Con lo de Honduras, estamos ante el segundo golpe de Estado que apoya el Partido Popular en esta década. Lo que ha sucedido en este país centroamericano es que unos militares entraron por la noche en la casa del presidente que habían elegido los hondureños, lo sacaron encañonado de la cama en pijama, lo metieron en un avión y lo expulsaron del país. Todos los gobiernos e instituciones internacionales calificaron lo sucedido de golpe de Estado. Como no podía ser de otra manera, condenaron a los responsables y no han reconocido al gobierno que quiere suplantar al legítimo presidente Manuel Zelaya.
En cambio, la Fundación FAES, del Partido Popular y presidida por José María Aznar, difundía en su web un documento de su director adjunto, José Herrera, que defendía sin fisuras su apoyo al golpe de Estado. Para FAES lo sucedido es sólo que “el ejército hondureño ponía fin de manera prematura al mandato”. Suponemos que si hubieran matado a Zelaya el eufemismo hubiera sido que ponía fin de manera prematura a su vida.
La tesis de FAES es que el presidente hondureño “decidió adscribir al país a las filas del populismo revolucionario” “con el anuncio de un giro del país al socialismo” y “desmantelar la democracia liberal”. El golpe lo justifica el Partido Popular porque al “promover una convocatoria de un referéndum sobre la reelección presidencial, Zelaya se exponía con carácter automático a ser cesado e inhabilitado por diez años, perdiendo además su condición de ciudadano de la república”. Es mentira que se trataba de un referéndum para la reelección de Zelaya, ni siquiera la reforma de la constitución. Lo que se votaba era un referéndum no vinculante para preguntar a los hondureños si les gustaría que en las próximas elecciones, en las de noviembre, se votase también la creación de una asamblea constituyente que reformase la carta magna. Es decir, algo tan lícito y democrático como preguntar si se podía preguntar por reformar la constitución, pero que para la Fundación presidida por Aznar es motivo para secuestrar a un presidente, expulsarlo del país y quitarle la ciudadanía. El apoyo sin ambages al golpe lo demuestran con el final del documento: “La salida de Zelaya ha supuesto el primer retroceso importante para los intereses de Hugo Chávez. Por primera vez, las instituciones de un país han dado la espalda a un líder populista y han salido en defensa de la democracia. La Constitución ha funcionado. Se ha evitado el vaciamiento de la democracia liberal”.
El informe del directivo de la Fundación del Partido Popular denuncia una conjura internacional para condenar el golpe y apoyar a Chávez que quiere dominar el continente: “Estados Unidos, la Unión Europea, el Sistema de la Integración Centroamericana, la Asamblea General de la ONU, la Organización de los Estados Americanos y la Secretaría General Iberoamericana se ha posicionado del lado del opuesto presidente y han jugado, de manera intencionada o no, un papel meramente subsidiario de los intereses de Hugo Chávez en Honduras” (…) “los organismos multilaterales y financieros han sido más activos secundando los intereses de Hugo Chávez en Honduras”. Leer esa paranoia iluminada en las instituciones del Partido Popular solo puede provocar escalofríos al pensar qué gente gobierna en el primer partido de la oposición.
No olvidemos que ya en el año 2002, el gobierno de Aznar formó parte de la conspiración para el golpe de Estado contra Hugo Chávez, así lo revelaron los telegramas cifrados desde el ministerio de Asuntos Exteriores a nuestra embajada en Caracas que hizo públicos Moratinos en el Congreso.
Nos toca pensar que si en el Partido Popular son capaces de tramar y justificar golpes de Estado a miles de kilómetros sólo porque el presidente no era de su simpatía hasta dónde podrían llegar aquí, en el país donde ellos quieren gobernar.
Pascual Serrano
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