jueves, 29 de octubre de 2009

No hay como una buena Transición para lavar el pasado


El martes 27 de octubre, el programa de Telemadrid “Madrid opina” comenzó con un fragmento de una entrevista que hace unos años el director del Programa, Ernesto Sáenz de Buruaga, realizó al recientemente fallecido Sabino Fernández Campo.

En el fragmento seleccionado, Fernández Campo, Conde de Latores, criticaba el fenómeno de la recuperación de la memoria histórica que se viene dando en nuestro país, empleando los consabidos argumentos de defensa de la Transición como proceso de reconciliación entre españoles, la exaltación de las bondades y beneficios del olvido, etc…

Inevitablemente recordé las palabras pronunciadas por el escritor Juan Gelman en su discurso de recepción del Premio Cervantes 2007:

“Hay quienes vilipendian este esfuerzo de memoria. Dicen que no hay que remover el pasado, que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar hacia adelante y no encarnizarse en reabrir viejas heridas. Están perfectamente equivocados. Las heridas aún no están cerradas.(…). Y sospecho que no pocos de quienes preconizan la destitución del pasado en general, en realidad quieren la destitución de su pasado en particular”.

Me pregunto qué parte de su pasado podía tener interés en obviar el Sr.Fernández Campo, dado que en todas las necrológicas y obituarios escritos estos días aparece como Padre de la Patria, benefactor social, y demócrata de toda la vida por principios y convicción: “Persona de excepción y asturiano y español «ejemplar», referente «moral y ético»”. Hablan de "Su defensa de la democracia en momentos claves de la reciente historia española…”. Santiago Carrillo, muy en su papel, rinde homenaje al “hombre sabio y valiente que defendió la libertad“.

Por tanto, ¿qué parte de su pasado podría tener interés en ocultar nuestro prohombre?. Pedro García Bilbao, compañero del Foro por la Memoria de Guadalajara, me remite unas notas biográficas de don Sabino:

“Defensor de Oviedo, miembro de la hermandad de antiguos defensores: uno de los 400 voluntarios civiles que se unieron a Aranda. No fue falangista, venía de la JAP (las juventudes de la CEDA de Gil Robles), en pleno proceso de fascistización.
Acaba la guerra como alférez provisional. Hace derecho en la “Convocatoria de la Victoria”, se mete a jurídico militar y al cuerpo de interventores, desde los 50 es, Interventor Jefe de la Casa Militar de Franco, un puesto de la máxima confianza del dictador. Acaba, como es lógico, al lado del sucesor de Franco.
¿Defensor de la democracia?. Cuando tocó defenderla, en julio del 36, no lo hizo”.

Deberíamos suponer que el consecuente demócrata en algún momento pidió perdón, o al menos se declaró arrepentido por haber actuado como faccioso contra el gobierno democrático y legal, y por haber sido jerarca del régimen dictatorial. ¿Condenó en algún momento don Sabino, miembro del patronato de la Fundación en Defensa de la Nación Española, el régimen de Franco y el golpe de estado del 18 de Julio?.

Por otra parte, ¿porqué el presentador Ernesto Sáenz de Buruaga seleccionó ese fragmento en concreto de la entrevista al conde de Latores?. Recordemos cómo narra un biógrafo de Franco la llegada de éste a Tetuán desde Canarias en el Dragon Rapide:
“Franco o Bolín (según versiones) dio instrucciones al piloto: "Dé una vuelta a la pista lo más bajo posible. Si le digo ¡Arriba! retome el vuelo sin vacilar". después de dar varias vueltas, Franco reconoció a uno de los coroneles sublevados y dijo al piloto: "¡Ahí está el rubito! ¡Aterricemos!". Al tomar tierra es recibido con júbilo por los oficiales sublevados, entre ellos Yagüe, que le besa y le abraza.” (Fernández, Carlos, El general Franco, Editorial Argos Vergara, Barcelona 1983)

Parece ser que el coronel “rubito” se llamaba Eduardo Sáenz de Buruaga.