salvaguardar a los dirigentes del régimen. Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña, valedores de Franco, agradecidos por su papel en la lucha anticomunista, requerían una organización opositora fiable, capaz de negociar una vez muerto el dictador. Sus ojos se ponen en el PSOE. Partido con poca actividad durante la dictadura y considerado pro occidental. En esta estrategia, el Departamento de Estado estadunidense entra en contacto con un hombre oscuro, abogado laboralista y militante del partido: Felipe González.

En poco tiempo pasaría a transformarse en una figura destacada de la transición. La operación contó con fondos y aval de los países señalados y la socialdemocracia internacional. Previamente, Felipe González y su equipo debía tomar las riendas del PSOE, en manos de la vieja guardia desde 1944. El momento idóneo, el 26 congreso, a celebrarse en la localidad francesa de Suresnes, en 1974. En dicho evento, Felipe González será nombrado secretario general, desplazando a Rodolfo Llopis. Dos años más tarde, en diciembre de 1976, el PSOE celebrará, en la clandestinidad, su 27 congreso en Madrid; radiado y televisado nadie será detenido. En ese instante, Felipe González, aclamado por el partido, se convierte en el hombre de Estados Unidos en España y el interlocutor de la socialdemocracia europea para América Latina.

En 1982 su partido obtendrá mayoría absoluta, siendo elegido presidente de gobierno. Allí se quita su careta. En medio de la guerra contrainsurgente en Centroamérica, declara: Habría que ayudar a Estados Unidos a encontrar la dimensión positiva de su liderazgo en América Latina. Y de paso no sorprender nunca a la administración Reagan en las decisiones que tomara el Ejecutivo. Su periplo por América Latina no tiene desperdicio.

En su currículum debemos destacar la relación con el entonces miembro de la Junta Militar Argentina, almirante Eduardo Massera, para crear el partidoDemocracia Social, integrado a la Internacional Socialista. Maniobra que fracasó estrepitosamente, no sin antes González presentar a Massera como socialdemócrata. Dichos datos salieron a la luz en la causa instruida por el juez Garzón contra la dictadura Argentina. Publicitados por el equipo Nizkor y el periódico argentino La Nación. Durante la dictadura de Videla, Felipe González condecoró a varios militares. Entre otros, al almirante Rubén Franco, condenado posteriormente a 25 años de cárcel por participar en el secuestro y apropiación de hijos de desaparecidos, con la Gran Cruz de la orden del merito aeronáutico. Asimismo, no tuvo escrúpulos en convertirse en fiador para la venta de armas a las dictaduras latinoamericanas. Sólo en el Chile de Pinochet, entre morteros, lanzacohetes, ametralladoras, aviones de entrenamiento, helicópteros, en el año 1983, los beneficios superaron los 80 millones de dólares. No es de extrañar que pidiera la libertad de Pinochet con tanto ahínco tras su detención en Londres, sin olvidar que en los años 80 recomendó a Ricardo Lagos que fuese Pinochet el timonel de la transición. La visita de ministros de Pinochet a España para asesorar las privatizaciones, la reforma laboral y abrir las puertas a Telefónica, Iberdrola, Endesa, Repsol, Santander, BBVA, en Chile fue una constante. Financió la contra nicaragüense, apoyó el informe Kissinger y negó apoyo al FDR-FMLN en El Salvador.

Tras su salida de la política se transformó en asesor de lobbys y empresas trasnacionales españolas, estadunidenses y europeas, entre otras de venta de armamento, obteniendo pingües beneficios. Además de asesorar empresarios latinoamericanos para esquilmar sus riquezas, entre los que destaca Carlos Slim.

Ahora se presenta como un demócrata comprometido con las libertades en América Latina. Nunca lo estuvo ni lo estará. Mientras cultiva su hobby, comprar y diseñar joyas, alienta la desestabilización de golpistas. No puede ser de otra forma. Siempre revoloteó en su nido. Estados Unidos se lo agradece. Su impudicia no tiene límite.


Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/opinion/Felipe-Gonzalez-la-impudicia-de-un-politico-indecente-20150328-0051.html

lunes, 4 de mayo de 2015

Intervención en el “Homenaje a los deportados de Guadalajara en los campos nazis”





Arturo Peinado Cano. Federación Estatal de Foros por la Memoria
Alovera, 3 mayo 2015


En nombre de la Federación Estatal de Foros por la Memoria quiero expresar nuestro agradecimiento por haber sido invitados a participar en este acto de homenaje a los deportados, y en conmemoración del 70ºAniversario de la victoria sobre el fascismo. Es para nosotros un gran honor.
Como sabréis, la Comisión Constitucional del Congreso ha aprobado el pasado martes 28 de abril, por unanimidad, una proposición no de ley que insta al Gobierno a reconocer como “héroes de la lucha por la libertad” a los republicanos que fueron hechos prisioneros por los nazis y estuvieron en campos de concentración como el de Mauthausen. Ciertamente, es un homenaje tan tardío e insuficiente como merecido. 

