miércoles, 26 de noviembre de 2014

"Errejón, Podemos y la ética política" por Eberhard Grosske


ERREJON, PODEMOS Y LA ETICA POLITICA
Grosske. Bloc per opinar


Eberhard Grosske |
25 Novembre, 2014


A la gente progresista, nos es muy fácil pedir la dimisión de Monago por algo técnicamente legal pero que consideramos, con razón, moralmente reprobable. Y también nos es muy fácil criticar hasta la extenuación la actitud prepotente de Esperanza Aguirre ante los policías madrileños que intentaron sancionarla. Pero esto no tiene ningún mérito particular. Lo meritorio y lo respetable es que tengamos el rigor ético necesario como para aplicar la misma vara de medir a los que queremos y a los que detestamos, a nuestros aliados políticos y a nuestros adversarios. Si no somos capaces de hacerlo, si nuestras apelaciones a la ética son siempre interesadas, si tememos hacerle el juego a la derecha cuando criticamos a uno de los nuestros o si intentamos levantar barreras defensivas invocando ataques conspirativos,  nuestra postura no sólo carecerá  de todo valor sino que contribuirá, objetivamente, a degradar aún más el clima ético de nuestro país.

Viene esto a cuenta de la resistencia y el rechazo que encuentra entre mucha gente progresista algo que es por demás obvio: que el contrato de Errejón con la Universidad de Málaga es una corruptela incuestionable y un uso indebido de recursos públicos.

Para inflar el globo de un caso de corrupción menor y para nada comparable con saqueos sistemáticos a los que hemos sido sometidos, algunos medios han dirigido su atención hacia cuestiones discutibles y de poca importancia que, a la postre, han sembrado más confusión que claridad.

En el marco de una investigación, el horario en que se desarrolle el trabajo (¡digo horario, no dedicación!) o el lugar en que éste se realice son cuestiones muy menores. El perfil de la plaza puede despertar sospechas en la medida que la primera vez que ésta fue publicada sólo se presentó el propio Errejón y la segunda, a raíz de la renuncia de éste, nadie se ha presentado. Sin embargo, es difícil transformar esta sospecha en una conclusión sólida. Por último, la vulneración de la cláusula de incompatibilidad en la que ha incurrido Errejón, y que es incuestionable, tampoco sería, en sí misma, algo de particular gravedad si el contexto hubiera sido  una actividad menor y puntual que no le hubiera impedido cumplir con su contrato.

Sin embargo, lo que es intolerable y lo que obliga a Errejón a devolver el dinero y pedir disculpas es que la vulneración de la cláusula de incompatibilidad se haya producido por realizar una actividad política de intensísima dedicación e incompatible de hecho (y no sólo de derecho) con el contrato suscrito con la Universidad. Dicho en palabras llanas: por cobrar dinero público a cambio de algo que nunca realizó en los términos contractuales previstos y que, cuando firmó el contrato, ya sabía que no iba a realizar.

En todos los contratos de servicios tiene que haber una relación coherente entre lo que cobra el prestatario del servicio y la dedicación que el servicio precisa. En algunos casos, esta dedicación es simplemente presumida o calculada y la administración lo único que exige para pagar es que el servicio se haya prestado en un plazo predeterminado y con unos estándares de calidad igualmente predeterminados. No es el caso del contrato que nos ocupa: aquí se exige dedicación plena, 40 horas semanales, y se incluyen, por si hubiera dudas, cláusulas de incompatibilidad y de disponibilidad. Es decir, lo que contrata la Universidad es una dedicación plena y cotidiana de un investigador a la tarea encomendada

 Cuando el contrato entra en vigor faltaban sólo dos meses para la celebración de las elecciones europeas y Errejón sabía que una tarea en la que se iba a "dejar la piel", según sus propias palabras, y por la que cobró de su propia organización política, era incompatible con el cumplimiento pleno de las condiciones del contrato. Lo sabía él y lo sabe cualquiera que sepa lo que es una campaña electoral de circunscripción única y ámbito estatal. Lo sabía él y lo sabe cualquiera que se asome a su twitter, a su Facebook o que quiera rastrar a través de internet su frenética actividad.

Hace poco,  Errejón ha renunciado a su plaza reconociendo, de forma imprudente,  que su inclusión en la dirección de Podemos no le permite cumplir con sus obligaciones contractuales. Es cierto, sin duda, pero todos sabemos también que, desde mucho antes de la celebración del congreso de Podemos y desde antes de firmar el contrato con la Universidad, Errejón no sólo formaba parte de la dirección de Podemos: formaba parte del pequeño núcleo dirigente que, con un trabajo ímprobo y extenuante, levantó su organización de la nada

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