domingo, 21 de noviembre de 2010

"El Algarrobico de Cuelgamuros". por Isaac Rosa en Público

“La comunidad benedictina tiene la obligación fundacional de celebrar el funeral en memoria de Franco y de Primo de Rivera.” -Anselmo Álvarez, Abad del Valle de los Caídos-


La demolición del Valle de los Caídos es la fantasía política de varias generaciones de españoles desde hace medio siglo. Desde los presos republicanos que lo construyeron hasta quienes hoy vemos la cruz desde la carretera, pasando por aquellos exiliados que de vuelta a España lo visitaban sólo para pisar la tumba del dictador y asegurarse de que estaba bien cerrada, muchos han soñado con hacerlo desaparecer.

Frente a quienes proponen su demolición –como el Foro por la Memoria, que acaba de pedir que desaparezca la enorme cruz- están los que apuestan por no tocar una piedra. Unos lo defienden desde la nostalgia franquista sin complejos; otros, más disimulados, objetan argumentos históricos, religiosos y hasta artísticos, equiparando su conservación a la del acueducto de Segovia o las catedrales, cosa de risa. Están también quienes, desde el gobierno, se sienten incómodos pero no se atreven a meterle mano, así que lo cierran un tiempo por obras. Y luego están quienes rechazan su exaltación franquista y proponen cambiar su uso, para convertirlo en lugar de la memoria.

Yo mismo he propuesto alguna vez ese destino, aprovechar el conjunto para invertir su finalidad, pero cada vez descreo más. Lo veo improbable, vista la resistencia de unos y la poca decisión de otros; pero además no tengo claro que un monumento fascista así vaya a perder su significado por muchas placas informativas que le colguemos, y si no seguiría siendo lugar de peregrinación ultra cada 20-N aunque se llamase museo de la memoria.

Así que cada vez soy más partidario de borrarlo del mapa sin miramientos, por higiene democrática. Y ya que contra el Valle no sirve la ley de la memoria, yo propondría aplicarle la legislación medioambiental: tirarlo no por fascista, sino por su impacto visual, que no es precisamente pequeño, en un espacio natural. A ver si así cuela.

El Valle de los Caídos es como el hotel del Algarrobico, pero en montaña, y como aquel merece ser derribado. Por feo y por cargarse el paisaje. Aunque si van a tardar en tirarlo tanto como el hotel de Almería, ya podemos esperar.