jueves, 10 de mayo de 2018

Mañana asistiremos a la inauguración del Paseo de Marcelino Camacho



Mañana asistiremos a la inauguración del Paseo de Marcelino Camacho, en Carabanchel (Madrid). No voy a glosar aquí la figura por todos conocida del compañero Marcelino, a quien tuve el privilegio de conocer personalmente.

Pero sí voy a llamar la atención sobre algo que parece que se está olvidando: que el anterior nombre de la calle era Avenida de Muñoz Grandes y mañana, en un acto de higiene democrática, desaparecerá la infamia de que Madrid honre el nombre de un general, primero golpista, y después al mando de una unidad que combatió a los aliados a las órdenes de Adolfo Hitler.

Hay que agradecérselo, en primer lugar, a la implicación y el compromiso de determinados responsables políticos de la ciudad de Madrid. Pero sobre todo, al enorme esfuerzo y a la perseverancia de las organizaciones madrileñas de memoria histórica, y muy especialmente de mis compañeras y compañeros del Foro por la Memoria de la Comunidad de Madrid, siempre en la vanguardia de esta pelea (y de otras muchas), incluso jugándose la integridad física (y ya saben ellos/as a lo que me refiero).

Mis compañeras y mis camaradas no han pretendido nunca ningún reconocimiento, pero están detrás de cada tornillo que está cayendo estos días al suelo cuando los operarios municipales quitan las placas de Yagüe, Moscardó o Arriba España.

No dudo que el compañero Marcelino hubiera acabado teniendo una calle importante en Madrid, muy pocas personas en este país lo merecen tanto como él. Pero debería tenerse en cuenta quiénes han apostado más fuerte, y desde hace más tiempo, para que finalmente le hayan dedicado una avenida en el centro de su barrio, sustituyendo su nombre al de un criminal de guerra. Porque sin ese enorme y prolongado trabajo reivindicativo, Marcelino Camacho hubiera dado nombre a una rotonda o a una avenida solitaria al final del PAU de Carabanchel.