jueves, 15 de diciembre de 2016

"Impunidad académica: sobre comillas, cita americana y rectores", por Ignacio Sánchez-Cuenca

La comunidad universitaria debe presionar al máximo para que el rector de la Universidad Rey Juan Carlos dimita. Su caso reúne circunstancias extraordinarias que hacen que todo el sistema se tambalee

IGNACIO SÁNCHEZ-CUENCA

El Rector de la Universidad Rey Juan Carlos, Fernando Suárez, Catedrático de Historia del Derecho, ha sido pillado en plagio masivo. Ha plagiado en al menos siete trabajos académicos. La noticia saltó mediante una denuncia anónima en el digital Cuarto Poder y luego eldiario.es se ha encargado de desarrollarla y darle publicidad. La información sobre el plagio ha corrido como la pólvora a través de medios digitales y de las redes sociales, a pesar de que los periódicos tradicionales en papel no han querido hacerse eco del asunto.
No es un caso único en la academia. Recientemente, Jorge Urdánoz descubría otro plagio masivo y descarado en la tesis doctoral de Francisco Camps. A su vez, el actual Director del Instituto de Estudios Fiscales, José Antonio Martínez Álvarez, que es Profesor Titular en la UNED, publicó en 2010 un libro con abundante plagio. Si se bucea en internet se pueden encontrar otros muchos ejemplos.

Fuera del ámbito universitario, los casos de plagio son múltiples. Se ha descubierto plagio en obras firmadas por, entre otros autores, Arturo Pérez-Reverte, Lucía Etxebarria, Luis Racionero y Luis Alberto de Cuenca.

La característica común de todos estos casos es que el plagio no tiene consecuencias de ningún tipo. Plagiar no supone apenas coste alguno para el plagiario más allá de una efímera atención mediática.
El caso del Rector de la Universidad Rey Juan Carlos  reúne circunstancias extraordinarias, tanto por la magnitud de plagio (a estas alturas cabe dudar de que haya hecho una sola investigación sin plagiar a nadie) como por la delicada posición que ocupa como responsable máximo de una Universidad. Si el Rector plagia, todo el sistema se tambalea.

Lo lógico habría sido una dimisión fulminante del Rector plagiario. Mi impresión es que acabará dimitiendo, aunque sólo sea porque sus padrinos políticos en la Comunidad de Madrid preferirán que no les salpique el escándalo, pero el problema es que si admite, aunque sea implícitamente, que su obra se basa en un plagio sistemático, debería ser desposeído de su plaza de Catedrático.
Los mecanismos de control son tan endebles en las instituciones españolas que a pesar de la evidencia incontestable del plagio, el Rector se resiste a reconocer la falta cometida y a abandonar el cargo. Desde un punto de vista formal, la única manera de reemplazar al Rector consiste, en el caso de la Universidad Juan Carlos I, en que dos tercios del Claustro Universitario (formado por 300 miembros) así lo decidan.

Por el momento, la estrategia de defensa del Rector ha consistido en el silencio y la negación. La única reacción ha sido una declaración institucional ante el Consejo de Gobierno de la Universidad escrita en un estilo surrealista. Atribuye las acusaciones a una oscura conjura orquestada por “los de siempre” y se revuelve con tecnicismo jurídicos absurdos. Un plagio es un ilícito penal, qué duda cabe, pero es también una violación máximamente grave de la ética académica. Si median denuncias de los plagiados, los tribunales establecerán si el Rector cometió un delito con sus plagios. Pero, al margen de lo que decidan los tribunales, la evidencia del plagio es tan incontestable que el máximo responsable de la Universidad no puede sino dimitir. ¿Se imagina alguien a un profesor pillado en plagio en una universidad norteamericana de prestigio que diga que hasta que no resuelvan los jueces él no se da por enterado?

