miércoles, 20 de abril de 2016

Intervención en la fosa común del cementerio de Quintanar de la Orden (Toledo). 10 de abril de 2016


Compañeros y compañeras, camaradas, amigos y amigas:

Es para mí un honor tener la oportunidad de dirigirme hoy a vosotras y a vosotros en este acto, que para mí tiene especial significación por las vinculaciones familiares. Quiero asimismo transmitiros el saludo de los compañeros de los diferentes Foros federados en la Federación Estatal de Foros por la Memoria, que estas fechas en torno al 14 de abril, participamos en actos similares a éste en numerosos lugares de todo el Estado español.

Con este acto en la fosa común de Quintanar, queremos recordar a todas y todos nuestros compañeros y camaradas asesinados en tapias, cunetas y cementerios. Pretendemos la preservación en la memoria colectiva de las causas y el sentido de su sacrificio, y reivindicar que estos actos no pueden ni deben seguir siendo iniciativas de asociaciones y organizaciones particulares, sino de las instituciones, y deben contar con la participación de cargos públicos de todas aquellas organizaciones políticas que se reclaman como demócratas.

Hoy recordamos aquí, delante de las listas con los nombres de nuestros compañeros fusilados, que fueron asesinados tras unas sentencias ilegales, emitidas por unos tribunales ilegítimos, conforme a unas leyes creadas por instituciones impuestas por la fuerza, usurpadoras de la soberanía nacional. Las supuestas “pruebas” que pretendían justificar los crímenes se consiguieron mediante delaciones y torturas. Nuestros camaradas no tuvieron  en aquellos consejos de guerra la menor posibilidad de una defensa legal que mereciese tal nombre.

A pesar de ello, a día de hoy, las sentencias franquistas siguen siendo firmes y legales. Por tanto, la anulación de todas y cada una de las sentencias represivas del franquismo, es una exigencia innegociable del movimiento de la Memoria Histórica y debería serlo de todos los que se proclaman demócratas.

Es habitual escuchar que la gente que nos dedicamos a la memoria histórica, cuando exhumamos restos de las fosas comunes, lo hacemos con el fin de recuperar  la dignidad de los cadáveres desenterrados. Es una gran mentira: lo hacemos porque eran nuestras compañeras y nuestros compañeros, nuestros camaradas, y porque creemos que tenemos una obligación personal, ética y política hacia ellos, que lo perdieron todo por haberse atrevido a soñar con un mundo mejor para sus hijos e hijas. No recuperamos su dignidad porque nunca la perdieron, quien carece de dignidad es este país, que consiente que sus mejores hijos permanezcan en fosas comunes clandestinas; que permite que las sentencias franquistas sigan siendo legales; que mira hacia otro lado cuando denunciamos la pervivencia de calles y monumentos dedicados a los verdugos.

Como dije al principio, cada año, en las fechas cercanas al 14 de abril, se celebran centenares de actos como éste. Quizás algunas gentes os digan que venir aquí cada año no tiene ningún sentido, que esto son historias pasadas. Tened presente que esas gentes o son  por desgracia, unos ignorantes, o peor aún, son personas interesadas y mienten a sabiendas.

También hay quien pretende que estos actos sean meramente conmemorativos, actos de duelo que impliquen únicamente a los familiares, que no aparezcan los símbolos ni se señalen las ideas por las que nuestros compañeros y compañeras dieron sus vidas. Dice el filósofo Reyes Mate: ““La forma más perversa de olvido consiste en privar de significación y de actualidad a la injusticia pasada”.
Debemos  ser conscientes de la importancia de actos como el que estamos haciendo hoy: en la lucha por la democracia, contra el fascismo que avanza en Europa, por los derechos civiles y sociales que nos han arrebatado, es un elemento esencial  la creación y mantenimiento de lugares de memoria, al igual que la continuidad en el tiempo de actos conmemorativos de la lucha por la democracia y contra el fascismo. No por nostalgia, sino para recuperar y reivindicar los valores, las ideas y los principios con los que nuestros compañeros y compañeras combatieron al fascismo.

Quiero finalizar leyendo un poema de Pablo Neruda, de su Canto General, que se titula


SIEMPRE
Aunque los pasos toquen mil años este sitio,
no borrarán la sangre de los que aquí cayeron.

Y no se extinguirá la hora en que caísteis
aunque miles de voces crucen este silencio.
La lluvia empapará las piedras de la plaza,
pero no apagará vuestros nombres de fuego.

Mil noches caerán con sus alas oscuras,
sin destruir el día que esperan estos muertos.

El día que esperamos a lo largo del mundo
tantos hombres, el día final del sufrimiento.

Un día de justicia conquistada en la lucha,
y vosotros, hermanos caídos en silencio,
estaréis con nosotros en ese vasto día de la lucha final,

en ese día inmenso.

Salud y República. No pasarán.