Alejandro
García Sanjuán, profesor de la Universidad de Huelva
El
Diario.es, 28/01/2017
Al-Andalus y la
resurrección de la memoria histórica nacionalcatólica
"Una
auténtica resurrección del pensamiento nacionalcatólico a comienzos del siglo
XXI que se alinea con el creciente auge de la ultraderecha, la xenofobia y la
islamofobia"
La
memoria histórica suele asociarse en España a la Guerra Civil y la posterior
dictadura franquista. Sin embargo, manifestaciones públicas recientes
realizadas desde distintos ámbitos y relativas al período de al-Andalus, un
país árabe e islámico en la península ibérica durante la Edad Media, nos
indican la enorme importancia que dicha época adquiere a la hora de tratar de
imponer una idea muy determinada de la identidad nacional española.
Con
frecuencia, esas manifestaciones se refieren a la celebración de la Toma de
Granada, un acontecimiento de especial relevancia histórica, ya que marca el
final de la existencia de al-Andalus. Desde hace años, las organizaciones y
colectivos de ultraderecha aprovechan cada 2 de Enero para desempolvar las
banderas franquistas y resucitar el rancio discurso decimonónico, sectario y
excluyente del pasado peninsular, en el que sólo tiene cabida su dimensión
católica, expresada a través de la más tóxica versión de la noción de
Reconquista.
Hace
solo unos días Esperanza Aguirre se convirtió en portavoz de este discurso al
afirmar que, gracias a la conquista de Granada, las mujeres españolas gozan hoy
día de libertad, pretendiendo convertir a los Reyes Católicos en auténticos
artífices del activismo feminista. En perfecta sintonía con estas
declaraciones, el líder de la formación ultraderechista Vox mostraba su
satisfacción por la ‘expulsión definitiva del invasor musulmán’, un invasor
que, paradójicamente, en 1492 llevaba ocho siglos asentado en el territorio
peninsular.
Este
discurso tendencioso y profundamente tergiversador del pasado adquiere pleno
significado en el contexto de una Europa cada día más nacionalista y xenófoba
en la que las fuerzas sociales y políticas reaccionarias se reorganizan para
tomar el poder, como ya ha sucedido en EEUU con Trump. No se trata, por lo
tanto, de afirmaciones aisladas, sino que se integran en una estrategia más
amplia, orquestada desde hace años y cuyo propósito consiste en resucitar una
memoria histórica acorde con ese proyecto ideológico ultraconservador.
El
pistoletazo de salida de este proceso lo dio Aznar en su célebre intervención
en Georgetown de 2004 en la que, para explicar los atentados del 11-M, no dudó
en afirmar que el problema con Al Qaeda se remontaba al año 711, cuando España
fue ‘invadida por los moros’. De esta forma, Aznar no sólo denigraba al Islam,
al identificarlo con el terrorismo desde sus orígenes, sino que también
deslegitimaba al-Andalus, cuya aparición en la historia habría sido resultado
de una acción criminal. Sin duda debido a ello, poco tiempo después el propio
expresidente del gobierno no dudó en exigir que los musulmanes le pidiesen
perdón por haber ‘ocupado’ España durante ochocientos años.
La
denigración del Islam y la deslegitimación de al-Andalus representan, por lo
tanto, dos caras de la misma moneda, argumentos centrales de una agenda
ideológica que pretende restaurar trasnochados valores patrióticos más propios
del franquismo que de una sociedad moderna, multicultural y democrática. Se
trata, en definitiva, de la vieja estrategia manipuladora que consiste en
utilizar el pasado para justificar el presente.
Lamentablemente,
a dicha agenda se suman relevantes sectores académicos, cuya función consiste
en suministrar la necesaria apariencia de rigurosidad y novedad a lo que, en
realidad, no es más que un viejo proyecto de manipulación del pasado. El
historiador R. Sánchez Saus, candidato de Vox a las elecciones autonómicas de
Andalucía en 2015 y miembro de la Asociación Católica de Propagandistas,
publicaba el año pasado Al-Andalus y la cruz, un libro que se complace en la
denigración de la presencia islámica en la Península a través de la acuñación
de una visión ‘yihadista’, en la que los ocho siglos de esa experiencia
histórica quedan reducidos a la condición de mera precuela de ISIS. El
propósito de está burda y lamentable caricaturización del conocimiento
histórico no es otro que deslegitimar la dimensión árabe e islámica del pasado
peninsular con el propósito de imponer la legitimidad única del catolicismo y de
la autodenominada ‘civilización Occidental’.
Asimismo,
la Iglesia está contribuyendo de forma relevante a esta resurrección de las
viejas esencias nacionalcatólicas, en especial con su actuación respecto a la
Mezquita de Córdoba. Tras apropiarse en 2006 de la titularidad del edificio al
amparo de una ley franquista, su objetivo principal parece consistir en hacer
lo propio con su significado histórico, erradicando su identidad islámica en
favor de su exclusiva identidad católica. De ahí que el actual obispo de Córdoba no haya dudado en afirmar
que la Mezquita constituye, en realidad, una expresión de arte bizantino y que
la actuación de los ‘moros’ en su construcción se limitó a ‘poner el dinero’.
Esta burda manipulación viene a sumarse a su permanente insistencia en negar la
propia denominación de Mezquita, la que ha recibido de manera tradicional por
parte de los propios fieles católicos y la que expresa su condición de
Patrimonio de la Humanidad desde 1984.
‘Quien
controla el pasado, controla el futuro. Quien controla el presente, controla el
pasado’. La célebre cita de George Orwell cobra todo su sentido en el contexto
actual, en el que los sectores políticos, eclesiásticos y académicos más
conservadores y reaccionarios han reactivado el viejo proyecto de erradicar de
la memoria histórica española todo vestigio del pasado árabe e islámico. El
objetivo no es otro que imponer un discurso sectario, excluyente y tendencioso
dirigido a afirmar la naturaleza exclusivamente católica de la identidad
nacional. Una auténtica resurrección del pensamiento nacionalcatólico a
comienzos del siglo XXI que se alinea con el creciente auge de la ultraderecha,
la xenofobia y la islamofobia.