Nos surge la pregunta de cómo es posible que la derecha española, tan refractaria a homenajear a los defensores de la legalidad democrática, ahora haya accedido a esta medida de reparación simbólica. ¿Porqué en este caso sí, y en otros casos de ninguna manera? En nuestra opinión, es que consideran que al haberse producido los crímenes en Austria o Alemania por los nazis, son algo ajeno a la responsabilidad del Estado español, y en consecuencia no han impedido el homenaje, como sí hacen invariablemente cuando se trata de las víctimas directas del franquismo.

Pero en el caso  de las víctimas españolas de los campos nazis, parten de una falacia histórica, porque está sobradamente demostrada la responsabilidad directa del régimen de Franco en la deportación, cautiverio y muerte de miles de ciudadanos españoles. Si nuestros compañeros lucían en los campos nazis el triángulo azul de los apátridas, es porque la dictadura, por decisión del entonces Ministro de exteriores de Serrano Suñer, les negó la nacionalidad española y los puso a disposición de la maquinaria de exterminio.

Los abogados de la Federación Estatal de Foros por la Memoria han estado personados en una querella de la Audiencia Nacional contra varios guardianes de campos de exterminio nazis. Por primera vez, deportados españoles  a los campos de Mauthausen, Buchenwald y Sachsenhausen declararon ante la justicia española. Este procedimiento, a pesar de su cierre definitivo con las restricciones impuestas a la justicia universal, ha alcanzado algunos logros, como el reconocimiento por  el auto del juez, de los republicanos españoles como una categoría de víctimas del sistema concentracionario nacionalsocialista, achacable a motivos políticos. La deportación y el asesinato de miles de republicanos entronca así, con el Holocausto y con la Solución final nazi.

Esta semana también hemos visto cómo Alemania juzga por crímenes contra la humanidad (imprescriptibles) al contable de Auschwitz. Es la prueba de que un Estado realmente democrático no se conforma con un mero reconocimiento simbólico de las víctimas, sino que no renuncia a hacer justicia efectiva: es decir, llevar ante los tribunales a los verdugos y sus cómplices.

Tenemos el deber de recordar a nuestros compañeros y camaradas asesinados en los campos nazis, y exigir la preservación en la memoria colectiva de las causas y el sentido de su sacrificio. Pero no sólo de las víctimas de los nazis, también de las docenas de miles que padecieron las prisiones franquistas; los campos de concentración; los destacamentos de trabajo esclavo o las colonias penitenciarias. Habréis escuchado expresiones que han titulado libros y documentales, como “toda España era una cárcel” o “una inmensa prisión”. Es responsabilidad de la sociedad exigir, y de las organizaciones democráticas garantizar la pervivencia y el respeto a su memoria. También deberían asumir su responsabilidad financiando las políticas de reparación material y simbólica, las empresas herederas de aquellas que se beneficiaron del trabajo esclavo de los presos políticos durante el franquismo: Huarte, Banús, Fenosa, Entrecanales, Dragados, y tantas otras.

Si las víctimas tienen el derecho inalienable a ser recordadas, las sociedades y todos y cada uno de quienes las componemos tenemos DEBER de Memoria. Eso no sucede en este país, donde se puede ser formalmente demócrata sin ser antifascista, algo inconcebible en el resto de países de nuestro entorno. El 7 de diciembre de 1941, los nazis emitieron el Decreto de Noche y Niebla para los enemigos políticos y raciales de los territorios ocupados: no sólo había que eliminarlos físicamente, sino destruir cualquier prueba de su pasada existencia. El fin último de nuestro trabajo debe ser impedir que los nazis y sus cómplices, como los fascistas españoles, puedan alcanzar la victoria definitiva más de 70 años después.  De ahí la importancia trascendental de conmemorar con actos como este, en recuerdo de las víctimas, la victoria total contra el fascismo, de recuperar la bandera roja ondeando sobre el Reichstag y a nuestros compatriotas de La Nueve desfilando por los Campos Elíseos.

Esta es la lucha en la que estamos implicados, y de  nuestra victoria  o de nuestra derrota depende el futuro de todas y de todos. Contamos con vosotros, para luchar y para volver a vencer.

Salud y República. No pasarán