Colectivo Prometeo, 10 de abril de 2011
El viernes 8 de Abril, Izquierda Unida presentó el documento “ Compromiso Ético por la Regeneración Democrática”. En él, teniendo como logotipo la huella de un dedo que simbolizaba la firma personal, intransferible y sin marcha atrás, la organización hace una acertada introducción de la actual situación política y , a continuación, desarrolla un Decálogo de propuestas que serán suscritas y aplicadas por todos sus candidatos en las próximas elecciones municipales y autonómicas del 22 de Mayo.
Un día antes, el jueves 7 se conoció que la jueza Mercedes Alaya, la misma del caso ERE, imputaba en un auto a Antonio Rodrigo Torrijos, candidato de IU a la alcaldía sevillana.
Los que hemos leído el documento presentado por la coalición de izquierdas y coincidimos plenamente con las ideas allí recogidas, pensábamos que la organización, según y como gestionase este inesperado varapalo, tenía ante sí una inmejorable oportunidad de dar una lección de ética y coherencia y demostrar a los andaluces y a la gente progresista y de izquierdas del Estado que no todos los partidos son iguales y que ante el hartazgo por la corrupción y el descrédito a la actuación política, Izquierda Unida podía , con la cabeza alta, levantar el banderín de enganche de la necesaria regeneración, de la transparencia que permita saltar el escalón de borrego sumiso y reivindicar la actuación ciudadana, colectiva y consciente, como única forma de superar la actual crisis económica, social, política y de perspectivas.
Desgraciadamente – ignoramos como terminará la función – los primeros pasos han arrojado un jarro de agua fría a cualquier ilusión pues en su comparecencia Rodrigo Torrijos anunció “ No dimito. Estoy convencido de mi inocencia”.
Y aquí pensamos que está el gran error. Torrijos no es un advenedizo en política. Peina en puestos de responsabilidad y como liberado, casi tantos trienios como canas, antes en Comisiones Obreras, ahora en Izquierda Unida. Y por eso debería ser la persona más adecuada para valorar la importancia simbólica de la coherencia, de aplicar a su persona el código ético que dice suscribir, sabedor de que esa postura no le quitaría ningún voto a la lista municipal de Sevilla ( allí los compañeros y compañeras sabrán explicar que se enfrentan a un souflé mal cocinado y la mejor manera de desinflarlo es pinchando), sino que, al contrario, le daría alas a Izquierda Unida en todo el Estado. Bastaría con anteponer los intereses del colectivo político a los particulares.
Por eso debe dimitir . Y ojo, dejando claro que se dimite no por ser culpable de nada, sino porque se milita en una organización política que tiene un nivel de exigencia ante la corrupción, falta de transparencia o sombras en la honestidad, a años luz de los partidos del Turno, llámense PP, PSOE o CiU.
Debe dimitir y a reglón seguido actuar políticamente y denunciar públicamente lo que todos sabemos :
- Que en España existe un poder judicial mayoritariamente conservador, – entrelazado por múltiples intereses con el político- que no se ha molestado en representar un mínimo papel de contrición por su connivencia con la dictadura franquista, lo que ha permitido actuar en democracia a los mismos que llenaron las cárceles desde el Tribunal de Orden Público o que entiendan en asuntos judiciales que afectan a la burocracia eclesiástica y sus privilegios personas que atufen a incienso o no disimulen su militancia en las organizaciones religiosas más integristas.
- Que el no haber realizado la reforma judicial se paga y por eso pueden darse actuaciones como las que ponen todas las trabas a quienes intentan recuperar la memoria histórica, sacando de las cunetas nombres o las que se han dado por ejemplo en el caso Garzón
- Que los medios de difusión, con dueños conocidos, desde hace tiempo hacen de “ barra brava” o hinchada fanática, jaleando los casos de posible corrupción que afecte a los “ del equipo contrario”, mientras levantan la alfombra para tapar el cieno y la marrullería de los propios.
Debe dimitir y si considera que la jueza ( de la que tiene una opinión“ que se reserva” ) no está actuando debidamente, denunciarla.
Debe dimitir porque sabe leer. Y el artículo 8 del Decálogo que comparte dice muy clarito:
“Asumir las responsabilidades políticas a que hubiere lugar en casos de corrupción, con dimisión cautelar de los cargos públicos y cargos de libre designación en caso de imputación y procesamiento por delitos de corrupción política o urbanística”
Debe dimitir para no dejar en papel mojado el Decálogo: la regulación por ley de los salarios de cargos públicos, la declaración de conflicto de intereses, la prohibición de regalos e invitaciones, la publicidad en los contratos públicos, el control, la transparencia...
Debe dimitir porque su olfato político le hará ver que se puede predicar con el ejemplo y que la Izquierda demanda hoy una raya que diga claro “ Esto no se puede consentir. No somos ni Eres, ni Liceo ni Gürtel. Si los demás están cómodos en la podredumbre, nosotros no”.
Debe dimitir porque si se considera inocente , las mejores bofetadas se dan sin manos. Y cuando todo se aclare poder volver sin la frente marchita, al contrario bien limpio y señalando con el dedo a quienes acusaron, decirles “¿ Y ahora tú que harás? “