Es típico de una sociedad civil débil que los conflictos tengan que resolverse judicialmente porque no hay un consenso suficientemente sólido sobre la valoración que merecen ciertas prácticas. En el caso del Rector, este se aprovecha de la manga ancha que todavía existe en España con el plagio. De ahí que, en su comunicado, escrito en un estilo lamentable, confuso y espeso, el Rector se permita el lujo de decir algo  similar al clásico “cariño, esto no es lo que parece”. La declaración es en algunos momentos ridícula, como cuando se mete en consideraciones sobre cómo citar trabajos:

“Lo que se cuestiona en su caso son usos y costumbres en el modo de hacer referencia a los autores de los trabajos que se manejan, esencialmente de base bibliográfica, y estos son muy variados, la nota al pie, la nota americana, francesas, uso de comillas, etc. etc., que están en constante cambio y que no tienen relevancia jurídica.”

Parece que esto de la cita académica tenga tantas variaciones nacionales como las otras citas, las que se ofrecen en los clasificados de la prensa. Que si hago cita francesa, que si hago cita americana.
ES NECESARIO QUE LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA PONGA LA MÁXIMA PRESIÓN PARA QUE FERNANDO SUÁREZ DIMITA

En cuanto a las dichosas comillas, quedan reducidas a uno de esos usos y costumbres “en constante cambio”, de manera que unas veces se usan y otras no. El Rector es un moderno, que prescinde de las comillas, no como sus colegas, que están anclados en el tradicionalismo más rancio. El desprecio a las pobres comillas es un recurso al que los plagiarios acuden con frecuencia. En su día, el plagiario Luis Alberto de Cuenca declaró: “la divulgación científica está fundada en el resumen de varias fuentes, y todo el mundo sabe cómo se manejan las fuentes en ese tipo de artículos. Se zurce, se teje, se corta, se añade, como los rapsodas. Y no puedes estar poniendo comillas a cada rato. También Homero zurció, y se hizo así hasta el Renacimiento, sin problemas. Luego vino toda esta cosa moderna de la Propiedad Intelectual”.

Hay otro párrafo en la declaración del Rector que, en su imprecisión y ambigüedad, da pistas sobre lo  que puede haber sucedido en este caso:

“Es posible que se hayan podido producir disfunciones, porque soy humano, y porque trabajamos con mucho material de aluvión y en equipos de investigación, pero rechazo el alcance que se está dando a esta cuestión”.

Ajá, ahora empezamos a entender. El Derecho es una de las disciplinas académicas en las que las relaciones feudales de vasallaje han sobrevivido hasta el día de hoy. No digo que sólo pase en Derecho ni, por supuesto, que todos los profesores de Derecho hagan estas cosas, pero es indudable que en el Derecho estas prácticas siguen existiendo: un Catedrático tiene a un equipo de gente joven que trabaja para él (lo que eufemísticamente llama “equipos de investigación” y que podríamos traducir como “negros a sueldo”) con “materiales de aluvión” (es decir, cogiendo textos de aquí y allá en la elaboración de un refrito). El Catedrático de turno pone su firma en el trabajo final y, si es poco generoso, deja fuera a los vasallos, que ya serán recompensados con la promoción en algún momento futuro. En el caso del Rector, parece que los “negros” se la han jugado, como se la jugaron en su día a Ana Rosa Quintana.

Llegados a este punto, es necesario que la comunidad universitaria ponga la máxima presión para que Fernando Suárez dimita de su cargo y, si es posible, abandone la Universidad y monte una empresa de materiales de aluvión. Esa presión debe incluir a los otros Rectores, quienes deberían abstenerse de sentarse en la misma mesa que el Rector plagiario, al Claustro de la Universidad Rey Juan Carlos, a los profesores de aquella Universidad y de todas las demás, a los estudiantes, que deberían sentirse avergonzados de estudiar en una Universidad cuyo Rector plagia, y más en general a los poderes públicos y los medios de comunicación, que de momento, y salvo honrosas excepciones, no han hecho lo suficiente, como si el asunto no tuviera apenas importancia. Es esa dejadez lo que, en última instancia, hace posible la impunidad académica.

AUTOR

Ignacio Sánchez-Cuenca es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus últimos libros, La desfachatez intelectual (Catarata 2016), La impotencia democrática (Catarata, 2014) y Atado y mal atado. El suicidio institucional del franquismo y el surgimiento de la democracia (Alianza, 2014).
http://ctxt.es/es/20161130/Firmas/9870/Ignacio-Sanchez-Cuenca-plagio-Universidad-Rey-Juan-Carlos-Madrid-academia-profesores.htm