Como último recurso, en esta columna se podría criticar la línea editorial del propio periódico, con TDT o sin TDT. Por desgracia, resulta inviable. Porque el columnista comparte, en el caso que nos ocupa, la línea editorial.
Enric González, Culpables
Enric González, una de las personas más independientes que se pueden encontrar en El País, dice que comparte la línea editorial del grupo PRISA sobre la TDT. Es perfectamente legítimo. Yo no tengo postura sobre la TDT de pago: no es mi negociado, no tengo ni idea. Pero aunque la tuviera admitiría otras en contra, cómo no, si son honestas y razonadas.
El problema no es lo que opina el grupo PRISA sobre la TDT, aunque en un mundo ideal, un medio de comunicación debería confesar a sus lectores que tiene intereses en el asunto y que por tanto no va a ofrecer línea editorial ya que ésta no podría ser independiente. Ese mundo y el real no tienen nada que ver, así que, asumamos que PRISA (o cualquiera) pueda estar en contra de cómo ha gestionado el Gobierno el asunto de la TDT de pago (IU ha votado en contra, así que por aquí deberíamos estar de acuerdo con la línea editorial de El País, ¿no?).
El problema no es que PRISA esté en contra de la TDT de pago, siquiera por estar interesada en el asunto. El problema es que condicione siempre toda su línea editorial a los intereses de la empresa. Los medios de PRISA no criticaron la política económica del gobierno hasta que éste aprobó la existencia de TDT de pago por Decreto-Ley. Aprueban o desaprueban la reelección de presidentes en América Latina siempre coincidiendo con si se respetan o no los intereses económicos del grupo.
Uno puede criticar a Chávez, ¿cómo no? O criticar la política económica del gobierno. O pensar que Miguel Sebastián es un zoquete. El problema no es qué opine el grupo PRISA sino que cada vez es más evidente que demasiadas de sus opiniones no vienen dictadas por el análisis de cada asunto, sino por unos intereses empresariales a cuyo servicio se pone la línea editorial de sus medios.
Cuando se llega a este extremo de obscenidad se ha dejado de ser un medio de comunicación para ser simplemente el instrumento de chantaje económico al poder político. ¿Quieres que PRISA apoye tus violaciones de derechos humanos? Concédele un canal de televisión en el país que gobiernes. ¿No quieres que PRISA te llame dictador? Pues no retires el monopolio de los libros educativos a Santillana. (Cuando me enteré del voto en contra de IU, me pregunté si Público abandonaría su habitual amabilidad hacia IU: intuyo que no, pero sólo es una intuición).
AEste medio día han sido sonrojantes los diez minutos que dedicaron en el informativo de la SER a humillar a Miguel Sebastián por no someterse a los dictados de PRISA. Al oírlo, lo único que sentí fue una leve (levísima) simpatía por Sebastián y mucha lástima por el prestigio hecho girones de la periodista que aceptaba firmar el encargo.
El problema no es la línea editorial, compartible o no, de tal o cual fenómeno. El problema del grupo PRISA es la absoluta desconfianza que se ha labrado: uno lee los editoriales de El País pensando qué intereses habrá detrás incluso cuando coincide con ellos. Con Enric González discrepo muchísimas veces. Pero se cree lo que escribe, porque muchas veces escribe cosas que le son muy incómodas, como darle la razón a su empresa. Enric González ha llegado a la misma conclusión que su empresa en el asunto de la TDT de pago, pero por caminos totalmente distintos.
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