martes, 25 de mayo de 2010

Nostalgia del patriotismo, por Hugo Martínez Abarca

25 May 2010

El FMI está muy contento con su marioneta en Madrid. Y el Gobierno está muy contento porque el FMI está muy contento. El FMI pide más a su marioneta. Ayer pidió con urgencia una reforma laboral radical y la conversión de facto en sociedades anónimas de La Caixa y Cajamadrid. Y la marioneta no dice nada, sólo que está muy contenta por ver contento al FMI. Supongo que tal es su contento que no querrá que en el futuro se enfade y si el FMI ha tenido este nuevo caprichito, habrá que concedérselo, que queremos que el FMI sea al menos tan feliz como Camps.

Resulta muy llamativo que en un país en el que nos sale el patriotismo por los poros cuando se trata de hablar de la unidad de la sagrada patria, convirtamos a la patria en algo perfectamente pagano cuando se trata de admitir injerencias de poderes extranjeros. No hemos escuchado a ningún patriota protestar por ver a nuestro presidente del Gobierno regalando graciosamente la política económica a instituciones extranjeras: tanto a gobiernos que no deberían ser soberanos en España (Alemania, Estados Unidos), como a instituciones internacionales cuyos órganos de decisión están al margen del control democrático de la ciudadanía española.

Uno esperaba otra cosa. Ahora que se venden banderas rojigualdas en los kioskos para preparar el mundial, ahora que estamos consiguiendo bloquear la ruptura de España en el Tribunal Constitucional, ahora que sabemos que es mejor que ETA mate porque lo contrario podría ser peor para España, ahora que aparece en las encuestas una señora con un partido detrás que sólo promete españa, españa, españa, ahora que matar toros a dentelladas es un bien de interés cultural… pensábamos que esos partidos patrióticos impulsarían una respuesta feroz ante la agresión que padecemos los españoles desde el extranjero y canalizada con amabilidad y talante: España no se rompe, sino que se disuelve porque los partidos de orden (los moderados) han decidido que los españoles no pintamos nada en la decisión de nuestros asuntos y que haremos lo que diga el señorito de fuera y cuando lo diga (en próximas horas, la reforma laboral radical).

Y las demás naciones proclamadas con tanta solemnidad se disuelven igualmente: a uno le encantaría escuchar al PNV y a CiU quejarse de que se decida en Washington o Bruselas lo que debería decidirse en Lakua y en la Plaza de Sant Jaume: esa soberanía nacional no les importa, lo que les importa es tener selección de fútbol propia. Las colonias americanas (las que darían lugar a EEUU) proclamaron su independencia porque no admitían que su política económica se decidiese al margen de su soberanía popular (no taxation without representation).

Ojalá los banderazos de cada día fueran algo más que un instrumento de distracción. Ojalá hoy sirvieran para exigir la vigencia de la soberanía nacional. Tanta banderita nacional y tanta patria y resulta que sólo las querían para regalárselas al señorito.

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