Los asesinatos de sindicalistas en Colombia o los silencios de Moisés Naím
Vicenç Navarro
04 abr 2012
Los medios españoles de información de mayor difusión han mostrado un sesgo neoliberal en su cobertura de América Latina que alcanza niveles de clara manipulación en su reportaje sobre Venezuela, país gobernado por un gobierno presidido por Hugo Chávez sobre el cual es casi imposible leer noticias, profundamente sesgadas, que no vayan acompañadas de adjetivos denigrantes e insultantes sobre su persona (ver mi artículo “La doble moral de los medios”, Publico. 16.07.09). El más moderado es “dictador”.
Tal cobertura contrasta con el trato sumamente favorable hacia el gobierno colombiano, presidido antes por Álvaro Uribe y ahora por Juan Manuel Santos, que fue en su día Ministro de Defensa del gobierno Uribe. Los mismos medios de información que constantemente insultan al gobierno Chávez escriben alabanzas del presidente Uribe, que presidió por muchos años el gobierno que tiene uno de los records de América Latina en atropellos de los Derechos Humanos. El último ejemplo de ello es la entrevista de Moisés Naím a Uribe, en El País del 31.03.12, en el que el columnista del diario de mayor difusión del país, el Sr. Moisés Naím, que se presenta como el gran defensor de los Derechos Humanos en América Latina, ensalza la figura del expresidente Uribe sin, en ningún momento de la entrevista, preguntarle sobre la bien documentada brutal represión que su gobierno realizó en contra de los sindicatos. Según los datos de la Federación Internacional de Sindicatos, más de 3.000 sindicalistas han sido asesinados en Colombia desde 1986 sin que Moisés Naím cite ni uno de ellos. Según la organización internacional Human Rights Watch, gran número de tales asesinatos han sido cometidos por los infames grupos paramilitares (algunos de ellos, fundados por la familia Uribe), que tuvieron y continúan teniendo lazos con las fuerzas armadas y el aparato de seguridad del Estado colombiano, tanto durante el gobierno Uribe como con el actual gobierno Santos, lo cual muestra una enorme tolerancia hacia el comportamiento criminal y asesino de tales grupos. Hasta hoy, la mayoría de tales asesinatos han permanecido impunes.
Un grupo que ha sido sujeto de una represión especial, ha sido el sindicato de maestros. Sindicalistas del sector magisterio, que defienden a los maestros, han sido especialmente reprimidos. De los 3.000 asesinados, casi 1.000 han sido maestros. En 2010, 51 sindicalistas fueron asesinados. De ellos, 29 eran maestros. En 2011, 26 sindicalistas fueron asesinados, 14 eran maestros. Esta selectividad hacia este grupo profesional se debe a que la horrible estructura de poder (una de las más desiguales en América Latina) y el establishment colombiano que domina el Estado colombiano no quiere que los maestros enseñen y muestren que es posible otra sociedad a la existente hoy en Colombia. Y aquellos que, a pesar de la enorme represión, muestran la realidad de explotación que existe en aquel país, pagan con su vida su compromiso e integridad profesional. Lo mismo ocurrió en España durante la dictadura, ya que el establishment no deseaba una educación laica y progresista que transmitiera valores democráticos a la juventud.
El nivel de represión ha conllevado que miembros del Congreso de EEUU hayan pedido al presidente Obama que paralice el tratado bilateral aprobado por el gobierno federal de EEUU y el gobierno colombiano de Santos hasta que tales asesinatos desaparezcan del escenario colombiano, petición que, lamentablemente, el presidente Obama ha ignorado. El asesinato de sindicalistas en Colombia (el país con el mayor número de tales asesinatos en el mundo) es una situación escandalosa. Pero lo que es también escandaloso es el silencio y la ocultación de aquella realidad por parte de los medios de información españoles de mayor difusión (como aparece claramente en la entrevista de Moisés Naím a Uribe), medios que justifican la avalancha de insultos al presidente Chávez como indicador de su supuesto inexistente compromiso con la defensa de los Derechos Humanos en América Latina. Su doble moral es la mejor prueba de que su preocupación no son tales Derechos Humanos, sino la promoción de sus intereses económicos, políticos y mediáticos. Así de claro.