viernes, 30 de enero de 2015

Carta abierta de Julio Anguita a Santiago Carrillo. Julio de 1983

Santiago: Diez años de militancia política no son nada frente a tus cuarenta y seis años en el P.C.E.. La experiencia de un Comité Provincial y un Central de Andalucía no es nada frente a la tuya, de muchos años, como Secretario General. Cuatro años y medio de alcalde comunista, no son nada frente a la enorme experiencia que tú has acumulado en seis años de portavoz parlamentario. Sin embargo, quiero hablarte con la autoridad moral que me da el haber perdido en el X Congreso y haber mantenido el sentido de la disciplina por respeto al Centralismo Democrático, a la mayoría y a las normas estatutarias. 

Yo no se si la frase que aparece en un diario nacional "...pienso seguir haciendo lo que me parezca", la has dicho así exactamente pero tus actuaciones de los últimos tiempos y tus palabras de otros días parecen confirmarlo. Los momentos en los que vivimos aconsejan prudencia en los gestos y palabras y audacia en la reflexión, en el análisis y la discusión política. Tú has sabido dar ejemplos de prudencia en las horas difíciles en que volvía a renacer la Democracia en España; no malgastes ese caudal político; no derroches esa experiencia, que este Partido asume, con salidas extemporaneas, izquierdizantes y fraudulentas. Tú no eres un militante cualquiera, razón de más para la prudencia; razón de más para evitar el progresivo confusionismo ideológico en nuestro Partido. Un Partido Comunista no es un conjunto de normas, de gritos, de machadas o de "revivales", confusos. Un Partido Comunista es un proyecto de sociedad, una teoría política científica, una práctica seria, consecuente, abierta a la realidad y rigurosa, sobre todo, rigurosa.

No tenemos más dirección que la surgida del X Congreso; los cambios operados en la misma lo han sido según marcan los estatutos de nuestro Partido y, por tanto, hasta el XI Congreso esa es nuestra dirección (y tú formas parte de ella). Una Dirección a la que todos, dentro del marco estatutario le debemos obediencia con el sentido comunista de la disciplina. Invoco a esa disciplina que surge del convencimiento o de la aceptación de que, tras el debate, la minoría se supedita a la mayoría. Ahí está la historia más reciente de nuestro partido para demostrarlo: supresión del término marxismo-leninismo, agrupaciones territoriales, Eurocomunismo, Frente Democrático, etc. Disciplina que nos ha llevado a aceptar esas formulaciones independientemente de que, a título personal, pudiéramos creer que eran producto de apresuradas decisiones a la luz de un sospechoso tacticismo. Decisiones que hemos aceptado y que solamente podíamos discutir en el único sitio que debía hacerse: los Órganos Regulares del Partido.

Defiende en el Congreso tus posturas; explícanos qué queda de “Eurocomunismo y Estado” en tus últimas intervenciones públicas; dinos qué hay de actual en Lenin, y dilo pronto porque si convences, deberíamos ir todos, rápidamente, a sacarlo de la fosa en la que tú lo sumergiste en 1978. Convéncenos de que el bloque Social de Progreso (PSOE incluido) ya es solamente el Partido Comunista y su zona de influencia. Acláranos si lo que tú comenzaste a llamar Eurocomunismo es una estrategia hacia el socialismo o una mera maniobra táctica. Ilústranos acerca del proyecto de transformación de la sociedad en, con y para la libertad.

Hoy, más que nunca, necesitamos de un gran Partido comunista maestro de la táctica y enemigo mortal del tacticismo. Un Partido Comunista que tenga la valentía de arrinconar las cosas viejas y potenciar, confesándolo públicamente las muchas que todavía deben de estar vivas. Un Partido Comunista que no acuda a la demagogia de las vísceras y de los sentimentalismos, que no mire constantemente al pasado sino que se faje, sin prejuicios, con el presente con la vista en la hermosa visión de nuestra utopía futura. Un Partido comunista en el que tú, Santiago, estés en tanto que aportes para el hoy y para el mañana.

Nosotros no tenemos, no debemos tener otra guía política que la elaboración colectiva de la teoría y la aplicación unánime de la práctica. No debemos caer en caudillismo, liderazgos o en devociones personales. Tú, más que nadie, tienes que dar la lección de que sabes perder y de que sabes quedar en minoría. Tú, más que nadie, no puedes invocar tu real derecho a decir o hacer lo que quieras mientras estés en este Partido porque corres el riesgo de que tu otro Yo, el de pasadas y recientes épocas, saque los estatutos del Partido con la misma firmeza que fueron aplicados en otras ocasiones y los que todavía te respetamos tengamos que asistir al desagradable espectáculo de tus dos mitades personales en dolorosa y esquizofrénica pugna.

Santiago: para desgracia de muchos dirigentes políticos existe una facultad humana que se llama Memoria; sirve para garantizar constantemente que podamos pedir Consecuencia, no solo en el tiempo y el espacio, también entre la Teoría y la Práctica. Solamente podemos pasar esa dura aduana de la memoria si exhibimos el pasaporte revolucionario de la Autocrítica. Entre los comunistas no debe haber nada más que un medio para resolver los problemas y las diferencias: la discusión política, fría, serena, sin carga personal alguna, sin “buenos” ni “malos”, sin despropósitos, sin calificativos, sin esperpentos; exactamente todo lo contrario de lo que tú estás haciendo por los arrabales del pensamiento con la ligereza y la frivolidad de un resentido.